Cordiales saludos amable oyente. La Biblia Dice… le da la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Hebreos. Hoy entramos al último capítulo de este fascinante libro. Estos estudios son parte de la serie que lleva por título: La preeminencia de Jesucristo. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca de cómo se debe manifestar la fe viva en el creyente.
Mientras estudiaba en una universidad en Londres, Mahatma Ghandi estaba casi convencido que debía convertirse al cristianismo. Después de graduarse y todavía en búsqueda de evidencias para abrazar el cristianismo, el joven Ghandi aceptó un empleo en África del Este. Durante su estancia en África, Ghandi tendría que vivir con una familia cristiana. Tan pronto como Ghandi se enteró de este detalle, pensó que allí en África, viviendo con una familia cristiana se disiparían todas sus dudas en cuanto a hacerse cristiano. Pero en el transcurso de los meses, Ghandi fue testigo de la tibieza y superficialidad con la cual esta familia tomaba las cosas del Señor. El interés por el cristianismo que había en Ghandi, se convirtió muy pronto en profunda desilusión y pensó para sus adentros. No, el cristianismo no ha sido lo que yo pensaba. Mejor sigo tal como estoy.
¡Qué triste! ¿Verdad? El mal testimonio de los cristianos echó por tierra el interés de alguien por el cristianismo. Luego de esta experiencia, Ghandi acuñó esta frase: De no haber sido por los cristianos, me hubiera hecho cristiano. El testimonio o la conducta de los creyentes es de vital importancia para el avance de la obra del Señor en el mundo. Por eso es que el auto de Hebreos ha dejado todo un capítulo que trata este asunto.
Antes de entrar de lleno a este tema, es necesario hacer una observación oportuna. El autor de Hebreos ha tomado 12 de los 13 capítulos de su libro para enseñar doctrina, o si quiere, para la teología, no es sino en el capítulo 13 que trata el asunto de la conducta del creyente. Esta forma de tratar los asuntos nos deja una lección importante. La lección es que para producir una buena conducta es necesario colocar un buen fundamento de sana doctrina. La doctrina y la conducta nunca están divorciadas. Una buena doctrina produce una buena conducta y de igual manera, una mala doctrina produce una mala conducta.
Luego de poner un fundamento de 12 capítulos de buena doctrina, el autor de Hebreos va a mostrar cuál debe ser la respuesta natural de los creyentes a esa buena doctrina. El capítulo 13 se ocupa de ello. Abramos pues nuestras Biblias en Hebreos 13. En el estudio bíblico de hoy vamos a analizar los primeros cuatro versículos. A través de cuatro mandamientos, vamos a ver que es lo que Dios espera de todos y cada uno de los que decimos que somos hijos de Dios. El primer mandamiento se encuentra en Hebreos 13:1 “Permanezca el amor fraternal” El mandato del autor de Hebreos va dirigido a los hijos de Dios, en el sentido que deben agotar todo esfuerzo por mantener el amor fraternal. En el caso de los judíos del primer siglo, este mandato tenía especial significado porque cuando un judío abrazaba el cristianismo era inmediatamente objeto de la persecución y burla de sus conciudadanos.
En estas circunstancias era fácil caer en el desánimo que bordea la depresión. En estas condiciones era extremadamente necesario el apoyo y la consideración de otros creyentes. Los judíos cristianos debían entender que habían sido echados del judaísmo, pero eso no significaba que estaban abandonados, sino que habían entrado a una hermandad que se esforzaba por poner en alto el amor fraternal. Notemos que el mandato es a permanecer en el amor, no a buscar el amor, porque todo creyente ya tiene el amor. Igual es hoy en día. Los creyentes tenemos la obligación de hacer permanecer el amor fraternal. La base de la comunión cristiana es el amor fraternal. La comunión cristiana no se fundamente en las similitudes raciales, sociales, económicas, etc., sino en la vida espiritual que todos tenemos en Cristo.
La comunión en la iglesia que se fundamente en cualquier otra cosa que no sea el amor a Cristo y el amor a los hermanos, simplemente no será duradera. ¿Cómo se manifiesta el amor fraternal? Pues por el interés que debemos tener en otros y no en nosotros mismos. Romanos 12:10 dice: “Amaos los uno a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndonos los unos a los otros” En este texto vemos que el amor se manifiesta en un voluntario ceder nuestro derecho a ocupar el primer lugar. Esto es algo que va en contra de la corriente del mundo que impulsa la teoría que para sentirnos realizados tenemos que ser los primeros en todo.
El segundo mandamiento tiene que ver con la hospitalidad. Hebreos 13:2 dice: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos sin saberlo, hospedaron ángeles.” Donde existe un genuino amor fraternal, habrá también hospitalidad. Este era un ministerio muy importante en la iglesia del primer siglo en razón de que la persecución había dejado a muchos creyentes sin hogar. También había muchos ministros itinerantes que dependían de la hospitalidad para su subsistencia. La palabra hospitalidad literalmente significa un amante de los extraños.
Moisés en Génesis 18 relata la historia de Abraham quien mostró una generosa hospitalidad al ángel de Jehová, que no era otro sino Cristo antes de su encarnación, y a dos ángeles más. Abraham no sabía quienes eran ellos cuando les dio la bienvenida. Fue después que llegó a saber quienes eran sus ilustres invitados. Puede ser que usted y yo nunca hospedemos ángeles en un sentido literal, pero cualquier extraño puede ser un mensajero de bendición para nosotros y siendo que ángel significa en realidad mensajero, no es extraño que muchas veces hayamos hospedo mensajeros de bendiciones de Dios. El tercer mandamiento es preocuparse por los presos y los maltratados.
Hebreos 13:3 dice: “Acorados de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo.” Cuando este texto habla de presos no está hablando de malhechores detenidos, sino de creyentes que por su fe habían sido detenidos en la cárcel. Estos presos probablemente necesitaban alimento, abrigo y consuelo. Los responsables de satisfacer estas necesidades eran otros creyentes, quienes aún corriendo el riesgo de ser encarcelados, debían atender a sus hermanos presos. Algunos creyentes no eran apresados sino maltratados. La responsabilidad del resto de creyentes era también preocuparse por ellos sirviéndoles de ayuda y consuelo.
Hoy en día es probable que no haya muchos presos por la causa de Cristo, pero existe una cantidad de presos de problemas y conflictos. La responsabilidad de nosotros creyentes, es preocuparnos de estas personas y ayudarles en todo lo que esté a nuestro alcance. Es interesante notar en el texto leído la manera como debemos socorrer a los maltratados. Dice como si nosotros mismo estuviéramos en el cuerpo de ellos. Este es un hermoso concepto de la misericordia. Debemos aprender a sufrir con los que sufren. El cuarto y último mandamiento es procurar la pureza moral.
Hebreos 13:4 dice: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.” El matrimonio debe ser altamente estimado por todos. Esto por supuesto no significa que todo creyente debe casarse. Lo que significa es que debemos todos los creyentes considerar al matrimonio como algo santo. Debemos recordar que el matrimonio fue instituido directamente por Dios antes de la entrada del pecado en el mundo y que esta fue su santa voluntad para la humanidad.
Pensar que el matrimonio es algo bajo como hacen los ascéticos o aun el hacer bromas de mal gusto sobre él es algo contrario al espíritu de las Escrituras. Hoy en día vivimos lo que se da por llamar una crisis de moral. El mundo piensa que no hay problema con la infidelidad conyugal, pero Dios dice en su palabra que el matrimonio es una unión santa que de ninguna manera debe ser mancillada por la inmoralidad.
Cuando el autor de Hebreos dice que es honroso el lecho sin mancilla, está refiriéndose a la pureza de la relación sexual entre esposos. Ninguno de los cónyuges tiene el más mínimo derecho de manchar esta pureza con una relación sexual fuera del matrimonio. El mundo dice que no hay problema con la fornicación o el desorden sexual de cualquier naturaleza, pero Dios dice en su palabra que a los fornicarios les juzgará Dios. Quizá nadie llegue a saber en este mundo que usted ha cometido un pecado de inmoralidad, pero créamelo, Dios lo sabe y no sólo eso sino que un día tomará cuentas de ello.
El mundo dice que no hay problema con ser infiel a nuestro cónyuge de vez en cuando, pero Dios ha dicho en su palabra que a los adúlteros les juzgará Dios. No piense amable oyente que el adúltero saldrá bien librado de su fechoría. Puede ser que engañe a las personas, pero créamelo, no podrá engañar a Dios. Gálatas 6:7 dice: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”
En resumen, el autor de Hebreos está mostrando el patrón de conducta que es aceptado por Dios para los creyentes. A través de cuatro mandatos nos ha instruido sobre nuestro comportamiento. Estos mandamientos son: permanecer en el amor fraternal, practicar la hospitalidad, preocuparse de los presos y maltratados y procurar la pureza moral. Si usted es un hijo de Dios es de esperarse que esté cumpliendo estos mandamientos.
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