El Señor nos dice que nos acepta fríos para condenación y calientes para salvación. ¿Qué va a pasar con los tibios, que serán vomitados de su boca? A mi manera de entender la palabra de Dios, no creo que estos tibios sean los que no alcanzaron a conocer el evangelio de Jesucristo, como nuestros abuelos o padres, cuyo único pecado fue pertenecer a una religión hecha por hombres espiritualmente ciegos.
Pero hay que tener en cuenta que en el fondo del corazón tuvieron temor de Dios pues se mantuvieron fieles en el matrimonio, sin caer en el adulterio o la fornicación. Recuerdo el pasaje de la Biblia que dice que el hombre que comete adulterio o fornicación, contra su propio cuerpo peca. ¿Será que los tibios van a pasar por la tribulación? Si no es así, entonces ¿por qué el Anticristo va a marcar a la humanidad con la marca de la bestia?
Es una consulta extensa. Comenzaré por señalar que la voluntad de Dios es que ninguno perezca. 2ª Pedro 3:9 dice: «El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.»
La voluntad de Dios no puede ser por tanto que alguien sufra eterna condenación en el infierno. El infierno no fue creado para el hombre sino para Satanás y sus ángeles o demonios. Si una persona termina en el infierno, es por su propia voluntad, porque eso es lo que ha querido.
Dicho esto, me gustaría referirme al asunto de los fríos, tibios y calientes. El pasaje bíblico se encuentra en Apocalipsis 3:15-16 donde dice: «Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojala fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.»
Estas son palabras del Señor Jesucristo para la iglesia de Laodicea. La iglesia de Laodicea es un cuadro vivo de la condición espiritual de la iglesia en el tiempo inmediatamente anterior al arrebatamiento de la misma. Esto significa que representa la condición espiritual de la iglesia hoy en día, porque hoy en día estamos a la puerta del arrebatamiento de la iglesia. El Señor Jesucristo, quien es cabeza de la iglesia, conoce a la perfección la verdadera condición espiritual de su iglesia.
Sobre ese conocimiento, el Señor Jesucristo ha llegado a la conclusión que no es frío ni caliente. Frío es alguien que franca y abiertamente rechaza todo lo que tiene que ver con Cristo Jesús. Alguien que todavía no ha sido transformado por el poder de la palabra de Dios y el Espíritu Santo. Caliente es alguien que tiene un celo profundo por la persona de Cristo y lo manifiesta viviendo en santidad, tratando de mostrar a Cristo en palabra y obra.
Cuando Jesucristo dice: ¡Ojala fueses frío o caliente! No está diciendo que él acepta al frío tanto como al caliente. Lo que está diciendo es que espiritualmente hablando es preferible que alguien sea frío, porque al menos está latente la esperanza de que algún día se caliente. Así como cuando en el plano físico, una persona que experimenta frío, instintivamente busca el calor, así también, una persona fría espiritualmente, es posible que reconozca su frialdad espiritual y busque la calidez de la salvación en Cristo. Lo ideal por supuesto, es que la persona sea caliente. Es decir que tenga vida espiritual en Cristo y que muestre a Cristo en su diario vivir. Esta es la voluntad de Dios para todo ser humano.
Pero ¿Qué de los tibios? ¿Quiénes son los tibios? A todas luces, son aquellos que dicen que son, pero en realidad no lo son. Se los conoce como los profesantes. Son ese tipo de personas que de labios para afuera dicen que han recibido a Cristo como Salvador, pero sus vidas no muestran que Cristo esté en ellos. A lo mejor no andan matando gente ni robando ni adulterando, etc. Pero viven para ellos mismos, mas no para quien murió y resucitó por ellos.
Hablando de ellos, 2 Timoteo 3:5 dice: «que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella.»
Son los que tienen un pie en la iglesia y el otro pie en el mundo. Los domingos se ponen el traje de santurrones para asistir al templo, pero los otros días de la semana se manifiestan tal cual como son, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia.
De este tipo de personas nos habla la Biblia en pasajes como Mateo 7:15-23 donde dice: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.»
Esta es la mejor descripción de un tibio. Es un lobo con piel de oveja. De labios para afuera dice que es de Cristo, pero sus obras muestran que Cristo no está en él. Intelectualmente sabe del Señor. Está involucrado en la obra del Señor, sin embargo, no es del Señor. Esa es la razón para que en un momento fatídico, escuche el veredicto del Señor: Nunca te conocí. Apártate de mí, hacedor de maldad.
Este tipo de personas abunda en las iglesias cristianas. Son los tibios. El Señor los rechaza frontalmente. Causan asco al Señor. Ese es el motivo para que el Señor los vomite de su boca. Este tipo de personas, que obviamente no son creyentes, no serán arrebatadas cuando el Señor venga a buscar a su iglesia en el rapto. Se quedarán en la tierra para la tribulación.
Muy bien. Ahora quisiera referirme al asunto de sus antepasados, padres, abuelos, bisabuelos, etc., quienes ya han muerto y, según Usted, el único pecado que han cometido fue ser parte de una religión hecha por hombres espiritualmente ciegos. A Usted le parece que estas personas eran temerosas de Dios porque no cometieron adulterio ni fornicación.
Me imagino, esto es de mi parte, que Usted piensa entonces que sus antepasados deben estar en el cielo. Bueno, yo no tengo por qué dudar de la calidad moral de sus antepasados. Si Usted dice que fueron muy morales, me contento por ello.
Pero recuerde que la salvación no es por obras. Efesios 2:8-9 dice: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe»
No puede ser más claro. Nadie se ha salvado ni se salva, ni se salvará por el hecho de hacer buenas obras. Sus antepasados se han pasado la vida haciendo el bien. Magnífico, pero eso no alcanza para obtener la salvación. Aunque sus antepasados no hubieran cometido nunca un solo pecado aun así no les alcanzaría para ser salvos, porque el problema fundamental es que, según la Biblia, todo ser humano es en esencia pecador.
El hombre peca porque es pecador no es pecador porque peca. Lo que necesitaban sus antepasados para ser salvos es nacer de nuevo. Solamente así podían llegar a ser salvos.
El nuevo nacimiento es el resultado de creer a Dios cuando dice que para ser salvos es necesario recibir a Cristo como Salvador. Si sus antepasados lo hicieron, hoy estarán en el cielo. Si Usted lo ha hecho, Usted también estará en el cielo y volverá a ver a sus antepasados. Aparentemente, lo único que Usted sabe de sus antepasados es que pertenecieron a una religión hecha por hombres ciegos espiritualmente hablando. Pero recuerde que la salvación no es resultado de pertenecer a tal o cual religión, cualquiera que sea. La salvación es equivalente tener a Cristo en la vida y esto acontece cuando por fe se lo recibe como Salvador.
Su consulta también tenía que ver con aquellos que pasarán o entrarán a la tribulación. ¿Quiénes son? En general, podemos decir que son todos los seres humanos que no tengan a Cristo en sus vidas el momento que Jesucristo venga a llevar a los suyos en lo que se llama el arrebatamiento. Muchas de las personas que entren a la tribulación hallarán la salvación durante la tribulación, pero serán ferozmente perseguidos por el Anticristo y la gran probabilidad es que mueran martirizados.
Los que reciban a Cristo durante la tribulación, rehusarán recibir la marca o el número de la bestia. Los que persistan en su rechazo a Cristo como Salvador, gustosamente aceptarán recibir la marca o el número de la bestia. Esto es irónico, rechazarán recibir la persona de Cristo y aceptarán recibir a la persona del Anticristo.