Cordiales saludos amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Continuamos con el estudio del libro de Daniel. Estamos todavía en la parte histórica del libro. En nuestro último estudio bíblico terminamos con el capítulo 3. En este capítulo vimos como el rey Nabucodonosor fue testigo del asombroso poder de Jehová el Dios de Israel, cuando protegió del fuego a tres varones judíos que fueron arrojados vivos a un horno de fuego ardiendo por haberse rehusado a adorar una estatua de oro que Nabucodonosor había hecho edificar. Fue tal la proeza que hizo Jehová que los varones judíos salieron caminando del horno de fuego ardiendo y ni siquiera sus cabellos se quemaron. Inclusive, los vestidos de los varones judíos no tenían olor a fuego. Así de poderoso es Dios amable oyente. Nabucodonosor reconoció que Jehová es tan poderoso que no hay dios que pueda librar como él. Pero llegó solamente hasta allí. Le faltó el paso importante de desechar todos sus dioses falsos y quedarse sólo con Jehová. Pues justamente esto es lo que sucedió en la historia relatada en el capítulo 4, lo cual vamos a comenzar a estudiar el día de hoy.
Los milagros por sí solos no tienen el poder de acercar a una persona a Dios. Nabucodonosor fue un caso típico. Nabucodonosor fue testigo de un milagro sin igual realizado por Dios, pero no se acercó a Dios, sino que seguía confiando en sus dioses paganos. Para que una persona se acerque a Dios, hace falta que Dios haga una obra de regeneración, un cambio interior, en esa persona y eso suele suceder a raíz de alguna crisis. Pues sucede que el rey Nabucodonosor tuvo que pasar por una dolorosa crisis antes de acercarse a Dios. Con esto en mente, abra su Biblia en Daniel capítulo 4. Lo primero que notaremos es la introducción al testimonio del rey. Daniel 4:1-3 dice: Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada.
Dan 4:2 Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo.
Dan 4:3 ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación.
Todo el capítulo 4 de Daniel es el testimonio personal del rey Nabucodonosor. Se trata de un documento formal en el cual el rey deja para la posteridad un recuento fiel y detallado de su experiencia personal con Dios. Los lectores de este documento real son todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra. En esas alturas de su reinado, Nabucodonosor era el amo y señor del imperio más grande y poderoso del mundo. En esto tenemos una primera evidencia del cambio en Nabucodonosor. Observe como quiere dar a conocer a todo mundo la experiencia que ha tenido con Dios. Si Usted es verdaderamente del Señor, tendrá un deseo natural de compartir su fe con los que todavía no tienen esa fe. Nabucodonosor saluda a sus lectores diciendo: Paz o sea multiplicada. Nabucodonosor había hallado la paz que solamente Dios puede dar a los que tienen comunión con él y quería que todos los demás también tengan esa paz. Inmediatamente después, Nabucodonosor se refiere a lo apropiado o conveniente que es que todo el mundo sepa de las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho con él. Si Dios ha hecho algo especial en su vida, amable oyente, Usted no puede callarse. Tiene que compartirlo con otros. Note el uso del nombre Dios Altísimo para referirse a Jehová. Nabucodonosor está reconociendo que Jehová es el único Soberano sobre toda nación y sobre todo ser humano. Siendo así, no es de sorprenderse que Nabucodonosor diga: ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Nabucodonosor también reconoce que el reino de Jehová es sempiterno, esto es que no tiene fin, eterno. El dominio o señorío de Jehová es de generación en generación. Un incrédulo no puede dar un testimonio tan poderoso sobre Jehová. Solamente alguien que ha sido regenerado por Jehová puede hacerlo. Pero ¿Qué es lo que provocó este notable cambio en Nabucodonosor? Pues Nabucodonosor nos muestra que todo comenzó con un sueño que tuvo. Daniel 4:4-5 dice: Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio.
Dan 4:5 Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron.
Habiendo conquistado todo lo que podía conquistar, Nabucodonosor se sentía orgulloso de sus logros. Era tiempo para recrearse en el pensamiento de que había llegado a lo más alto. Era el hombre más grande y poderoso del mundo. El rey pensaba que ni siquiera Dios estaba a su nivel. Estaba tranquilo en su casa y floreciente en su palacio. Pero al retirarse a dormir, le vino un sueño que le hizo espantar. Se despertó y no le quedaba ánimo ni para salir de la cama. Lo que pasa es que las imaginaciones y las visiones de su cabeza le estaban turbando. Cuando nuestra confianza no está puesta en Dios, nos sentimos muy bien cuando las cosas salen como pensamos, pero tan pronto sucede algo que no esperamos, nos asustamos, y como Nabucodonosor nos turbamos. Veamos lo que hizo Nabucodonosor cuando recuperó el aliento. Daniel 4: 6-7 dice: Por esto mandé que vinieran delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me mostrasen la interpretación del sueño.
Dan 4:7 Y vinieron magos, astrólogos, caldeos y adivinos, y les dije el sueño, pero no me pudieron mostrar su interpretación,
Fiel a sus costumbres paganas, Nabucodonosor hizo llamar a todos los sabios de Babilonia para que interpreten su sueño. Así que inmediatamente se pusieron a sus órdenes magos, astrólogos, caldeos y adivinos. El rey entonces les dijo lo que había soñado y esperó la interpretación. En los rostros de cada uno de sus sabios se dibujó un gran signo de interrogación porque ninguno pudo mostrar la interpretación. Parece que el rey había olvidado que en el pasado le sucedió algo igual. Por alguna razón, Daniel, a pesar de ser el jefe de todos los sabios de Babilonia, no estuvo presente en el grupo de sabios que trató de interpretar el sueño del rey. Tal vez fue algo provocado por él mismo, para hacer ver al rey, que solamente Jehová tenía poder para dar la interpretación del sueño. En tercer lugar tenemos al rey contando el sueño a Daniel. Daniel 4:8-18 dice: hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el espíritu de los dioses santos. Conté delante de él el sueño, diciendo:
Dan 4:9 Beltsasar, jefe de los magos, ya que he entendido que hay en ti espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se te esconde, declárame las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación.
Dan 4:10 Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande.
Dan 4:11 Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra.
Dan 4:12 Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne.
Dan 4:13 Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo.
Dan 4:14 Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas.
Dan 4:15 Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra.
Dan 4:16 Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos.
Dan 4:17 La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres.
Dan 4:18 Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos.
Al introducir el relato de su sueño, se nota que el rey es una persona diferente. Inclusive reconoce que a quien él llamaba Beltsasar, era en realidad Daniel, el judío cautivo en Babilonia. En términos generales, el sueño describe un gran árbol, el cual a pesar de estar en su apogeo fue cortado en forma sobrenatural, por órdenes de alguien a quien el rey llamó vigilante y santo. La orden también contemplaba dejar la cepa de sus raíces en la tierra, pero con atadura de hierro y de bronce. En este punto el rey como que intuye una interpretación al reconocer que el gran árbol debe simbolizar a un hombre, porque dice que el corazón de hombre le fue cambiado y se dio un corazón de bestia, por un determinado tiempo, más precisamente, lo que el rey llamó siete tiempos. El rey también mencionó que el sueño tiene que ver con reconocer que el Dios Altísimo gobierna el reino de los hombres. Los sabios de Babilonia no habían podido interpretar el sueño, por lo cual sería Daniel quien lo haga. En nuestro próximo estudio bíblico veremos cuál es la interpretación de este intrigante sueño. Espero su compañía.
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