En el día de Pentecostés, en el cual los apóstoles y los 120 hablaron en lenguas, a mi entender eran lenguas humanas, ¿Quiere decir esto que si una persona no acepta a Jesucristo como su único Salvador, también tiene el Espíritu Santo por haber estudiado en una universidad y poder hablar 2, 3, 4 o más idiomas?
Demos lectura al texto que se encuentra en Hechos 2:1-4 donde dice: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” Así es como Lucas relata la experiencia maravillosa en el día de Pentecostés, lo cual marcó el nacimiento de la iglesia de Cristo. Hubo varias manifestaciones milagrosas. La primera, estaban todos unánimes juntos. Esto es un milagro. No había divisiones, ni celos, ni pleitos, etc. La segunda, el estruendo que vino del cielo, comparable a un viento recio que soplaba. La tercera, las lenguas repartidas, como de fuego, que se posaron sobre cada uno de los que estaban en la casa. La cuarta, la capacidad de hablar en otras lenguas. La palabra lenguas, es la palabra “glossa” en el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento. Esta palabra se usa para describir un idioma. Es decir que los que allí estaban reunidos hablaron otros idiomas. El milagro no estuvo en hablar esos otros idiomas. El milagro estuvo en hablar esos otros idiomas sin antes haberlos aprendido. ¿Qué es lo que lo produjo? El texto que leímos dice que primeramente fueron llenos del Espíritu Santo y los idiomas que hablaron no fueron lo que esas personas quisieron, sino lo que el Espíritu Santo les daba que hablasen. Entonces fue una obra del Espíritu Santo. Así que, esta capacidad de hablar otros idiomas no lo dio la universidad o la escuela de idiomas. Fue una obra milagrosa del Espíritu Santo en los creyentes que estaban en el aposento alto. El Espíritu Santo no mora ni llena a los incrédulos sino solo a los creyentes. Un incrédulo puede hablar todos los idiomas que quiera, pero eso no será por la obra milagrosa del Espíritu Santo.