En los escritos “originales” no había separación entre las palabras, ni vocales, ni signos de puntuación, ni títulos de cabecera que ayudasen a localizar los pasajes bíblicos.
Desde muy antiguo, y sobre todo para mantener el orden en la lectura pública de las Escrituras, se vio la necesidad de dividir el texto sagrado en secciones más pequeñas, diríamos, en capítulos y versículos.
En cuanto a la división de capítulos, Esteban Langton, arzobispo de Canterbury, que había sido gran canciller de la Universidad de París, hizo la división del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento en capítulos sobre el texto latino de la Vulgata de San Jerónimo, hacia el año 1226.
De la Vulgata, pasó al texto de la Biblia hebrea, al texto griego del Nuevo Testamento y a la versión griega del Antiguo Testamento.
Hacia el 1226, los libreros de París, introdujeron estas divisiones en capítulos en el texto bíblico, dando lugar a la que se conoce como la Biblia Parisina. Desde entonces, esta división en capítulos se hizo universal.
En cuanto a la división en versículos, Santos Pagnino , judío converso, después dominico, originario de Luca, (Italia) dedicó 25 años a su traducción de la Biblia, publicada en 1527, y fue el primero en dividir el texto en versículos numerados.
Se imprimió en Lyon. Era una versión muy literal que constituyó un punto de referencia entre los humanistas de la época y que fue reimpresa varias veces.
Roberto Estienne, prestigioso impresor, realizó la actual división en versículos del Nuevo Testamento en 1551. En 1555 hizo la edición latina de toda la Biblia.
Para los versículos del Antiguo Testamento hebreo tomó la división hecha por Santos Pagnino. Para los versículos del Nuevo Testamento tomó la que pocos años antes él mismo había realizado.
El recurso de dividir el texto bíblico en capítulos y versículos numerados permite, desde entonces, encontrar inmediatamente un pasaje, sea cual sea la puesta en página adoptada por la edición.
Es una herramienta fundamental para los investigadores y para poder emplear todos una misma referencia.
La primera Biblia impresa que incluyó totalmente la división de capítulos y versículos fue la llamada Biblia de Ginebra, que se publicó en 1560, en Suiza.
Los editores de la Biblia de Ginebra optaron por los capítulos de Stephen Langton y versículos de Robert Estienne, conscientes de la gran utilidad que tenían para la memorización, localización y comparación de pasajes bíblicos.
En 1592, el papa Clemente VIII, hizo publicar una nueva versión de la Biblia en latín para uso oficial de la Iglesia católica, y en ella se incluyó la división actual de capítulos y versículos.
Así que finalizando el siglo XVI, los judíos, los protestantes y los católicos habían aceptado la división en capítulos introducida por Stephen Langton y la subdivisión en versículos introducida por Robert Estienne.
De manera que, desde entonces, estas divisiones en capítulos y versículos ganaron aceptación como una forma estándar para localizar los versículos de la Escritura y se aceptaron universalmente.