Yo recibí al Señor como mi Salvador. Me han dicho que Él está dentro de mí, que Él vive en mí, pero ¿cómo puedo saber que Él está allí? La verdad es que yo no siento esa paz que Él nos da. No puedo ver su rostro. Quisiera que me ayuden.

La salvación es un asunto de fe, no de emociones, ni de experiencias que impresionan los sentidos. Si ha recibido al Señor Jesucristo como su único y personal Salvador, entonces es salvo y entre muchas otras cosas más, su cuerpo llega a ser templo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esta es una declaración que se lo da como un hecho por la fe. Yo tampoco puedo ver físicamente al Padre en mí, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo, pero eso no significa que no estén allí, por cuanto Dios dice que están allí. Si Dios lo dice, yo lo creo y eso pone punto final a cualquier otra discusión. También nos pregunta sobre cómo saber que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están morando o viviendo en un genuino creyente. Pues por las consecuencias de ello. Así como a un árbol se le conoce por su fruto, el genuino creyente también puede saber que tiene al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en su vida por el fruto que produce su vida. El apóstol Pablo habló de los cambios que se producen en la vida del genuino creyente. Note lo que dice 1 Corintios 6:9-11 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?  No erréis;  ni los fornicarios,  ni los idólatras,  ni los adúlteros,  ni los afeminados,  ni los que se echan con varones,  ni los ladrones,  ni los avaros,  ni los borrachos,  ni los maldicientes,  ni los estafadores,  heredarán el reino de Dios.  Y esto erais algunos;  mas ya habéis sido lavados,  ya habéis sido santificados,  ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús,  y por el Espíritu de nuestro Dios.

Dice que no puede ver el rostro ni del Padre, ni del Hijo ni del Espíritu Santo. Pues, el Padre es Espíritu y los Espíritus no tienen cuerpo. No se los puede ver con nuestros ojos físicos. Lo mismo se puede decir del Espíritu Santo. En cuanto al Hijo, Él también mora en su cuerpo en un sentido espiritual y por eso es que no puede ver su rostro con sus ojos físicos. Por último, dice en su consulta que no está experimentando la paz que Cristo da a los que somos de él. Bueno, puede haber varias razones para que esto esté pasando, pero tal vez la más importante sea que no esté obedeciendo lo que dice la palabra de Dios. Para experimentar la paz de Dios es necesario conocer la palabra de Dios y obedecer la palabra de Dios. Note lo que dice Isaías 26:3-4 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera;  porque en ti ha confiado.  Confiad en Jehová perpetuamente,  porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.

El pensamiento de Dios está en la palabra de Dios. El creyente debe perseverar en la palabra de Dios. Además, el creyente debe confiar en lo que Dios dice en su palabra. Esto habla de la obediencia. Un creyente que persevera en la palabra de Dios y obedece lo que Dios dice en su palabra, será guardado por Dios en completa paz.

 

Salir de la versión móvil