Hola, mi amiga, mi amigo. Soy David Araya dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Seguimos estudiando el Evangelio según Mateo, en la serie titulada: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. En esta oportunidad, David Logacho nos mostrará algunas características de la segunda mitad de la tribulación.
Gracias por dispensarme su sintonía, amable oyente. En nuestro estudio del Evangelio según Mateo, lo último que consideramos fue las características de la primera mitad de la tribulación. Hoy vamos avanzando y consideraremos las características de la segunda mitad de la tribulación. Esto es parte de la respuesta del Señor Jesús a la pregunta de sus discípulos acerca de qué señal habrá del fin del siglo, o del fin de la época que antecede a la venida del Señor Jesús a la tierra para establecer su glorioso reino. Para eso, si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Mateo 24 a partir del versículo 15. Lo primero que vamos a notar allí es el evento que marca el inicio de la segunda mitad de la tribulación. Permítame leer en Mateo 24:15. La Biblia dice: Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda),
Por cuanto la maldad durante la primera mitad de la tribulación va a estar en constante crecimiento, será necesario que los creyentes fieles estén pendientes de un evento crucial, el cual marcará el inicio de la segunda mitad de la tribulación. Este evento es la colocación de la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, en el lugar santo en el templo. Esto merece una explicación algo más detallada. Para eso tenemos que echar mano de un par de textos. En primer lugar, en el libro de Daniel. Leo en Daniel 9:27. La Biblia dice: Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
El sujeto de quien habla este texto se identifica en el versículo anterior. Se trata de un príncipe que ha de venir, quien no es otro sino el Anticristo. Este personaje hará un pacto con Israel justo cuando comienzan los siete años de tribulación, pero a la mitad de ese periodo, es decir, tres y medio años después, el Anticristo hará cesar el sacrificio y la ofrenda en el templo de Jerusalén. ¿Por qué razón? Pues porque en ese momento, el Anticristo demandará ser adorado como si fuera Dios en el templo de Jerusalén. Esto lo sabemos por lo que dice el apóstol Pablo en 2 Tesalonicenses 2:2-4. Allí leemos lo siguiente: Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.
Cuando en este pasaje bíblico se habla del hombre de pecado, o el hijo de perdición, se está refiriendo al Anticristo. El Anticristo se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto. Su más caro anhelo es ser adorado como si fuera Dios en el templo de Jerusalén. Pues esto sucederá a la mitad de la tribulación, cuando el Anticristo se sentará en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. Esta es la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel. Esto marca el inicio de la segunda mitad de la tribulación, conocida también como la gran tribulación. El Señor Jesús aconseja algunas acciones tan pronto los creyentes en la tribulación sepan acerca de esto. Las acciones son básicamente huir y orar. Permítame leer Mateo 24:16-20. La Biblia dice: entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo;
La inminencia de un brote terrible de persecución en contra de los creyentes, orquestada por el Anticristo y ejecutada por el falso profeta, debe impulsar a los creyentes a tomar medidas drásticas para proteger su vida durante la tribulación. Los creyentes que estén en Judea, la región en la cual está Jerusalén, deben buscar refugio en los montes. Los que estén en las azoteas de sus casas en Jerusalén, no deben perder tiempo ni para descender a su casa para sacar las cosas de valor, sino que deben correr lo más lejos posible de Jerusalén. Los que estén en los campos alrededor de Jerusalén, no deben ni siquiera pensar en entrar a la ciudad de Jerusalén para sacar cosas tan básicas e indispensables como sus capas para combatir el frío. El tiempo apremia. Quienes sufrirán mucho más en esta estampida de creyentes saliendo de Jerusalén, son las mujeres que estén encintas y las mujeres que tengan hijos pequeños. Ante lo difícil que será esta huída, la recomendación del Señor Jesús a los creyentes que estén vivos en este mundo durante la tribulación es que oren, pidiendo a Dios que esa huida no sea en invierno ni en día de reposo. Una huida en invierno agrega inconvenientes por la inclemencia del tiempo. Una huida en día de reposo limita la distancia a la que se puede huir, por cuanto la ley de Moisés limitaba la distancia que se puede caminar en un día de reposo. Interesante que los judíos creyentes durante la tribulación se someterá a algunos mandatos y preceptos de la ley de Moisés. Inmediatamente después de sugerir estas acciones, el Señor Jesús manifiesta la intensidad del sufrimiento durante la segunda mitad de la tribulación. Note lo que dice Mateo 24:21-22. porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.
Durante la segunda mitad de la tribulación habrá tanto sufrimiento que el Señor Jesús lo expresa en términos de gran tribulación. Será tan grande que no ha existido algo comparable en el pasado en el mundo y no existirá algo comparable en el futuro en el mundo. Usted sabe que Israel ha sufrido terribles momentos de tribulación. Cuando fueron conquistados por los Asirios, cuando fueron conquistados por los Babilonios, cuando fueron conquistados por los Romanos, pero esa tribulación es nada en comparación de la gran tribulación que ocurrirá en la segunda mitad de la tribulación. La tribulación más cercana a nuestro tiempo sufrida por el pueblo de Israel fue durante la segunda guerra mundial, cuando murieron más de seis millones de judíos en manos de los nazis, por el único delito de ser judíos, pero esto es un juego de niños en comparación de lo que Israel y los creyentes en general, tendrán que sufrir durante la gran tribulación. Tanto es así, que el Señor Jesucristo dijo que si aquellos días de gran tribulación no fuesen acortados, nadie, se salvaría de la muerte, pero por causa de los creyentes que habiten durante la tribulación, por cuando ellos son escogidos, esos días serán acortados para que esos creyentes no tengan que morir sino que permanezcan vivos de modo que cuando venga el Señor Jesucristo, sean ellos quienes entren al reino milenial como súbditos del reino. Otra característica de la gran tribulación, es la presencia de falsos Cristos y falsos profetas. Leo en Mateo 24:23-28. La Biblia dice: Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.
Durante el caos y el sufrimiento reinante en la gran tribulación, se levantarán falsos Cristos, quienes siempre tendrán a la mano alguien que les haga propaganda, diciendo a los creyentes que estén vivos: Miren: Allí está, él es. La idea de los falsos Cristos es que los creyentes crean a sus mentiras para salir de sus refugios por su deseo de mirar al Señor Jesús y así quedar expuestos a ser atrapados por el Anticristo. El mandado del Señor Jesús es: No los creáis. Los creyentes del tiempo de la gran tribulación deben saber que justamente en ese tiempo el Señor Jesucristo anunció que se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, quienes tendrán a su disposición poder sobrenatural proveniente de Satanás, para hacer grandes señales y prodigios con la finalidad de engañar. Será un tiempo muy difícil para los creyentes por cuanto las señales y prodigios serán muy convincentes, tanto que si fuera posible aun los escogidos caerían en el engaño. Esto no sugiere que los creyentes pueden ser engañados. Lo que sugiere es que la palabra y la obra de los falsos Cristos y los falsos profetas, serán tan convincentes que aún los creyentes hallarán dificultad para no ser engañados. Sobre la presencia de falsos Cristos y falsos profetas, el Señor Jesús ya lo había advertido. De modo que los creyentes no deben salir de sus refugios cuando alguien diga: El Cristo está en el desierto, o el Cristo está en tal o cual lugar secreto. Los creyentes en la gran tribulación deben saber que cuando venga el Señor Jesús, va a ser un evento que todo ojo lo verá. Será como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente. Así será la venida del Hijo del Hombre. Algo que nadie puede ignorar que ha sucedido. No será nada secreto. Así como es un hecho que dondequiera que estuviere el cuerpo muerto allí se juntarán las águilas, así también es un hecho que cuando se vea las señales que el Señor Jesucristo está por indicar, se sabrá a ciencia cierta que ha venido el Señor Jesús. Que momento tan glorioso será aquel.
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