Mateo 12:26-27

Según Marcos 12:26 Jesús dijo que Dios es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, pero en el versículo 27 del mismo capítulo Jesús dijo que Dios no es Dios de muertos sino de vivos. ¿Cómo puede ser esto, si Abraham, Isaac y Jacob estaban muertos cuando Jesús pronunció estas palabras?.

Demos lectura al texto que se encuentra en Marcos 12:26-27, pero para incluir el contexto, vamos a leer desde el versículo 24, donde dice:

«Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos. Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.»

Estas palabras de Jesús fueron dirigidas a un grupo de saduceos, quienes no creían en la resurrección corporal. Por medio de una historia hipotética inventada por ellos mismos, los saduceos pretendían poner en entredicho a Jesús acerca de la bendita esperanza de la resurrección.

La respuesta de Jesús comenzó por una reprensión frontal a los saduceos. Les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? De entrada, Jesús está afirmando que los saduceos estaban equivocados en cuanto a rechazar la realidad de la resurrección y esa equivocación partía de su ignorancia de dos cosas importantes: El testimonio del Antiguo Testamento o las Escrituras y el poder absoluto de Dios.

Luego de la reprensión a los saduceos, Jesús pasó a la ratificación de la doctrina de la resurrección. Lo hizo mediante una reflexión acerca de un hecho que debe haber sido ampliamente conocido por los saduceos, pero que los saduceos no lo comprendieron totalmente. Cuando Dios apareció a Moisés en la zarza en el desierto le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Para cuando Dios pronunció estas palabras, Abraham, Isaac y Jacob, estaban muertos, bueno, muertos desde el punto de vista del hombre, pero desde el punto de vista de Dios era otra cosa.

Estos patriarcas estaban vivos, en algún lugar diferente del mundo, pero vivos sin lugar a dudas. Por cuanto, como dijo Jesús, Dios no es Dios de muertos sino Dios de vivos. Dando a entender con esto que la muerte de los patriarcas no terminó con la existencia de ellos.

Muy bien, si estaban vivos en algún lado diferente del mundo, para Dios no era ningún problema hacer uso de su poder para darles un cuerpo material nuevo el momento que sea pertinente. Esto es en esencia lo que pasa en la resurrección. Cuando una persona muere físicamente, no deja de existir, no se extingue como pensaban los saduceos. Sigue viva en una esfera diferente a la material y algún día, recibirá de Dios un cuerpo material nuevo. De modo que Dios no se equivocó cuando dijo que Él es el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, a pesar que desde el punto de vista humano tanto Abraham como Isaac y Jacob habían muerto. Lo que pasa es que desde el punto de vista de Dios, tanto Abraham como Isaac y Jacob estaban vivos, esperando la resurrección. Recuerde que Dios es Dios de vivos mas no Dios de muertos.