¿Por qué esta mal desear suerte si los apóstoles echaron suertes para nombrar el reemplazo de Judas Iscariote?

La palabra suerte aparece varias veces en la Biblia. El contexto en el cual se halla determina el significado de la palabra. Lo interesante es que en un solo caso, la palabra suerte tiene el significado que se le da en la actualidad, es decir en el sentido del desenvolvimiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual. Este uso aparece en Isaías 65:11-12. Examinémoslo con más detalle. Permítame leerlo. La Biblia dice: “Pero vosotros los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa para la Fortuna, y suministráis libaciones para el Destino; yo también os destinaré a la espada, y todos vosotros os arrodillaréis al degolladero, por cuanto llamé y no respondisteis; hablé y no oísteis, sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que me desagrada.” estas son palabras muy fuertes de reprensión por parte de Jehová a su pueblo escogido Israel. Los Israelitas habían abandonado a Jehová y se habían embarcado en la adoración de dioses falsos, los dioses de la gente que originalmente moraba en la tierra que Dios prometió que iba a dar a Israel. En su idolatría, los israelitas se encontraron poniendo mesa para la Fortuna y ofreciendo libaciones al Destino. Note que Fortuna y Destino están con mayúscula, indicando que son nombres propios. Fortuna y Destino eran los dioses arameos de la suerte. Si alguien deseaba “buena suerte” entre comillas, como si eso existiera, tenía que hacer ofrendas a Fortuna y Destino. Esto es idolatría pura y por eso Dios es severo cuando prácticamente sentencia a muerte a los que ofrecen sacrificios a estos dioses paganos. Para los creyentes no existe la suerte o lo fortuito, o lo casual. Los creyentes entendemos que todo está en la mano de un Dios soberano que sabe siempre lo que es mejor y hace lo que es mejor. Alberto Eisten, el famoso científico que descubrió la teoría de la relatividad solía decir: Dios no juega a los dados. Eisten entendía muy bien que para Dios no existe la suerte, en el sentido que el mundo lo entiende. Pero ¿cómo es esto que los apóstoles echaron suertes para designar a Matías como sucesor de Judas Iscariote? Pues echar suertes era una práctica común entre el pueblo judío para conocer la voluntad de Dios en determinados asuntos. Sin embargo, a raíz de la muerte, resurrección y ascensión de Cristo y en especial a raíz del descenso del Espíritu Santo para morar en la iglesia, el Nuevo Testamento ya no registra casos de echar suertes. La presencia de la palabra de Dios y el Espíritu Santo morando en los creyentes es todo lo que hoy en día se necesita para conocer la voluntad de Dios en cualquier asunto.