Reciba cordiales saludos amiga, amigo oyente. Sea Ud. bienvenida, bienvenido a un nuevo estudio bíblico en el libro de Hageo. Según un dicho popular, errar en cierto asunto es de humanos, pero volver a errar en el mismo asunto es de tontos. La sabiduría popular casi siempre encierra grandes verdades, porque ciertamente el sabio es aquel que aprende de sus propios errores para no volver a cometerlos. Lo interesante es que la misma idea se comunica en la fuente de la sabiduría que es la Palabra de Dios. Y de eso justamente trata el estudio bíblico de hoy. Aprendamos de nuestros propios errores. En instantes más estará junto a nosotros David Logacho para hablarnos sobre esto.
Le invito a abrir su Biblia en el libro de Hageo, capítulo 2 versículo 15 a 19.
Haciendo un ligero repaso, recuerde que estamos dentro de un mensaje de Jehová al pueblo de Israel por medio del profeta Hageo, el mensaje fue dado a los 24 días del noveno mes, en el segundo año de Darío. Para este tiempo, el pueblo juntamente con sus líderes habían reiniciado ya la reconstrucción del templo de Jerusalén, obra que estuvo paralizada por alrededor de unos 16 años.
Fue es estas circunstancias cuando Jehová por medio de Hageo comunicó al pueblo que era necesario arreglar sus problemas de pecado para que lo que estaban haciendo no quede contaminando con pecado y sea rechazado por Dios.
Manos manchadas de pecado hacen inmundo todo lo que tocan. No es posible que Dios acepte algo que proviene de alguien que guarda o esconde pecado en su corazón. Ahora bien. El arreglar el problema de pecado no solo sirve para que Dios reciba con agrado lo que hacemos para él.
El arreglar el problema de pecado sirve también para que podamos recibir bendiciones de Dios. Este es un principio que funciona a todo nivel. A escala nacional, la falta de bendiciones de parte de Dios tiene mucho que ver con la impiedad de sus líderes y sus ciudadanos. Grandes imperios del pasado, dejaron de existir justamente porque se corrompieron moralmente al punto que Dios dijo: Basta. En el ámbito familiar, la falta de bendiciones de Dios tiene mucho que ver con la impiedad de los miembros de la familia. Mire Ud. el caso de Elí, el sumo sacerdote de Israel. Sus hijos eran en extremo malvados, el padre con sonrisa en los labios, sabiendo lo mal que andaban sus hijos les arengaba: Hijos míos, no sean tan malos. Pero no hacía nada para corregirlos. Como consecuencia Dios visitó con desastre a toda esta familia. En el ámbito de iglesia local, la falta de bendiciones de parte de Dios tiene mucho que ver con el pecado de sus miembros. Cuando se tolera el pecado en los miembros de una congregación se cortan las bendiciones de Dios. Arreglar el problema del pecado es clave para recibir las bendiciones de Dios, mayormente Espirituales pero también materiales.
Esta es la gran lección que tenemos en este pasaje del libro de Hageo. Lo primero que notamos es la condición desastrosa del desobediente. Hageo 2:15-17 dice: “Ahora, pues, meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová. Antes que sucediesen estas cosas, venían al montón de veinte efas, y había diez; venían al lagar para sacar cincuenta cántaros, y había veinte. Os herí con viento solano, con tizoncillo y con granizo en toda obra de vuestras manos; mas no os convertisteis a mí, dice Jehová“
El ahora, con el cuál comienza el versículo 15, hace a todo el pasaje, desde el versículo 15 hasta el versículo 19 la aplicación práctica del mensaje de Dios por medio de Hageo. Dios había dicho: Miren, sus vidas de pecado están haciendo inmundo lo que Uds. están edificando, yo no lo puedo recibir.
¿Que hacemos? Sería una pregunta del pueblo. La respuesta es arrepiéntanse y conviértanse a mí. Esto es para su propio bien, porque miren que es lo que estaba pasando antes que reiniciaran la reconstrucción del templo. Mediten en su corazón, aprendan de sus errores. ¿Que es lo que estaba pasando?
Uds. venían al montón de cereales que normalmente rendirían 20 efas, el efa es una medida de granos, pero ¿qué es lo que encontraban? 10 efas en lugar de 20. Venían al lagar donde se extraía el jugo de las uvas y normalmente esperaban tener 50 cántaros de jugo, pero ¿qué es lo que encontraban?, 20 cántaros en lugar de los 50
¿Saben por qué? Porque yo les estaba castigando. Fui yo quien trajo el viento solano, o el viento del oriente que pasaba por el desierto y era ardiente, sofocante, perjudicial para las plantas porque quema y secas sus hojas. Fui yo quien trajo sobre sus sembríos el tizoncillo, ese honguillo parásito que ataca las cañas, hojas y espigas de los cereales formando globulillos a manera de postillas de color oscuro, que luego se hacen negras sin dar mal olor. Fui yo quien les trajo granizo sobre todo lo que sembraron y destruyó sus cosechas.
Todo esto lo causé yo como castigo por el pecado, por su abandono de mi obra, la reconstrucción del templo. Pero Uds. no entendieron mi mensaje, por 15 años les hable con el lenguaje de la calamidad económica, pero Ud. no se convirtieron a mí.
Que triste, pero así es Dios. La desobediencia a Dios trae aparejado el castigo de Dios.
Habiendo analizado la condición desastrosa del desobediente, prosigamos la condición dichosa del obediente. Hageo 2:18-19 dice: “Meditad pues en vuestro corazón, desde este día en adelante, desde el 24 del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová; meditad, pues, en vuestro corazón. ¿No está aun la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía, mas desde este día os bendeciré”
Dios por medio de Hageo, ahora pide que quiten su mirada de lo que fue el pasado pesaroso cuando la desobediencia estaba en su apogeo y la pongan en el futuro, a partir de cuando se reinició la reconstrucción del templo y el pueblo se arrepintió de su pecado.
¿Qué sucederá a partir de ese tiempo? Mediten en su corazón dice Jehová porque lo que van a ver es que aunque la semilla todavía no se ha sembrado, ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido sin embargo, Uds. van a ver la diferencia. Ya no será como antes, ahora, desde este día yo os bendeciré.
Sin lugar a duda que existe una intima relación entre obediencia a Dios y bendiciones de Dios. Note lo que dice Malaquías 3:7-10: “Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijiste: ¿en qué hemos de volvernos? ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa, y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”
La desobediencia a Dios en este caso fue el asunto fue el asunto de los diezmos y ofrendas. Dios les dijo: Malditos sois con maldición. Pero si el pueblo obedecía, Dios les dijo que iba abrir las ventanas de los cielos y que iba a derramar bendición sobre ellos hasta que sobreabunde.
Esta es la condición dichosa del obediente. El principio es universal. Desobediencia a Dios, acarrea desastres, obediencia a Dios acarrea dicha. ¿Cómo está su vida?. ¿Está obedeciendo a Dios? Quiera Dios que sí. Si esta desobedeciendo, no dude que la mano de bendición de Dios se acortara para Ud. Si todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, Ud. ni siquiera a empezado a obedecer a Dios. Si este es su caso hoy mismo empiece a obedecer a Dios por medio de creer o confiar en Cristo como su único y suficiente salvador.
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