Una vez más, es muy grato saludarle amable oyente y darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Seguimos estudiando el Evangelio según Mateo, en la serie que lleva por título: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca de otra característica del reino de los cielos, en su etapa transitoria entre la primera y segunda venida de Cristo.
Gracias por su compañía, amiga, amigo oyente. En nuestro estudio del Evangelio según Mateo, llegamos a un punto crucial cuando la nación de Israel, representada por sus líderes religiosos, los escribas y fariseos, rechazó a Jesús como el Cristo, su Mesías y Rey de Israel. Esto movió a Jesús a dejar de predicar su mensaje de: Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado. Claro, sin rey, por cuanto Jesús había sido rechazado, no podía establecerse el reino de los cielos en la tierra. Por otro lado, Jesús comenzó a enseñar por medio de parábolas las características de lo que será el reino de los cielos una vez que su Rey ha sido rechazado. El reino de los cielos se mantendrá así hasta la segunda venida de Jesucristo para establecer su reino en la tierra, en lo que se conoce como el reino milenial. Jesús denominó a las características del reino de los cielos en su etapa transitoria, como los misterios del reino de los cielos, por cuanto se trata de características que nunca antes habían sido reveladas a los hombres. A través de la parábola del sembrador, Jesús mostró que el reino de los cielos en su etapa transitoria estará caracterizado por la presencia de cuatro diferentes tipos de personas. Primero, las que oyen la palabra y no la entienden y por tanto no se produce el fruto llamado salvación, segundo, las que oyen la palabra y al momento la reciben con gozo, pero ante la presencia de la aflicción y la persecución por causa de la palabra, tropiezan y por tanto tampoco se produce el fruto llamado salvación. Tercero, las que oyen la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra y en consecuencia no se produce el fruto llamado salvación. Cuarto, los que oyen y entienden la palabra y esta da el fruto deseado, la salvación, comparable a una abundante cosecha de ciento a uno, o sesenta a uno, o treinta a uno. Después Jesús muestra otra característica del reino de los cielos en su etapa transitoria, por medio de la parábola del trigo y la cizaña, lo cual es tema para nuestro estudio bíblico de hoy. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Mateo 13:24-30. La Biblia dice: Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
Para una sociedad que conocía mucho de agricultura, como la judía en los tiempos de Jesús, esta parábola tenía mucho sentido. Se trata de un hombre que escoge la mejor semilla para sembrar en su campo con la ilusión de obtener una buena cosecha. Sin que sepan, ni él ni sus siervos, un enemigo aprovecha las sombras de la noche para sembrar en el mismo campo semillas de cizaña. Según el diccionario bíblico, la cizaña es una hierba anual de más de un metro de alto, con hojas similares a las del trigo, pero de espigas comprimidas. El grano es de aspecto similar al trigo y con frecuencia se siembran juntos accidentalmente. Debido a un hongo que crece dentro de la semilla de la cizaña, la harina de trigo que contiene cizaña es amarga y venenosa. Cuando brotó el trigo, brotó también la cizaña, pero se parecían tanto que no se distinguía diferencia alguna, pero cuando comenzaron a brotar las espigas era obvio que no todo en el campo era trigo sino que había también cizaña. Los siervos hicieron conocer el particular al dueño y la única explicación que encontró el dueño era que un enemigo había hecho eso. Los siervos entonces sugirieron un plan de acción para resolver el problema. La idea era arrancar la cizaña del campo. Pero en una sabia decisión, el dueño del campo no aceptó el plan porque temía que al arrancar la cizaña se arranque también el trigo. Más bien dio instrucciones a sus siervos que dejen las cosas como estaban hasta que llegue el momento de la siega. Para entonces será fácil distinguir el trigo de la cizaña. De esa manera los siervos podrán recoger primero la cizaña, atarla en manojos para quemarla y recoger el trigo para guardarlo en el granero. Ahora bien, ¿cuál es la explicación de esta interesante parábola? Pues al igual que con la parábola anterior, la parábola del sembrador, el Señor Jesús mismo explicó la parábola del trigo y la cizaña, y se encuentra en Mateo 13:34-43. Así que adelantémonos un poquito en el texto para mirar como Jesús explica esta parábola. La Biblia dice: Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Abriré en parábolas mi boca;
Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.
Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.
Antes de entrar a la explicación de la parábola, Jesús ratifica algo que ya lo dijo antes, me refiero al uso de las parábolas para enseñar lo que él llamó los misterios del reino de los cielos. Esta forma de enseñanza también fue el cumplimiento de una profecía que aparece en el libro de Salmos, en el Salmo 78, escrito por Asaf. Interesante que según Jesús, Asaf fue un profeta, y esto es así, por cuanto anunció la palabra revelada de Dios. En Salmo 78:2, leemos las siguientes palabras: Abriré mi boca en proverbios; hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos. Inmediatamente después, Jesús despide a la gente, tal vez era de noche y entra en la casa. En la quietud hogareña, los discípulos se acercan a Jesús y en confianza le piden que les explique la parábola de la cizaña del campo. Yo no sé si esto significa algo para Usted, pero para mí, sí. Hasta los discípulos de Jesús tenían dificultad para comprender las parábolas, por eso pidieron explicación a Jesús, ¿cuánto más yo? Realmente necesito de ayuda divina para comprender las cosas maravillosas de Dios. Jesús pues, procede a explicar la parábola del trigo y la cizaña. Quien siembra la buena semilla simboliza el Hijo del Hombre. Hijo del Hombre es un título con fuerte connotación Mesiánica, que con frecuencia Jesús utilizaba para hablar de sí mismo. El campo simboliza el mundo. La buena semilla, simboliza los creyentes, o los hijos del reino en el vocabulario de Jesús. La cizaña simboliza los incrédulos, o los hijos del malo. El enemigo que sembró la cizaña simboliza al diablo. La siega simboliza el fin del siglo, o la finalización del reino de los cielos en su forma transitoria, lo cual ocurrirá cuando Jesús venga otra vez en poder y gran gloria para establecer el reino milenial en la tierra. Los segadores, simboliza a los ángeles quienes por orden de Jesús ejecutarán el juicio de Dios. Serán los ángeles quienes se encargarán de sacar de este mundo a todos los incrédulos, quienes sirven de tropiezo y hacen iniquidad y los arrojarán al castigo eterno en fuego, donde no habrá sino lloro y crujir de dientes. En cambio los creyentes, o los justos, se quedarán en la tierra, porque serán ellos quienes entren al reino milenial de Cristo, y en esas condiciones resplandecerán como el sol, una forma de decir que gozarán de las extraordinarias bendiciones del reino milenial. Jesús concluyó su explicación con esa frase tan llena de significado que ya la usó anteriormente: El que tiene oídos para oír, oiga. Una forma de decir: Lo que ha oído es tan importante que debe hacer todo esfuerzo posible por comprenderlo y vivir de acuerdo con eso. De manera que, amable oyente, durante el tiempo entre la primera venida de Cristo y la segunda venida de Cristo, el reino de los cielos en la tierra está en una forma transitoria, caracterizada por la presencia de verdaderos creyentes, el trigo de la parábola, y falsos creyentes, la cizaña de la parábola. Los verdaderos creyentes deben saber que, como afirma el dicho, no todo lo que brilla es oro. Siempre habrá personas que dicen ser del Señor, que se congregan en iglesias evangélicas, que usan lenguaje de creyentes, que cantan, oran, y hasta enseñan, pero son falsos. Son como la cizaña, se parece a lo verdadero pero no es lo verdadero. Es necesario ejercer mucho discernimiento espiritual para no ser arrastrados por el engaño de los falsos creyentes. Una de las maneras de hacerlo es mediante cotejar lo que dice el hombre con lo que dice Dios en su palabra la Biblia. La Biblia es la regla para la doctrina y para la práctica. Si hay diferencias es muy posible que estemos ante la cizaña o un falso creyente. Por otro lado, los falsos creyentes deben saber que solo el parecido con los verdaderos creyentes no les es suficiente para ser salvos. Los falsos creyentes deben saber que hasta cierto punto pueden ser muy efectivos engañando a los hombres, pero es imposible engañar a Dios. Algún día se pondrá en claro quien es verdadero y quien es falso y la condenación para los falsos creyentes es terrible. Si usted amable oyente, tiene todos los síntomas de ser un falso creyente, y sólo usted y Dios lo saben, todavía está a tiempo de llegar a ser un verdadero creyente. Para ello es necesario que de una vez por todas se despoje del disfraz de creyente, reconozca su triste condición espiritual, y reciba de corazón al Señor Jesucristo como su único y personal Salvador. Que Dios le guíe a tomar esta decisión importante.
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