Deseo contarle que conocí al Señor luego de mi divorcio y nuevo casamiento con un hombre bueno, quien me ayudó en la crianza de mis hijos, siendo yo joven y abandonada por mi primer esposo. Mi segundo esposo nunca conoció al Señor como su Salvador. Como toda mujer, pensé que mi matrimonio iba a durar toda la vida, pero luego de años de infidelidad por parte de mi esposo, finalmente me abandonó y se fue con otra mujer. Sufrí mucho, y en vez de apoyarme en el Señor, por cuanto estaba muy lejos de él, conocí a otro hombre con quien tengo años de vivir juntos, sin haberme casado. Hemos procreado hijos y nuestro hogar es estable. Hoy por hoy, estoy creciendo mucho en el Señor y reconozco que es necesario normalizar la relación con la persona con quien estoy viviendo. Él hizo una profesión de fe, pero se congrega muy poco en la iglesia. Cada vez que pienso en mi situación, me deprimo bastante. Me siento culpable por haberme divorciado de mi primer marido. Me siento culpable por haberme vuelto a casar con mi segundo marido. Pero más que nada me siento culpable por estar viviendo con un hombre sin haberme casado con él. Lo que estoy viviendo me ha traído mucha discriminación en la iglesia donde me congrego. Quisiera saber lo que dice la palabra de Dios a alguien como yo.
En cuanto a su pasado, lo único que puede hacer es aprender lecciones para no volver a cometer los mismos errores en el futuro. Me imagino que Usted habrá reconocido su pecado, lo habrá confesado al Señor, y se habrá apartado. Por el testimonio que Dios da en su Palabra, entonces, Usted ha sido perdonada de todo su pecado. Observe lo que dice Isaías 1:18 “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” Sin importar la magnitud y gravedad de su pecado, si Usted lo ha reconocido y confesado al Señor, el Señor ha lavado su pecado. Usted tiene que aceptar esto por fe. Así como por fe recibió a Cristo como su Salvador, también por fe debe aceptar que todo su pecado ha sido perdonado. ¿Tiene duda de que Usted es salva? Me imagino que no. Entonces ¿Por qué duda que Dios ha lavado totalmente su pecado? Cada vez que experimente esos sentimientos de culpabilidad por algo que ha hecho en el pasado, y por lo cual Usted se ha arrepentido, y lo ha confesado al Señor, Usted debe razonar y llegar a la conclusión que esos sentimientos no provienen de Dios. Si no provienen de Dios, pueden provenir de su propia carne, es decir de Usted mismo o pueden provenir de Satanás, nuestro adversario, quien está muy interesado en anularnos como creyentes por medio de hacernos sentir culpables por los pecados confesados. Sugiero también que evalúe su corazón en relación con las personas que en el pasado le han lastimado de alguna manera. Es muy probable que en su corazón haya rencor o amargura en contra de estas personas. De ser este el caso, es necesario que Usted perdone a todos los que le han ofendido de diversa forma. Perdone a su primer esposo por todo lo que él le hizo. Perdone a su segundo esposo por haberle sido infiel. Perdone a las mujeres que se prestaron para el adulterio de su esposo. No es indispensable que Usted vaya en persona donde esta gente para decirles que les perdona. Lo importante es que les perdone delante del Señor y que decida no pensar más en el daño que le causaron. Es probable que nunca olvide todo lo que le hicieron, pero lo importante es que Usted no busque venganza en contra de ellos y que no hable mal de ellos con otros. Si le ha perdonado ya decida de una vez por todas no volver a hablar más de eso con nadie. En cuanto al presente y al futuro eso es otro asunto enteramente diferente. Seguramente Usted conoce tanto o mejor que yo, que para que un hombre viva junto a una mujer, es necesario que se casen. De otra manera estarán viviendo en adulterio, en su caso, porque Usted es una mujer casada, y en fornicación, en el caso del hombre con quien Usted está viviendo asumiendo que él era soltero cuando se unió a Usted. Yo sé que a quien más le gustaría arreglar esta situación es a Usted. En su carta Usted no menciona los obstáculos que impiden que se case con el hombre con quien está viviendo. Seguramente existen algunas dificultades aparentemente insuperables. Pero recuerde que Dios es experto en imposibles. Clame a Dios con fervor para que en su gracia se halle alguna solución a las dificultades que están impidiendo que Usted se case con ese hombre. Por lo pronto, Usted tiene a su favor el hecho que el hombre con quien Usted está viviendo, ha manifestado su decisión de recibir a Cristo como Salvador. Esto es un gran paso, porque abre el camino para que él sea su esposo sin quebrantar el principio bíblico de no unirse en yugo desigual con el incrédulo. Seguramente Usted habrá considerado detenidamente la posibilidad de separarse del hombre con quien está viviendo, pero eso también conlleva dificultades que parecen insuperables. Casarse es difícil, separarse es igualmente difícil. Quedarse tal como está, no tiene la aprobación de Dios. Es una situación compleja. Mientras aparezca una salida, debe apoyarse en el Señor para soportar la consecuencia de una decisión mal tomada en el pasado. Dentro de esto cae el trato que Usted considera discriminatorio en la iglesia. Me imagino que la discriminación vendrá por el lado que la iglesia no le permitirá bautizarse, seguramente no le permitirán participar en la Cena del Señor, a lo mejor no le permitirán enseñar la Biblia a los niños, o a otras mujeres, etc. Sin el ánimo de justificar esto que Usted considera discriminación, me gustaría rogarle que se esfuerce por mirar las cosas desde el punto de vista del testimonio de la iglesia. Muy probablemente, su situación sea de conocimiento público en la comunidad donde Usted vive, y si la iglesia le bautiza, le permite participar en la Cena del Señor, le permite hacer todo tipo de servicio cristiano, el mensaje que estaría enviando a la comunidad es que la iglesia está de acuerdo con la unión libre. Esto puede ser muy negativo para el testimonio de la iglesia en la comunidad. Los líderes de la iglesia y los miembros de la iglesia deben hacer todo lo que está a su alcance para mantener el buen testimonio de la iglesia en la comunidad, aún cuando eso pueda resultar en algo que Usted considera discriminatorio. Mejor sería que Usted normalice su estado civil con la persona con quien está viviendo y una vez hecho, que participe de todas las responsabilidades y privilegios de los que somos parte de una iglesia local. Por último, me gustaría sugerirle que mantenga estrecho contacto con los líderes de la iglesia, de modo que ellos le asesoren en los pasos necesarios para normalizar su estado civil.