Bueno, comencemos por explicar el significado de Hechos 19:3-5. Para incluir el contexto vamos a leer desde el versículo 1. Dice así: “Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.” Esto está sucediendo unos veinte años después del nacimiento de la iglesia. El apóstol Pablo está en Efeso y allí se encuentra con ciertos discípulos. Un discípulo no necesariamente es sinónimo de ser creyente. Algo en estos discípulos debe haber impulsado al apóstol Pablo a hacer la pregunta: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Lo que Pablo quería saber por confesión propia de estos discípulos, es si estos discípulos eran creyentes. Pablo sabía que una característica indispensable de un creyente es haber recibido el Espíritu Santo. Romanos 8:9 dice: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” Allí dice claramente: Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, o el Espíritu Santo, no es salvo, no es de Cristo. Recibir el Espíritu Santo es resultado inmediato de recibir a Cristo como Salvador. El Nuevo Testamento no contiene mandatos de recibir el Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo viene al creyente, el instante mismo que el creyente recibe a Cristo como Salvador. La respuesta de estos discípulos denota la ignorancia total y absoluta sobre el Espíritu Santo. Muy cándidamente dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Peor haber recibido el Espíritu Santo. ¡Qué triste! Esto indica que estos discípulos no eran creyentes. Pueden haber sido muy religiosos y tal vez muy morales, pero no eran creyentes. Es muy posible ser muy religioso, pero no ser salvo. La salvación no es cuestión de profesar tal o cual religión, sino de haber recibido a Cristo como Salvador. Es muy posible ser muy moral, pero no ser salvo. La salvación no es cuestión de ser bueno ante los ojos de uno mismo o ante los ojos de los demás. La salvación es cuestión de haber recibido a Cristo como Salvador. Sabiendo que estos discípulos no eran salvos, el apóstol Pablo prosigue preguntando: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Pablo quería saber en qué creían estos discípulos, ya que no eran salvos. La respuesta de los discípulos fue: En el bautismo de Juan. Pablo sabía entonces que estaba ante seguidores de Juan el Bautista. Eso le permitió poner las cosas bajo la perspectiva correcta en cuanto a la relación entre el ministerio de Juan el Bautista y la persona y obra de Cristo Jesús. Pablo mostró a estos discípulos que Juan el Bautista fue solamente un precursor de alguien que venía después de él. Juan el Bautista predicó un mensaje de arrepentimiento, en preparación para la venida del Cristo, del Mesías y el establecimiento de su reino Mesiánico. Era necesario que la gente crea en aquel que venía después de Juan el Bautista. Los discípulos de Juan el Bautista que Pablo encontró en Efeso, no sabían que ya había venido aquel que Juan el Bautista anunció. Ése era Jesús de Nazaret. Era por tanto necesario creer en Jesús. Él es el Mesías. Él es el Cristo. Cuando los discípulos de Juan el Bautista escucharon esto, dieron el paso de fe y recibieron a Jesús como su Salvador. Recién entonces llegaron a ser creyentes. Como todo creyente, era necesario que den un testimonio público de su fe y por eso fueron bautizados en agua, en el nombre del Señor Jesús. Esta última declaración no está hablando de la fórmula bautismal con la cual fueron bautizados estos nuevos creyente, sino que está hablando de que ahora sí, estas personas estaban en la verdadera y salvadora fe de Jesucristo. Muy bien, esta es la explicación del pasaje bíblico en Hechos 19:3-5. Ahora nos toca dar atención al otro asunto que fue motivo de su consulta. Alguien le ha dicho que los que han sido bautizados según Mateo 28:19 necesitan volver a ser bautizados según Hechos 2:38. Pues, esto no tiene en absoluto ningún fundamento bíblico. El bautismo en agua es uno y único y en cuanto a la fórmula bautismal, ésta se halla claramente establecida en Mateo 28:19 donde dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” Si Usted o cualquier otro creyente ha sido bautizado en agua en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, está bien bautizado y no necesita ningún otro bautismo. El problema de la persona que le ha insinuado que debe volver a bautizarse según Hechos 2:38 parte de una equivocada interpretación de lo que dice este texto con relación al bautismo. Vemos qué es lo que allí tenemos. Dice así: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Estas palabras son una parte del discurso del apóstol Pedro el día de Pentecostés. La gente que estaba oyendo el mensaje del apóstol Pedro, eran todos judíos, es decir que eran parte de la nación que rechazó a Jesús como su Mesías y su Cristo. Si estos judíos querían ser salvos tenían que arrepentirse de haber rechazado a Jesús como su Mesías o el Cristo y tenían que creer que Jesús era realmente su Mesías o el Cristo. En otras palabras tenían que recibir a Jesucristo como su Salvador. A esto es a lo que se refiere la frase: Bautícese cada uno en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados. Para confirmar lo dicho, el texto prosigue diciendo: Y recibiréis el don del Espíritu Santo. La Biblia es clara al mostrar que el don del Espíritu Santo es el resultado de haber recibido por la fe a Jesucristo como Salvador. Efesios 1:13, hablando de Jesucristo dice: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.” Así que Hechos 2:38 no está hablando de otro bautismo o de otra fórmula bautismal. El único bautismo y la única forma bautismal es la de Mateo 28:19, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
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He leído tu comentario y no seré muy extenso en mi comentario. Si Jesús es nuestro Salvador poniendo su vida y muriendo por todos nosotros es a El a quien rendimos todo el crédito y obediencia y teniendo un nombre que es sobre todo nombre como dice Hechos 4:12 la situación de invocar en este caso en el bautismo en agua es en el nombre de Jesús. Sencillamente porque el es Dios. El el Padre el es el Hijo y el es el Espíritu Santo. Que toda palabra de 2 o 3 testigos. En el libro de los Hechos de los apóstoles hay más de 2 o 3 testimonios de los bautismos y todos invocando el nombre de Jesucristo o del Señor Jesús.