Este texto se encuentra en el contexto de lo que la iglesia en Corinto debería haber hecho al saber de un creyente que estaba viviendo en fornicación con una mujer que antes había sido mujer de su propio padre. 1 Corintios 5:3-5 dice: “Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.” La iglesia de Corinto tuvo una tibia posición en el problema, pero en lo que a Pablo respecta fue totalmente diferente. Hablando en primera persona de singular dice: Yo, por mi parte, aunque no estoy físicamente entre ustedes, sí estoy presente en espíritu, y ya he juzgado como si estuviera presente al que cometió este pecado. Interesante que Pablo dice que ha juzgado al que cometió este pecado.
El Nuevo Testamento prohíbe juzgar las motivaciones de otros, pero no hay ningún problema con juzgar las acciones de otros. Esto es lo que justamente está haciendo Pablo con respecto a ese creyente que había cometido ese terrible pecado de fornicación. Luego Pablo va a dar su veredicto. Para ello, solicita que la iglesia toda en Corinto esté reunida y Pablo estará allí presente en espíritu. Lo que va a decir lleva la autoridad del Señor Jesucristo, porque están reunidos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el poder de nuestro Señor Jesucristo. Hecho este preámbulo, Pablo comunica el veredicto: El tal, es decir el fornicario en la iglesia de Corinto, sea entregado a Satanás. Se trata de una entrega judicial. Por sus hechos, el fornicario ha estado manifestando su deseo de estar bajo el dominio de Satanás. Pues bien, se le va a cumplir su deseo. Está siendo entregado al dominio de Satanás. La Biblia enseña que el mundo está bajo el dominio de Satanás. 1 Juan 5:19 dice: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” Un creyente que es expulsado de la comunión de una iglesia local queda en el mundo, a merced del amo del mundo, o el maligno, o Satanás. Esto es algo muy serio.
Es como si un soldado fuera dejado a merced del ejército enemigo. El enemigo podrá hacer lo que quiera con él. Esta medida extrema de disciplina tiene como propósito la destrucción de la carne. ¿Qué significa esto? Puede significar dos cosas, primero que el propósito de expulsar a un creyente de la comunión en la iglesia local, es para beneficio de este creyente en pecado. Estando fuera de la iglesia local, y a merced de Satanás y del mundo que está bajo su control, ese creyente podrá despreciar su carne, o su naturaleza pecaminosa y podrá ser restaurado. Segundo que estando en el mundo bajo el dominio de Satanás, ese creyente será afligido en todo sentido inclusive hasta el punto de morir físicamente. En todo caso, ese creyente, aunque ha ofendido gravemente a Dios con su terrible pecado, y ha sido castigado en su carne, sin embargo, su espíritu será salvo en el día del Señor. La iglesia local debe ser celosa por la santidad y cuando alguien persiste en vivir en pecado se debe tomar las medidas de disciplina que ha ordenado el apóstol Pablo.