Los orígenes de Meditación Trascendental, sus principales postulados y su evaluación a la luz de la Biblia.
Con mucho gusto compartiré con Usted la información que sobre Meditación Trascendental ofrece el Dr. Fernando D. Saravi en su libro titulado Invasión Desde Oriente, Los Peligros de Las Nuevas Filosofías Hinduistas.
La Meditación Trascendental conocida también como Ciencia de la Inteligencia Creativa, se publicita como un ejercicio psicológico, no religioso, con base científica, destinado a aliviar el estrés, a traer paz al hombre interior, teniendo así un efecto positivo sobre la sociedad, y a capacitar al practicante avanzado para participar en la proyección astral, lo cual tiene que ver con que el alma abandone temporalmente el cuerpo, y la levitación.
La Meditación Trascendental se originó con Malesh Prasad Warma, quien nació en 1911 en Allahabad, India. Tras licenciarse en Física, se hizo discípulo y amigo del famoso maestro Swami Brahmananda Saraswati Maharaj, más conocido como Gurú Dev.
En 1959 Warma se estableció en Madrás, y empezó a hacerse llamar Maharishi Mahesh Y-o-g-i. Como en la India pululaban los Gurúes, el Maharishi, nombre que significa gran maestro, decidió buscar nuevos aires en Occidente.
Tras algunos años sin mayor trascendencia en Londres, el Maharishi tuvo la inmensa fortuna de que George Harrison, y luego los demás miembros de la famosa banda de Los Beatles se interesen en sus enseñanzas. Iniciados en la Meditación Trascendental, los Beatles dieron público testimonio de ello, tanto en reportajes como en su producción musical.
Su canción titulada Sargent Pepper’s Lonely Hearts Club Band, muestra una clara influencia Hinduista, tanto en la música como en la letra. Así los efluvios orientales en canciones como: Dentro de Ti, Sin Ti y Karma Instantáneo, envolvieron a millones de jóvenes fans.
Pronto, artistas famosos como Mia Farrow, y otras personalidades de renombre, mostraron gran interés en las enseñanzas del Maharishi y la popularidad de éste creció enormemente.
Empero, el éxito estuvo cerca de desaparecer con tanta celeridad como había llegado, cuando las volubles celebridades se cansaron de meditar y se marcharon en busca de otras ilusiones.
Sin desalentarse, el Maharishi comenzó a realizar giras por Estados Unidos, donde dictó conferencias en diversas universidades, incluida la de Harvard.
En 1968 el gurú anunció que abandonaría su ministerio público para dedicarse exclusivamente, en lo sucesivo, al entrenamiento de instructores en Meditación Trascendental. Desde entonces, se han formado varios miles de instructores, y el número total de los que practican la Meditación Trascendental es próximo al millón.
En cuanto a sus beneficios, según el Maharishi, si el 1% de la población del mundo practicase la Meditación Trascendental, se acabarían las guerras, el hambre y el sufrimiento en el mundo.
Según sus promotores, la Meditación Trascendental puede disminuir la ansiedad y el nerviosismo, aumentar la confianza propia, desarrollar la inteligencia y mejorar el rendimiento laboral y las relaciones sociales.
Generalmente los candidatos son interesados a través de conferencias públicas gratuitas. Quienes decidan aprender Meditación Trascendental deberán pagar el costo del curso y comprometerse a abstenerse de alcohol y drogas, meditar durante veinte minutos dos veces al día y firmar un contrato.
En éste se establece que el aprendiz se abstendrá de enseñar la técnica por su cuenta, y que no revelará a nadie su mantra personal.
Esta mantra, que se recibe en a iniciación es en un sentido estricto una palabra breve, para ayudar en la meditación. Se supone que el instructor escoge la mantra sobre una base estrictamente individual, según la personalidad del iniciado.
Supuestamente, cada mantra es única y exclusiva para quien fue dada, y revelarla a un tercero haría que perdiese su eficacia, según el Maharishi.
Los cursos de Meditación Trascendental cuestan varios cientos de dólares por persona, y constituyen una fuente de pingues ganancias. Por ejemplo, en el verano de 1979, tres mil estudiantes pagaron entre 800 y 3,000 dólares cada uno, por asistir a un curso dado en un gimnasio alquilado a la universidad de Massachussets. La ganancia bruta de este curso se estimó entre tres y cinco millones de dólares.
El Maharishi obtiene igualmente muchísimo dinero por la venta de materiales y servicios a diversas empresas, un negocio de muchos millones de dólares anuales que ha enriquecido a su fundador, quien reside en la actualidad en Suiza.
En cuanto a sus postulados, se distinguen al menos cuatro.
Primero, el objetivo del hombre es su propia felicidad. El Maharishi enseña que la meta primordial del hombre es librarse del dolor y del sufrimiento, ya que tiene pleno derecho a la felicidad. Según palabras de Maharishi, el hijo del millonario no ha nacido para ser pobre, y que por tanto los hijos del Ser Grande, Todopoderoso y Misericordioso no pueden haber nacido para sufrir dolor tampoco.
En su arremetida contra el sufrimiento, el Maharishi se ha atrevido incluso a negar los sufrimientos de Jesucristo.
Esta enseñanza es radicalmente opuesta a la verdad bíblica, según las Escrituras, el objetivo principal del hombre es la reconciliación con Dios y la comunión con él, para gloria de Dios. La felicidad es un resultado o un subproducto de dicha actitud centrada en Dios. El sufrimiento es parte del proceso del creyente hacia la madurez. El sufrimiento de Cristo en la cruz no es una ilusión sino parte vital de su obra expiatoria por el pecado del hombre.
Segundo, la felicidad se logra buscando en el interior de la persona. El Maharishi se basa en el concepto hinduista según el cual se concibe a Dios como un Absoluto impersonal, al cual hay que alcanzar por medio de la separación del alma autoconsciente de sus vehículos provisorios, el cuerpo y la mente. Consecuentemente con tal concepción, Maharishi afirma la noción del devenir universal, del cual hay que desembarazarse para poder fundirse con el Absoluto.
Para alcanzar la liberación hay que cumplir con la ley del karma. El karma se debe pagar durante las vidas sucesivas del individuo en lo que se conoce como reencarnación.
Todo esto es incompatible con lo que enseña la Biblia. El reino de Dios nos llega desde afuera, por gracia. El hombre no debe buscar a Dios dentro de sí, sino clamar a él para recibir su misericordiosa gracia. Ningún hombre puede decir: Yo soy Dios. La salvación es por gracia. Un regalo inmerecido. Donde rige la gracia no hay lugar para el karma y la reencarnación.
Tercero. Las vibraciones de los que practican Meditación Trascendental pueden cambiar el mundo. Según el Maharishi, si tan solo el 1% de la población mundial practicara Meditación Trascendental, el efecto conjunto de sus vibraciones o buenas ondas bastaría para pacificar y transformar la tierra. Se trata de una noción mágica propia del hinduismo.
Los cristianos por otra parte, confían en el poder de la oración, que es una actividad de comunicación inteligente con un Creador personal. Además, tal oración es solamente un aspecto de la vida cristiana; también hay un inescapable llamado al compromiso y la acción.
Cuarto, la validez del sistema de castas. Entre otras concepciones clásicas del hinduismo que el Maharishi suscribe, está la justicia y conveniencia del sistema de castas. Esto es consistente con la creencia en el devenir cósmico y la justicia del karma; cada cual recibe lo que merecen sus hechos en su anterior vida. Según esta mentalidad, las castas son una respuesta adecuada a la necesaria división del trabajo en una sociedad organizada, y su abolición traería un caos social.
Pero todo este asunto complejo e injusto de las castas es totalmente contrario a lo que enseña la Biblia, que propugna la igualdad y libertad, elementos importantes del evangelio de Cristo.
En conclusión. Toda doctrina auto redentora, que busca la divinización del hombre, que promete cierta sensación de poder y de control sobre las circunstancias y de suprimir la responsabilidad por los pecados, suele ser atractiva para las entenebrecidas mentes de los incrédulos.
La Meditación Trascendental cae dentro de esto, pero en el fondo se trata solamente de otro esfuerzo del Enemigo para alejar a las personas de la verdad divina expresada en la Biblia, la palabra de Dios.