Saludos cordiales amigo oyente. Es un gozo compartir con Ud. el estudio bíblico de hoy. Dentro del tema de la santidad, hemos avanzado hasta el punto de reconocer que la motivación para vivir una vida santa debe partir del amor al Salvador y no del temor al castigo si hacemos lo malo. En el estudio bíblico de hoy, David Logacho va a tocar el tema de cómo saber si algo no legislado en la Biblia es bueno o malo.
La Biblia, amigo oyente, nos da un bosquejo general sobre como debe ser el andar en santidad en un hijo de Dios. Muchas de las cosas que allí se dicen son tan claras que no necesitan de ninguna otra explicación adicional. Por ejemplo, la Biblia dice que un creyente no debe unirse en yugo desigual con un incrédulo. Esto significa que un creyente no debe casarse con un incrédulo, o que un creyente no debe hacer una alianza de negocios con un incrédulo, o que un creyente no debe unirse a un incrédulo para juntos hacer algún servicio cristiano. Con mandamientos tan claramente expresados no hace falta orar sobre eso, o pedir consejo sobre eso. La palabra de Dios ya se ha pronunciado con claridad meridiana. Pero el problema surge en una cantidad de situaciones que aparecen en la vida cristiana y que la Biblia no las ha legislado de una manera específica. Piense por ejemplo en cosas como ir al cine o bailar o ingerir bebidas alcohólicas sin llegar a emborracharse, o trabajar los días domingos, etc. Cosas como estas no han sido legisladas en la Biblia de una manera directa y por tanto los creyentes necesitamos de algunos principios para saber si cosas así son lícitas o ilícitas para cada creyente en particular. Estos principios podrían resumirse en los siguientes puntos. Primero, ¿En eso que pienso hacer, será Dios glorificado? Glorificar a Dios significa manifestar algún atributo de su persona, como amor, santidad, gracia, misericordia, etc. Casi siempre nos preguntamos a nosotros mismos: ¿Cuál será el peligro en esto que pienso hacer? Pero la pregunta correcta debería ser: ¿En qué forma glorificaré a Dios en esto que pienso hacer?. El apóstol Pablo ha dejado sentado el principio que todo lo que hagamos, debe ser hecho para la gloria de Dios y esto se aplica a acciones como comer y beber, según lo que dice 1ª Corintios 10:31. Un famoso evangelista podría predicar el evangelio para la gloria de Dios y su esposa también podría lavar la vajilla para la gloria de Dios. Dos actividades diferentes una de otra pero hechas con la misma motivación. Ambas son agradables a Dios. Al mirarlo de esta forma, una ama de casa puso esta leyenda junto al fregadero de su cocina: Aquí se llevan a cabo actividades que glorifican a Dios, tres veces al día. Existen muchas actividades que aunque no están legisladas en la Biblia, sin embargo se las puede hacer para la gloria de Dios, pero existe una cantidad de actividades por medio de las cuales de ninguna manera se puede glorificar a Dios. Nunca, nadie jamás logrará convencerme por ejemplo que ver en la televisión una película con un alto contenido de inmoralidad y violencia es algo que glorifique a Dios. Entre paréntesis esta es la razón por la cual he tenido que limitar a lo mínimo indispensable el tiempo que gasto viendo televisión en mi semana de actividades. Segundo, ¿esto que estoy por hacer es algo mundano? Cuando hablo de mundano, me estoy refiriendo a conducta que apela a la naturaleza caída del hombre. El mundo tiene su propio estilo de vida, su propia moda, su propia música, su propio arte, su propia filosofía, etc., y esencialmente apela lo material exclusivamente, dejando totalmente de lado lo espiritual. Si lo que estoy pensando hacer cae dentro de esta categoría, es algo impropio para mí. Los creyentes no somos del mundo, amigo oyente, así como Cristo no es del mundo. Juan 17:16 dice: «No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo» El mundo odia a Dios y por tanto, cualquiera que ama el mundo se constituye en enemigo de Dios. Santiago 4:4 dice: «¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios» ¿Cómo podemos coquetear con la conducta que es propia del sistema que tanto odia a Dios? Pero, ¿Qué actividad es específicamente mundana? A lo mejor estudiar en una universidad podría ser catalogado como mundano por alguien, pues, porque el mundo ve bien que se estudie en una universidad. ¿Cómo saber que es mundano y qué no es mundano? No es sencillo amigo oyente, pero lo que podemos decir es que cada creyente, cuando nació de nuevo, recibió del Espíritu Santo una cierta intuición para diferenciar entre lo mundano y lo no mundano. A medida que el creyente va creciendo en gracia esa intuición se hará más y más aguda. Un creyente, decidió comprar un televisor último modelo. Cuando el televisor llegó a su casa, antes siquiera de sacarlo del cartón de embalaje, leyó que en un costado de la caja había esta leyenda publicitaria: Este aparato traerá el mundo a su hogar. La frase le cayó como un martillazo en la cabeza. Inmediatamente reconoció lo que estaba por hacer y sin pensarlo dos veces devolvió la mercadería al vendedor. El punto no es que todo creyente debería deshacerse de su televisor. El punto es que si el Señor pone en nuestra mente y corazón que el televisor es algo mundano, no deberíamos tolerarlo en nuestros hogares. Tercero, ¿esto que estoy por hacer, lo hubiera hecho el Señor? El Señor nos ha dejado su ejemplo para que lo imitemos. 1ª Pedro 2:21 dice: «Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas» Así que es muy pertinente el hacernos esta pregunta: ¿Si Jesús estuviera en mis zapatos, haría lo que yo estoy pensando hacer? Hace algunos años, un hombre llamado Carlos Sheldon escribió un libro titulado en sus pasos, en el cual se relata lo que pasó cuando los hermanos de una congregación decidieron aplicar esta pregunta a las actividades de su diario vivir. El resultado fue tan sorprendente que toda la comunidad donde se asentaba esta iglesia fue revolucionada. R. C. Chapman dijo: El ejemplo de Cristo en su andar por este mundo siempre será el mayor ejemplo a seguir para vivir en santidad. Cuarto, ¿Cómo se sentiría si Jesús en su segunda venida le sorprendiera haciendo eso que piensa hacer? Nadie sabe el instante preciso cuando ocurrirá la segunda venida de Cristo. Es un evento inminente, es decir que podría ocurrir en cualquier momento. El apóstol Juan nos advierte sobre la posibilidad de que en la segunda venida de Cristo algunos creyentes se alejen de él avergonzados. 1ª Juan 2:28 dice: «Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados» En verdad que estaríamos avergonzados si él nos encontrara en actividades nada recomendables para un creyente, quizá mirando alguna película sugestiva, como la mayoría de las telenovelas de hoy en día o leyendo algún libro sobre un tema nada edificante o gratificando inmoderadamente algún apetito de la carne. La inminente venida de nuestro Señor Jesucristo debería ser un fuerte motivante para vivir una vida de santidad. 1ª Juan 3:3 dice: «Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro» Quinto, ¿A qué naturaleza alimenta esto que estoy por hacer? Aunque todavía no lo hemos tratado en detalle, por hoy bástenos saber que cada creyente posee dos naturalezas, una vieja y una nueva. La vieja naturaleza es incorregiblemente mala, pero la nueva naturaleza es indescriptiblemente buena. Estas dos naturalezas están en permanente lucha. La naturaleza que más la alimentamos es la naturaleza que gana en la lucha. Cuentan que un campesino tenía dos perros, el uno era negro y el otro era blanco. Por alguna razón estos perros no se podían ver ni en pintura, por lo cual el campesino los tenía atados para que no se lastimen en las peleas que frecuentemente tenían. Un día un misionero estaba visitando a este campesino y en la conversación tocaron el tema de estos perros con espíritu contencioso. El campesino dijo al respecto: De antemano yo siempre sé cual de los perros va a ganar la pelea. ¿Cómo? Preguntó el misionero. El campesino dijo: Es sencillo, porque cuando doy de comer más al perro negro, es ése quien gana la pelea y cuando doy de comer más al perro blanco es ese quien gana la pelea. Interesante historia que ilustra quien gana la pelea entre la vieja y la nueva naturaleza. Nosotros también podemos saber de antemano quien va a ganar la pelea. Si alimentamos nuestra vieja naturaleza con vicios, malos pensamientos, mentiras, chismes, etc. la vieja naturaleza va a ganar la pelea, pero si alimentamos nuestra nueva naturaleza con la palabra de Dios, oración, servicio cristiano, etc., la nueva naturaleza va a ganar la pelea. En nuestro próximo estudio bíblico vamos a hablar de algunos principios más que nos ayudarán a discernir entre lo bueno y lo malo en cosas que no han sido legislada en la Biblia. Esperamos pues su sintonía.
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