Preguntas y respuestas Bíblicas

  • Porque tenía que pagar dos Dracmas Pedro y Jesús

    Según Mateo 17:24 tanto Pedro como Jesús, fueron requeridos a pagar las dos dracmas. ¿Por qué tenían que pagar esto?

    Vamos a leer el pasaje que se encuentra en Mateo 17:24-27 donde dice: “Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Él dijo: Sí. Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños? Pedro le respondió: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos. Sin embargo, para no ofenderles, vé al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti.”

    Jesús estaba en la casa y Pedro afuera. En eso, se acercaron a Pedro los que cobraban las dos dracmas. En cuanto a su valor, una dracma era lo que ganaba un jornalero por un día de trabajo. Es decir que Pedro y Jesús tenían que pagar el equivalente a dos días de trabajo.

    Pero ¿por qué es que Pedro y Jesús tenían que pagar estas dos dracmas? Bueno, este era un impuesto que tenían que pagar cada año los varones judíos mayores de veinte años y el dinero recaudado servía para el sostenimiento de la casa de Dios.

    El cobro de este impuesto se remonta al cumplimiento de la palabra de Dios en Éxodo 30:11-14 donde dice: “Habló también Jehová a Moisés, diciendo: Cuando tomes el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su persona, cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado. Esto dará todo aquel que sea contado; medio siclo, conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras. La mitad de un siclo será la ofrenda a Jehová. Todo el que sea contado, de veinte años arriba, dará la ofrenda a Jehová”

    Este es el impuesto que se estaba cobrando a Pedro y a Jesús. Medio siclo expresado en dinero del tiempo de Jesús era equivalente a dos dracmas. Jesús explicó a Pedro que los miembros de la familia real están exentos del pago de impuestos.

    Así, Jesús, el Hijo de Dios, no tenía la obligación de pagar para el sostenimiento de la casa de Dios. Sin embargo, para evitar ofensas, estaba dispuesto a pagar. Jesús no tenía el dinero para pagar, ni tampoco Pedro.

    Gran dilema para los que piensan que Jesús y sus seguidores eran ricos. Jesús por tanto mandó a Pedro a pescar. El primer pez que muerda el anzuelo tendría en su boca un estatero, moneda equivalente a cuatro dracmas, cantidad exacta para pagar el impuesto de Jesús y Pedro.

    Impresionante manifestación del poder de Jesús sobre la naturaleza y de la omnisciencia de Jesús. Imagine la escena. Jesús sabía que en el fondo del mar de Galilea, había una moneda. Ordenó a un pez que se coma la moneda, cosa que no es común que hagan los peces, y la guarde en su boca, luego que espere el anzuelo de Pedro y tan pronto lo vea lo muerda. El pez obedeció sin titubear y eso proveyó el dinero que necesitaban Jesús y Pedro para cumplir con sus deberes sociales.

  • Orar para que otra persona sea mi enamorada/o

    Tengo 13 años y recibí a Jesucristo como mi Salvador cuando tenía 8. Hace unos pocos días, me habló un joven creyente de la iglesia para decirme que ha estado orando al Señor para que yo sea su enamorada y para pedirme que yo también ore al Señor para buscar su dirección y después le dé una respuesta. Yo nunca he tenido ningún interés en ese joven, y además me parece que estoy muy niña como para entrar en una relación formal de enamoramiento con alguien. ¿Me pueden dar algún consejo?

    Antes de nada, permíteme señalar que el enamoramiento es la fase previa al matrimonio. Digo esto para rebatir la idea común en muchos jóvenes, tanto hombres como mujeres, quienes ven al enamoramiento como un pasatiempo, o como un hobby. Por eso es que existen jóvenes, tanto hombres como mujeres, que hoy están enamorados de alguien y mañana están enamorados de alguien diferente y así sucesivamente.

    El joven que ha hablado contigo parece ser un joven maduro, por cuanto ha estado orando por ti desde hace tiempo y por cuando te ha pedido que tú también ores para buscar la dirección del Señor para tu vida en relación con el enamoramiento.

    Tú dices que nunca has tenido ningún interés en ese joven. Bueno, eso no es problema, porque si la voluntad de Dios es que tú seas enamorada de él, Dios mismo pondrá en ti el interés que por ahora no tienes en él. Recuerda que el amor que debe existir entre los enamorados no es algo que nace sino algo que se tiene que aprender.

    Tú decides lo que amas y lo que no amas. Es cuestión de la voluntad y no de las emociones. Donde me parece que existe mayor dificultad es en tu corta edad. 13 años me parece muy temprano como para entrar a una relación seria de enamoramiento. Percibo que a ti también te parece que estás muy niña para enamorarte.

    La Biblia dice en Cantares 2:7 que no es prudente hacer despertar ni hacer velar al amor hasta que quiera. Parece que a ti todavía no te ha llegado el tiempo para hacer despertar al amor. Siendo así, yo te aconsejaría que con sinceridad busques la dirección del Señor en oración sobre este asunto. Lee mucho tu Biblia, ora mucho al Señor y si persiste ese pensamiento que todavía no es tiempo para hacer despertar al amor, lo prudente será hablar con aquel joven para decirle que simplemente no estás lista para comenzar una relación de enamoramiento.

    Mientras llegue el tiempo para hacer despertar al amor, espera confiada en la dirección del Señor. Mientras tanto, dedica tu tiempo por entero a tus estudios, a tu familia, a tu iglesia, a tus amigas y amigos. Si tú te mantienes fiel al Señor, él mismo se encargará de mostrarte cuando es la hora para comenzar una relación de enamoramiento y él mismo se encargará de traer a tu vida el joven a quien tú harás feliz y quien te hará a ti feliz. No olvides que la relación de enamoramiento debe ser con el total acuerdo de tus padres, de los padres de él y de los líderes de la iglesia.

    Si no tienes luz verde de todas estas personas, es mejor que no entres a una relación de enamoramiento. Espero que esta sugerencia te ayude a tomar una decisión correcta.

  • Me siento culpable por que aborte

    Antes de recibir a Cristo como mi Salvador y en total ignorancia de lo que es el aborto, me sometí a un aborto. Ahora que tengo a Cristo como mi Salvador, me siento muy mal por lo que hice y ese sentimiento de culpa no me deja vivir en paz. ¿Qué debo hacer para evitar seguir condenándome a mí misma por lo que hice?

    El aborto provocado es un grave pecado contra Dios y contra la vida de un ser humano, con la circunstancia agravante que ese ser humano es el propio hijo o hija de la persona que se somete al aborto. No es extraño por tanto que Usted se sienta tan culpable, aun cuando eso pasó antes de que Usted reciba a Cristo como Salvador.

    Para evitar el sentimiento de culpa por este pecado, me gustaría recomendarle algunos pasos que han probado ser efectivos en casos similares al suyo.

    Primero, un arrepentimiento genuino. Arrepentirse significa cambiar la mente o cambiar la forma de pensar acerca de algo. En el caso del aborto provocado, Usted pensaba que no hay ningún problema con eso y que era la manera ideal para resolver el problema de un embarazo no deseado. Es necesario que Usted cambie su manera de pensar.

    Considere al aborto provocado como un asesinato. Yo sé que suena ofensivo, pero así es como ve Dios al aborto provocado. Si le queda algo de duda en mirar al aborto provocado como asesinato, solamente investigue un poco las técnicas de aborto que utilizan los cirujanos que se dedican a esta ingrata tarea y llegará a la conclusión que es atentar contra la vida de una criatura indefensa recluida en el supuestamente seguro seno materno.

    Segundo, confiese a Dios este pecado específico. Confesar significa ponerse de acuerdo con Dios, en el caso del aborto Usted necesita ponerse de acuerdo con Dios en que el aborto es un pecado contra Dios. Proverbios 28:13 dice: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia”

    Tercero, por fe acepte el perdón y la limpieza de Dios. 1ª Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”

    Dios es fiel y justo para perdonar el pecado de una persona que lo ha confesado. Acepte por fe esta verdad. Si Usted ha confesado el pecado de aborto, Usted ha sido perdonada de ese pecado. Para Dios es como si nunca hubiera cometido ese pecado.

    Observe lo que dice Salmo 103:8-12 “Misericordioso y clemente s Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia. No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.”

    Pero no solo esto, también el texto en 1ª de Juan 1:9 dice que Dios es fiel y justo para limpiar de toda maldad. Acepte por fe esta verdad. Si Usted ha confesado el pecado de aborto, Usted ha sido limpiada de ese pecado. Su conciencia ha quedado limpia de lo que hizo. Cada vez que le ataque ese sentimiento de culpa, confróntelo con la verdad de la palabra de Dios.

    Ese sentimiento de culpa no proviene de Dios sino de Usted misma. ¿A quien va a creer? A Usted misma quien dirá cosas como: Lo que hiciste no tiene perdón, o a Dios quien por medio de su palabra le dice: Estás perdonada y limpiada.

    No se guíe por sus sentimientos. Los sentimientos son muy variables y nada dignos de confiar. A veces Usted se sentirá perdonada y limpia y vibrará de gozo, pero a veces Usted se sentirá sucia por lo que hizo y se sumirá en el foso de la culpa y la depresión. Así, su vida será como la onda del mar. Unas veces arriba, otras veces abajo.

    Pero los creyentes no debemos manejarnos por los sentimientos sino por la fe. La fe dice: Si Dios me ha declarado perdonada y limpia, no tengo por que sentirme culpable y sucia. De aquí en adelante voy a vivir gozosa de saberme perdonada y limpia. Si Dios le perdonó, ¿Quién es Usted para no perdonarse a Usted misma?

  • Bienaventurados los que tiene hambre y sed de justicia

    Nos pide una explicación de Mateo 5:6

    Vamos a leer el texto que se encuentra en Mateo 5:6. Dice así: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”

    Esta es una de las nueve bienaventuranzas que aparecen en lo que se da por llamar el sermón del Monte.

    El sermón del monte es el discurso más largo del Señor Jesús que se ha registrado en los evangelios.

    El sermón del monte no expresa los requisitos que necesita cumplir una persona para ser salva sino que muestra el carácter o el estilo de vida de los que ya son salvos.

    El sermón del monte es por tanto para Usted y para mí, siendo que nos preciamos de ser salvos. Jesús está hablando de personas bienaventuradas.

    Una persona bienaventurada es la persona en extremo feliz. ¿Quién es la persona feliz en extremo? Bueno no es la que tiene salud, dinero y amor. Bienaventurada o súper feliz es la persona que tiene hambre y sed de justicia.

    En el mundo espiritual rige una ley que también rige en el campo material. La persona que come más crece más. El crecimiento tiene relación directa con el apetito. Cuando una persona se enferma, normalmente pierde el apetito. Pero cuando la persona está sana, tiene buen apetito.

    Igual podemos decir en el campo espiritual. Si una persona tiene gran apetito espiritual crecerá bastante espiritualmente. Pero si una persona tiene poco apetito espiritual crecerá poco espiritualmente.

    Cuando un creyente esconde pecado en su vida, lo primero que sufre las consecuencias de ese pecado escondido es el apetito espiritual de ese creyente. Ese creyente ya no deseará leer y estudiar la Biblia, ya no deseará orar, ya no deseará estar en comunión con otros hermanos en la iglesia. Se transformará en una persona de poco apetito espiritual. En consecuencia, crecerá muy poco espiritualmente.

    La bienaventuranza que estamos explicando nos habla justamente de esto. Bienaventurados o súper felices son los que tienen un gran apetito espiritual. Ellos serán saciados por Dios y como consecuencia serán personas maduras espiritualmente hablando.

    Un caso así fue Moisés. Usted sabe que Moisés llegó a conocer a Dios de una manera tan íntima y personal como pocos hombres sobre la faz de la tierra. Exodo 33:9 dice: “Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés.”

    Qué maravilla. Moisés era un hombre con tal comunión con Jehová que Jehová literalmente hablaba con él. Quizá alguien pudiera decir que Moisés llegó a la cumbre, al máximo de la comunión con Dios y que ya no existe nada más que Moisés podría esperar de Dios.

    Bueno, no fue ese el caso de Moisés. Moisés fue bienaventurado, súper feliz, porque tenía hambre y sed de justicia. Moisés quería conocer a Dios más de lo mucho que ya le conocía. Fue así como desde el tabernáculo, Moisés elevó a Dios una oración cargada de significado.

    Parte de esa oración la tenemos en Éxodo 33:13 donde dice: “Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.”

    Qué hambre y sed de justicia que tenía Moisés. No estaba conforme con lo que ya sabía de Dios. Quería conocerle más. Te ruego que me muestres ahora tu camino.

    Más adelante, en Éxodo 33:18 dice a Jehová: “Te ruego que me muestres tu gloria”

    Esto es tener hambre y sed de justicia. En consecuencia, Dios sació el apetito espiritual de Moisés.

    Ponga atención a lo que dice Éxodo 33:19-23 “Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre y vivirá. Y dijo aun Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.”

    Grandioso. Dios concedió a Moisés tanto como Moisés quiso. Esto es tener hambre y sed de justicia. La promesa es que Dios saciará esa hambre y esa sed por conocerle.

    Pero no se confunda. Recuerde que es el hombre quien tiene que manifestar esa hambre y esa sed de justicia. Si Usted hoy mismo reconoce que ha perdido el apetito espiritual. Si Usted reconoce que tiene más hambre y sed por las cosas de este mundo que por las cosas espirituales, es necesario que hoy mismo investigue su vida para encontrar qué es lo que ha echado a perder su apetito espiritual. A lo mejor hay algún pecado que solo Usted y Dios lo saben, o a lo mejor hay un pecado descubierto, que todos saben que Usted está cometiendo.

    El pecado, oculto o abierto echa a perder el apetito espiritual. Confiese hoy mismo su pecado, apártese de ese pecado y decida tener hambre y sed de justicia. En respuesta Dios le mostrará tantas buenas cosas de él que Usted quedará totalmente saciado.

  • ¿Qué es la presentación de niños?

    ¿Qué es la presentación de niños?

    Soy creyente y una amiga de la iglesia me ha sugerido que debo presentar en la iglesia a mi hija que tiene pocos meses de nacida. ¿Qué es la presentación de niños? ¿Debo presentar a mi niña? ¿Es esto como una especie de bautismo de niños como practican los católico romanos?

    Comenzaré por señalar que la Biblia en ningún lugar ordena el bautismo de niños. La palabra de Dios es clara cuando muestra que los que fueron bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo no fueron niños sin discernimiento sino personas con discernimiento, personas que primeramente llegaron a ser creyentes por medio de recibir a Cristo como Salvador.

    Algunos quizá fueron niños, pero niños que ya reconocieron su necesidad de salvación y por tanto depositaron su fe en Cristo Jesús como Salvador. No se puede saber con certeza cuando un niño llega a tomar conciencia de que es un pecador, que está condenado por el pecado y que por ende necesita de un Salvador.

    En algunos casos esto ocurre tan temprano como entre los cuatro a cinco años. Otras veces ocurre tan tarde como entre los siete u ocho años. Es por esta razón que no se puede fijar con exactitud la edad cuando los niños toman conciencia de su necesidad de salvación.

    Así que, en la iglesia evangélica no se bautiza niños. Lo que sí se acostumbra hacer en la iglesia evangélica es la presentación de los niños. Cuando Cristo Jesús estaba en este mundo, miraba con gran respeto e interés a los niños.

    Observe lo que dice Marcos 10:13-16 “Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.”

    Si Jesús daba tanta atención a los niños, la iglesia de Cristo también debe hacerlo y es por eso que en toda iglesia evangélica se tiene un ministerio exclusivo para los niños. Cuando Dios bendice con niños a una familia, la familia quiere que la iglesia tenga interés por ese niño también y por eso es que presenta a ese niño en la iglesia.

    En sí mismo, la presentación de niños es por demás sencilla y en mucho depende de la persona que esté llevando a cabo la ceremonia.

    Yo compartiré con Usted lo que se acostumbra en la iglesia donde yo soy uno de los Ancianos. Con anterioridad, los padres expresarán el deseo de presentar a un niño o a una niña. Se acordará la fecha y la hora para realizar la presentación. En esa fecha y hora, los padres y el niño o la niña se presentarán ante la iglesia o ante la asamblea. Junto a ellos estarán los Ancianos. Uno de ellos tomará la palabra para explicar a la asamblea que no se trata de un bautizo, sino simplemente de una ocasión en la cual los padres presentarán al retoño a la iglesia.

    El Anciano tomará a la criatura en sus brazos, dirigirá algunas palabras a los padres del niño pidiendo un compromiso delante del Señor para criar ese niño en disciplina y amonestación del Señor. Luego dirigirá algunas palabras a la asamblea pidiendo también de ellos un compromiso delante del Señor para cuidar a ese niño en el aspecto espiritual. Inmediatamente orará al Señor por ese niño o por esa niña encomendándole al poder de la gracia de Dios. De esta manera el niño o la niña quedará presentado.

    En resumen, acepte la sugerencia de su amiga de iglesia y presente a su tierna hija. Al hacerlo no estará bautizándola o algo por el estilo, simplemente estará comunicando a los hermanos de la iglesia que Dios le ha bendecido con esa niña y que Usted desea comprometerse delante del Señor para criar a esa niña en el temor de Dios y pide a la congregación que ore por esa niña y apoye a esa niña en su crecimiento espiritual.

  • Para seguir siendo enamorados, debo aceptar a Jesús

    Soy creyente y estuve enamorada de un joven incrédulo. Hablé con él en cuanto a que no podía seguir con él porque debía obedecer la enseñanza de la palabra de Dios en relación con el yugo desigual en el enamoramiento. Pero él me dijo que con tal de seguir siendo enamorados estaría dispuesto a recibir a Cristo. Ahora no sé lo que debo hacer. ¿Qué me aconseja?

    Comenzaré felicitándole. No por haberse enamorado de un joven incrédulo, eso es condenable, sino por su decisión de terminar con esa relación, porque esa relación no está de acuerdo con lo que dice la Biblia.

    Me imagino que para Usted habrá sido una sorpresa que su enamorado incrédulo le diga que quiere recibir a Cristo si ese es el requisito para seguir con la relación. Bueno, permítame decirle que las personas no reciben a Cristo para poder mantener una relación de enamoramiento con una persona creyente, sino para arreglar su problema de pecado con Dios.

    Su enamorado necesita entender que es un pecador condenado al castigo eterno por su pecado. Su enamorado necesita entender que Dios le ama y que por ese amor, Dios envió a su Hijo, el Señor Jesucristo, para que muera en lugar de él, en la cruz del calvario.

    Su enamorado necesita entender que el regalo de la salvación se lo recibe exclusivamente por la fe en el Salvador, el Señor Jesucristo.

    Su enamorado necesita entender que la fe en Cristo Jesús como Salvador, cuando es una fe verdadera se demuestra en buenas obras.

    Es posible que su enamorado entienda todas estas cosas y en realidad esté listo para recibir a Jesucristo como su Salvador. Sería un caso entre miles, pero nada es imposible para Dios.

    Pero el problema es que Usted no puede ver el corazón de su enamorado. Solo Dios puede verlo. Por este motivo, mi consejo es que Usted termine definitivamente la relación de enamoramiento, pero antes de terminar hable con su enamorado y dígale que Usted estará buscando la voluntad de Dios en cuanto a re-iniciar la relación en el futuro, lo cual dependerá primeramente de Dios y en segundo lugar de si este joven muestra en su vida los frutos de una vida transformada por el poder de la palabra de Dios y el Espíritu Santo.

    Si en el tiempo Usted ve que este joven en realidad ha nacido de nuevo por las obras que manifiesta su vida, entonces no habrá ningún inconveniente en que llegue a ser su enamorado.

  • Soy creyente y estoy enamorado de una chica no creyente

    Soy creyente y estoy profundamente enamorado de una chica católica romana. Mi mamá me ha dicho que eso no está bien porque es contrario a lo que dice la Biblia. Pero mi mamá no entiende que yo quiero mucho a esta chica. Además, yo no creo que la Biblia esté en contra de algo que me hace sentir tan bien. Inclusive yo estoy seguro que en algún momento esta chica llegará a recibir a Cristo como Salvador. Necesito su consejo.

    Me parece que el problema básico es que comenzaste mal esa fase de la vida que es tan hermosa y que se llama enamoramiento.

    Antes de enamorarte de alguien era necesario que busques la voluntad de Dios sobre ello. Recuerda que la voluntad de Dios está en la palabra de Dios. Si hubieras dado la debida atención a la palabra de Dios hubieras encontrado textos como 2 Corintios 6:14 donde dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?”

    Basado en este texto, hubieras llegado a la conclusión que no podías ni pensar en enamorarte de una chica que no sea creyente. Creyentes e incrédulos parecen iguales externamente, pero internamente son totalmente diferentes.

    Los creyentes están vivos espiritualmente, los incrédulos están muertos espiritualmente. Me imagino que no te gustará ir de brazo con alguien que está muerto espiritualmente.

    Los creyentes son luz, los incrédulos son tinieblas. Me imagino que no te gustará estar junto a alguien que vive en tinieblas. Los creyentes son justicia, los incrédulos son injusticia. Me imagino que no te gustará andar junto a alguien que es injusticia.

    Los creyentes son hijos de Dios, los incrédulos son hijos de Satanás. Me imagino que no te gustará hacer pareja con alguien que es hijo de Satanás.

    ¿Qué tal si llegas a casarte con ella? ¿Sabes quien llegará a ser tu suegro espiritual, entre comillas? Claro. Satanás. Me imagino que no te gustará meter a Satanás en tu familia.

    Por todas estas consideraciones, la voluntad de Dios es que no te unas en yugo desigual con una incrédula. Tu mamá tiene toda la razón cuando te ha dicho que no está bien que te enamores de una chica incrédula. Tú dices que quieres profundamente a esta chica incrédula. Pues eso es otro problema adicional.

    Además de no tomar en cuenta la voluntad de Dios en cuanto a no unirte en yugo desigual con la incrédula, tú cometiste otro error. Dejaste que tus emociones te arrastren. Es por eso que estás infatuado o locamente enamorado o como quiera que lo llames. Tus emociones están tan agitadas que te han vuelto ciego a la razón. Por eso es que no puedes ver que tu mamá está tratando de ayudarte.

    En tu ceguera estás pensando que tu mamá no quiere que seas feliz. En tu ceguera has llegado inclusive a pensar que la Biblia está en contra de que seas feliz.

    Todo lo contrario mi querido joven amigo. Dios por medio de la Biblia quiere lo mejor para ti y por eso te advierte en contra de algo que está muy mal en tu vida. Hablando de la buena voluntad de Dios, Romanos 12:2 dice que es buena, agradable y perfecta. Dios quiere lo mejor para ti. Si tú buscas de corazón hacer la voluntad de Dios en cuanto al enamoramiento, encontrarás que lo que Dios traiga a tu vida será lo mejor, algo bueno, algo agradable, algo perfecto para tu necesidad.

    En tu ceguera también has llegado a pensar o a esperar que tu enamorada llegue a recibir a Cristo como Salvador. Bueno, para Dios nada es imposible, pero lamentablemente las estadísticas de los casos similares al tuyo demuestran que es poco probable que una persona incrédula se haga creyente estando en una relación de enamoramiento.

    Lo que pasa es más bien lo opuesto. Es decir que la persona creyente se amolde a la persona incrédula y actúe como si fuera incrédula. Si tomas la decisión de casarte con esa chica incrédula, ¿en qué iglesia tendrá lugar la ceremonia de bodas? Me imagino que la chica siendo católica romana y querrá casarse en una iglesia católico romana. En cambio tú siendo creyente querrás casarte en una iglesia evangélica. ¿En cuál iglesia te vas a casar?

    El primer domingo después de casado, tu esposa querrá ir a misa. Tú como creyente querrás ir a una iglesia evangélica. ¿Adónde vas a ir? ¿A ninguna? Pues eso justamente será el inicio de tu debacle espiritual. Más tarde vendrán los hijos. Tu esposa querrá bautizarles de niños como es la costumbre en la iglesia católico romana. Tú insistirás que deben bautizarse una vez que hayan crecido y una vez que hayan recibido a Cristo. Esto encenderá una discusión no pequeña con tu esposa que echará a perder la felicidad en el matrimonio.

    Es decir mi querido joven, si persistes en ese camino tienes todas las de perder y nada para ganar, aparte de satisfacer tu obstinado corazón. No es para nada recomendable hacer pareja con una chica incrédula. Amós 3:3 dice: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”

    Por último, cometiste el error de entrar en una relación de enamoramiento sin contar con el apoyo de tus padres, al menos de tu mamá, ni de los ancianos en tu iglesia, ni de personas maduras espiritualmente hablando.

    El enamoramiento es algo tan importante en tu vida que no debiste haber comenzado esa relación basado solo en tu buen juicio. Recuerda que la Biblia advierte en contra de confiar las decisiones al corazón. Jeremías 17:9 dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”

    No te dejes guiar por los impulsos de tu corazón. Pensando que estás caminando derecho vas a terminar en el precipicio. Confía en la palabra de Dios, en tus padres, en los líderes de la iglesia y en las personas que te aconsejen bíblicamente.

    ¿Qué más podría decirte? Es probable que lo que yo te he dicho, tú lo hayas escuchado ya. No eches a perder tu vida. No causes dolor a tu familia y a la iglesia donde te congregas. Lo antes posible, reconoce que estás mal. Reconoce que estás en pecado. Confiesa a Dios tu pecado y apártate del pecado. No será fácil terminar con tu enamorada, porque las emociones están en juego. Pero es necesario que lo hagas. Un dolor ahora es preferible a toda una vida de permanente dolor. Que Dios te guíe a tomar la decisión correcta.

  • Cuantas veces debo perdonar a mi Esposo

    A pesar de ser creyente, mi esposo me ofende con frecuencia. No físicamente pero sí emocionalmente. Me humilla, me ignora, es grosero conmigo y me hace quedar mal delante de nuestros amigos. He hablado con él acerca de esto, y él ha reconocido que ha actuado mal. Me ha pedido perdón y yo le he perdonado. Pero el problema es que él sigue haciendo lo mismo. Mi pregunta es ¿Hasta cuándo debo soportar este trato? ¿Debo seguir perdonando a mi esposo sabiendo que va a volver a hacer lo mismo otra vez?

    Bueno, lo que dijimos al responder la consulta anterior tiene total aplicación para su caso. En especial lo que tiene que ver con la extensión del perdón. Recuerde que nuestra forma de perdonar debe ser siguiendo el modelo de Dios al perdonarnos a nosotros en Cristo. Dios nos perdonó sin condiciones y Dios nos perdonó de algo tan grave que demandó la muerte de su propio Hijo para poder perdonarnos. Así debe ser también su perdón amiga oyente.

    Pero su consulta apunta al número de veces que debemos perdonar. En el Nuevo Testamento hubo un hombre que tenía la misma duda que Usted. Este hombre tenía a su lado a Jesús.

    De modo que hizo a Jesús esa pregunta. Veamos como la respondió Jesús. La historia se relata en Mateo 18:21-22 donde dice: “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”

    Basándose en lo que se encuentra en Amós capítulo 1 donde por varias ocasiones aparecen frases como: Por tres pecados de tal y tal y por el cuarto, no revocaré su castigo, los rabinos de la época de Jesús enseñaban a la gente que se debe perdonar hasta tres veces la falta cometida por una persona, pero si esa persona comete la misma falta una cuarta vez, ya no se debe perdonar.

    Bueno, Pedro, quiso aparentar ser más generoso y pensó que se debería perdonar hasta siete veces a un hermano que peque contra él. Seguramente Pedro esperaba que Jesús le felicite por su generosidad, pero Jesús corrigió la forma de pensar de Pedro diciéndole: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

    Esto no significa que debemos perdonar a la misma persona que nos ofende hasta 490 veces, porque setenta por siete es 490. Lo que está diciendo Jesús es que debemos perdonar las veces que sean necesarias, sin ningún límite. Esto queda corroborado por lo que dice Lucas 17:4 donde leemos: “Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.”

    El perdón es sin límite amiga oyente, porque así es como nos perdona Dios a nosotros en Cristo. ¿Qué le parecería si Dios nos hubiera dicho: Te perdono de todo lo malo que hasta aquí has hecho, pero no vuelvas a hacer nada de malo, porque si lo vuelves a hacer ya no te perdonaré más?

    Si fuera así, ninguno de nosotros podría sentirse realmente perdonado. De modo que, amiga oyente. Perdone a su esposo las veces que sean necesarias. Hable con él con tino y en amor para motivarle a no repetir esa conducta impropia. Si es posible busque algún tipo de ayuda de los ancianos o pastores de su iglesia. Y dispóngase a perdonar las veces que sean necesarias.

  • Le perdoné, pero no puedo olvidar lo que me hizo

    Un amigo mío me ofendió gravemente. Tiempo después reconoció su falta y me pidió perdón. Yo le perdoné, pero no puedo olvidar lo que me hizo. Esto ha afectado mi relación de amistad con él y peor todavía, está afectando mi relación con el Señor. ¿Qué puedo hacer para resolver el problema?

    Las ofensas son inevitables en el trato mutuo entre seres humanos. Aunque no queramos ofender, a veces lo hacemos, mediante palabras o mediante gestos o mediante acciones. Santiago 3:2 dice “Porque todos ofendemos muchas veces”

    No estoy justificando la acción de su amigo, simplemente estoy diciendo que por estar todavía en cuerpos sujetos a corrupción, es imposible vivir sin ofender a nadie. Gracias a Dios que tenemos a disposición el recurso para arreglar las ofensas. Este recurso se llama el perdón.

    Su amigo parece tener un buen concepto de lo que es el perdón y por eso ha reconocido su falta y le ha pedido perdón. Esto habla bien de su amigo.

    Por su lado, Usted también ha perdonado, pero parecería ser que Usted no tiene muy claro lo que en realidad significa el perdón. Para clarificarlo me gustaría citar el versículo que se encuentra en Efesios 4:32 donde dice: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”

    En lo que tiene que ver con el perdón, notamos dos cosas en extremo importantes en este texto bíblico.

    Primero, la exhortación a perdonar y segundo la extensión del perdón.

    En relación con lo primero, note que el perdón es una obligación para el creyente, no una opción. El verbo perdonar está en modo imperativo, indicando que es una orden. Perdonándoos unos a otros. Es decir que no debería haber creyentes que viven con un espíritu de falta de perdón. No debería haber creyentes resentidos con algún hermano. No debería haber creyentes que sufren en espíritu, alma y cuerpo a causa de la amargura que tienen contra alguien que les ofendió gravemente.

    Si Usted ha sido ofendido, perdone inmediatamente. Si Usted es el ofensor, reconozca su falta y pida perdón inmediatamente. No espere sentir el deseo para perdonar o para pedir perdón. Ese deseo puede ser que nunca se presente. Actúe por fe, sobre la base de lo que dice la Biblia. La Biblia dice que Usted debe perdonar. Pues haga eso. Perdone y punto.

    Ponga atención a lo que dice Mateo 6:14-15. “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”

    ¿Pero qué es el perdón? El verbo perdonar en el versículo que fue leído, Efesios 4:32, significa literalmente hacer un favor inmerecido e incondicional. ¿En qué sentido? Pues en el sentido de no tomar represalias contra el ofensor. Cuando uno es ofendido, uno tiene deseos de torcer el cuello al ofensor.

    Pero al perdonar uno dice: No lo haré. No torceré el cuello al que me ofendió. Le haré un favor no merecido e incondicional de no desquitarme por lo que me hizo.

    El perdón es un compromiso que Usted se hace delante de Dios, por el cual, Usted nunca jamás va a tomar venganza por la ofensa que ha recibido. Esto es perdón. Perdón no es sinónimo de olvido. Se puede perdonar aunque no se logre olvidar la ofensa, porque el perdón es simplemente una auto-imposición ante Dios para no devolver con mal a la persona que hizo mal.

    En relación con lo segundo, la extensión del perdón, bien vale hacernos la pregunta: ¿Cómo debe ser el perdón? ¿Hasta dónde debo perdonar? Con demasiada frecuencia, las personas que se resisten a perdonar razonan y dicen: Es que Usted no sabe lo que tal persona me hizo. Con esto están diciendo que la falta cometida fue tan grave que no puede ser perdonada.

    Pero aquí es justamente donde nos viene muy bien considerar el texto que leímos en Efesios 4:32. ¿Cómo debo perdonar? El texto dice: Como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Dios nos perdonó en Cristo incondicionalmente. Dios no nos dijo: Te perdono siempre y cuando me garantices que nunca más vas a pecar. Dios simplemente nos perdonó tanto del pecado antes de recibir a Cristo como Salvador como del pecado después de recibir a Cristo como Salvador.

    Nuestro perdón a los que nos ofenden también debe ser así. Un perdón incondicional. Pero, ¿de cuánto nos perdonó Dios en Cristo? Ah… Fue de tanto que para poder perdonarnos, Dios tuvo que entregar a su propio Hijo.

    Imagine cuán grave habrá sido nuestra ofensa a Dios que para poder perdonar esa ofensa, Dios tuvo que permitir que su unigénito Hijo muera en la cruz del Calvario. Si Dios nos perdonó así a nosotros en Cristo, entonces no hay ofensa que nosotros no podamos perdonar. No importa lo grave que haya sido la ofensa. Igual debemos perdonar sin condiciones.

    Lo que Usted necesita hacer ahora, entonces, es reconocer que el perdón no es sinónimo de olvido. Usted recordará por un buen tiempo la ofensa sufrida, pero eso no importa realmente. Porque si Usted perdonó de corazón, cada vez que se acuerde de la ofensa sufrida, Usted razonará y dirá: Yo perdoné al ofensor. Me comprometí delante de Dios a no tomar represalias nunca jamás contra el que me ofendió.

    De esta manera, Usted podrá mirar al ofensor como si nunca hubiera cometido la falta contra Usted. Poco a poco, a medida que pasa el tiempo, es posible que Usted vaya olvidando la ofensa sufrida. La mente humana es tan maravillosa que lenta y silenciosamente va cubriendo con el polvo del olvido los recuerdos que nos causan algún tipo de incomodidad o sufrimiento. Espero que estas ideas le ayuden a vivir en la práctica la verdadera dimensión de una vida de perdón.

  • Esposo incrédulo e infiel

    Tanto ella como su esposo eran incrédulos cuando se casaron. Después de casados, ella llegó a conocer a Cristo como Salvador pero su esposo todavía no. Esto ha sido fuente de conflicto en la relación matrimonial. El esposo no permite que ella vaya a la iglesia y no está de acuerdo con que ella ya no fume, ya no tome licor, y ya no quiera ir a fiestas. Últimamente ella ha comprobado que su esposo tiene una amante. El esposo lo ha admitido y ha prometido ser fiel a su esposa. Ella tiene mucho temor de que su esposo vuelva a serle infiel y está pensando separarse de él. Nos pide consejo.

    Me gustaría comenzar por animarle en medio de la difícil prueba que está soportando. No debe ser nada fácil para Usted tener que compartir la vida con un hombre que desprecia todo aquello que tenga que ver con Cristo y con los que son discípulos de Cristo, y con un hombre que atenta contra lo más precioso para una esposa, la fidelidad.

    Sugiero hoy más que nunca que Usted se acerque más al Señor porque solo en él hallará la fortaleza y el consuelo que tanto necesita. Haga suyos textos como Salmo 55:22 donde dice: “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo.”

    Pasando al drama que está viviendo, veo que hay dos cosas que será bueno manejarlas por separado.

    La primera, lo que tiene que ver con su esposo y la oposición hacia Usted por cuanto Usted es hija de Dios.

    La segunda, lo que tiene que ver con su esposo y el adulterio que ha cometido.

    En relación con lo primero, me gustaría citar el texto que se encuentra en 1ª Pedro 3:1-2 donde dice: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.”

    El principio de sumisión de la esposa al esposo, aplicable a toda esposa en general, reviste mayor importancia cuando se da el caso que justamente Usted está viviendo. Es decir cuando la esposa es creyente y el esposo es incrédulo. La enseñanza del Señor por medio del apóstol Pedro es muy sencilla.

    Lo que Pedro está diciendo a la esposa creyente es que se someta a su esposo incrédulo, para que su esposo incrédulo pueda llegar a conocer a Cristo como Salvador, sin necesidad de palabras, por el comportamiento de ella como creyente, al ver él su conducta pura y reverente para con Dios. Esto es lo que yo llamo un mensaje sin palabras.

    La conducta de la esposa creyente debe ser tan buena, que el esposo incrédulo constantemente está recibiendo un mensaje sin palabras por parte de ella. Este mensaje afirmará lo siguiente: Yo actúo así porque tengo a Cristo en mi corazón, si tú quieres actuar de la misma manera, tú también necesitas a Cristo en tu corazón.

    De modo que, pare por ahora esto de predicar un sermón a su esposo incrédulo cada vez que lo tiene al frente. Su esposo incrédulo ya ha oído de Usted el evangelio. Ya no necesita oír más por ahora. Lo que necesita su esposo incrédulo es ver en Usted lo que hace el evangelio. Su esposo incrédulo necesita ver en Usted a una mujer transformada. Una mujer sumisa, una mujer alegre, una mujer dedicada a su hogar, una mujer pulcra, una mujer cariñosa, una mujer respetuosa.

    Pero si su esposo ve en Usted a una mujer rebelde, una mujer amargada, una mujer desordenada, una mujer desalineada, una mujer fría, apática, una mujer que lo único que sabe hacer es quejarse de todo, entonces en lugar de atraer a su esposo hacia Cristo, Usted estará alejando a su esposo de Cristo.

    La única situación cuando es factible que Usted no se someta a su esposo, es cuando su esposo le pida hacer algo expresamente prohibido por la palabra de Dios. Usted ha dicho que su esposo no está de acuerdo que Usted haya dejado de fumar, de tomar licor y de ir a fiestas.

    Con mucho tino y amor, Usted podría razonar con su esposo acerca de que no se siente bien practicando estas cosas porque eso atenta contra su salud y es algo que no le agrada a Dios. Sería de esperarse que su esposo le comprenda y acepte que Usted ya no participe en estas actividades.

    A mí me es difícil entender que un esposo se sienta mal porque su esposa no fume no beba licor y no vaya a fiestas. A lo mejor su esposo está pensando que antes de ser creyente Usted era alegre y ahora que es creyente Usted se ha puesto triste.

    ¿No será que Usted está adoptando una conducta mística de permanente ejercicio contemplativo? No. Recuerde que la vida cristiana no es poner cara de pocos amigos. Muestre que Usted es una mujer que goza de la vida, pero su gozo ya no está en cosas frívolas como fumar o tomar licor o en las fiestas, sino en su relación con Cristo.

    Si su esposo insiste en que Usted no debe ir a las reuniones de la iglesia, hable con él. Dígale que a Usted le gustaría reunirse con sus hermanos en la fe, porque así podrá ayudar a otros y ser ayudada por otros.

    Pero dígale también que por amor a su esposo, Usted está dispuesta a someterse a él y no va a ir a la iglesia en contra de la voluntad de él. Esta conducta puede hacer que su esposo en algún momento permita que Usted pueda ir a las reuniones de la iglesia. Sobre todo tenga paciencia con su esposo incrédulo. No exija de él cosas que él no está en capacidad de hacer. Mientras sea incrédulo, su esposo jamás le motivará a orar, a estudiar la Biblia, a ir a la iglesia, etc.

    Pero no se desespere. Confíe en el Señor que su esposo algún día recibirá a Cristo como Salvador, y podrá manifestar la conducta de un hombre de Dios.

    Muy bien. Ahora me gustaría referirme a la situación del adulterio de su esposo. Como hombre incrédulo que es, su esposo ha cometido algo que es propio de los incrédulos. Algo por lo cual los incrédulos inclusive se jactan. No estoy justificando el adulterio de su esposo. Es algo condenable bajo todo punto de vista. Usted ha vivido ya la lacerante experiencia de la infidelidad de su cónyuge. Habrá una mezcla de emociones dentro de su ser. Se sentirá defraudada, desilusionada, traicionada, airada, humillada, y todo lo demás. Deseará vengarse, acabar con todo, etc.

    Todas estas emociones son inevitables pero si Usted se deja controlar de estas emociones echará a perder su propia vida. Hasta donde sabemos, Usted ha confrontado a su esposo con el adulterio y él lo ha reconocido. Me imagino que le habrá pedido perdón, porque según lo que Usted ha dicho, su esposo ha prometido no volver a serle infiel en el futuro. Lo que corresponde en este caso, es que Usted perdone a su esposo.

    El perdón es el mejor favor que Usted se puede hacer a Usted mismo. Al perdonar a su esposo, Usted no le está haciendo ningún favor a él sino que se está haciendo un favor a Usted mismo.

    El perdón es una especie de detergente que limpiará su alma de esos sentimientos de desilusión, traición, ira, humillación y derrota. El perdón no es una opción para Usted sino una obligación.

    Note lo que dice Efesios 4:32 donde dice: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”

    No es cuestión de que si Usted quiere perdona y si no quiere no perdona. No. Usted debe perdonar en la misma medida que Usted fue perdonada por Dios en Cristo. El perdón no es sinónimo de olvido. El perdón es un compromiso que Usted se hace con Dios para no tomar venganza de aquel que le ofendió. Cuando exista verdadero perdón, Usted mirará y tratará al ofensor como si nunca hubiera cometido la falta que cometió en contra de Usted. No es fácil perdonar, pero Dios nos ha mandado perdonar, y si él lo ha hecho es porque él sabe que somos capaces de perdonar.

    De modo que, Usted debe perdonar a su esposo. Eso no necesariamente va a garantizar que su esposo nunca más le sea infiel, pero es su deber a la luz de lo que enseña la Biblia. Si su esposo ha reconocido su falta y ha abandonado ese pecado, no hay razón para pensar en una separación.

    La separación sería factible solo en el caso que su esposo, reconociendo que está en adulterio persiste en vivir en adulterio. Si este fuera el caso, Usted no tiene por qué tolerar el pecado de su esposo.

    Así que, no le queda más que perdonar y mirar el futuro con optimismo confiando en que en un día no muy lejano su esposo llegue también a ser un hijo de Dios.