Soy divorciada y me volví a casar. Mi actual esposo también es divorciado. Los dos conocimos al Señor estando ya casados. Alguien nos ha sugerido que ahora que somos creyentes deberíamos separarnos y volver a unirnos con nuestras parejas anteriores. ¿Qué piensa Usted?
Respeto mucho el criterio de la persona que les ha aconsejado que se separen y vuelvan con sus parejas originales, pero no lo comparto. Por el hecho que el divorcio de los dos ocurrió antes de ser creyentes y el matrimonio entre los dos ocurrió antes de ser creyentes, se aplica en Ustedes el principio bíblico que claramente ha sido mencionado en 1 Corintios 7:24 donde dice: “Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios.” La palabra de Dios es muy sabia al establecer este principio. De otra manera, intentando resolver un problema se crearían muchos otros problemas. El remedio sería peor que la enfermedad. Imagine lo que fuera. Número uno, Ustedes tendrían que divorciarse, lo cual es contrario a la voluntad de Dios. Número dos, cada uno por su lado tendría que intentar rehacer la relación matrimonial con sus primeras parejas. ¿Y si estas parejas ya están casadas otra vez? ¿Tendrían que divorciarse de sus parejas actuales para volver a casarse con Ustedes. Más divorcios que son contrarios a la voluntad de Dios. Número tres, ¿y los hijos si es que los tienen? ¿Con quien se quedan? ¿Con el esposo o con la esposa? Todo esto para que Usted vea que se armaría un tremendo problema para todos. Para evitar este tipo de cosas es que la palabra de Dios dice: Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios. De modo que olvídense de su pasado, sepúltenlo bajo la sangre de Cristo, que les ha lavado de todo su pecado, pasado, presente y futuro y entre los dos busquen crecer en el Señor y agradarle en todo. Dios nunca nos pide que para cumplir con algo de su voluntad tengamos que romper algún principio que él ha establecido en su palabra.