Reciban cordiales saludos hermanos y amigos. La Biblia Dice… se complace en invitarles a su estudio bíblico del día de hoy. A partir de la fecha y por algunos días, vamos a estar hablando de un tema muy importante. Hoy en día vivimos en un mundo que se jacta tanto de la libertad que va acercándose peligrosamente al libertinaje. Se habla con razón que vivimos una crisis de obediencia. Nadie obedece a nadie. Los hijos se revelan a sus padres. Los ciudadanos se revelan a las autoridades civiles. Los empleados se revelan a sus patronos, etc. Para muchos, la palabra obediencia ha sido sacada de su diario lenguaje. Piensan que obediencia es un concepto anticuado, que estuvo bien para el oscurantismo medieval, pero que ha perdido totalmente su vigencia en la actualidad. ¿Por qué será que la gente se ofende cuando le hablan de obediencia? Pues porque la obediencia no es parte de su naturaleza, en realidad, lo opuesto es lo correcto, es decir que la desobediencia es parte de su naturaleza. Por dos ocasiones, el apóstol Pablo llamó a los incrédulos hijos de desobediencia. La desobediencia es entonces parte de la naturaleza caída de cada ser humano que habita o ha habitado en este mundo. Ud. y yo no necesitamos de muchas pruebas para confirmar esta verdad. Solo basta con mirar a los bebés, ni bien nacen y ya muestran indicios de su desobediencia. Ninguno de los que somos padres, tuvimos que enseñar a desobedecer a nuestros hijos, era algo natural en ellos. Pero cuanto trabajo nos toma enseñarles a obedecer. Si Ud. es padre o madre, estará plenamente de acuerdo conmigo. Por esto es que mucha gente se ofende cuando le hablan de obediencia, porque se está tocando algo que incomoda a nuestra naturaleza pecaminosa. Quizá algunos estarán pensando que para los creyentes nos es fácil obedecer. No necesariamente, porque nosotros también llevamos a cuestas la misma naturaleza caída que el incrédulo, pero con una diferencia. La diferencia es que nosotros los creyentes además de nuestra naturaleza caída poseemos una nueva naturaleza que tiene el poder de dominar a la naturaleza caída. Cada vez que cedemos el control de nuestras vidas a esa nueva naturaleza logramos obedecer, pero cuando voluntariamente cedemos el control de nuestras vidas a nuestra naturaleza caída, lo más probable es que desobedezcamos. Es clave por tanto que los creyentes entendamos algunos elementos que están involucrados en la obediencia para así motivarnos a obedecer. Les invitamos por tanto a seguir con nosotros a lo largo de esta serie sobre la obediencia.
Obediencia en su más sencillo significado es cumplir con la voluntad de quien manda. Esta definición tiene varios elementos que con la ayuda de Dios queremos analizarlos. Alguien podría cumplir parcialmente con la voluntad de quien manda. ¿Será esto obediencia? Una vez un hombre pidió a su hijo que comprara un par de cordones negros. El hijo retornó y trajo un par ele cordones blancos. El padre reclamó a su hijo por esto. El hijo se defendió diciendo que pensaba que el color no era importante y ante la falta de cordones negros en el almacén, compró blancos. ¿Es obediencia el no cumplir exactamente con lo que se manda? O es desobediencia. Alguien también podría hacer la voluntad de quien le manda, pero más tarde de lo que se esperaba. ¿Es esto obediencia? Se dice que en esto los latinoamericanos somos expertos. Se nos acusa de haber invertido el popular dicho de nunca dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Según nuestros detractores, para nosotros esto significa nunca hagas hoy lo que puedes dejar para mañana. Parece que todo lo dejamos para mañana. Se nos pide hacer algo hoy, pero muy dentro de nosotros está esa voz que nos arrulla al oído diciendo: Déjalo para mañana, total no pasará nada si lo haces mañana. Hoy descansa, haz cualquier otra cosa, mañana será ideal para lo que tienes que hacer hoy. Llegará el día de mañana y se volverá a repetir el ciclo, con el resultado de que irá pasando más y más el tiempo. Cuando ya no podemos soportar la presión, lo hacemos y pensamos que hemos obedecido. Me pregunto yo y le pregunto a Ud. ¿Será esto obediencia? Algún otro podría obedecer pero con enojo en su corazón. A veces vemos esto en nuestros hijos. Se les pide hacer algo e inmediatamente vienen una multitud de reclamos. Por qué a mí. Por qué solo yo. Mira a mi hermana, ella no hace nada en casa, por qué me pides siempre a mí. Probablemente en este punto vendrá la amenaza de castigo, lo cual hará que obedezcan con amargura en el corazón por supuesto. ¿Será esto obediencia? Para precisar un poco más el concepto de obediencia, me gusta mucho el significado que da el Dr. Woodrow Kroll. El dice: Obediencia es hacer lo que se te pide hacer, en el momento que se te pide hacer y con una actitud correcta en el corazón. Es decir hermanos y amigos. Obediencia es hacer exactamente lo que se nos pide hacer, sin variación, sin demora y sin reclamos. Por eso, para nosotros existen tres elementos importantes en la obediencia. Primero una acción acertada. Segundo: Una agilidad apropiada y Tercero: Una actitud adecuada. Por hoy solamente trataremos el primer elemento. Una acción acertada. Cuando recibimos una orden, tenemos solamente dos alternativas. Actuar conforme a lo que se nos pide o actuar de una manera distinta a la que se nos pide. No importa cuán distinta sea, siempre será desobediencia. En la Palabra de Dios encontramos ambos casos. Tenemos el caso extraordinario de Abraham, cuando Dios le pidió sacrificar a su hijo Isaac. Génesis 22:1-2 dice: «Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré» Dios no pudo ser más claro en cuanto a lo que quería. El asunto era si Abraham iba a obedecer o no. Abraham obedeció, sin preguntas, sin reservas, no lo comprendió, pero obedeció al pie de la letra lo que Dios pidió. Por otro lado tenemos a Jonás, un profeta de Dios. Al igual que Abraham, Dios se le manifestó y le dio un mandato claro y preciso. ¿Qué hizo Jonás? Veamos lo que dice la Biblia en Jonás 1:1-3: «Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis, y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová» El contraste no necesita de mayor explicación. Dios se manifestó a los dos, a Abraham y Jonás. Ambos actuaron. Pero uno manifestó una acción acertada, hizo exactamente lo que Dios pidió, esto es obediencia. En cambio, el otro, no manifestó una acción acertada. Actuó sí, pero no conforme a lo que Dios .pidió. Esto es desobediencia. ¿Pero por qué algunos obedecen y otros desobedecen? Existen varias razones para obedecer. Primero porque confiamos en aquel que demanda obediencia. Si es Dios quien nos pide hacer algo, al obedecer estamos confiando en él. Segundo, porque creemos que los resultados de obedecer van a ser buenos. Si es Dios quien nos pide hacer algo, jamás será para que aquello vaya en contra nuestra. Tercero, porque respetamos la autoridad del que nos pide hacer algo. Desobedecer a Dios es desconocer su autoridad, es despreciar su soberanía. Ay de nosotros si pisoteamos su autoridad suprema. Cuarto, porque si desobedecemos tenemos que atenernos a las consecuencias de ello. Pero mientras más apreciamos el amor y la gracia de Dios, más obedeceremos porque confiamos en él, porque creemos que los resultados van a ser buenos y porque respetamos la autoridad de Dios. Sí, vivimos en un mundo donde parece que se honra la desobediencia. Pero nosotros que somos hijos de Dios debemos obedecer a Dios, porque confiamos en él, porque estamos seguros que van a haber buenos resultados por obedecer, porque respetamos la autoridad de Dios y porque tememos las consecuencias de desobedecer. Que Dios nos motive a obedecer siempre.
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