¿Puede una persona que no es salva, sentir la presencia del Espíritu de Dios y recibir bendiciones sólo con asistir a una iglesia y compartir con cristianos en las reuniones y fuera de ellas? ¿Cómo puede estar realmente segura una persona de su salvación?

Una persona incrédula no tiene el Espíritu Santo en su vida. Hablando a los creyentes, Pablo les dice lo que aparece en Romanos 8:9: Mas vosotros no vivís según la carne,  sino según el Espíritu,  si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.  Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,  no es de él.

Un incrédulo por tanto no tiene el Espíritu Santo en su vida. Por este motivo, el incrédulo no puede ver el fruto del Espíritu Santo en su vida. A propósito, he evitado usar la palabra “sentir” porque en la vida cristiana las cosas se aceptan o se rechazan por la fe, no por los sentimientos. Un creyente puede no sentirse salvo, pero si ha depositado su fe en la persona y obra del Señor Jesucristo, es salvo, porque eso es lo que dice la palabra de Dios, a pesar que no se sienta salvo. Por otro lado, todo incrédulo recibe bendiciones de Dios, por lo que los teólogos llaman la gracia común. Note lo que dijo el Señor Jesucristo según Mateo 5:43-45 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

Allí lo tiene. El Señor Jesús dijo que Dios hace salir el sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Este texto habla de la bendición de ver salir el sol cada día. Sin el sol es imposible que exista vida en este mundo, tanto para creyentes como para incrédulos. Este texto habla también de la bendición que es la lluvia. Sin lluvia este mundo sería un desierto. Al sol y a la lluvia se podría añadir el aire que respiramos, el alimento que consumimos, la ropa que vestimos, la casa donde vivimos, el trabajo que tenemos y tantas otras cosas más. La gracia común, sin embargo, no significa que los que se benefician de ella son automáticamente salvos. Hace falta que el incrédulo reciba a Cristo como Salvador para que la gracia salvífica de Cristo se derrame sobre el incrédulo y llegue a ser salvo. Cuando un incrédulo entra a un templo y recibe bendiciones de Dios, está recibiendo los beneficios de la gracia común, pero eso no le hace salvo. Necesita recibir a Cristo como Salvador para ser salvo. El creyente puede estar seguro de su salvación cuando conoce y sabe lo que dice la palabra de Dios sobre la salvación. Cuando por ejemplo, toma para sí lo que dicen textos como Juan 3:36 donde dice: El que cree en el Hijo tiene vida eterna;  pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida,  sino que la ira de Dios está sobre él.

Creer en Cristo, lo cual es equivalente a recibirlo como Salvador, resulta en tener vida eterna. Esto es la palabra de Dios y si lo acepto sin reservas, puedo disfrutar de estar seguro de mi salvación.