Le perdoné, pero no puedo olvidar lo que me hizo

Un amigo mío me ofendió gravemente. Tiempo después reconoció su falta y me pidió perdón. Yo le perdoné, pero no puedo olvidar lo que me hizo. Esto ha afectado mi relación de amistad con él y peor todavía, está afectando mi relación con el Señor. ¿Qué puedo hacer para resolver el problema?

Las ofensas son inevitables en el trato mutuo entre seres humanos. Aunque no queramos ofender, a veces lo hacemos, mediante palabras o mediante gestos o mediante acciones. Santiago 3:2 dice “Porque todos ofendemos muchas veces”

No estoy justificando la acción de su amigo, simplemente estoy diciendo que por estar todavía en cuerpos sujetos a corrupción, es imposible vivir sin ofender a nadie. Gracias a Dios que tenemos a disposición el recurso para arreglar las ofensas. Este recurso se llama el perdón.

Su amigo parece tener un buen concepto de lo que es el perdón y por eso ha reconocido su falta y le ha pedido perdón. Esto habla bien de su amigo.

Por su lado, Usted también ha perdonado, pero parecería ser que Usted no tiene muy claro lo que en realidad significa el perdón. Para clarificarlo me gustaría citar el versículo que se encuentra en Efesios 4:32 donde dice: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”

En lo que tiene que ver con el perdón, notamos dos cosas en extremo importantes en este texto bíblico.

Primero, la exhortación a perdonar y segundo la extensión del perdón.

En relación con lo primero, note que el perdón es una obligación para el creyente, no una opción. El verbo perdonar está en modo imperativo, indicando que es una orden. Perdonándoos unos a otros. Es decir que no debería haber creyentes que viven con un espíritu de falta de perdón. No debería haber creyentes resentidos con algún hermano. No debería haber creyentes que sufren en espíritu, alma y cuerpo a causa de la amargura que tienen contra alguien que les ofendió gravemente.

Si Usted ha sido ofendido, perdone inmediatamente. Si Usted es el ofensor, reconozca su falta y pida perdón inmediatamente. No espere sentir el deseo para perdonar o para pedir perdón. Ese deseo puede ser que nunca se presente. Actúe por fe, sobre la base de lo que dice la Biblia. La Biblia dice que Usted debe perdonar. Pues haga eso. Perdone y punto.

Ponga atención a lo que dice Mateo 6:14-15. “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”

¿Pero qué es el perdón? El verbo perdonar en el versículo que fue leído, Efesios 4:32, significa literalmente hacer un favor inmerecido e incondicional. ¿En qué sentido? Pues en el sentido de no tomar represalias contra el ofensor. Cuando uno es ofendido, uno tiene deseos de torcer el cuello al ofensor.

Pero al perdonar uno dice: No lo haré. No torceré el cuello al que me ofendió. Le haré un favor no merecido e incondicional de no desquitarme por lo que me hizo.

El perdón es un compromiso que Usted se hace delante de Dios, por el cual, Usted nunca jamás va a tomar venganza por la ofensa que ha recibido. Esto es perdón. Perdón no es sinónimo de olvido. Se puede perdonar aunque no se logre olvidar la ofensa, porque el perdón es simplemente una auto-imposición ante Dios para no devolver con mal a la persona que hizo mal.

En relación con lo segundo, la extensión del perdón, bien vale hacernos la pregunta: ¿Cómo debe ser el perdón? ¿Hasta dónde debo perdonar? Con demasiada frecuencia, las personas que se resisten a perdonar razonan y dicen: Es que Usted no sabe lo que tal persona me hizo. Con esto están diciendo que la falta cometida fue tan grave que no puede ser perdonada.

Pero aquí es justamente donde nos viene muy bien considerar el texto que leímos en Efesios 4:32. ¿Cómo debo perdonar? El texto dice: Como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Dios nos perdonó en Cristo incondicionalmente. Dios no nos dijo: Te perdono siempre y cuando me garantices que nunca más vas a pecar. Dios simplemente nos perdonó tanto del pecado antes de recibir a Cristo como Salvador como del pecado después de recibir a Cristo como Salvador.

Nuestro perdón a los que nos ofenden también debe ser así. Un perdón incondicional. Pero, ¿de cuánto nos perdonó Dios en Cristo? Ah… Fue de tanto que para poder perdonarnos, Dios tuvo que entregar a su propio Hijo.

Imagine cuán grave habrá sido nuestra ofensa a Dios que para poder perdonar esa ofensa, Dios tuvo que permitir que su unigénito Hijo muera en la cruz del Calvario. Si Dios nos perdonó así a nosotros en Cristo, entonces no hay ofensa que nosotros no podamos perdonar. No importa lo grave que haya sido la ofensa. Igual debemos perdonar sin condiciones.

Lo que Usted necesita hacer ahora, entonces, es reconocer que el perdón no es sinónimo de olvido. Usted recordará por un buen tiempo la ofensa sufrida, pero eso no importa realmente. Porque si Usted perdonó de corazón, cada vez que se acuerde de la ofensa sufrida, Usted razonará y dirá: Yo perdoné al ofensor. Me comprometí delante de Dios a no tomar represalias nunca jamás contra el que me ofendió.

De esta manera, Usted podrá mirar al ofensor como si nunca hubiera cometido la falta contra Usted. Poco a poco, a medida que pasa el tiempo, es posible que Usted vaya olvidando la ofensa sufrida. La mente humana es tan maravillosa que lenta y silenciosamente va cubriendo con el polvo del olvido los recuerdos que nos causan algún tipo de incomodidad o sufrimiento. Espero que estas ideas le ayuden a vivir en la práctica la verdadera dimensión de una vida de perdón.