Qué gozo es saber que usted está junto a nosotros amable oyente. Soy David Araya, su anfitrión, dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es el Evangelio según Mateo. Esta serie de estudios bíblicos lleva por título: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. En esta oportunidad, David Logacho nos guiará en el estudio de lo que el Señor Jesús enseñó acerca del ayuno y de la riqueza.
Gracias David, y gracias a usted amable oyente por su compañía. En nuestro estudio del Evangelio según Mateo, llegamos al famoso discurso de Jesús, conocido como el Sermón del Monte. En ese mensaje, Jesús corrige la doctrina y práctica de los escribas y fariseos de su tiempo y manifiesta lo que debe ser el carácter de los súbditos del reino de los cielos. Jesús cuestionó severamente la práctica de los escribas y fariseos de hacer cosas para ser vistos y alabados por los hombres. Jesús se refirió a las obras benéficas para granjearse el aprecio de la gente y la oración pública para granjearse la admiración de la gente. En esta oportunidad, tenemos a Jesús confrontando la práctica de los escribas y fariseos de ayunar para ser vistos por los hombres y luego mostrando la actitud que deben tener los súbditos del reino de los cielos en cuanto a la riqueza. ¿Qué le parece si vamos a lo primero? Para eso, necesita abrir su Biblia en Mateo 6:16-18. La Biblia dice: Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Observe que el ayuno era una práctica común entre los escribas y fariseos del tiempo de Jesús. Jesús también ayunaba y lo mismo sus discípulos. No hay nada de malo con el ayuno. Jesús no está cuestionando el ayuno sino a la actitud incorrecta para ayunar de los escribas y fariseos. El ayuno voluntario es la abstención voluntaria y temporal de gratificar el deseo natural de comer. En el Nuevo Testamento, el ayuno está relacionado con el pesar por alguna situación trágica y con la oración, como una demostración del profundo deseo por discernir la voluntad de Dios. El ayuno no otorga mérito para la salvación y tampoco pone al creyente que ayuna en una posición de privilegio delante de Dios. En el Nuevo Testamento leemos de un fariseo que se jactaba de ayunar dos veces por semana, sin embargo no logró encontrar la justificación que buscaba. Pero cuando un creyente ayuna en secreto como un ejercicio espiritual, Dios lo nota y recompensa. El Nuevo Testamento no ordena ayunar, pero lo alienta con promesa de recompensa. El ayuno es beneficioso para la vida de oración porque permite concentrarse en lo que se está orando. El ayuno es válido en tiempo de crisis cuanto se desea discernir la voluntad de Dios. El ayuno contribuye también a fomentar la auto-disciplina. El ayuno es un asunto privado entre el que ayuna y Dios y se lo debe practicar con el único propósito de glorificar su nombre. El ayuno pierde su valor cuando es algo obligado o cuando se lo realiza con una motivación egoísta. De modo que dirigiéndose a sus oyentes, Jesús les dice: Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas. El adjetivo austero tiene un significado muy amplio, significa agrio, astringente, áspero al gusto, mortificado, penitente, severo, rigurosamente ajustado a las normas de la moral. Los escribas y fariseos del tiempo de Jesús se esforzaban sobre manera para hacer notar en sus rostros que estaban ayunando. Se ponían tristes, lánguidos, pálidos, ojerosos, como si no hubieran comido ni dormido todo una semana. Pero todo obedecía a proclamar el mensaje sin palabras de que estaban ayunando. En eso consistía su hipocresía. Con su semblante deteriorado, querían despertar la compasión de la gente y consecuentemente la admiración de la gente. Jesús les dijo: Si reconocimiento de la gente buscan, reconocimiento de la gente tendrán, pero eso es todo lo que tendrán, porque el Padre celestial jamás recompensará esta conducta hipócrita. Contrario a esto, Jesús ordena que los que están ayunando unjan su cabeza y laven su rostro para no mostrar a los hombres que ayunan. Ungir la cabeza y lavar el rostro es una manera pictórica de decir: Aparezcan de la manera más normal o natural posible. No se esfuercen por hacer notar que están ayunando. Dios mira el corazón del hombre y Él va a saber que ustedes están ayunando. Pero no sólo sabrá que están ayunando, sino que los recompensará y en público. Esto es maravilloso. Lo que hacemos en secreto sólo para que Dios lo mire, algún día va a ser reconocido y recompensado en público. De manera que mi amiga, mi amigo, si Dios pone en su corazón que debe ayunar, ayune, es bueno hacerlo. El ayuno y la oración son una poderosa combinación para lograr cosas que traen gloria a Dios. Pero tenga mucho cuidado con la actitud para el ayuno. Cuidado con ayunar para ser admirado por los hombres. Siguiendo adelante, Jesús va a mostrar lo que debe ser la actitud de todo hijo de Dios en cuanto a la riqueza material. Voy a leer Mateo 6: 19-24. La Biblia dice: No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
En su mensaje sobre la actitud hacia la riqueza material, Jesús deja un mandato y después una explicación del mandato. El mandato expresado en forma negativa dice: No os hagáis tesoros en la tierra. Esto tiene que ver con no dedicar la vida a amasar fortuna en la tierra al elevado precio de descuidar las cosas de valor eterno. Cuando Jesús dijo que en la tierra la polilla y el orín corrompen, y los ladrones minan y hurtan, se está refiriendo al carácter pasajero de la fortuna amasada en la tierra. Algo pasa y la fortuna se termina, o si nada pasa, la fortuna se queda en la tierra, pero el dueño de ella se va al más allá sin poder llevar nada de la fortuna que amasó durante toda una vida. De cualquier manera que se lo mire, los tesoros en la tierra pueden ser víctima de la polilla, del orín, de los ladrones que minan y hurtan. Ante esto, Jesús expresa el mismo mandato pero en forma positiva: Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. El asunto es muy sencillo. En el cielo, donde Dios mora, no existe nada que no sea perfecto. En el cielo no pude haber polilla que destruye las cosas. En el cielo no puede haber orín que echa a perder los metales. En el cielo no puede haber ladrones que saquean las posesiones de otros. En el cielo todo es perfección. Por tanto, los tesoros que se guardan en el cielo jamás se deterioran, jamás dejan de existir. Sabiendo esto, lo sensato es hacer tesoros en el cielo. La pregunta del millón es: ¿Cómo se puede hacer tesoros en el cielo? Pues es muy sencillo. Simplemente se trata de usar los bienes materiales presentes de modo que produzcan beneficios espirituales eternos. Ejemplo: Alguien que entrega una buena parte de lo que gana para la obra misionera, o alguien que hace una ofrenda generosa para comprar y repartir Biblias a quienes no lo tienen, o alguien que dona una propiedad a la iglesia para usarla como centro de capacitación bíblica. Son ejemplos de cómo hacer tesoros en el cielo. Jesús reconoce que la prueba máxima de la sinceridad del amor a Dios es la actitud que tenemos hacia el dinero o hacia los bienes materiales en general. Explicando su mandato, Jesús lo puso de la manera más clara posible cuando dijo: Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Usted puede matarse diciendo que ama a Dios, pero si su bolsillo se cierra para entregar a Dios lo que es de él, entonces su declaración de amor a Dios no pasa de ser sino un mero discurso carente de verdad. ¿Dónde está su tesoro? ¿En la tierra? Entonces su corazón está en la tierra. ¿En el cielo? Entonces su corazón está en el cielo. En este punto Jesús introduce una ilustración para arrojar luz al asunto que está tratando. Aunque para nosotros sea un tanto difícil encontrar el sentido a la ilustración, debemos saber que para la gente que estaba oyendo a Jesús era algo que no revestía ninguna dificultad para su cabal comprensión. Hasta donde se puede entender Jesús está diciendo que La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz. Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande no será la oscuridad!
Se trata de una recriminación por la incapacidad de entender y aceptar lo que Jesús estaba tratando de comunicar acerca de la riqueza. Jesús concluye esta parte de su discurso haciendo notar que no se puede servir a dos amos a la vez, porque sencillamente se aborrecerá al uno y se amará al otro, o se estimará al uno y se menospreciará al otro. Esto para mostrar que no es posible servir a la vez a Dios y a las riquezas. Si amamos a Dios, automáticamente estamos aborreciendo a las riquezas. Si amamos a las riquezas, automáticamente estamos aborreciendo a Dios. No olvide que uno ama aquello por lo cual uno se sacrifica. De la misma manera. Si estimamos a Dios, automáticamente menospreciamos a las riquezas. Si estimamos a las riquezas, automáticamente menospreciamos a Dios. El Dr. Edwin Saint John Ward contaba que cuando fue director del Hospital Americano en Beirut llegó un paciente con un problema inusual. Sucede que este hombre estaba caminando con 26 monedas de oro en su bolsa cuando fue asaltado por unos bandidos. Procurando evitar el atraco al hombre se le ocurrió tragarse las 26 monedas de oro. Evitó que le roben el tesoro pero no pudo evitar poner en peligro su vida a causa del oro en su estómago. El cirujano operó a este hombre y pudo sacar las 26 monedas de oro, lo cual le salvó la vida. Usando este ejemplo, cuando volvió a los Estados Unidos, este médico solía decir. Hay muchas personas en este país que están tan llenas de oro en sus mentes y corazones que no pueden apreciar ni digerir las enseñanzas espirituales de la palabra de Dios, las cuales son más importantes para la vida. No se puede servir a dos señores a la vez.
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