¿Qué es la eutanasia y qué dice la Biblia sobre eso?

Investigando sobre este asunto en Internet, encontré la siguiente información que con gusto comparto con Ustedes. La eutanasia, desde un punto de vista jurídico, es la muerte provocada por propia voluntad y sin sufrimiento físico, en un enfermo incurable, a fin de evitarle una muerte dolorosa. Consiste en administrar drogas, fármacos u otras sustancias que alivien el dolor, aunque con ello se abrevie la vida. Caen fuera de este concepto las muertes causadas a ancianos enfermos, o enfermos mentales y otros, los cuales se deberían considerar como simples homicidios e incluso asesinatos. Tampoco se considera eutanasia el no aplicar al enfermo incurable un medio extraordinario de coste muy elevado o de sofisticada tecnología que puede lograr el alargamiento de la vida del paciente, pero no su curación. Como no suelen existir previsiones específicas en los códigos penales, por lo general si la eutanasia se practica sin el consentimiento de la persona, la mayoría de los ordenamientos jurídicos la consideran delito de homicidio, y si se lleva a cabo con el consentimiento de la persona, se la considera como delito de auxilio al suicidio. Con todo, un médico puede, sin embargo, decidir la no-prolongación de la vida de un paciente desahuciado, o la administración de una droga que le aliviará el sufrimiento, aunque le acorte la vida. El problema se suele plantear cuando la víctima se encuentra imposibilitada de proporcionar el consentimiento y no había manifestado nada al respecto con anterioridad. En cuanto a las formas de aplicación de la eutanasia, se considera eutanasia pasiva la muerte natural cuando se suspende el uso de los instrumentos de apoyo de vida o el suministro de medicamentos para que se dé una muerte completamente natural que no contraría en nada a la ley natural. Se considera eutanasia activa a la muerte que se ocasiona de una manera directa para poner fin al sufrimiento del paciente. El suicidio asistido se relaciona vagamente con la eutanasia y se produce cuando alguien da la información y los medios necesarios a un paciente para que pueda terminar fácilmente con su propia vida. El debate sobre la licitud moral de la eutanasia ha llegado a exacerbarse tanto en el siglo XX que incluso se han creado no pocas asociaciones que claman por el reconocimiento de un legítimo derecho a morir con dignidad. El movimiento para la legalización de estas prácticas comenzó en Inglaterra en 1935, con la creación de la Asociación por la legislación de la eutanasia voluntaria, que después se llamó Asociación para la eutanasia. Años después se fundó otra asociación con el mismo objeto en Estados Unidos. Sin embargo, la polémica se remonta a al antigua Grecia, pues se hallan textos acerca de este tema en Sócrates y Platón. Inclusive, en el juramento hipocrático, atribuido a Hipócrates, médico griego que vivió entre los años 460 y 377 AC, y considerado por muchos como el padre de la medicina, hace referencia a la práctica de la eutanasia. Ahora que tenemos al menos una buena noción de lo que es la eutanasia, vayamos a la segunda parte de su consulta. ¿Qué dice la Biblia sobre la eutanasia? Bueno, no dice nada en forma directa, pero dice mucho en forma indirecta. Considere por ejemplo lo siguiente. La vida es un regalo de Dios. Génesis 2:7 dice: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” Sin el aliento de vida que Dios sopló en el hombre, el hombre es reducido a simple materia. La eutanasia es, en un sentido, el rechazo a ese aliento de vida dado por Dios como un regalo. Alguien dirá: Pero la vida que tiene aquel que busca la eutanasia, no es vida en realidad. ¿Puede ser vida algo que es fuente de permanente de dolor y angustia? ¿Aún así debe considerársele como regalo de Dios? Sí. La vida no consiste solamente en dicha y felicidad. El dolor y la angustia es parte de la vida. Cuidado con despreciar ese regalo de Dios llamado vida. Por otro lado, el cuerpo donde moramos no nos pertenece. 1 Corintios 6:19 dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? El cuerpo del creyente pertenece a Dios. El creyente es solamente un mayordomo de su cuerpo. Como mayordomo, el creyente debe velar por el bien de su cuerpo. Dentro de esta responsabilidad está el hacer todo lo posible para conservar con vida ese cuerpo. La eutanasia va en contra de esta responsabilidad del creyente. Además, la Biblia dice con absoluta claridad que Dios es el único que tiene facultad para dar la vida y por ende, para quitar vida. Hechos 17:24-25 dice: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.” Cuando una persona opta por la eutanasia, está pretendiendo atribuirse para sí una facultad que solamente le pertenece a Dios. Esto es muy grave. Es como dar un empujón a Dios y decir: Quítate de aquí, que yo lo voy a hacer. La palabra de Dios condena esta actitud. También se debe considerar que el sufrimiento es manejado cuidadosamente por Dios con un propósito claro y específico. Dios usa el sufrimiento de varias maneras. Puede ser para manifestar su poder al eliminar la causa que produce el sufrimiento, como cuando resucitó a Lázaro por ejemplo. Puede ser como una medida de disciplina, como les sucedió a algunos creyentes de la iglesia de Corinto, quienes a causa de su estilo de vida nada acorde con la vida cristiana fueron disciplinados con enfermedad, debilidad y la muerte. El sufrimiento puede ser también la manera de Dios para enseñar algo importante. Eso fue lo que pasó con Job. Pocos han sufrido como él, sin embargo, aunque Job no lo entendió así desde el principio, en algún momento llegó a entender que su sufrimiento le llevó a un clímax de conocimiento de Dios. De modo que el sufrimiento no ocurre por accidente en la vida de un creyente, o porque Dios es malvado y se goza viendo sufrir a los suyos. La eutanasia desconoce este propósito de Dios para el sufrimiento y trata de eliminar el sufrimiento por medio de acelerar la muerte. Además de esto, es necesario reconocer que Dios ha dado su palabra de no someter a ningún creyente a una prueba que vaya más allá de su capacidad para soportar. 1 Corintios 10:13 dice: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” Cuando este texto habla de tentación, se puede perfectamente aplicar el concepto a las pruebas, en este caso al sufrimiento. La promesa es entonces, que Dios jamás va a someter a un creyente a un sufrimiento tal que no pueda soportarlo. La eutanasia desconoce esta palabra de Dios al justificar la muerte del paciente porque su sufrimiento está más allá de lo que puede soportar. Por último, me gustaría hacer este razonamiento. Muchas veces Dios permite cosas dolorosas en nuestras vidas, como una oportunidad para manifestar su poder. Eso sucedió con un ciego de nacimiento en los tiempos cuando Jesús estaba personalmente en la tierra. Al ver al ciego, los discípulos de Jesús le preguntaron: ¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? La respuesta de Jesús fue de lo más interesante. Se encuentra en  Juan 9:2 donde dice: “Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” Poco más tarde, Jesús escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego y le mandó a lavarse en el estanque de Siloé. Tan pronto el ciego cumplió esta orden de Jesús, recobró la vista. La ceguera de este hombre tenía su propósito, era para que las obras de Dios se manifiesten en él. Cuando un paciente opta por la eutanasia, está cerrando toda posibilidad para que Dios actúe poderosamente y milagrosamente. Es como decir: No hay esperanza, ni Dios puede hacer algo en este caso. Para Dios no es ningún problema restaurar la salud a un enfermo terminal. No es prudente acelerar la muerte pensando que ya no hay esperanza. Por al menos estas consideraciones, la eutanasia no tiene ningún apoyo bíblico.

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