Es motivo de mucho gozo compartir este tiempo junto a usted amable oyente. Reciba una cordial bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Efesios en la serie titulada: Las Maravillas de la Gracia de Dios. En nuestro último estudio bíblico, el apóstol Pablo, autor humano del libro, nos exhortó a someternos los unos a los otros en el temor de Dios. Hemos visto ya como funciona la sumisión entre esposos y entre padres e hijos. En el estudio bíblico de hoy vamos a analizar como funciona la sumisión en la relación siervo amo. Cuando Pablo habla de siervos, se está refiriendo a esclavos creyentes. Había alrededor de seis millones de esclavos en el imperio romano en los días que Pablo escribió su carta. Esa institución llamada esclavitud era ampliamente aceptada en aquella época a pesar de sus múltiples falencias. En ninguna parte del Nuevo Testamento se ataca o se apoya la esclavitud, aunque cuando se ve al espíritu del Nuevo Testamento en una forma global se nota una tendencia a condenar la esclavitud. El ministerio de Pablo no se orientaba a derrocar al imperio romano o a cualquiera de sus instituciones, como la esclavitud, sino a predicar el evangelio y ganar almas para Cristo. Sin embargo, es de reconocer que en las regiones del mundo donde ha echado raíces el evangelio, uno de los muchos buenos resultados ha sido la abolición de la esclavitud. Es decir que, el ministerio de Pablo contribuyó a la abolición de la esclavitud y al establecimiento de la libertad. Sin embargo, Pablo fue muy cuidadoso de no confundir el sistema social con el orden espiritual en la iglesia. ¿Deberíamos entonces, en consecuencia, descartar la enseñanza de Pablo para los siervos? ¡De ninguna manera! Por cuanto los mismos principios bíblicos que Pablo impartió en su tiempo para los siervos, nos sirven hoy en día para los empleados en relación con sus jefes o empleadores. Veamos como se somete un empleado a su jefe.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Efesios 6:5-8. En este pasaje bíblico encontramos la manera como se someten los siervos a sus amos. Por medio de un mandato, Pablo va a establecer esta manera de relacionarse. Veamos en primer lugar el mandato enunciado. Efesios 6:5 en su primera parte dice: Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales
El sentido de este mandato es: Siervos obedezcan a quien según la carne son sus amos. El siervo delante del Señor es libre, pero esta libertad no les daba derecho a desconocer a sus amos en la tierra. Lejos de ello, más bien restauraba la relación siervo amo si esta relación no era buena durante el tiempo que el siervo era incrédulo. Recordemos el caso de Onésimo y Filemón. Onésimo era un esclavo que recibió a Cristo como su Salvador, pero una vez convertido, Pablo le envió de regreso a Filemón, quien era su amo. El mandato a los siervos es obedecer. Obedecer significa ponerse bajo autoridad para escuchar. Los siervos sometidos debían ponerse bajo la autoridad de sus amos para escuchar sus órdenes y cumplirlas. Trasladando la idea a nuestros días, diríamos entonces que los empleados se someten a sus jefes en obediencia. La rebelión de un empleado a su jefe va en contra del mandato bíblico de sumisión. En segundo lugar, tenemos el mandato explicado. Efesios 6:5 continúa diciendo: con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo;
Cumplir con esto debe haber sido harto difícil para un esclavo creyente quien tenía a un amo incrédulo, cruel y dominante. Pero Pablo dice: Obedezca como a Cristo, no importa si el amo es bueno o malo, el siervo tenía que obedecer como si fuera Cristo quien estaba dando las órdenes. Igualmente hoy, no importa si su jefe es excelente o si es un tirano, usted, como hijo de Dios simple y llanamente tiene que obedecer. Por supuesto que hay una salvedad. Cuando su jefe le pida hacer algo que va en contra de la palabra de Dios, entonces usted puede decir como Pedro: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. ¿Y cómo es esto de obedecer a los jefes como a Cristo? Pablo dice: Primeramente con temor y temblor. Esto significa con un cuidado celoso, o con una precisión especial. Luego, con sencillez de nuestro corazón. Esto significa con un corazón no dividido. Habla de poner toda la atención y energía posible en la ejecución de la orden dada por el amo. La mejor manera de aplicar este principio hoy en día es desempeñando nuestros trabajos de una manera extremadamente cuidadosa, sin que nada ni nadie nos distraiga de lo que tenemos que hacer. Que triste es ver que a veces en lugar de hacer lo de debemos, por lo cual se nos paga un salario, nos dedicamos a conversar o a hacer actividades ajenas a lo que se supone debemos hacer y todo esto para satisfacer nuestros propios deseos egoístas. En tercer lugar, veamos el mandato extendido. Pablo va a darnos ideas para que en nuestras mentes no quede la menor duda de cómo debemos someternos a nuestros jefes. La primera está en Efesios 6:6. no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios;
Esto se refiere a que el siervo o empleado no debe trabajar solamente cuando el amo o el jefe le ve y cuando no está el jefe se dedica a sus propios asuntos. El servir al ojo es condenado. Puede ser que agrade a los jefes porque ellos no saben lo que hacemos cuando ellos no están, pero de ninguna manera agrada a Dios porque Dios siempre tiene un ojo avizor sobre nosotros. El servicio a Cristo se realiza de corazón, esto significa que se hace con el alma, todo lo contrario a un trabajo disimulado o insincero, un trabajo que parece bien por fuera, pero por dentro está mal. Hay tres razones para hacer un servicio a Cristo de corazón. Número 1, Efesios 6:6 al final dice, haciendo la voluntad de Dios. La voluntad de Dios para los que trabajamos es que lo hagamos con sinceridad, esto es ocupándonos en nuestro trabajo cada segundo del horario que tenemos para trabajar. Número 2, Efesios 6:7 donde dice: sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres
El servicio no es por obligación o porque nos pagan un sueldo, sino de buena voluntad, es como si lo hiciéramos para el mismo Señor Jesucristo y no para los hombres y, número 3, Efesios 6:8 donde dice: sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.
Algún día vamos a ser premiados por nuestro sincero trabajo como empleados. Tal vez en la tierra nadie reconozca nuestro esfuerzo, pero en el cielo será reconocido. Terminando ya, quizá haya escuchado antes esta historia, pero es apropiada en este momento de nuestro estudio bíblico. Se trata de un anciano misionero que estaba retornando a su tierra después de muchos años de fiel servicio al Señor en la selva africana. Por coincidencia, en el buque que viajaba este misionero y su esposa, también viajaba el presidente de los Estados Unidos, Roosvelt, quien retornaba de Africa después de haber participado en un corto safari. Cuando el buque atracó en el puerto de Nueva York, las multitudes aclamaban al popular presidente. La prensa no cesaba de sacar fotos y tomar declaraciones. El anciano misionero y su esposa desembarcaron del buque sin que nadie les tome en cuenta y se fueron a su modesta casa donde esperaban pasar el resto de sus días. Al entrar a su casa, el anciano misionero dijo a su esposa con un tono de desconsuelo: Esto es injusto, hemos gastado nuestras vidas en Africa, ganando almas para Cristo y cuando regresamos a nuestro hogar no hay nadie quien nos dé la bienvenida, nadie que reconozca lo que hemos hecho. Pero el presidente del país se va a Africa unos pocos días a disparar a algunos animales, y miren, todos le rinden honores. Pero mientras oraba aquella noche, antes de quedarse dormido sintió como si el Señor mismo le estuviera hablando y le decía: Hijo mío, ¿Sabes por qué no has recibido la recompensa que mereces por todo lo que hiciste en Africa? Pues, porque todavía no has llegado a tu verdadero hogar. Cuando llegues vas a ver lo que vas a recibir. Cuanta verdad en esta corta historia de la vida real. Algún día vamos a ser recompensados por hacer las cosas como para el Señor y no para los hombres. ¿Lo está haciendo?
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