Podemos ser atacados con brujería

Quisiera saber si siendo cristianos podemos ser atacados con la brujería. Tengo cerca de mi casa a una mujer que es bruja, a quien no le gusta mi familia porque somos cristianos. Últimamente han sucedido cosas muy extrañas en mi hogar, como por ejemplo muchas cosas se rompen o se destruyen de una manera sorprendente. Teníamos un árbol en el patio de la casa y se llenó de una plaga y hubo que cortarlo. Hace cuatro meses, el cielo raso de mi casa se llenó de murciélagos y tuvimos que fumigar esta plaga. En fin, han pasado muchas cosas tan seguidas. He orado al Señor por esto, sé que tenemos la protección divina, por eso quiero saber si la brujería puede afectar o no mi hogar.

La brujería es tan real como real es Satanás a quien todo brujo o bruja ha jurado lealtad.

Brujo a bruja es el hombre o la mujer que practica magia negra o que tiene poderes sobrenaturales que los ha recibido por la mediación de malos espíritus. Una de las muchas prácticas reñidas con la voluntad de Dios que practican los brujos y las brujas es lo que se llama el embrujo que denota el acto de influenciar por medio de la brujería mediante un hechizo.

Un hechizo es cualquier cosa supersticiosa como jugos de hierbas, untos, etc. de que se valen los brujos o brujas para el logro de los fines que se proponen. Por medio de esta técnica satánica, los brujos o brujas pueden hacer que espíritus malignos actúen para lograr un objetivo, como por ejemplo, adivinar quien robó alguna cosa, o hacer volver al hogar a un marido que se ha ido con otra mujer, o poner loco de amor por alguien a un joven, o causar algún mal a alguien.

Acciones como estas son muy comunes en la práctica de la brujería. Por demás está decir que Dios condena la brujería aunque ama a los brujos y a las brujas y en su amor les extiende la invitación a recibir la salvación en Cristo Jesús.

De modo que, efectivamente los brujos y brujas, mediante sus artes malignas pueden causar males a las personas. Esta es la realidad de la brujería. Brujos y brujas existen en todas partes del mundo. En el pasado fueron brutalmente perseguidos, pero en el presente han logrado rodear a sus artes de un cierto aire de respetabilidad y hoy por hoy ejercen su arte sin impedimento alguno, e inclusive usan medios masivos de comunicación, como la radio, la televisión los periódicos y revistas para propagar sus prácticas.

Pero la gran pregunta es: ¿Pueden los brujos embrujar a los creyentes verdaderos? Es decir, ¿puede por ejemplo una bruja hacer que espíritus malignos causen daño a un genuino hijo de Dios?

Decididamente no, y como prueba de ello me gustaría citar un par de textos del Nuevo Testamento.

El primero se encuentra en 1ª Juan 5:18 que dice: «Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca»

La versión popular de este versículo dice lo siguiente: «Sabemos que el que tiene a Dios como Padre, no sigue pecando, porque el Hijo de Dios lo cuida, y el maligno no lo toca». Esta es una garantía de que en primer lugar, el genuino creyente, el que ha nacido de Dios, no vive en pecado como si fuera incrédulo.

Esto es porque Jesucristo, el Hijo de Dios lo cuida para que no viva en el pecado y también para que el maligno, o sea Satanás o sus demonios, ni siquiera le toquen. El verbo tocar que se utiliza en este texto significa literalmente: Tomar para hacer daño. Esto significa que por cuanto el creyente genuino pertenece a Dios, Satanás puede actuar en contra de él solamente dentro de lo que Dios en su soberanía le permita hacer, mas no dentro de lo que los brujos le pidan que haga a él directamente o a sus demonios.

Un ejemplo de esto, lo tenemos en el caso Job. Satanás causó aflicción a Job, pero no obedeciendo órdenes de los brujos, sino por la voluntad soberana de Dios, y además, Satanás no afligió a Job más allá de lo que Dios se lo permitió.

Igual es con el genuino creyente. Satanás está prohibido de tocarlo, porque Jesucristo le cuida. Si Satanás llega a tocar a un creyente será porque Dios soberanamente lo ha permitido, más no porque Satanás esté obedeciendo el embrujo de algún brujo poderoso.

Existe otro texto que ratifica lo dicho. Se encuentra en Santiago 4:7 que dice: «Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.»

Esto es interesante. Un genuino creyente, que ha sometido su voluntad a Dios, está en una posición muy ventajosa sobre el diablo y todas sus huestes de maldad. Por esto es que el diablo huye del creyente sumiso a Dios. El diablo es un enemigo derrotado y por tanto no puede actuar a voluntad u obedeciendo a los brujos en contra del creyente verdadero.

Se dice por tanto que el diablo tiembla ante el más humilde de los creyentes que vive en sumisión a Dios. Si un creyente voluntariamente no se somete a Dios, entonces no es que queda a merced del diablo o de los brujos, sino que Dios puede disciplinar a ese creyente por su pecado, inclusive por medio de usar al diablo para causar aflicción. Eso fue lo que le sucedió a Saúl, el primer rey de Israel.

En todo caso, los brujos no tienen poder sobre los creyentes. Los brujos pueden hacer lo que quieran con los que son propiedad de Satanás, pero no pueden hacer nada en contra de los que somos propiedad de Dios.

Así que si Ud. es del Señor por haber recibido a Cristo como su Salvador personal, Ud. está muy bien protegida por el mismo Señor Jesucristo. Los aparentemente malos momentos que le han sobrevenido, no son sino pruebas que el Señor le ha enviado para su beneficio. A través de esas pruebas el Señor está buscando fortalecer su fe para que sea hallada pura y sin mancha.

Lejos de culpar de sus pruebas a Satanás o a los demonios o a las brujas, le recomiendo que mire al Señor detrás de sus pruebas y acéptelas con gozo, porque esto es lo que recomienda la palabra de Dios en Santiago 1:2-3 que dice: «Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.»