Qué gozo saludarle amable oyente y darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la primera epístola de Pablo a Timoteo, en la serie titulada: Claves para ser un buen ministro de Jesucristo. En esta oportunidad vamos a ver que un buen ministro de Jesucristo se asegura que haya santidad en el liderazgo de una iglesia local.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en 1 Timoteo 5 a partir del versículo 19. Como antecedente, es necesario reconocer que cuando alguien está en una posición de liderazgo en cualquier ámbito y ciertamente también en una iglesia local, va a ser el blanco de críticas, ataques y acusaciones, algunas veces justificadas, pero tal vez, la mayoría de las veces, injustificadas. Un buen ministro de Jesucristo necesita manejar adecuadamente estas acusaciones. Lo que primero vamos a notar en el pasaje bíblico para nuestro estudio de hoy es la necesidad de confirmar la veracidad de una acusación. 1 Timoteo 5:19 dice: Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos.
Un buen ministro de Jesucristo no debe estar presto para dar por cierta cualquier acusación contra un anciano, obispo o pastor. Los obispos, pastores o ancianos son blanco preferido del ataque de personas tanto de dentro de la congregación como de fuera de la congregación. No son pocos los casos en los cuales algún creyente resentido contra un anciano o pastor, lanza acusaciones sin fundamento con el propósito de causar daño. ¿Qué debe hacer un buen ministro de Jesucristo cuando llega a sus oídos alguna acusación contra un anciano? Pablo ordena a Timoteo que no se apresure ni a dar por cierta la acusación ni a desechar la acusación. Timoteo debía hablar con la persona que trae la acusación y decirle algo como lo siguiente: Si lo que me está denunciando contra este pastor o anciano es verídico, entonces necesito que lo demuestre con el testimonio de dos o tres testigos. ¿Por qué, dos o tres testigos? Pues porque eso es lo que enseña las Escrituras en Deuteronomio 19:15 donde dice: No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquiera ofensa cometida. Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación.
Si quien acusa no puede confirmar su acusación con el testimonio de dos o tres testigos, entonces Timoteo tenía que desechar esa acusación por ser falsa. Pero si el que acusaba confirmaba su acusación con el testimonio de dos o tres testigos, entonces Timoteo tenía que confrontar al anciano o pastor acusado siguiendo lo que Pablo ordena a Timoteo en el capítulo 5 versículo 20. La Biblia dice: A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman.
Una vez que Timoteo comprobó que la acusación contra un anciano o pastor era verdadera, por el testimonio de dos o tres testigos, entonces es necesario que ese anciano o pastor sea reprendido delante de la congregación. Esta medida de disciplina pública, porque se realiza delante de la congregación, no tiene como finalidad dañar la imagen del anciano o pastor que ha cometido alguna falta, sino que por un lado procura que el anciano o pastor que ha pecado, reconozca su pecado, lo confiese y se aparte o se aleje de ese pecado, y por otro lado, procura que los demás ancianos o pastores piensen mucho en lo que también a ellos les podría pasar si ceden a las insinuaciones de la carne. La disciplina, sea pública o privada, siempre tiene un buen propósito para los creyentes. Los ancianos o pastores tenemos la gran responsabilidad de motivarnos los unos a los otros para que todos vivamos en santidad, y cuando uno de nosotros cede a la tentación debemos estar prestos para restaurar al caído con espíritu de mansedumbre, considerándonos también a nosotros mismos porque ninguno de nosotros está libre de la posibilidad indeseable de caer también en el pecado. Sin embargo cuando a pesar de las advertencias en privado, y con testigos, un anciano o pastor persiste en su pecado, es necesario recurrir a la disciplina pública que Pablo ordenó a Timoteo con la finalidad de procurar la santidad en los líderes y en la iglesia en general. La santidad es algo de lo cual no se habla mucho en estos días en muchas iglesias locales, pero la voluntad de Dios es que la iglesia en general y sus líderes en particular debe vivir en santidad y si por desgracia ya sea un creyente o un líder decide vivir en pecado, la iglesia no lo debe tolerar sino que debe administrar las medidas de disciplina que sean necesarias y que en último término contempla la excomunión, o la separación de la comunión de la iglesia del creyente o el anciano o pastor que persiste en pecar. Hace un tiempo atrás se comunicó conmigo una hermana en la fe que asiste a una iglesia que tiene un solo anciano o pastor y con mucho pesar me compartió acerca del mal testimonio comprobado que estaba dando este pastor. Cuando esta hermana habló en privado con él tratando que reconozca su falta y no siga en ese mal camino, el pastor se enojó mucho y tomó el texto en Éxodo 22:28 donde dice: No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo,
para recriminar a esta hermana e insistir que nadie en la congregación tiene derecho alguno para señalar algo malo en un pastor. ¡Increíble! Como si los ancianos o pastores estuvieran por encima de la Palabra de Dios. Un buen ministro de Jesucristo no sólo vela por su propia santidad sino también por la de los otros ancianos o pastores. Uno de los riesgos de todo líder espiritual es ser contemplativo con algunos y severo con otros, es decir mostrar parcialidad especialmente cuando es necesario administrar disciplina. Para evitar esto, Pablo ordena a Timoteo lo que tenemos en 1 Timoteo 5:21 donde dice: Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad.
Pablo insta a Timoteo de una forma solemne a cumplir con dos cosas importantes en el proceso de disciplinar a un pastor o anciano. La solemnidad de su pedido está dada por las personas ante quienes Pablo pone como testigos de su pedido. Dios el Padre, el Señor Jesucristo y ángeles escogidos de Dios. Me llamó mucho la atención la mención de los ángeles escogidos de Dios. Los ángeles escogidos de Dios son seres espirituales creados por Dios, quienes no se unieron a Satanás en su rebelión contra Dios. Según Hebreos 1:14, los ángeles son espíritus ministradores, o de servicio, enviados para servicio a favor de los que somos creyentes. Dios el Padre y el Señor Jesucristo su Hijo están sobre ellos, de modo que si nosotros creyentes necesitamos algo, no debemos hacer nuestros pedidos a los ángeles sino a Dios por medio de Jesucristo y Dios se encargará de enviar a sus ángeles escogidos para satisfacer nuestra necesidad. Los ángeles están muy interesados en la manera como se manejan las cosas en una iglesia local. Esto se confirma por lo que dice 1 Corintios 11:10 cuando Pablo menciona también a los ángeles en relación con el papel o el rol de la mujer en la iglesia. Los ángeles están tan interesados en la iglesia, porque ellos saben que el Señor Jesucristo amó a la iglesia y dio su vida por ella. Las dos cosas que solemnemente insta Pablo a Timoteo son, número uno, que haga las cosas sin prejuicio. El prejuicio significa esa predisposición negativa hacia alguna persona. Es cuando un anciano o pastor desarrolla cierta actitud de antipatía hacia otro anciano o pastor y ante la más mínima causa reacciona desmedidamente en contra de él. Número dos, que no haga nada con parcialidad. Esto significa preferir a uno en lugar de otro que tiene las mismas características. Es cuando un anciano tolera determinadas conductas de los miembros de su familia pero condena las mismas conductas en los que no son miembros de su familia. Los ancianos o pastores debemos estar dispuestos a no manifestar prejuicios contra nadie y a no tratar a nadie con parcialidad. Pablo termina esta sección advirtiendo a Timoteo a no apresurarse a poner a alguien en una posición de liderazgo en la iglesia local. 1 Timoteo 5:22 dice: No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro.
La práctica de imposición de manos se originó en la costumbre del Antiguo Testamento de imponer manos sobre un animal que iba a ser sacrificado en señal de identificarse con él. Imponer las manos a alguno con ligereza significa identificarse con uno que todavía no está listo para asumir una posición de liderazgo en la iglesia. Hacerlo sería equivalente a ser partícipe de las debilidades de esa persona que sin estar calificada ha sido puesta en una posición de liderazgo y esto ciertamente hablaría más de un buen ministro de Jesucristo, quien debe procurar mantenerse puro en todo momento. La meta de todo líder espiritual debe ser vivir en santidad y ayudar a otros líderes que también vivan en santidad. Para eso es necesario poner en práctica estas recomendaciones dadas por Pablo a Timoteo.
Y así estamos llegando nuevamente al término de una edición mas de nuestro programa LA BIBLIA DICE… Agradecemos sinceramente a todos los que con sus oraciones y ofrendas hacen posible que sigamos adelante. Pero antes quiero dejar con ustedes la PREGUNTA DEL DÍA Según algunos, el alma muere junto con el cuerpo y el espíritu va a Dios para estar inconsciente hasta la resurrección. También dicen que el espíritu de un creyente y el espíritu de un incrédulo van al mismo lugar. ¿Es cierto esto? Busque la respuesta en nuestra página Web y además conozca todo el material que está a su disposición, la dirección es: labibliadice.org. Bendiciones y le esperamos en nuestra próxima edición.
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