¿Puede un pastor que ha cometido adulterio y se ha alejado de los caminos del Señor por un buen tiempo, volver a ejercer el pastorado una vez que se ha arrepentido y ha pedido perdón por su pecado? En el caso de una respuesta negativa, ¿Habría alguna consecuencia si lo hace?
Respetando posturas y prácticas que sobre este asunto de seguro existen en las iglesias, yo me limitaré a compartir con Usted lo que es mi convicción personal acerca del tema y lo que practicamos en la iglesia donde yo soy uno de los ancianos o pastores.
El hecho es que el oficio de anciano, pastor u obispo, todos términos sinónimos, es un oficio que reviste mucha honra. Siendo así, la Biblia presenta los requisitos de carácter que deben cumplir los que anhelan llegar a ocupar este oficio.
Ponga mucha atención a estos requisitos de carácter. Se encuentran en dos pasajes bíblicos. En 1 Timoteo 3:1-7 y en Tito 1:6-9.
Permítame leer el primero de estos pasajes bíblicos. Dice así: “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.”
Allí lo tiene. Estos son los requisitos de carácter de un pastor, obispo o anciano. Como Usted podrá notar, estos requisitos de carácter no tienen nada que ver con la capacidad económica del candidato, ni con su apariencia física, ni con su elocuencia, ni siquiera con su preparación académica, aunque es deseable que los pastores estén muy bien capacitados para servir al Señor.
Pero Usted y yo conocemos personas que intelectualmente saben mucho de la Biblia pero su estilo de vida deja mucho que desear. Lo que Dios busca para pastores, obispos o ancianos, es hombres de carácter.
De entre los requisitos, me gustaría que enfoquemos nuestra atención sobre dos que revisten extrema importancia para el asunto que estamos tratando. El uno es aquel que dice que los pastores deben ser maridos de una sola mujer. Esto no significa que un pastor debe necesariamente ser casado para ejercer el pastorado. A decir verdad, este requisito no tiene nada que ver con el estado civil de un pastor. La frase que se ha traducido como “marido de una sola mujer” es una frase que literalmente significa: varón de una mujer.
El énfasis no está en el estado civil del que anhela pastorado sino en la pureza sexual de él que anhela el pastorado. El pastor casado no puede jamás mezclarse ni sentimentalmente peor físicamente con otra mujer que no sea su esposa. Esto significa que cuando un pastor ha cometido adulterio, ha dejado automáticamente de cumplir con este requisito y por tanto está descalificado para seguir ejerciendo el pastorado. Usted quizá me dirá: Pero tal o cual pastor que cayó en adulterio ha reconocido su pecado, lo ha confesado, se ha quebrantado, se ha apartado del pecado, ha sido perdonado y todo lo demás.
Pues eso es bueno porque aquel pastor habrá restaurado su comunión con Dios. Dios le habrá perdonado y le habrá limpiado de toda maldad como dice en su palabra. Pero nadie puede librar a este pastor de las consecuencias de su pecado de adulterio. Una de las muchas consecuencias es que ese pastor ha dejado de ser varón de una mujer y por tanto ha quedado descalificado para ejercer el pastorado. Una vez que ha confesado el pecado y ha sido restaurado, el pastor que cayó en adulterio, podrá tener algún tipo de ministerio en la iglesia, pero jamás como pastor, obispo o anciano.
Todo esto lo digo con temor y temblor porque yo también soy humano sujeto a todo tipo de tentaciones en todos los órdenes de la vida. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” dice la palabra de Dios en 1 Corintios 10:12.
Los ancianos o pastores tenemos una sola bala en el revólver. El momento que la disparamos, se acabó todo, nos quedamos sin municiones.
El otro requisito para ser pastor, obispo o anciano, que me gustaría tomar en cuenta es aquel que dice que es necesario que los pastores tengan buen testimonio de los de afuera. La noticia que un pastor ha caído en adulterio se esparce a los cuatro vientos. Eso es inevitable. Lo sabrán todos en la iglesia. Lo sabrán muchos que no son de la iglesia. El testimonio de aquel pastor quedará en los suelos. Pero si más tarde ese pastor que cayó en adulterio, lo cual fue evidente para propios y extraños, sigue pastoreando en la iglesia. ¿Qué va a pensar la gente de afuera? La gente de afuera no sabe que ese pastor ha confesado, ha derramado lágrimas, se ha restaurado y ha sido perdonado.
Por tanto, lo que dirán es: Miren a los evangelistas, para ellos no ha habido problema con que un pastor cometa adulterio, porque sigue siendo pastor.
Esto acarreará terrible problema a la iglesia. Un pastor debe tener buen testimonio tanto dentro de la iglesia como fuera de la iglesia. Por estas consideraciones, es mi convicción personal y así es como lo entendemos en la iglesia donde sirvo, que si un anciano o pastor comete adulterio está descalificado para seguir manteniendo ese oficio, no importa si se ha arrepentido y ha sido perdonado.
¿Qué consecuencias habrá cuando un pastor que cometió adulterio sigue siendo pastor una vez que se ha arrepentido y apartado del pecado? Bueno, yo no sé. Dios lo sabe, y el se encargará de eso. Lo que sí sé es que Dios es celoso de la santidad en la iglesia.