Soy una persona que conoció a Dios y me aparté. Ahora he vuelto a los caminos de Dios y me siento muy triste porque no entiendo por qué Dios se tarda tanto en responder la petición de un esposo, y es que de hecho tengo muchos pretendientes y ninguno me ha parecido adecuado por cuanto son personas que no tienen a Dios en su corazón. ¿Qué debo hacer para esperar tanto sin el cariño de un esposo que me ame de verdad y me respete como Dios dice y sin pecar ante Dios?

Siento mucho por el tiempo que ha vivido alejada de Dios. Me imagino que habrá comprobado que la felicidad que el mundo da es una felicidad pasajera que sin embargo demanda un elevado precio. Gracias a Dios, como el hijo pródigo, ha vuelto al calor del hogar, de donde jamás debió haberse alejado. Pero ahora está enfrentando una situación que le tiene perpleja. Por bastante tiempo ha estado orando por un esposo, pero hasta ahora el Señor no ha respondido su oración. Nos comparte que ha tenido muchos pretendientes, pero ninguno de ellos conoce al Señor y eso ha impedido que tenga una relación de noviazgo con ninguno de ellos. Primeramente, le felicito por incluir a Dios en el asunto de saber con quién se va a casar. Dios le conoce mejor que nadie y por tanto Dios sabe lo que es mejor. Está bien que esté orando a Dios por un esposo, pero a la par debe perseverar en la palabra de Dios y en la oración. Note lo que dice Salmo 37:4-5 Deléitate asimismo en Jehová,

 Y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino,  Y confía en él;  y él hará.

Mi consejo es que profundice su relación con el Señor por medio de escudriñar su palabra y orar, y de esa manera podrá encontrar su deleite en Él. Cuando eso pase, su mente estará en sintonía con la mente de Dios y sus pedidos serán lo que Dios también quiere y en consecuencia Dios mismo se encargará de responder su oración. Por otro lado, me gustaría aconsejarle que no se obsesione con la idea de casarse. Está bien que desee casarse, y está bien que ore al Señor sobre esto, pero no está bien que haga depender su gozo y su felicidad del hecho de estar casada. Más bien dígale al Señor algo como esto: Señor, mi anhelo es casarme con un hombre que te ame, y también a mí, pero tú, Señor, sabes lo que es mejor para mi vida y yo me someto a tu voluntad para mi vida. Si me das un esposo estaré muy agradecida, pero si no me das un esposo también estaré agradecida, porque, aunque por ahora no lo entienda, esto será lo mejor para mí. Si dice al Señor algo como esto, estará librándose de estar obsesionada con su matrimonio. Además, me gustaría aconsejarle que se involucre en el servicio ferviente al Señor en la iglesia local donde se congrega. Hable con los ancianos o pastores de la iglesia y ofrezca su servicio en lo que sea. Muchos son los casos en los cuales hermanos han encontrado a sus parejas mientras están en el servicio fiel al Señor.