Autor: cris

  • A Job, lo tocó ¿Satanás o Dios?

    Al leer Job 1:11-12 me surge una duda acerca de quien realmente tocó las posesiones y el cuerpo de Job, ¿Satanás o Dios? Luego al final del capitulo 1 Job parece dar respuesta a mi incógnita cuando dice «…Jehová dio, y Jehová quitó;…» En el capitulo 42, al final del verso 11, pareciera que se confirmara que fue Dios quien lo afligió con todo lo que le pasó. La parte final de este verso dice: «…y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él. ¿Entonces fue Dios el responsable de todos sus sufrimientos?

    El libro de Job debate la milenaria pregunta: ¿Por qué sufre el justo si Dios es un Dios de amor y misericordia? El libro de Job enseña claramente la soberanía de Dios y la necesidad que el hombre tiene de reconocer dicha soberanía. Los tres amigos de Job ofrecieron básicamente la misma respuesta con ligeras variantes. Ellos dijeron: Todo sufrimiento se debe al pecado. Pero Eliú, sin embargo, puso las cosas en su lugar cuando dio a entender que con frecuencia el sufrimiento es un medio para purificar al justo. El propósito de Dios, por tanto, fue deshacer toda auto justicia de Job y ponerlo en el lugar de la completa confianza en él. El propósito de este antiguo libro no es explicar el sufrimiento y el dolor, sino ayudar al creyente a soportarlo, sabiendo que quien está detrás de todo es la misma mano de Dios. El libro de Job alienta a tener mayor fe en Dios, porque enseña que Él está en control aun en los momentos más difíciles de la vida, inclusive cuando parece que nada tiene sentido. Así que, amable oyente, efectivamente, como Usted mismo dice, fue Dios el responsable de todos los sufrimientos de Job. Satanás fue un mero instrumento para cumplir con el propósito soberano de Dios. En Job 1:12 leemos las siguientes palabras: Dijo Jehová a Satanás:  He aquí,  todo lo que tiene está en tu mano;  solamente no pongas tu mano sobre él.  Y salió Satanás de delante de Jehová.

    Esto fue el preámbulo del torbellino de padecimientos que tuvo que soportar Job, pero es muy obvio que quien estaba detrás de todo fue Dios. Satanás solamente fue el instrumento. Dios usa el sufrimiento en el creyente para purificar la fe del creyente.

  • ¿En la navidad se puede celebrar adornando arboles?

    ¿En la navidad se puede celebrar adornando arboles?

    ¿Es la navidad un invento de los romanos para que coincida con el 25 de diciembre cuando se hacían celebraciones en honor al sol? ¿Nació Jesús un 25 de Diciembre? ¿Condena la Biblia celebrar la navidad con árboles adornados con luces, nacimientos, panes especiales, pavos? ¿No cae esto dentro de lo que dice Mateo 15:7-10?

    Es triste decirlo, pero aparte de recordar el nacimiento del niño Jesús, todo lo demás de Navidad es pura tradición que no tiene ningún fundamento Bíblico. La fecha de celebración de la Navidad, el 25 de Diciembre, ciertamente está muy relacionada con una fiesta pagana de adoración al dios sol que celebraban los romanos. En algún momento de la historia del cristianismo se produjo un sincretismo entre el cristianismo y las religiones paganas de la época y como resultado de esto se mantuvo algunas celebraciones religiosas paganas, pero se les disfrazó de cristianismo, justamente como la Navidad. El 25 de Diciembre, en plena estación de invierno en el hemisferio norte, es una fecha muy poco probable para el nacimiento de Jesús, por el hecho que el relato bíblico de su nacimiento en Lucas dice que el día que nació Jesús en Belén, había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Difícil que los pastores hubieran estado guardando las vigilias de la noche sobre sus rebaños en pleno invierno, por el frío. Tal vez más probable es que Jesús haya nacido en otra estación del año, como primavera, verano, hasta otoño, cuando el clima hacía posible que los pastores velen y guarden las vigilias de la noche sobre su rebaño. Nacimientos, árboles adornados con luces, dulces, juguetes, regalos, comidas, bebidas, y todo lo demás que se suele hacer en la navidad no tiene sus raíces en algún mandato bíblico. Sin embargo, esto no necesariamente significa que sea pecado hacer un nacimiento en navidad o adornar un árbol con luces, o dar regalos o participar de una comida especial. Si estas tradiciones no opacan la gran verdad relatada en la Biblia en cuanto a que Jesús nació en Belén, no hay problema en practicarlas si la conciencia no nos reprende por supuesto. Si alguien tiene problemas de conciencia en cuanto a alguna de estas prácticas es mejor que no las haga, pero al mismo tiempo que no juzgue a los que las practican. En esto se aplica lo que dice Romanos 14:1-3 donde dice: Recibid al débil en la fe,  pero no para contender sobre opiniones.  Porque uno cree que se ha de comer de todo;  otro,  que es débil,  come legumbres.  El que come,  no menosprecie al que no come,  y el que no come,  no juzgue al que come;  porque Dios le ha recibido.

    Participar en alguna de las tradiciones navideñas no tiene nada que ver con el pasaje en Mateo 15:7-10, por cuanto este pasaje bíblico habla de obedecer mandatos impartidos por hombres como si fueran impartidos por Dios. Como ya se ha dicho repetidamente, las tradiciones navideñas, son simples tradiciones, no mandatos ni de hombres, peor de Dios.

  • ¿Según hebreos se puede perder la salvación?

    ¿Se debe entender que las personas de las cuales habla Hebreos 6, quienes recayeron y no pudieron ser otra vez renovados para arrepentimiento, eran creyentes que perdieron la salvación?

    El capítulo seis de Hebreos no debe analizarse aparte del propósito general del libro de Hebreos. El libro de Hebreos presenta a Jesucristo como el cumplimiento de todo lo que el Antiguo Testamento prefiguró por medio de todo el ritual que Dios entregó al pueblo de Israel por medio de Moisés. Los judíos tenían gran problema en aceptar esto. Había algunos que aparentemente o externamente habían aceptado a Jesucristo como su Salvador, el Mesías, el Cristo, el Ungido, pero en el fondo no estaban convencidos de esto, seguían atados al Judaísmo. Eran convencidos, pero no convertidos. El autor de Hebreos confronta a estas personas y les desafía a una entrega de corazón a Jesucristo. Es a este tipo de personas a las que se refiere Hebreos 6:4-6 donde dice: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndolo a vituperio.” Las personas de quienes habla este pasaje bíblico no eran creyentes, sino apostatas, probablemente convencidos intelectualmente, pero no convertidos espiritualmente, porque jamás habían sido sinceros en recibir a Jesucristo como Salvador personal. Por fuera decían que eran creyentes, pero internamente todavía estaban atados a la religión de sus ancestros. En algún momento decidieron abandonar lo que parecía que creían y regresaron al Judaísmo. A esto se refiere el texto cuando dice que recayeron. Es en estas condiciones que se vuelve imposible para ellos el ser otra vez renovados para arrepentimiento. Es posible cumplir con todo lo que dicen los versículos 4 y 5 de Hebreos 6 y aún así no ser un verdadero creyente. La salvación no se pierde. Alguien que ha nacido en la familia de Dios no puede jamás dejar de serlo. La vida eterna no fuera eterna si existiera la posibilidad de perderla.

  • ¿Es permitido por la Biblia que las mujeres cristianas se corten el cabello, y usen maquillaje y joyas?

    Gracias por su consulta. Vayamos por partes. Primero lo que tiene que ver con cortarse el cabello por parte de las mujeres cristianas. El pasaje bíblico que normalmente se toma para arribar a la conclusión que la Biblia no permite a una mujer creyente cortarse el cabello, se encuentra en 1 Corintios 11:14-15 donde dice: “La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello’ Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.” Pero antes de arribar a cualquier tipo de conclusiones es necesario examinar bien el contexto en el cual aparecen estos versículos. Un rápido análisis mostrará que estos versículos son parte de un pasaje bíblico mucho más grande que comienza en el capítulo 11 versículo 2 y termina en el versículo 16, el cual tiene que ver con el uso del velo por parte de la mujer creyente, mas no con que si la mujer creyente puede o no cortarse el cabello. Como parte de su argumentación para apoyar que la mujer creyente debe tener señal de autoridad sobre su cabeza cuando ora o profetiza, Pablo usa el argumento de la naturaleza. De forma natural, el cabello del hombre tiene la tendencia a ser corto, mientras el cabello de la mujer tiene la tendencia a ser largo. Sin entrar mucho a detalles esto se debe a la presencia de la hormona testosterona en los hombres que entre otras cosas es responsable por las características masculinas en los hombres, dentro de lo cual está la tendencia a que el cabello no crezca demasiado e inclusive que el cabello se caiga. Pero en cambio, en las mujeres, la presencia de estrógeno favorece el crecimiento del cabello y también la permanencia del cabello. Rara vez se ve a una mujer calva, inclusive en una edad avanzada. Esta realidad natural en el ser humano se refleja, con algunas excepciones por supuesto, en la tendencia innata entre la gente de esperar que el hombre tenga cabello corto mientras que la mujer tenga cabello largo. Para Pablo, esto era una manera de la naturaleza de apoyar su enseñanza de que la mujer debe tener una señal de autoridad sobre su cabeza cuando ora o profetiza. Esto es en esencia el significado de estos textos. No se puede por tanto ser dogmático y afirmar que la mujer creyente que se corta el cabello está en pecado, o que la Biblia condena que una mujer creyente se corte el cabello. El cortarse el cabello por parte de una mujer creyente cae más bien dentro de la libertad que una mujer creyente tiene en Cristo. Si en su conciencia está convencida que no hay nada de malo en cortarse el cabello, no cometerá pecado si se lo corta, pero si en su conciencia está convencida que cortarse el cabello es malo, entonces que no se lo corte, porque si lo hace estará cometiendo pecado. Hacer algo en contra de la voz de la conciencia es pecado. Romanos 14:23 dice: “Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.” En cuanto a la otra parte de su consulta, sobre si la Biblia condena que una mujer creyente use maquillaje o joyas, me gustaría fundamentar mi respuesta sobre lo que dice 1 Timoteo 2:9-10 donde dice: Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad.” El verbo griego que se ha traducido como ataviarse, es “kosmeo” de donde viene nuestra palabra “cosmético” y significa: arreglarse o adornarse. De aquí ya podemos decir que una mujer creyente debe arreglarse o adornarse, y no andar desalineada. El arreglarse o adornarse debe seguir algunos principios claramente establecidos por el apóstol Pablo. La ropa debe ser decorosa. La palabra decorosa es la traducción de una palabra griega, la palabra “kósmios”, que significa, algo ordenado, bien dispuesto, decente, modesto. Una ropa así, dice Pablo, fomenta el pudor. Esto significa que no deja descubiertas partes íntimas del cuerpo o resalta partes íntimas del cuerpo. Una minifalda no cumple con este requisito, tampoco una blusa que tenga un escote que muestre gran parte del busto, o un vestido que tiene un tajo o abertura para mostrar el muslo o la espalda, o cualquier ropa excesivamente ceñida al cuerpo. Las mujeres no entienden, o si entienden lo hacen a propósito, que los hombres nos excitamos sexualmente por lo que vemos. La puerta más amplia para la excitación sexual del hombre son sus ojos. De ahí el éxito de la pornografía atrapando en sus garras a tantos hombres. Es necesario por tanto que las mujeres no se presten para excitar sexualmente a los hombres por medio de su forma indecorosa de vestirse. A esto es a lo que justamente se refiere el apóstol Pablo cuando dice que la mujer debe vestirse con modestia. Luego Pablo pasa a hablar del peinado. Dice que el peinado no debe ser ostentoso. La ostentación se daba cuando se elaboraban complicados peinados adornados con joyas de oro y perlas. Algunas mujeres estaban asistiendo a la iglesia con peinados tan estrafalarios, que el resto de hermanos y hermanas no podían evitar las miradas de asombro. Pablo dice: Esto no debe ser así. Las mujeres creyentes no deben hacerse peinados que distraigan la atención de la congregación. Por regla general, la mujer creyente no debe ni vestirse ni peinarse de una forma que atraiga la atención hacia sí misma. Toda mujer creyente debe hacer cualquier cosa para que la atención de la gente se enfoque exclusivamente en el Señor a quien se adora en los cultos. Por eso es que Pablo termina diciendo que tampoco es aceptable que la mujer se vista con vestidos costosos. ¿Cómo es posible que una hermana en la fe se compre un vestido de 1000 dólares, cuando la iglesia no tiene ni para pagar el consumo de agua o electricidad o teléfono, y cuando cantidad de ministerios cristianos o misioneros cristianos están prácticamente muriéndose de hambre. Esto es lo que está confrontando el apóstol Pablo. Lo correcto sería que la mujer creyente se vista más bien de buenas obras, las cuales podrán pasar desapercibidas por la gente, pero serán muy tomadas en cuenta por el Señor. Esto es lo que corresponde a las mujeres que se precian de ser piadosas. Como podrá notar, amigo oyente, este pasaje bíblico no condena necesariamente que una mujer creyente use maquillaje para lucir atractiva o que use alguna joya de oro o alguna perla, si el Señor le ha bendecido con eso por supuesto. Aunque si vive en algunas ciudades de América Latina, como Quito por ejemplo, debe tener cuidado con usar joyas, porque es probable que ni bien salga de su casa algún delincuente le despoje de ellas. Lo que condena la Biblia es que una mujer vaya a los extremos de vestirse provocativamente o a rodearse de lujos para mostrar a otros cuán afortunada es, o vestirse de tal manera que la gente se fije en ella, por la cantidad de joyas de oro y perlas que lleva encima. Hermana querida, no descuide lucir bien para su esposo, pero más importante que eso es que cultive su carácter y la única manera de cultivar el carácter es poniéndolo lo más cerca del Señor, pasando tiempo con él en oración en el estudio de su palabra.

  • ¿A qué se refiere la Biblia cuando en Hechos 2:38 habla del don del Espíritu Santo?

    ¿Se refiere al bautismo en el Espíritu Santo? ¿Son las lenguas la evidencia de que alguien ha sido bautizado en el Espíritu Santo?

    Para tomar en cuenta el contexto, vamos a dar lectura al pasaje bíblico que se encuentra en Hechos 2:37-41. Dice así: “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” Pedro había predicado un poderoso mensaje centrado en Jesús de Nazaret, mostrando que él es el Mesías o el Cristo, lo cual fue confirmado por medio de su resurrección. La nación de Israel, sin embargo, rechazó a Jesús de Nazaret como su Mesías o Cristo y por eso le entregó para ser crucificado. Pedro dijo a los judíos que le oían: Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Algunos judíos reconocieron su error al apoyar la crucifixión de Jesús y por eso se compungieron de corazón y preguntaron a Pedro y a los otros apóstoles: ¿Qué haremos? Pedro respondió esta pregunta mostrando que era necesario arrepentirse, o cambiar su forma de pensar en cuanto a Jesús de Nazaret, para ya no rechazarle como Mesías, sino reconocer que él es el Mesías o el Cristo. Este cambio de mente acerca de Jesús de Nazaret debía ser manifestado públicamente mediante el bautismo en agua en el nombre de Jesucristo. Los creyentes entonces disfrutarían de dos grandiosos beneficios. Primero, sus pecados serán perdonados, y por tanto serán salvos del castigo que espera al pecador y, segundo, recibirán lo que Pedro llama el don del Espíritu Santo. Sólo a manera de aclaración y para evitar malos entendidos, esta porción bíblica no está enseñando que el bautismo en agua es requisito para la salvación, además de la fe en Cristo. La Biblia es lo suficientemente clara al indicar que la salvación es única y exclusivamente por la fe en la persona y obra de Cristo Jesús. El creyente se bautiza en agua porque ya es salvo, no para ser salvo. No reviste gran problema entender que el perdón de pecados es resultado de recibir por la fe a Cristo como Salvador, pero ¿A qué se refiere Pedro cuando habla del don del Espíritu Santo? Para saberlo es necesario mirar lo que dijo Jesús resucitado a sus discípulos poco antes de ascender a la gloria de su Padre. Hechos 1:4 dice: “Y estando juntos les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.” ¿A qué se refería Jesús cuando habló de la promesa del Padre? Pues se refería a la venida del Espíritu Santo a morar en cada creyente. Lucas 24:49 dice: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.” Esta promesa del Padre se hizo una realidad en los discípulos que estaban en el aposento alto en el día de Pentecostés. A partir de ese momento, los apóstoles y discípulos de Cristo tenían el Espíritu Santo morando en sus vidas, capacitándolos para hacer la obra que Cristo les había encomendado. De esto es lo que hablaba Pedro cuando en su discurso dijo a los judíos: Y recibiréis el don del Espíritu Santo. Don significa un regalo que no se merece. El Espíritu Santo morando en el creyente es un don, o un regalo que el creyente no lo merece. El Espíritu Santo como don, morando en la vida del creyente, no debe ser confundido con el bautismo en el Espíritu Santo. El bautismo en el Espíritu Santo no es una obra del Espíritu Santo, sino una obra de Cristo por medio del Espíritu Santo. El bautizador con el Espíritu Santo es Cristo, no el Espíritu Santo. Mire lo que dice Mateo 3:11 “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.” Esta son palabras de Juan el Bautista. En esencia, lo que está diciendo es que así como él bautizaba en agua, después de él viene uno, quien no es otro sino Cristo, quien bautizará en Espíritu Santo y fuego. Por eso es que decimos que quien bautiza en el Espíritu Santo es el Señor Jesucristo. El resultado de ser bautizado en el Espíritu Santo, es ser introducido en el cuerpo de Cristo que es la iglesia. Esto lo tenemos en 1 Corintios 12:13 donde dice: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” El bautismo en el Espíritu Santo, realizado por Cristo en todo creyente, resulta en que ese creyente es introducido o sumergido en el cuerpo de Cristo que es la iglesia. Además, todo creyente que está en el cuerpo de Cristo que es la iglesia, tiene el Espíritu Santo morando en su vida, por eso el texto dice: Y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. De modo que, el bautismo en el Espíritu Santo es una obra de Cristo en todo creyente, que sucede el instante de la conversión, mediante la cual ese creyente es introducido en el cuerpo de Cristo que es la iglesia. Ahora hablemos un poco sobre las lenguas. Leamos Hechos 2:4 donde dice: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” Cuando en este texto se habla de lenguas, se está refiriendo a idiomas, no a un balbuceo en estado de éxtasis. Los apóstoles y discípulos comenzaron a hablar idiomas que jamás habían aprendido a hablar. Lo interesante es que los idiomas que hablaron los discípulos sin haber aprendido, pudieron ser entendidos perfectamente por varias personas que estaban escuchando. Hechos 2:6-11 dice: “Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues,  les oímos nosotros hablar  cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.” Dios usó esta manifestación sobrenatural de hablar idiomas que los discípulos nunca aprendieron, para anunciar juicio a la nación de Israel que rechazó a Jesús de Nazaret como su Mesías, en cumplimiento de lo que dice en Isaías 28:11 donde leemos: “porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo.” El apóstol Pablo se hace eco de este hecho y hablando del don de lenguas en la iglesia dice lo siguiente en 1 Corintios 14:21-22: “En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aún así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos sino a los creyentes.” Esta manifestación de lenguas tuvo este propósito. De ninguna manera fue la evidencia de que un creyente ha sido bautizado en el Espíritu Santo.

  • ¿Qué opinan acerca de la donación de órganos? ¿Está bien que un creyente done órganos?

    La Biblia, guarda silencio en cuanto a la donación de órganos. Siendo así, el creyente está en total libertad para donar órganos siempre y cuando esto no atente contra la calidad de vida del donante y se lo haga bajo la guía del Espíritu Santo. La Biblia exhorta a los creyentes a hacer el bien a sus semejantes. Gálatas 6:9-10 dice: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” Dentro de esto, también puede enmarcarse la donación de órganos cuando el donante ha fallecido. La Biblia guarda silencio también sobre esto.

  • ¿Habla la Biblia acerca del suicidio? Si es así, ¿qué dice al respecto?

    Comencemos por dar una definición del suicidio. El término suicidio significa el acto o la ocasión de quitarse la vida uno mismo en forma voluntaria e intencional. Es decir que el suicidio es una acción libre y sin coerción que conduce a producir la muerte de uno mismo. En la Biblia aparecen varios casos de personas que se suicidaron. Por ejemplo, está el caso de Sansón. Después que por su pecado Sansón fue entregado en manos de los filisteos, estos le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel. Mientras estaba prisionero, comenzó a crecerle el cabello. En ese mismo tiempo, los filisteos se juntaron para ofrecer sacrificios a su dios pagano Dagón y dijeron: Nuestro dios Dagón entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo. Cuando todos los filisteos estaban ebrios, dijeron: Llamad a Sansón para que nos divierta. Y sacaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de juguete delante de los filisteos y lo pusieron entre las columnas. Entonces Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano: Acércame, y hazme palpar las columnas sobre las que descansaba la casa, para que me apoye sobre ellas. La casa estaba llena de hombres y mujeres, como tres mil en total. Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra, y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa y murieron muchos filisteos, y Sansón entre ellos. También se suicidaron Saúl, Ahitofel, Zimri y Judas Iscariote. Todos los casos de suicidio que se ven en la Biblia, estuvieron rodeados de circunstancias extremadamente difíciles que resultaron de sus propias malas decisiones. Presionados por lo que estaban viviendo decidieron acabar con su vida. Ahora, bien, aunque en la Biblia no aparece un mandato específico en contra del suicidio, sin embargo aparecen principios que repudian el suicidio. Por ejemplo, la Biblia presenta a Dios como la fuente de la vida. Por tanto, es él quien tiene derecho a otorgar vida y quitar la vida. Deuteronomio 32:39 dice: “Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo; yo hago morir, y yo hago vivir; yo hiero y yo sano; y no hay quien pueda librar de mi mano” Dios tiene la prerrogativa de conceder o quitar la vida. El suicidio al menos intenta atentar contra esta prerrogativa de Dios. Dios jamás puede ser burlado por el hombre. No tiene sentido en absoluto pretender privar a Dios de algo que es propio de él. Además la Biblia declara categóricamente que no se debe matar. Éxodo 20:13 dice: “No matarás” Por supuesto que la idea principal de este mandamiento tiene que ver con no atentar contra la vida de otra persona, pero también se puede extender la aplicación en el sentido de no atentar contra la vida de uno mismo. El suicidio es en el fondo un asesinato, sólo que la víctima y el victimario son la misma persona. La Biblia también enseña que los creyentes debemos procurar siempre hacer el bien a los demás. Gálatas 6:9-10 dice: “No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” Sin importar cuánta razón piense tener el que se suicida, siempre causará profundo e inexplicable dolor en sus familiares, sus amigos, sus relacionados. Hacer algo así contradice el principio de procurar hacer el bien a todos. Por razones como las expuestas, el suicidio jamás ha sido apoyado por el cristianismo y tampoco por el judaísmo. Entre el pueblo judío se rechazaba tanto el suicidio que el cuerpo de los suicidas se dejaba expuesto hasta la tarde sin darle sepultura. No se debía hacer ningún lamento o luto y no se permitía que el cadáver del suicida sea sepultado en el cementerio del común de los judíos. En el libro titulado “Problemas Éticos de Actualidad” publicado por la Casa Bautista de Publicaciones, en el capítulo dedicado al tema del suicidio aparecen varias razones para desalentar el suicidio, que me gustaría compartir con Usted. La primera razón es porque ningún método de suicidio está completamente garantizado en cuanto a su efectividad. En caso de no ser efectivo, el sufrimiento y la vergüenza pueden acrecentarse al seguir viviendo con impedimentos físicos que resultan de algún intento fallido. Segunda razón. Si se logra el propósito de suicidarse, se habrá cometido pecado y además, esto servirá de modelo para que otros también lo intenten y tal vez lo logren. Nadie querrá ser responsable de otras muertes, ¿verdad? Tercera razón, cuando ocurre el suicidio, es final e irreversible. La vida es un precio muy alto para pagar por salir de problemas pasajeros. Cuarta razón, es falso el razonamiento que piensa que todo queda solucionado con el suicidio. Hay dolor, pena y agonía que permanecen y que afectan a los seres queridos como resultado del suicidio. Quinta razón, el suicidio es un insulto a Dios a quien automáticamente se le cataloga como incapaz de resolver nuestras aflicciones y problemas. Sexta razón, quien no tiene a Cristo en el corazón tira por la borda la oportunidad de arrepentimiento, haciendo efectiva la perdición eterna por cuando ya no hay más oportunidad para hacer las paces con Dios. Además se priva de la realización de los sueños más queridos y de las posibilidades de experimentar felicidad y bendición para sí mismo y para otros. Hasta aquí la cita de este libro. De modo que, amigo oyente, la Biblia habla del suicidio. Los que se suicidaron fueron personas que cosecharon las consecuencias de sus propias malas decisiones. La Biblia no apoya el suicidio porque pretende arrebatar a Dios de su prerrogativa de otorgar y quitar la vida, además atenta contra el mandamiento de no matar y atenta contra el bienestar de los allegados al suicida. El suicidio no resuelve ningún problema, lo único que hace es complicar mucho más los problemas. Si por acaso, alguno de nuestros oyentes estuviera pensando en el suicidio, por amor de Dios le ruego que recapacite y saque esa idea de su mente. Por favor, hable sobre esto que ha estado pensando con alguno de confianza y especialmente con alguien que conozca a Dios y a su palabra para que le muestre alguna otra opción para la solución de algún problema, aparte del suicidio. Si ha pensado suicidarse, no piense que ese pensamiento desaparecerá de su mente con el tiempo. En lugar de desaparecer se volverá una obsesión. Si no hace algo al respecto, comenzará a ver el suicidio como la solución ideal a su problema. No caiga en este engaño. No olvide que Usted puede confiar en Dios para la solución de sus problemas. Dios es más grande que sus problemas. No ofenda a Dios despreciando su capacidad para arreglar sus problemas. Mire a los problemas como oportunidades para que Dios demuestre su poder sobrenatural para resolverlos. Considere lo que dice Salmo 55:22 donde se lee: “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo.” Ciertamente que el problema que está enfrentando le parece que es más grande de su capacidad de soportar, pero la voluntad de Dios no es que Usted lleve por sí solo ese problema sobre sus espaldas. La voluntad de Dios es que Usted eche ese problema sobre él. Dios es capaz de sobrellevar cualquier problema por más complejo que sea. Dios está dispuesto a sustentar a cualquier persona que se atreva a entregarle sus problemas. Se cumplirá así la promesa de Dios en el sentido que no dejará para siempre caído al justo. Por otro lado, aunque a Usted le parezca que el problema está más allá de sus fuerzas, no es así, porque la palabra de Dios dice que jamás enfrentaremos una prueba más allá de nuestra capacidad de soportarla. 1 Corintios 10:13 dice: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” Confíe en Dios. Ponga su problema en las manos de Dios. Busque la fuerza para soportar su problema en Dios y deseche para siempre la posibilidad de resolver los problemas mediante un suicidio.

  • ¿ Cuándo una persona se aleja de Dios y regresa, puede ser usado para servir?

    Se trata de una persona que desde pequeña fue criada en los caminos del Señor, pero al llegar a la adolescencia se aleja de los caminos del Señor. Sin embargo, siendo ya un joven se arrepiente de su pecado y vuelve a los caminos del Señor. Mi pregunta es: ¿Se le perdonarán los pecados que cometió mientras estaba alejado del Señor? Además ¿Podrá este joven ser utilizado por el Señor en su obra?

    El caso planteado guarda algo de similitud con la parábola del hijo pródigo relatada por el Señor Jesucristo y que aparece en Lucas capítulo 15. Se nos habla de un padre que tenía dos hijos, y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde. El padre entonces le dio lo que le correspondía. Así, el hijo pródigo se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Cuando se le acabó el dinero, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó a faltarle. En estas circunstancias se arrimó a un hombre quien le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. El hijo pródigo deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Pero algún momento volvió en sí y dijo: Cuantos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan y yo aquí me estoy muriendo de hambre. Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo, Hazme como a uno de tus jornaleros. Y pensando en esto se fue a su casa a su padre. Y cuando aún estaba lejos lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó a su cuello y le besó. El hijo entonces comenzó a recitar lo que había preparado para decir a su padre. Sólo alcanzó a decir: Padre he pecado contra el cielo y contra ti y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Hasta aquí llegó en su discurso, porque el padre no le dejó continuar sino que hablando a los criados les dijo:  Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies y traed el becerro gordo y matadlo y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. Lo mismo ha pasado con esa persona que siendo niño recibió a Cristo como Salvador, pero luego se apartó. Ya de joven ha reconocido su pecado, se ha arrepentido y ha vuelto al Señor. El Señor está listo para recibirle con los brazos abiertos. Todo el pecado está perdonado. El hijo pródigo recibió vestido nuevo, zapatos nuevos y una gran fiesta de bienvenida. Había comenzado una nueva vida para el hijo pródigo. Había recibido su segunda oportunidad. De igual manera este creyente que se apartó, pero ha vuelto al Señor. Por tanto, recibirá una segunda oportunidad para agradar al Señor con su vida y ciertamente para servir al Señor en lo que el Señor quiera

  • ¿Es pecado que un creyente vaya a lugares como el cine, salas de pool, y video juegos?

    Cuando se escribió el Nuevo Testamento, no existían algunas actividades que existen hoy en día, como oír la radio, mirar la televisión, leer periódicos o revistas, ir al cine, jugar al fútbol o algunos otros deportes, video juegos, etc., etc., de modo que no se puede encontrar en el Nuevo Testamento, mandatos claros y precisos sobre estas actividades. Lo que tiene el Nuevo Testamento son principios que se aplican a cualquier actividad en general, que realice un creyente, sin importar su naturaleza. Veamos cuáles son estos principios. El punto de partida será lo que el apóstol Pablo dice en 1 Corintios 6:12 donde leemos: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.” Según lo que dice este texto, en las cosas en las cuales la Biblia en general no se ha pronunciado en cuanto a si es bueno o malo, el creyente está en libertad de hacerlas. A esto se refiere el apóstol Pablo cuando dice: Todas las cosas mes son lícitas. Sin embargo, el mismo apóstol Pablo afirma que no todas las cosas convienen. Esto significa que algunas cosas, aún siendo lícitas para el creyente, no son de ayuda. ¿Cómo saber si algo que estoy por hacer, sobre lo cual la Biblia no se ha pronunciado, es o no conveniente? La Biblia nos da los parámetros para dilucidar este asunto. Primero. ¿Es algo que tiende a dominarme? Pablo dice: Todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. Si determinada actividad está amenazando con convertirse en algo sin lo cual no puedo vivir, entonces no debo hacer esa cosa, porque si la hago se convertirá en un cruel amo que me tendrá a su merced en todo momento. Tome por ejemplo el mirar la televisión. No hay nada de malo en mirar la televisión siempre y cuando lo que estamos viendo no atente contra la moral. Pero si el mirar televisión tiende a dominarme al punto que si no miro la televisión, es como si algo importante me faltara, entonces será mejor que evite mirar la televisión, no porque sea algo malo, sino porque no debo permitir que algo me domine. Segundo, ¿Es algo que me edifica? 1 Corintios 10:23 dice: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica” Este texto es muy parecido al que consideramos anteriormente. Como ya se mencionó, todas las cosas que no han sido específicamente condenadas en la Biblia, son lícitas, pero no todas son convenientes. Algo que no hace conveniente a una cosa que me es lícita, es que esa cosa no me edifica. El verbo edificar, significa hacer crecer, hacer madurar. Ciertas actividades pueden ser lícitas a un creyente, pero antes de hacerlas es necesario hacerse la pregunta: ¿En qué me ayudará esta actividad en mi crecimiento espiritual, o en mi progreso hacia la madurez espiritual? Si la respuesta es: En nada, entonces es mejor que no realice esa actividad. Por ejemplo, esto de ir al cine. Puede ser que la película no tenga nada de vocabulario soez, ni violencia, ni escenas sexuales impropias, pero lo que debe decidir el asunto es: ¿En que me edifica ir al cine a mirar esta película? ¿En qué me ayuda a crecer o madurar espiritualmente? Si la respuesta es: En nada, entonces será mejor que no vaya al cine. Tercero. ¿Es algo que hará tropezar a otros? 1 Corintios 10:32 dice: “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios” En cosas que no están legisladas específicamente en la Biblia, existe la posibilidad de que algo que para un creyente es lícito para otro creyente no sea lícito. En situaciones así, el principio que se debe aplicar es no hacer nada que haga tropezar a otro creyente, para quien esa cosa no es lícita. El apóstol Pablo aplica este principio en el asunto de comer o no comer carne sacrificada a los ídolos. 1 Corintios 10:25-32 dice: “De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello que doy gracias? Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios” La regla para todo creyente es no hacer nada que haga tropezar a otra persona. Cuarto, ¿Es algo que lo puedo hacer en el nombre del Señor y puedo agradecer al Señor por ello? Colosenses 3:17 dice: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” Esta es la prueba final. Estoy pensando hacer tal o cual cosa. ¿Puedo sinceramente hacer eso en el nombre del Señor Jesús? Esto significa: Si Jesús estuviera en mi lugar, ¿haría esto que yo estoy pensando hacer? Gran pregunta amable oyente. Si tiene dudas, es mejor no hacer eso que estaba pensando hacer. Además, ¿Sinceramente puedo agradecer al Señor por esto que estoy pensando hacer? Nuevamente, si tiene dudas, es mejor que no lo haga. Estos, son los principios que rigen esas cosas que siendo lícitas para un creyente, sin embargo, puede ser que no sean convenientes. Nosotros no podemos erigirnos en jueces de las cosas que en su libertad pueden hacer o dejar de hacer los creyentes. Usted mismo debe decidir si es bueno o es malo esto de ir al cine, o a salas de pool o video juegos, siguiendo los principios bíblicos que hemos mencionado.

  • ¿Cuál es el verdadero nombre para Dios?

    La consulta tiene que ver con el verdadero nombre para Dios en el Antiguo Testamento. Dice el amigo oyente que algunas versiones de la Biblia dicen que es Jehová, otras Yaveh y en otras Yo Soy. ¿Cuál es el nombre verdadero?

    Dios utiliza varios nombres en el Antiguo Testamento, amable oyente. Todos los nombres de Dios en el Antiguo Testamento, se originan en tres nombres que se los conoce como los nombres primarios de Dios. Estos nombres son: Primero, El, (letras E y L) no el artículo ni el pronombre. El significa fuerte o poderoso. Segundo, Jehová. Este es el nombre más conocido de Dios en el Antiguo Testamento. Significa Yo Soy o Yo Soy el que Soy. Tercero, Señor, que significa el Amo o el Dueño. De estos tres nombres primarios para Dios parten un buen número de nombres compuestos para Dios. Pero su inquietud tiene que ver con el nombre Jehová, adoptando la forma como aparece en la versión Reina Valera. Este nombre tiene sus raíces en el tetragrámaton hebreo YHWH. Un tetragrámaton simplemente significa cuatro letras juntas. Como notará, son cuatro consonantes imposibles de pronunciarse por sí solas. Hace falta algunas vocales para poder pronunciar esta palabra. Es por este motivo que se ha recurrido a un artificio. Al tetragrámaton se le han incorporado las vocales de la palabra hebrea Adonai, que significa Señor, otro nombre para Dios. De aquí nace la palabra Jehová. La pronunciación de esta palabra es algo incierta, y eso explica que en algunas versiones de la Biblia como Reina Valera, aparece como Jehová. En la Biblia de Jerusalén aparece como Yahveh, y en otras versiones de la Biblia aparece como Yahweh. En todo caso, la raíz es el tetragrámaton YHWH. YHWH significa: Yo soy el que soy. Eso lo sabemos por lo que dice Éxodo 3:14 donde leemos lo siguiente: “Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.”