I. Introducción. Saludos y bienvenida. Estudio del libro de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada mediante el Espíritu Santo. Estamos estudiando el segundo viaje misionero de Pablo. En nuestro último estudio bíblico vimos a Pablo predicando un poderoso mensaje evangelístico en el Areópago de Atenas. Algunos se burlaron de Pablo, otros le dijeron: Ya te oiremos acerca de esto otra vez, pero hubo unos cuantos, tal vez no muchos quienes creyeron el mensaje, recibieron al Señor Jesucristo como Salvador, y se juntaron a Pablo, entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y otros con ellos. En el estudio bíblico de hoy vamos a ver a dónde se dirigió Pablo desde Atenas. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos 18 a partir del primer versículo.
II. Lo primero que vamos a notar es el lugar al cual llegó Pablo una vez que salió de Atenas. Hechos 18:1 dice: Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto.
Pablo estuvo solo en Atenas y libró una tenaz batalla espiritual y emocional. Cuando llegó el momento de partir, lo hizo con la sensación del deber cumplido. Lucas dice que se dirigió a Corinto. Allí le esperaba un gran desafío. Corinto era el centro de mayor importancia política y comercial de Grecia. Estaba localizada en un punto estratégico en el istmo de Corinto, el cual conectaba la península Peloponesa con el resto de Grecia. Virtualmente todo el tráfico entre el norte de Grecia y el sur de Grecia tenía que pasar por esta ciudad. Debido a que Corinto era un centro comercial y albergue temporal de todo tipo de viajeros, tenía una reputación nada digna que digamos. En Corinto estaba el famoso templo de Afrodita, la diosa del amor. No menos de un millar de sacerdotisas, quienes ejercían la prostitución como forma de adorar a la diosa Afrodita, venían a la ciudad cada noche para hacer su oficio. Corinto con sus 200.000 habitantes, no era la ciudad más indicada para plantar una iglesia, pero allá llamó Dios a Pablo para hacer su obra. Pablo tomó el reto y se fue solo. A pesar de las dificultades, Pablo no se rindió jamás. En segundo lugar, tenemos el encuentro de Pablo con una pareja que colaboró mucho con él. Hechos 18:2-3 dice: Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas.
¿Ha estado alguna vez en una ciudad enorme, sin conocer a nadie? ¿Verdad que uno se siente abrumado? Algo parecido debe haber sentido Pablo al llegar a la enorme ciudad de Corinto. En 1 Corintios 2:3 Pablo dijo que estuvo con debilidad, y mucho temor y temblor. Pablo era muy humano, como Usted y como yo. Pero qué bueno que es nuestro buen Dios. Siempre hace algo para ayudarnos a salir adelante. En el caso de Pablo fue el providencial encuentro con un judío llamado Aquila, quien era natural del Ponto, la provincia romana al sur del mar Negro. Aquila no tenía mucho tiempo en Corinto, pues había llegado de Italia hace no mucho tiempo atrás con Priscila su mujer. Aquila y Priscila no salieron de Italia por su propia voluntad, sino porque fueron expulsados por Claudio, el emperador romano. Qué interesante, lo que para Aquila y Priscila debe haber sido muy doloroso e incomprensible, Dios está por transformarlo en algo glorioso cuando Aquila y Priscila se asociaron con Pablo. Muchas veces Dios permite cosas dolorosas e incomprensibles en nuestra vida, pero no es por hacernos daño, sino porque simplemente Dios está colocando las piezas en su lugar para que se cumpla su voluntad. Aquila y Priscila tenían como profesión la fabricación de tiendas y ¡qué coincidencia! Aunque para Dios no hay coincidencias, Pablo también tenía la misma profesión. Dios arregló las cosas maravillosamente. Fíjese lo grandioso que fue Dios con Pablo. Le puso en su camino a una pareja de judíos que tenían el mismo oficio que él. Era natural por tanto que Pablo una sus fuerzas con Aquila y Priscila para trabajar juntos haciendo tiendas. Pero no se confunda amigo oyente. No es que Pablo está abandonando su misión de evangelizar. El hacer tiendas con Aquila y Priscila era simplemente la forma de traer pan a la mesa para poder vivir. A esas alturas de la historia todavía no había iglesia en Corinto como para que puedan sustentar a Pablo y por eso Pablo no quería ser una carga para Aquila y Priscila y se ganó el derecho a comer por medio de su trabajo honesto y legítimo de hacer tiendas. Quizá en Corinto existía, más que en otra parte, el peligro de que se le considerase como jefe de una nueva religión dispuesto a enriquecerse a costa de sus seguidores, riesgo que Pablo no quería correr y por eso se negó a recibir ayuda económica de la iglesia que como fruto de su trabajo se estableció más tarde allí. Antes de ir a nuestro siguiente punto, es bueno señalar, que Aquila y Priscila ya eran creyentes antes de encontrarse con Pablo en Corinto. En tercer lugar tenemos el estilo de ministerio de Pablo en Corinto. Hechos 18:4-5 dice: Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos. Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo.
Tan pronto llegó a Corinto, aún antes de encontrarse con Aquila y Priscila, Pablo iba a la sinagoga todos los días de reposo y allí discutía con los que estaban presentes, tanto judíos, como griegos o gentiles temerosos de Dios. Inclusive, es posible que Pablo hubiera conocido a Aquila y Priscila en la sinagoga alguno de esos días de reposo. Cuando Lucas dice que Pablo discutía en la sinagoga, no significa que Pablo peleaba con los que estaban en la sinagoga. Lo que significa es que Pablo dialogaba, o razonaba con ellos, mostrando que Jesús es el Cristo, quien murió y resucitó y hoy está a la diestra del Padre ofreciendo salvación a todo pecador. Jamás debemos pelear cuando estamos compartiendo el evangelio con una persona incrédula. Lo único que engendran las contiendas es más contiendas. El diálogo razonado de Pablo dio buen resultado, al punto que persuadía a judíos y a griegos o a gentiles que eran temerosos de Dios. Para cuando llegaron Silas y Timoteo desde Macedonia, Pablo estaba con las manos llenas, dedicado totalmente a la predicación de la palabra en la sinagoga. Pablo se veía a sí mismo como testigo veraz de que Jesús era el Cristo, o el Mesías de Israel. En cuarto lugar, encontramos lo que siempre ha ocurrido en las otras ciudades visitadas por Pablo, me refiero a la oposición de los judíos. Hechos 18:6 dice: Pero oponiéndose y blasfemando éstos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles.
Los judíos incrédulos tenían un grueso vendaje cubriendo sus ojos espirituales y por eso no podían de ninguna manera ver la luz en el mensaje de Pablo. Lucas registra que se oponían a lo que Pablo predicaba. Cuando ya no podían rebatir más los contundentes razonamientos de Pablo que demostraban fuera de toda duda que Jesús, el judío de Nazaret era el Mesías, el Cristo, los judíos incrédulos optaron por blasfemar contra el Señor Jesucristo. Pablo podía soportar cualquier cosa contra él, pero cuando había blasfemia contra el Señor Jesucristo, Pablo reaccionaba con justificada indignación. Esto justamente es lo que lo vemos haciendo en la sinagoga de Corinto. Sacudiéndose los vestidos, en señal de que los judíos incrédulos habían tenido su oportunidad y la habían perdido, Pablo les dijo: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles. Aunque Pablo nunca cesó de testificar a los judíos, su llamado más importante fue evangelizar a los gentiles. Tener la sangre sobre la cabeza de uno significa que uno se atiene a las consecuencias de la decisión que está tomando. Los judíos incrédulos estaban ateniéndose a las consecuencias de haber rechazado la salvación que Dios ofrece en Cristo. Pablo había hecho todo lo que tenía que hacer para advertir a los judíos incrédulos acerca de las funestas consecuencias de rechazar la oferta de salvación que Dios ofrece en Cristo, y por tanto sus manos estaban limpias de sangre. Esto significa que él no es culpable del terrible juicio que espera a los judíos incrédulos cuando salgan de este mundo sin haber sido perdonados por Dios de sus pecados. Los judíos incrédulos en Corinto habían rechazado el mensaje del evangelio, pero esto no impedía que Pablo anuncie el evangelio a los gentiles. Usted también amable oyente, ha oído muchas veces con claridad las buenas nuevas de salvación en Cristo. ¿Cuál es su decisión? Quiera Dios que no sea como la de los judíos incrédulos sobre quienes Pablo dijo: Vuestra sangre sea sobre vuestra cabeza. Que por la gracia de Dios, Usted reciba a Cristo como Salvador, y de esa manera obtenga perdón de pecado y en consecuencia vida eterna.
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