Introducción. Saludos y bienvenida. Estudio de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico, dejamos al tribunal romano presidido por el gobernador Porcio Festo, listo y dispuesto para escuchar a Pablo, quien tenía que hacer una nueva defensa de las graves acusaciones que contra él habían planteado los judíos incrédulos de Jerusalén. Esta era una ocasión especial por cuanto entre el tribunal romano estaba el rey Agripa y su hermana de sangre y a la vez compañera sentimental, Berenice. En el estudio bíblico de hoy analizaremos la defensa de Pablo ante Agripa y Berenice. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos capítulo 26 a partir del primer versículo. Lo primero que vamos a notar es el diálogo de introducción a la defensa de Pablo. Hechos 26:1-3 dice: Entonces Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti mismo. Pablo entonces, extendiendo la mano, comenzó así su defensa: Me tengo por dichoso, oh rey Agripa, de que haya de defenderme hoy delante de ti de todas las cosas de que soy acusado por los judíos. Mayormente porque tú conoces todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia.
Esta es la quinta de las seis defensas que hizo Pablo. Parece que había un ambiente tranquilo, por cuanto no se trataba de un juicio con la presencia de los acusadores sino más bien una oportunidad para que Pablo exponga la razón para estar preso. Por eso, Agripa invitó a Pablo a hablar por sí mismo. Pablo vio en esta invitación, una excelente oportunidad para testificar del Señor Jesucristo a la flor y nata de la sociedad de su tiempo, desde el rey hasta los soldados, pasando por el gobernador Porcio Festo. No sé si alguna vez Pablo pensó estar predicando a tan selecta audiencia. Conforme a la costumbre de la época al iniciar un discurso, Pablo extendió su mano y comenzó a hablar. Lo primero fue una introducción a su defensa. Pablo comparte su sentir en cuanto a todo lo que estaba pasando. Se siente dichoso por defenderse de las acusaciones de los judíos incrédulos ante una persona tan importante como Agripa, quien, al contrario de Festo, conoce las costumbres y asuntos propios del judaísmo. Pablo preparaba una extensa exposición y por eso apela a la paciencia de Agripa. En segundo lugar tenemos a Pablo mirando a su vida antes de conocer a Cristo. Hechos 26:4-11 dice: Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio pasé en mi nación, en Jerusalén, la conocen todos los judíos; los cuales también saben que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo. Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio; promesa cuyo cumplimiento esperan que han de alcanzar nuestras doce tribus, sirviendo constantemente a Dios de día y de noche. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos. ¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos? Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras.
Pablo nació en Tarso, en la provincia romana de Cilicia, pero siendo niño, o tal vez joven, se trasladó a Jerusalén donde fue instruido a los pies de famosos fariseos como Gamaliel. Esto fue notorio a todos los principales sacerdotes y los ancianos de Israel. Todos sabían y podían testificar que Pablo vivió fariseo, esto significa conforme a la más rigurosa secta dentro del judaísmo. Si estaba preso, no era por haber cometido algún crimen o alguna infracción, sino por aferrarse a la esperanza de la promesa que hizo Dios a los antepasados de Israel. Esto se refiere a la venida del Mesías y al establecimiento de un reino Mesiánico en la tierra. Aunque no tengan conciencia plena, todo Israel, los descendientes de las doce tribus, dondequiera que estén, tiene también esa esperanza, y la prueba de eso es que de día y de noche sirven constantemente a Dios. Esta esperanza implica la resurrección de los muertos. Es por esta esperanza que Pablo estaba siendo acusado por los judíos incrédulos. En este punto de su defensa, parece que Pablo mira fijamente a los allí presentes, y lleno de un santo denuedo, como que increpa a sus oyentes diciendo ¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos? La respuesta es un rotundo: No. Para demostrar esta ineludible verdad, Pablo dirige la atención de sus oyentes, al caso específico del Señor Jesús, quien habiendo muerto sin embargo resucitó de entre los muertos. No olvidemos que tanto Agripa como los principales sacerdotes y los ancianos sabían perfectamente que el Señor Jesús murió crucificado aunque habían aceptado el rumor que sus discípulos habían hecho desaparecer su cuerpo de la tumba. Pablo fue en un tiempo uno de los que pensaban así. De ninguna manera podía aceptar que el Señor Jesucristo había resucitado. Tanto es así que creyó que era su deber como celoso fariseo, hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret. Dentro de esto, estaba la persecución contra los discípulos de Jesús en Jerusalén. Fue Pablo quien encerró en cárceles a muchos de los santos o creyentes en Cristo, lo cual fue hecho con la autorización de los principales sacerdotes. Cuando fue del caso, Pablo contribuyó con su voto, para que algunos de los creyentes sean martirizados. Este hecho lleva a pensar que como fariseo, Pablo fue miembro del Concilio judío o Sanedrín. Ciego de celos e ira en su incredulidad, Pablo castigó muchas veces a los creyentes en todas las sinagogas, y de esta manera les forzó a blasfemar, es decir a renunciar su fe en el Señor Jesucristo. Enfurecido como una bestia salvaje, Pablo persiguió a los creyentes inclusive en las ciudades extranjeras. Varias cosas para comentar. Por un lado el peligro de estar sinceramente equivocado. Pablo pensaba que estaba en lo correcto al perseguir a los creyentes, pero en realidad estaba haciendo totalmente lo contrario a lo que Dios quería. Por otro lado, la misericordia de Dios. A pesar de todo lo que hizo Pablo, de todas maneras, Dios tuvo misericordia de él y lo salvó. Una vez que Pablo comunicó como fue su vida antes de conocer a Cristo, Pablo comparte como conoció a Cristo. Hechos 26:12-18 dice: Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión de los principales sacerdotes, cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.
En cumplimiento de su comisión de acabar con los creyentes, quienes afirmaban que Jesús de Nazaret estaba vivo, Pablo se dirigió a Damasco, no sin antes asegurarse de tener las debidas autorizaciones de los principales sacerdotes. Estando en eso, a pleno medio día, cuando la intensidad de la luz solar estaba en su punto máximo, de repente, Pablo y sus compañeros fueron rodeados por una luz sobrenatural, Pablo la describe como una luz del cielo. Esta luz era tan brillante que sobrepasaba el resplandor del sol. Se trataba de la luz admirable de gloria que emana de la persona de Dios, la famosa shekina. El resplandor de la luz dejó ciego a Pablo por tres días. La experiencia fue tan sublime que todos cayeron a tierra. En esas condiciones, sólo Pablo oyó una voz en idioma Hebreo que decía: Saulo, Saulo ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Saulo era el nombre original de Pablo. Pablo debe haber estado muy confundido. Sabía que eso venía de Dios el Señor, pero ¿Qué significado tenía? Por eso preguntó: ¿Quién eres Señor? La misma voz respondió: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pablo acaba de conocer dos cosas. Primero que Jesús era Dios y estaba vivo como decían sus discípulos y segundo, que había una unidad tal entre él y sus discípulos que al perseguir a sus discípulos, estaba persiguiendo a él a su propio Mesías. Al perseguir a los discípulos de Jesús, Pablo se estaba haciendo daño a sí mismo. A esto se refiere la frase: Dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El Señor Jesucristo entonces comisionó a Pablo cuando le dijo: Levántate, y ponte sobre tus pies. Luego el Señor le comunica el propósito para haberse aparecido a él de esa manera tan maravillosa. Para ponerlo por ministro y testigo de las cosas que ha visto, y de aquellas en que más tarde se aparecerá a él. La palabra ministro significa un esclavo que rema en el nivel más bajo de una embarcación de la antigüedad. Pablo se creía mucho, pero ahora va a estar en lo más bajo, pero si es el Señor quien se lo pide, no hay problema. El Señor se iba a ocupar de librar a Pablo de los ataques de los judíos incrédulos y también de los gentiles. Pablo fue así enviado a ministrar entre los gentiles. Pablo tenía que proclamar la verdad de un Jesús resucitado y vivo que está ofreciendo salvación de pecado a todos los que en él creen. Es en este sentido que Pablo tenía que abrir los ojos de los gentiles para que se conviertan de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios, recibiendo por la fe el perdón de pecados y herencia entre los santificados. En nuestro próximo estudio bíblico seguiremos estudiando la defensa de Pablo ante Agripa y Berenice. Espero su compañía.
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