Autor: cris

  • Dios es Dios de muertos o de vivos

    Según Marcos 12:26 Jesús dijo que Dios es Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, pero en el versículo 27 del mismo capítulo Jesús dijo que Dios no es Dios de muertos sino de vivos. ¿Cómo puede ser esto, si Abraham, Isaac y Jacob estaban muertos cuando Jesús pronunció estas palabras?

    Demos lectura al texto que se encuentra en Marcos 12:26-27, pero para incluir el contexto, vamos a leer desde el versículo 24, donde dice: “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos. Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.”

    Estas palabras de Jesús fueron dirigidas a un grupo de saduceos, quienes no creían en la resurrección corporal. Por medio de una historia hipotética inventada por ellos mismos, los saduceos pretendían poner en entredicho a Jesús acerca de la bendita esperanza de la resurrección.

    La respuesta de Jesús comenzó por una reprensión frontal a los saduceos. Les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? De entrada, Jesús está afirmando que los saduceos estaban equivocados en cuanto a rechazar la realidad de la resurrección y esa equivocación partía de su ignorancia de dos cosas importantes: El testimonio del Antiguo Testamento o las Escrituras y el poder absoluto de Dios.

    Luego de la reprensión a los saduceos, Jesús pasó a la ratificación de la doctrina de la resurrección. Lo hizo mediante una reflexión acerca de un hecho que debe haber sido ampliamente conocido por los saduceos, pero que los saduceos no lo comprendieron totalmente. Cuando Dios apareció a Moisés en la zarza en el desierto le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.

    Para cuando Dios pronunció estas palabras, Abraham, Isaac y Jacob, estaban muertos, bueno, muertos desde el punto de vista del hombre, pero desde el punto de vista de Dios era otra cosa. Estos patriarcas estaban vivos, en algún lugar diferente del mundo, pero vivos sin lugar a dudas. Por cuanto, como dijo Jesús, Dios no es Dios de muertos sino Dios de vivos.

    Dando a entender con esto que la muerte de los patriarcas no terminó con la existencia de ellos. Muy bien, si estaban vivos en algún lado diferente del mundo, para Dios no era ningún problema hacer uso de su poder para darles un cuerpo material nuevo el momento que sea pertinente. Esto es en esencia lo que pasa en la resurrección. Cuando una persona muere físicamente, no deja de existir, no se extingue como pensaban los saduceos.

    Sigue viva en una esfera diferente a la material y algún día, recibirá de Dios un cuerpo material nuevo.

    De modo que, Dios no se equivocó cuando dijo que Él es el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, a pesar que desde el punto de vista humano tanto Abraham como Isaac y Jacob habían muerto. Lo que pasa es que desde el punto de vista de Dios, tanto Abraham como Isaac y Jacob estaban vivos, esperando la resurrección. Recuerde que Dios es Dios de vivos mas no Dios de muertos.

  • Existen esta doctrina de los nicolaítas en estos tiempos

    Apocalipsis 2:6 y 15 hablan de la doctrina de los nicolaítas. ¿Existe esta doctrina en estos tiempos? Por favor una explicación.

    Vamos a leer el texto que se encuentra en Apocalipsis 2:6 donde dice: “Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco”

    El contexto de lo que leemos en este versículo tiene que ver con el mensaje de Jesucristo a la iglesia en Efeso.

    Esta era una iglesia con muchas cosas positivas, pero con una cosa negativa, haber dejado su primer amor. Entre las muchas cosas positivas que tenía esta iglesia era el rechazo total a lo que el apóstol Juan ha llamado: Las obras de los nicolaítas.

    Antes de intentar una explicación sobre lo que son las obras de los nicolaítas, es necesario reconocer que era algo que Jesucristo también lo rechazaba. Dice el texto que lo aborrecía. Podemos por tanto decir con total seguridad que era algo negativo para la iglesia, algo contrario a la voluntad de Dios y algo que debía rechazarse con firmeza.

    ¿Pero qué son las obras de los nicolaítas? En honor a la verdad, no se sabe mucho sobre ello porque la Biblia no provee mayor información en cuanto a eso. Yo me limitaré a citar lo que dice sobre esto John MacArthur en su comentario sobre la obra de los nicolaítas. Dice él lo siguiente: Esta herejía era similar a la herejía de Balaam. El nombre Nicolás significa “el que conquista al pueblo”. Ireneo, quien fue uno de los llamados padres de la iglesia, escribió que Nicolás, uno de los diáconos que aparece en Hechos capítulo 6, fue un falso creyente quien posteriormente llegó a ser un apóstata.

    Debido al respeto que se había ganado en el pasado, se infiltró sin problema en muchas iglesias para arrastrarlas en su error. Como Balaam, Nicolás llevó a la iglesia a la inmoralidad y a la maldad. Los nicolaítas, seguidores de Nicolás, se entregaron a la inmoralidad y asolaron a la iglesia con tentaciones sensuales. Clemente de Alejandría dice que los nicolaítas se abandonaron totalmente a los placeres como animales salvajes, llevando una vida de total auto indulgencia. Su enseñanza pervirtió la gracia y transformó la libertad en libertinaje. Hasta aquí la cita de John MacArthur sobre las obras de los nicolaítas.

    Ahora leamos Apocalipsis 2:15 donde dice: “Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco”

    Este texto es parte del mensaje de Jesucristo a la iglesia de Pérgamo. Jesucristo reprendió a esta iglesia por soportar en su seno a algunos que no solo hacían las obras de los nicolaítas sino que la habían transformado en doctrina.

    Note que las obras de los nicolaítas en la iglesia de Efeso es ahora la doctrina de los nicolaítas en la iglesia de Pérgamo. Vemos un progreso en maldad. La doctrina de los nicolaítas tenía que ver con que no hay problema que un creyente ande en inmoralidad, como fornicación, adulterio, homosexualismo, prostitución, robo, mentira, engaño, peleas, etc.

    Los maestros nicolaítas probablemente enseñaban que como ya somos salvos no importa vivir en el pecado, porque ya hemos sido perdonados de todos los pecados. Transformaron la libertad que tenemos en Cristo en licencia para pecar.

    También probablemente enseñaban que no importa si un creyente peca de cualquier manera, porque después puede confesar su pecado y Dios se ha comprometido a perdonar sin problema. Hoy en día existen muchos maestros entre comillas que sin usar el nombre de nicolaítas, enseñan la doctrina de los nicolaítas, cuando son tolerantes con el pecado en ellos mismos o en los demás. Son lobos vestidos de ovejas que desprecian la santidad de Dios e inducen a los demás a una vida licenciosa.

    Todo maestro que no exhorte a los creyentes a vivir en santidad y que él mismo no viva en santidad es muy semejante a los maestros nicolaítas de antaño.

  • Los niños e el cielo seguirán niños, o crecerán hasta la madurez

    ¿Cuál será el estado de los niños en el cielo? ¿Seguirán siendo niños, o crecerán hasta la madurez?

    Bueno, la Biblia no nos da información precisa acerca de este asunto. Así que debemos hacer un pequeño razonamiento para esbozar una respuesta. La Biblia dice que en el cielo moran personas que han muerto y han resucitado. Estas personas poseen cuerpos glorificados. En 1 Corintios 15:35, Pablo hace una pregunta interesante. Dice así: “Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?”

    Lo que resta del pasaje bíblico es la respuesta a esta pregunta. Note lo que dice una parte de la respuesta. 1 Corintios 15:42-44 “Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.”

    Los cuerpos resucitados serán incorruptibles, gloriosos, poderosos y espirituales. Todo esto nos hace pensar en plenitud absoluta. Si alguien murió siendo viejo y estando gravemente enfermo, quizá con su cuerpo deforme por la enfermedad, una vez que resucite tendrá un cuerpo en plenitud. Libre de vejez, libre de enfermedad. Un cuerpo vigoroso, poderoso y espiritual. Es como haber regresado en el tiempo.

    Si esto es posible ¿Por qué no va a ser posible que alguien que muere siendo niño, cuando resucite sea avanzado en el tiempo hasta tener un cuerpo en absoluta plenitud? Yo sé que no se puede ser dogmático en esto, pero hasta donde yo puedo entender, en el cielo no habrá niños ni viejos, sino solo personas en su máxima plenitud por la eternidad.

  • A donde van los niños que no han crecido espiritualmente

    ¿Se consideran inocentes, espiritualmente hablando, los niños que mueren antes de haber alcanzado un estado de conciencia de su situación espiritual? Si es así, ¿van al cielo cuando mueren?

    Antes de nada, permítame señalar que ningún ser humano en el mundo, sin importar su edad, es inocente. La palabra de Dios es clara cuando muestra que todos somos pecadores, condenados por Dios. Efesios 2:3 dice: “entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”

    Allí lo tiene, todos éramos por naturaleza, ponga atención en esto, por naturaleza hijos de ira. Esta es la naturaleza pecaminosa de todo ser humano. Más todavía, la Biblia da clara evidencia en el sentido que antes de nacer ya éramos pecadores. Observe lo que dice Salmo 51:5 “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.”

    Según este testimonio, el ser humano es pecador desde el mismo instante que es concebido, aún antes de nacer en este mundo. Salmo 58:3 lo confirma cuando dice: “Se apartaron los impíos desde la matriz; se descarriaron hablando mentira desde que nacieron.”

    Estas son pruebas suficientes para saber que no existe ser humano, independientemente de su edad que pueda ser considerado inocente delante de Dios.

    Las únicas personas que disfrutaron de breves momentos de inocencia delante de Dios fueron Adán y Eva, desde que fueron creados por Dios hasta el momento que cayeron en el pecado. De allí en adelante, todos sus descendientes están contaminados con el pecado desde el mismo momento que son concebidos. Romanos 5:12 dice: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”

    La presencia de la muerte en el ser humano, lo cual puede acontecer inclusive a un embrión en la matriz de su madre o a un niño recién nacido o a un adolescente o a un joven o a un adulto o a un viejo, es la prueba de que todo ser humano es pecador delante de Dios.

    Por tanto nadie es inocente a los ojos de Dios. También, me gustaría hacer notar algo que seguramente es demasiado obvio para muchos. Me refiero al hecho que el ser humano necesita algo de madurez para reconocer que es un pecador y como tal está separado de Dios. El ser humano es pecador por naturaleza, pero no toma conciencia de ello sino hasta que pasan algunos años después de haber nacido. No se sabe exactamente cuantos años. Eso depende de la madurez de cada persona en particular.

    Conozco personas que tomaron conciencia de este hecho a edades tan cortas como cuatro o cinco años, y otros, un tanto mayores, entre siete u ocho años.

    La gran pregunta es: ¿Qué pasa con un niño que muere antes de tomar conciencia de que es pecador? ¿Qué pasa con un niño que nace muerto?¿Qué pasa con un embrión que muere en el vientre de su madre, ya sea por un aborto natural o provocado? Sabemos que nadie es inocente. Sabemos que todos son pecadores por naturaleza. Sabemos que todos son culpables. ¿Será que estas personas van a condenación eterna? Antes de arribar a una conclusión, debemos considerar que Dios además de santo, es justo.

    Génesis 18:25 dice: “El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?”

    Sería injusto que un ser humano sea condenado por la eternidad, sin haber tenido conciencia de que estaba en peligro de ello. Dios no actúa de esta manera, porque Dios es justo. Siendo así, en el Nuevo Testamento se observa algo muy interesante. Hablando a Zaqueo, un hombre adulto, ponga atención a lo que le dijo Jesús, según Lucas 19:9-10 “Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

    Ahora, Jesús dijo algo muy parecido, no acerca de un adulto sino acerca de unos niños, probablemente antes de que llegaran a esa edad de tomar conciencia de su naturaleza pecaminosa.

    Lo que Jesús dijo se encuentra en Mateo 18:10-11 donde leemos: “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.”

    Al hablar de un adulto, Jesús dijo que el Hijo del Hombre había venido a buscar y a salvar lo que se había perdido. En cambio al hablar de un niño, Jesús dijo que el Hijo del hombre había venido, no a buscar y a salvar lo que se había perdido, sino solo a salvar lo que se había perdido.

    ¿Por que se ha omitido esto de buscar, en el contexto de los niños? ¿No será porque los niños que mueren antes de llegar a tomar conciencia de que son pecadores, son salvos por la sangre derramada de Cristo en la cruz? Bien podría ser. Esto se confirmaría por lo que dice 1 Juan 2:2 donde dice: “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”

    La obra perfecta de Cristo en la cruz, en la cual derramó su sangre, hizo propiciación por los pecados del mundo, o dicho en otras palabras, el sacrificio de Cristo en la cruz, donde él derramó su sangre, satisfizo las demandas de la santidad de Dios castigando el pecado.

    Esto abrió la puerta para que el hombre pueda ser perdonado de su pecado y consecuentemente pueda ser salvo. Cuando el ser humano es adulto, debe recibir por la fe a la persona de Cristo como su Salvador para ser salvo. De otra manera no hay salvación sino condenación, pero cuando el ser humano es niño, antes de tomar conciencia de su pecado, la obra de propiciación de Cristo es automáticamente puesta sobre este niño cuando muere.

    Por este motivo ese niño es salvo. Esto parece confirmarse en el incidente del Antiguo Testamento cuando murió el hijo recién nacido de David con Betsabé. Una vez que éste murió, David dijo lo siguiente según 2 Samuel 12:23 “Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí”

    La frase: Yo voy a él, puede ser interpretada tanto en el sentido que David también moriría algún momento en el futuro, como en el sentido que David sabía que su tierno hijo era salvo y tenía la esperanza de volver a verlo en la eternidad.

    Por estas consideraciones, la conclusión es que los niños que mueren en la matriz de su madre o al nacer o antes de tener edad para tomar conciencia de su naturaleza pecaminosa, están con Dios en el cielo. No porque sean inocentes, sino por el sacrificio que Cristo hizo en la cruz por el pecado del mundo.

  • Debo obligar a mi hijo(a) a que me acompañe al culto

    Tengo un hijo de 18 años quien no es creyente. Hasta hace poco me acompañaba a los cultos de la iglesia, pero últimamente ya no quiere venir conmigo a los cultos de la iglesia. ¿Debo obligarle a que me acompañe?

    El mandato a congregarse es para los creyentes, no para los incrédulos. Es bueno que los incrédulos asistan a los cultos de la iglesia, porque así podrán escuchar las buenas nuevas de salvación en Cristo, pero nadie debería obligarlos a hacerlo.

    Recuerde que en las cosas espirituales nada se debe hacer por obligación sino por voluntad propia. Así como a Usted jamás se le ocurriría obligar a su hijo a que reciba a Cristo como Salvador, tampoco debería obligarle a asistir a las reuniones de la iglesia. Si llega a hacerlo, es posible que su hijo vaya a los cultos de la iglesia, pero de mala gana. Estará sentado allí, pero su mente estará quien sabe dónde y peor todavía, es posible que dentro de él se esté formando una raíz de amargura en contra suya.

    Yo entiendo muy bien que Usted como madre querrá no solo ver a su hijo en las reuniones de la iglesia, sino verlo salvo, pero Usted no puede obligarle a eso. Recuerde que la salvación es un asunto privado entre Dios y su hijo. Usted podrá enseñar a su hijo el camino a la salvación, Usted podrá orar a Dios para que su hijo encuentre la salvación, pero solo hasta allí puede llegar. Usted no puede tomar decisión por su hijo y tampoco puede obligar a que su hijo reciba a Cristo como Salvador.

    Yo le recomiendo que invite a su hijo a las reuniones de la iglesia y si él de buena gana acepta la invitación, en buena hora, caso contrario, no lo obligue. Dígale que Usted va a estar orando para que el Señor le cambie el corazón, y hágalo. Ore. Clame a Dios en oración por la salvación de su hijo. Tenga paciencia. No se desespere. No se desanime. No piense que ya no hay esperanza para su hijo. Recuerde que mientras haya vida, está vigente la oferta de salvación para el incrédulo.

    Me gustaría también sugerirle que Usted tenga un buen testimonio delante de su hijo. De nada serviría que Usted viva como incrédula entre semana y el domingo a la mañana se ponga el vestido de creyente para ir a la iglesia y encima de eso obligando a su hijo a que le acompañe. Quiera Dios que algo así no esté pasando. Usted debe ser una mujer de Dios. Invierta tiempo en la palabra de Dios, ore con frecuencia, varias veces al día y ponga en práctica lo que sabe de la Biblia.

    Su hijo estará muy pendiente de su manera de vivir y si esa manera de vivir es buena, es muy probable que su hijo reciba a Cristo como Salvador y con gusto, por voluntad propia desee asistir a los cultos de la iglesia.

  • Puede un pastor que ha cometido adulterio volver a ejercer el pastorado

    ¿Puede un pastor que ha cometido adulterio y se ha alejado de los caminos del Señor por un buen tiempo, volver a ejercer el pastorado una vez que se ha arrepentido y ha pedido perdón por su pecado? En el caso de una respuesta negativa, ¿Habría alguna consecuencia si lo hace?

    Respetando posturas y prácticas que sobre este asunto de seguro existen en las iglesias, yo me limitaré a compartir con Usted lo que es mi convicción personal acerca del tema y lo que practicamos en la iglesia donde yo soy uno de los ancianos o pastores.

    El hecho es que el oficio de anciano, pastor u obispo, todos términos sinónimos, es un oficio que reviste mucha honra. Siendo así, la Biblia presenta los requisitos de carácter que deben cumplir los que anhelan llegar a ocupar este oficio.

    Ponga mucha atención a estos requisitos de carácter. Se encuentran en dos pasajes bíblicos. En 1 Timoteo 3:1-7 y en Tito 1:6-9.

    Permítame leer el primero de estos pasajes bíblicos. Dice así: “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.”

    Allí lo tiene. Estos son los requisitos de carácter de un pastor, obispo o anciano. Como Usted podrá notar, estos requisitos de carácter no tienen nada que ver con la capacidad económica del candidato, ni con su apariencia física, ni con su elocuencia, ni siquiera con su preparación académica, aunque es deseable que los pastores estén muy bien capacitados para servir al Señor.

    Pero Usted y yo conocemos personas que intelectualmente saben mucho de la Biblia pero su estilo de vida deja mucho que desear. Lo que Dios busca para pastores, obispos o ancianos, es hombres de carácter.

    De entre los requisitos, me gustaría que enfoquemos nuestra atención sobre dos que revisten extrema importancia para el asunto que estamos tratando. El uno es aquel que dice que los pastores deben ser maridos de una sola mujer. Esto no significa que un pastor debe necesariamente ser casado para ejercer el pastorado. A decir verdad, este requisito no tiene nada que ver con el estado civil de un pastor. La frase que se ha traducido como “marido de una sola mujer” es una frase que literalmente significa: varón de una mujer.

    El énfasis no está en el estado civil del que anhela pastorado sino en la pureza sexual de él que anhela el pastorado. El pastor casado no puede jamás mezclarse ni sentimentalmente peor físicamente con otra mujer que no sea su esposa. Esto significa que cuando un pastor ha cometido adulterio, ha dejado automáticamente de cumplir con este requisito y por tanto está descalificado para seguir ejerciendo el pastorado. Usted quizá me dirá: Pero tal o cual pastor que cayó en adulterio ha reconocido su pecado, lo ha confesado, se ha quebrantado, se ha apartado del pecado, ha sido perdonado y todo lo demás.

    Pues eso es bueno porque aquel pastor habrá restaurado su comunión con Dios. Dios le habrá perdonado y le habrá limpiado de toda maldad como dice en su palabra. Pero nadie puede librar a este pastor de las consecuencias de su pecado de adulterio. Una de las muchas consecuencias es que ese pastor ha dejado de ser varón de una mujer y por tanto ha quedado descalificado para ejercer el pastorado. Una vez que ha confesado el pecado y ha sido restaurado, el pastor que cayó en adulterio, podrá tener algún tipo de ministerio en la iglesia, pero jamás como pastor, obispo o anciano.

    Todo esto lo digo con temor y temblor porque yo también soy humano sujeto a todo tipo de tentaciones en todos los órdenes de la vida. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” dice la palabra de Dios en 1 Corintios 10:12.

    Los ancianos o pastores tenemos una sola bala en el revólver. El momento que la disparamos, se acabó todo, nos quedamos sin municiones.

    El otro requisito para ser pastor, obispo o anciano, que me gustaría tomar en cuenta es aquel que dice que es necesario que los pastores tengan buen testimonio de los de afuera. La noticia que un pastor ha caído en adulterio se esparce a los cuatro vientos. Eso es inevitable. Lo sabrán todos en la iglesia. Lo sabrán muchos que no son de la iglesia. El testimonio de aquel pastor quedará en los suelos. Pero si más tarde ese pastor que cayó en adulterio, lo cual fue evidente para propios y extraños, sigue pastoreando en la iglesia. ¿Qué va a pensar la gente de afuera? La gente de afuera no sabe que ese pastor ha confesado, ha derramado lágrimas, se ha restaurado y ha sido perdonado.

    Por tanto, lo que dirán es: Miren a los evangelistas, para ellos no ha habido problema con que un pastor cometa adulterio, porque sigue siendo pastor.

    Esto acarreará terrible problema a la iglesia. Un pastor debe tener buen testimonio tanto dentro de la iglesia como fuera de la iglesia. Por estas consideraciones, es mi convicción personal y así es como lo entendemos en la iglesia donde sirvo, que si un anciano o pastor comete adulterio está descalificado para seguir manteniendo ese oficio, no importa si se ha arrepentido y ha sido perdonado.

    ¿Qué consecuencias habrá cuando un pastor que cometió adulterio sigue siendo pastor una vez que se ha arrepentido y apartado del pecado? Bueno, yo no sé. Dios lo sabe, y el se encargará de eso. Lo que sí sé es que Dios es celoso de la santidad en la iglesia.

  • Como murió Judas Iscariote

    Mateo 27:5 dice que Judas Iscariote murió ahorcado, pero Hechos 1:18 dice que Judas Iscariote murió al caerse de cabeza y reventarse por la mitad. ¿Cómo mismo murió?

    Para responder esta consulta es necesario reconocer que varios eventos se relatan más de una vez en la Biblia y cada relato contribuye con detalles para tener un cuadro completo de lo que sucedió. Esto acontece justamente con la manera como murió Judas Iscariote.

    Veamos qué es lo que tenemos en el relato de Mateo. Leo Mateo 27:5 donde dice: “Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó”

    Según este relato, Judas Iscariote murió ahorcado. Pero ahora leamos el mismo evento relatado en Hechos 1:18 donde dice: “Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron”

    Según este relato, Judas Iscariote murió al caerse de cabeza y reventarse por la mitad al punto que todas sus entrañas se derramaron. Aquí tenemos los dos relatos de un mismo evento.

    ¿Son contradictorios? De ninguna manera. Lejos de ser contradictorios son complementarios. Uno de los relatos provee de ciertos detalles y el otro los completa. Nuestra función como intérpretes de la Biblia es integrar estos dos relatos.

    En este caso perfectamente podemos decir que Judas Iscariote decidió suicidarse colgándose de algún lado. De dónde exactamente queda para su imaginación. Quizá fue la rama de un árbol o de alguna viga. En todo caso, algo debió haber pasado mientras estaba colgado. A lo mejor se rompió la rama si se colgó de un árbol o tal vez se rompió la cuerda, y como resultado se cayó de cabeza contra el suelo y se partió por la mitad y se le salieron las entrañas. ¿Estaba ya muerto cuando se dio contra el suelo? O se murió del golpe.

    Podría ser lo uno o lo otro, o ambos. En todo caso, murió ahorcado y reventado. Vistas así las cosas no existe contradicción alguna.

  • Tengo mucho dolor a causa de una mala decisión que tomé

    Soy creyente y estoy atravesando por una situación de mucho dolor a causa de una mala decisión que tomé hace poco.

    Mi corazón se ha hecho pedazos. Estoy tan lastimada emocionalmente y espiritualmente que me parece que esas heridas nunca van a sanar. ¿Puede ayudarme de alguna manera?

    La ayuda que vamos a proponer parte de los principios que se hallan en las Sagradas Escrituras.

    Usted dice en su carta que ha tomado una mala decisión en el pasado. Seguramente cometió algún pecado, a pesar que sabía que no lo debía hacer. Recuerde lo que dice Proverbios 28:13 “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia.”

    No tiene sentido esconder los pecados cometidos, . El que encubre sus pecados no prosperará dice el texto. Después de cometer pecado con Betsabé, David encubrió su pecado por varios meses, quizá inclusive años. En estas condiciones, su vida fue un desastre total. Ponga atención a lo que estaba pasando con David mientras tenía pecado oculto en su vida. Salmo 32:3-4 dice: “Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano”

    Mientras David guardó su pecado, estaba padeciendo físicamente, emocionalmente y espiritualmente. Su cuerpo se iba consumiendo.

    Su alma no pensaba en otra cosa sino en derramar lágrimas todo el día. Su espíritu estaba en mortal angustia. Era como si la mano de Dios le estuviera aplastando. Lo que antes de caer en el pecado era un verde y fértil campo se había convertido en un árido desierto en pleno verano. Así es como se sentía David.

    Pero llegó un momento cuando David fue confrontado con su pecado y se vio obligado a confesarlo. Esto trajo el alivio que tanto necesitaba. Salmo 32:5 dice: “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado.”

    Ahora David sabía que el dolor en su cuerpo, la angustia en su alma y la desolación de su espíritu era la forma de Dios para conducirle al punto de reconocer su pecado, confesarlo y apartarse del mismo. Cuando confesó su pecado David fue perdonado por la misericordia de Dios y esto trajo alivio a su cuerpo, a su alma y a su espíritu. ¿No será que Dios está haciendo lo mismo con Usted? ¿No será que el dolor, la angustia y la soledad que Usted está experimentando es la mano de Dios sobre su vida para llevarle al punto de confesión de su pecado? Si todavía no lo ha hecho, yo le invito a que lo haga este mismo instante. No espere más. Se está haciendo tremendo daño a Usted misma al encubrir su pecado. No se justifique de ninguna manera. Simplemente hable con Dios y dígale con sus propios labios lo que hizo mal. Como consecuencia Dios le perdonará como lo hizo con David. Usted entonces habrá hallado misericordia según lo que leímos en Proverbios 28:13. La etapa de disciplina de Dios al pecador es realmente dolorosa, pero tiene un buen final. Tiene un buen propósito.

    Quisiera que ponga atención a lo que dice Hebreos 12:11 donde dice: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”

    La disciplina tiene un presente que está caracterizado por la tristeza, no por el gozo. Pero la disciplina tiene también un futuro. El futuro de la disciplina está caracterizado por fruto apacible de justicia. Esto es lo que persigue la disciplina de Dios.

    Pero es posible que Usted ya haya confesado su pecado y aún así se siente terriblemente mal. Si ese es el caso, su problema puede estar asociado con un sentimiento de culpa por el pecado que cometió. La manera de salir de este abismo de culpabilidad es por medio de la fe. Fe en lo que dice la palabra de Dios. Note lo que dice 1 Juan 1:9 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”

    Si Usted, ya ha confesado a Dios su pecado con absoluta sinceridad y transparencia, entonces, como resultado, Dios ha perdonado ya su pecado.

    Pero no solamente eso. El texto leído dice además que Dios le ha limpiado de toda maldad. Usted ha sido lavada de cualquier cosa que haya hecho. Esa es la promesa de la palabra de Dios. Qué grandioso es lo que dice Isaías 1:18: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”

    Esta es la palabra de Dios para los que por medio de la confesión de pecado se han puesto a cuentas con Dios.

    Así que, asumiendo que Usted se ha puesto a cuentas con Dios en cuanto al pecado que cometió, entonces su maldad, siendo como la grana, como la nieve ya ha sido emblanquecida. Siendo roja como el carmesí, ha llegado a ser como blanca lana. Usted tiene que aceptar esta palabra por fe mi amiga. Cada vez que en su vida surjan esos pensamientos de sentirse sucia por lo que hizo, o de sentirse culpable por lo que hizo, o de sentirse como con una herida abierta por lo que hizo, Usted tiene que reconocer que eso que está sintiendo no viene de Dios, porque Dios ya ha dicho que Usted ha sido lavada de su pecado. Si esto no viene de Dios entonces debe venir de Usted mismo o del enemigo de nuestras almas. Confronte estos malos pensamientos con la palabra de Dios.

    Observe lo que dice Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”

    Cuando esté tentada a lamerse las heridas causadas por lo que hizo, no ceda a esa tentación. Piense más bien en lo que es verdadero, en algo que es honesto, en algo justo, en lo puro, en lo amable, en lo que es de buen nombre, en lo que tiene virtud, en lo que es digno de alabanza.

    Quizá Usted podría orar, o podría cantar, o podría leer la palabra de Dios o un buen libro. Ocupe la mente en cosas así. Le garantizo que poco a poco irá dejando atrás esos sentimientos tan terribles de culpabilidad. Le recomiendo también que procure rodearse de personas que necesiten de Usted, como una manera de ocupar su mente en ayudar a esas personas.

    Mientras menos piense en Usted misma y más piense en los demás, más pronto superará esa crisis de sentirse culpable. No olvide que Dios está en Usted, con Usted y por Usted. Que la gracia de Dios le ayude a superar su situación.

  • Es correcto que los creyentes vistan de luto cuando muere otro creyente

    La muerte de un creyente difiere de la muerte de un incrédulo en el sentido que el creyente pasa a disfrutar de sus bienes venideros mientras que el incrédulo pasa a recibir su eterna condenación.

    Así que, aunque la muerte de un creyente es motivo de profundo dolor para sus allegados, sin embargo, ese dolor se mitiga por la esperanza que tenemos de volver a ver, algún día, al creyente que ha partido a la eternidad. 1 Tesalonicenses 4:13 dice: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza”

    Cuando muere un ser querido siendo creyente, estará presente la tristeza por la separación temporal, pero esa tristeza no debe ser de tal magnitud como si se hubiera muerto algún incrédulo, porque los creyentes tenemos esperanza de resurrección y de un encuentro glorioso con el creyente que ha muerto.

    Este hecho debe evidenciarse de alguna manera en los creyentes que quedan vivos. Por eso es que muchos creyentes rehúsan vestir duelo.

    Otros visten duelo pero por un tiempo relativamente corto. La Biblia no es dogmática en este asunto y por tanto el creyente está en libertad de adoptar su propia postura sobre este asunto.

  • Según Isaías 65 la gente que vivía en esos nuevos cielos y nueva tierra tendrán descendientes

    En Isaías capítulo 65 se habla de nuevos cielos y nueva tierra. La gente construirá sus casas y habitará en ellas. Dice también que la gente tendrá descendientes. Pero según Mateo 22:30 Jesús dijo que los que resuciten de los muertos no se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. ¿Por qué entonces en Isaías dice que la gente que viva en esos nuevos cielos y nueva tierra tendrán descendientes?

    Vamos a dar lectura al pasaje bíblico al cual Usted hace referencia en el libro de Isaías. Se encuentra en el capítulo 65 versículos 17 a 25 donde dice: “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito. Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos. Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído. El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.”

    En este pasaje bíblico cargado de significado, encontramos fusionados dos reinos que Dios ha prometido a su pueblo escogido Israel.

    El primero que es mencionado se refiere a un reino eterno en los nuevos cielos y la nueva tierra que Dios va a crear. Sobre este reino tratan pasajes como Isaías 61:6 donde dice: “Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá”

    Esto se refiere al reino de Israel en los nuevos cielos y en la nueva tierra. Será un reino para siempre, eterno. No se dan muchos detalles sobre este reino en el libro de Isaías.

    Es necesaria la profecía del Nuevo Testamento para saber como será este reino. Aparece en Apocalipsis 21:1-8 donde dice: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

    Este es el estado eterno, prometido a Israel y ciertamente también a todos los que hemos confiado en Cristo como Salvador. Los súbditos de este reino serán los ángeles de Dios y todos los salvos resucitados, y por tanto, con cuerpos glorificados.

    En este reino los súbditos no tendrán descendientes, según lo que enseña la palabra de Dios en Mateo 22:30 donde dice: “Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo.”

    Esto es lo que podemos decir acerca del aspecto eterno del reino que Dios ha prometido a Israel.

    Pero en segundo lugar, en el pasaje de Isaías 65, existe también un aspecto temporal del reino que Dios ha prometido a Israel. Este reino es conocido como el reino milenial. Dura mil años y tendrá lugar en la tierra actual, no en los cielos nuevos y la tierra nueva, los cuales serán creados por Dios.

    Es a este aspecto temporal del reino, al cual se refiere Isaías, a partir del versículo 18 del capítulo 65, hasta el final del libro. Pasaje que ya fue leído al iniciar la respuesta de esta consulta.

    Varias cosas dignas de mencionar aparecen en este pasaje.

    Será un reino caracterizado por el gozo y la alegría. Nunca más se oirá en el reino voz de lloro, ni voz de clamor.

    Será un reino donde habrá longevidad. Esto significa que las enfermedades serán cosa del pasado. No habrá allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla.

    Será un reino donde la muerte estará reservada como medida de disciplina para el pecador. El pecador de cien años será maldito dice el texto.

    Será un reino donde habrá absoluta prosperidad. La gente edificará sus casas y morará en ellas sin temor de cualquier desgracia. La gente plantará sus viñas y habrá fruto abundante. La gente disfrutará de todo lo que haga con sus manos. Nadie trabajará en vano.

    Será un reino donde no habrá guerra ni violencia ni corrupción, ni injusticia. Dice el pasaje leído que no edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma.

    Será un reino de gente bendecida. Dice el texto que nadie dará a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos.

    En esto Usted notará que en este reino, el reino milenial, la gente se casará y tendrá sus hijos. Esto no es de sorprender porque los que entren al reino milenial serán seres humanos de carne y hueso. Estos seres humanos serán creyentes. Serán los creyentes, tanto de Israel como gentiles, que quedaron vivos hasta el final de la tribulación y presenciaron la segunda venida de Cristo. Estos creyentes tendrán la naturaleza pecaminosa como todo creyente en este mundo, por tanto sus hijos vendrán al mundo separados de Dios, así como vinimos todos al mundo, y si quieren ser salvos tendrán que recibir a Cristo como Salvador. La tierra comenzará a repoblarse porque durante la tribulación morirán miles de millones de personas.

    Será también un reino donde habrá total comunión con Dios. Dice el texto leído que Dios responderá a los suyos antes que oren y mientras estén orando ya recibirán respuesta a sus oraciones.

    Será un reino en el cual la naturaleza será transformada. No habrá hostilidad del reino animal en ningún sentido. El lobo y el cordero serán apacentados juntos y el león comerá paja como buey, y el polvo será alimento de la serpiente. En ese reino no habrá depredadores. Los animales que hoy son carnívoros se transformarán en herbívoros. No afligirán, ni harán mal en toda la creación de Dios.

    Así que. En el reino eterno no habrá nadie casándose ni dándose en casamiento. Pero en el reino temporal, el reino milenial, habrá seres humanos casándose y dándose en casamiento y por tanto habrá descendientes.