La pregunta de hoy es la siguiente: ¿Puede un creyente ser carnal toda la vida?
Gracias por su pregunta. Para que todos nuestros amigos oyentes sepan de lo que estamos hablando, debo comenzar por definir un par de términos. Un creyente es aquel que ha recibido a Cristo como su personal Salvador. Un creyente carnal es aquel creyente que se deja controlar por su carne. La palabra carne, en este caso, se usa en un sentido figurado para hablar de los deseos o pasiones desordenadas que parten de la naturaleza pecaminosa del creyente. Ahora que hemos definido los términos, ¿puede un creyente ser carnal toda la vida? Para responder esta pregunta, vayamos a la primera epístola de Pablo a los Corintios capítulo 3 versículos 1 a 3. La Biblia dice: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?”
Note que Pablo está hablando a creyentes, no a incrédulos, por eso los llama “hermanos” Sin embargo, estos hermanos no eran lo que Pablo hubiera esperado, es decir creyentes espirituales, sino que eran creyentes carnales. Pero aquí viene la clave para responder a su consulta. A esos creyentes carnales, Pablo les dice que también son niños en Cristo. Pablo llegó a Corinto, predicó el mensaje del Evangelio, algunos oyeron ese mensaje y recibieron a Cristo como Salvador. Como resultado de esa decisión llegaron a ser niños, o tal vez mejor, bebés en Cristo. Como bebés en Cristo, su característica más notoria es su inmadurez. Por eso Pablo no pudo alimentarlos con alimento sólido, sino con alimento, líquido, la leche, porque no eran capaces de digerir el alimento sólido, debido a su inmadurez. La evidencia de su infancia espiritual, o su inmadurez espiritual, o su carnalidad, era esa tendencia a ser celosos, a meterse en contiendas, a fomentar las disensiones o las divisiones. Esta conducta es propia de alguien que es inmaduro, o alguien que es carnal. Es una conducta que se parece mucho a la conducta de un incrédulo. Pero, así como en el plano biológico, se espera que los bebés crezcan hacia la madurez, así también, se espera que los bebés espirituales crezcan hacia la madurez espiritual, es decir que dejen de ser carnales, bebés en Cristo, y progresen poco a poco hacia la madurez o a lo que la Biblia llama creyente espiritual. Por esto un genuino creyente, no puede ser carnal toda la vida, no puede quedarse toda la vida en un estado de infancia espiritual, como niño en Cristo. Así como un bebé necesita alimento para crecer físicamente, los bebés en Cristo, necesitan el alimento espiritual, la palabra de Dios, para crecer hacia la madurez en Cristo o hacia ser un creyente espiritual. 2 Pedro 2:2 dice: “Desead como recién nacidos la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.” Pasar de un estado de infancia espiritual a un estado de madurez espiritual es un mandato para todo creyente. Ponga atención a lo que aparece en Gálatas 5:16-18. La Biblia dice: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley”. Es triste notar que tal vez la mayoría de creyentes se sienten cómodos viviendo como creyentes carnales, pero no se dan cuenta que están en desobediencia delante de Dios.