En Marcos 4:20 se habla de dar fruto a 30, a 60 y a ciento por uno. ¿Se refiere esto al diezmo? Les agradeceré por su respuesta.
Vamos a dar lectura al texto bíblico que ha citado. Se encuentra en Marcos 4:20, y lo mismo aparece en el versículo 8. para apreciar mejor el contexto vamos a leer desde el versículo 3 hasta el versículo 8.
Marcos 4:3-8 dice: «Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto; pues brotó y creció; y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.»
Jesús estaba hablando de los misterios del reino de los cielos. Es decir de cómo será el reino de los cielos mientras el Señor Jesús tarda en venir por segunda vez. para felicidad de todos, esta es una parábola en la cual es imposible equivocarse en la interpretación por cuanto fue el mismo Señor Jesucristo quien la interpretó.
Veamos pues lo que significa la parábola del sembrador. Marcos 4:13-20 dice: «Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo pues entenderéis todas las parábolas? El sembrador es el que siembra la palabra. Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones. Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan. Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno.»
Es claro que la parábola tiene que ver con cuatro distintos tipos de corazones que reciben la palabra de Dios. Uno de los corazones es como tierra fértil donde la semilla cae, germina, brota, crece y fructifica. El fruto no siempre es el mismo, algunos corazones dan más fruto que otros. Unos fructifican a treinta por uno otros a sesenta por uno y otros a ciento por uno.
El fruto es básicamente la manifestación del carácter de Cristo y no necesariamente almas convertidas que resultan del ministerio evangelístico de un hijo de Dios. Cuando en las Escrituras se usa la palabra fruto generalmente se refiere a lo que produce el Espíritu Santo en la vida de alguien a quien controla.
De esto nos habla Gálatas 5:22-23. Como podemos notar, este pasaje bíblico no tiene absolutamente ninguna relación con el diezmo o con la ofrenda o con las promesas de fe, etc.
pero entiendo su dilema, porque mucho se usa Marcos 4:20 en reuniones donde se está manipulando a la gente para que dé dinero supuestamente para la obra del Señor. Se dice que si Ud. da determinada cantidad al Señor, el Señor se compromete a devolver lo que ha dado, pero multiplicado por 30 o por 60 o por 100, dependiendo obviamente de la cantidad que Ud. haya dado.
Si ha dado poco, el Señor le devolverá solamente lo que ha dado multiplicado por 30. Si ha dado un poco más, puede ser que el Señor le devuelva lo dado multiplicado por 60, pero si ha dado bastante, entonces el Señor le devolverá lo dado multiplicado por 100.
De esta manera se han amasado cuantiosas fortunas que han ido a parar en las arcas de los que manipulan así a la gente. pero como hemos señalado la parábola del sembrador ni de lejos enseña lo que los buscadores de fortuna quisieran que enseñe.
Tenga mucho cuidado con personas que incentivan la codicia de la gente para meterles la mano al bolsillo y sacarles hasta el último centavo. Dios recompensa a los que ofrendan generosamente, con amor y con buenas motivaciones, pero esa recompensa no necesariamente es en dinero o en bienes, sino principalmente en bendiciones espirituales.
2ª Corintios 9:6 dice: «pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente, y el que siembra generosamente, generosamente también segará.»
Mientras más damos al Señor, mayores bendiciones recibiremos de él. Esto es un hecho. Esas bendiciones no son ni 100 veces, ni 60 veces, ni 30 veces lo que hemos dado. Dios no especifica cantidades ni en qué consisten específicamente las bendiciones. Simplemente dice: Generosamente también segará.