Reciba cordiales saludos amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Efesios, en la serie titulada: Las Maravillas de la Gracia de Dios. Un antiguo proverbio chino dice: Una generación planta árboles y la siguiente generación disfruta de su sombra. Debemos preguntarnos: ¿Cuántos árboles está sembrando esta generación para que las siguientes generaciones disfruten de su sombra? ¿Qué estamos sembrando en las mentes de nuestros hijos para protegerles del ardiente sol de este mundo hundido en el pecado? Los creyentes estamos viviendo a la sombra de un árbol que fue sembrado en el pasado. Ese árbol es el Señor Jesucristo. No podemos sentarnos despreocupadamente y pensar que a nuestros hijos y a las generaciones futuras les va a ir bien por arte de magia, de por sí. No será así. Si no salimos del molde del mundo y comenzamos a enseñar patrones de vida bíblicos en nuestros hijos, no habremos hecho nada para las próximas generaciones. Este preámbulo nos sirve para recalcar la responsabilidad de los padres en la crianza de los hijos. Efesios 5:21 dice: Someteos unos a otros en el temor de Dios. Ya hemos visto que la esposa se somete al esposo reconociéndolo como su cabeza. El esposo se somete a la esposa, amándola. Los hijos se someten a los padres obedeciéndolos. Lo que nos falta saber es como se someten los padres a los hijos. Esto será el tema de nuestro estudio bíblico de hoy.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Efesios capítulo 6. En el estudio bíblico de hoy vamos a considerar el versículo 4 únicamente. En este versículo, por vía de un mandato, el apóstol Pablo indica la manera como los padres se someten a sus hijos. Recordemos que sumisión no es sinónimo de autoridad. No estamos diciendo que los hijos tienen autoridad sobre los padres. Sumisión significa tomar el lugar que a uno le corresponde. Los padres se someten a los hijos en la forma que está establecida en Efesios 6:4 donde dice: Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
Vemos en primer lugar, los sujetos del mandato. Y vosotros padres. La pregunta que surge es: ¿Se refiere a papá? ¿O a mamá? ¿O a los dos? Diremos que el mandato está dirigido a los esposos que son padres en primer lugar, pero que de ninguna manera excluye a las esposas que son madres. El asunto funciona así: Cuando el padre está en la casa con los hijos, él es el responsable de cumplir con el mandamiento de Efesios 6:4, pero ¿qué pasa cuando el padre está fuera de casa por su trabajo o un viaje, o por cualquier otra razón? Entonces es la madre quien toma las riendas del hogar en ausencia del padre. El ideal de Dios es que las madres estén en casa ocupadas en la tarea más noble para una madre, el cuidado de los hijos. En resumen entonces, el mandato de Efesios 6:4 debe ser cumplido tanto por el papá como por la mamá. Veamos ahora el significado del mandato. El mandato tiene dos partes, una negativa y otra positiva. La parte del mandato expresada con un negativo dice: No provoquéis a ira a vuestros hijos. La frase provoquéis a ira, significa irritar, hacer enojar o enfurecer. A veces, el hijo que ha sido provocado a ira lo manifiesta en franca rebeldía, pero en otras ocasiones se manifiesta en una furia interna. ¿Qué es lo que provoca a ira a un hijo? Pueden ser muchas cosas. Las más comunes parecen ser las siguientes. Sobreprotección. Los hijos necesitan correr ciertos riesgos y aprovechar ciertas oportunidades, conforme a su propio nivel de desarrollo. Si se les encierra comenzarán a resentirse contra sus padres. Los hijos son seres humanos y poco a poco deben ir independizándose y preparándose para más adelante enfrentarse por sí solos a las vicisitudes de este mundo. Otra forma de provocar a ira a los hijos es mediante el favoritismo. Isaac favorecía a Esaú por encima de Jacob. Por su lado, Rebeca favorecía a Jacob por encima de Esaú. Usted debe saber lo que esto causó en esta familia. Cuidado con el favoritismo entre nuestros hijos. Otra forma de provocar a ira es cuando los comparamos entre ellos. ¿Por qué no eres tan inteligente como tu hermano? Cada hijo es un mundo aparte y somos injustos cuando pretendemos cortarlos a todos con la misma tijera. Otra forma de provocar a ira a nuestros hijos es cuando los forzamos a tener éxito. Los padres solemos obligar a nuestros hijos a lograr los sueños que nosotros no pudimos alcanzar. La presión para que los hijos sean excelentes en la escuela, en los deportes o en otras actividades sólo hará que los hijos se vuelvan personas amargadas. Otra forma de provocar a ira a nuestros hijos es cuando solamente señalamos lo malo e ignoramos lo bueno. Otra forma de provocar a ira a nuestros hijos es cuando nos resistimos a sacrificarnos por ellos, pensando que son un estorbo al decir cosas como: Me gustaría ir a tal parte, pero ¡Que va! Con los hijos que tengo. Otra forma de provocar a ira a los hijos es cuando exigimos que actúen como adultos. Los niños no van a actuar como adultos porque son niños y hará cosas que son de niños. Otra forma de provocar a ira a nuestros hijos es cuando no pasamos tiempo con ellos. No podemos darnos el lujo de estar demasiado ocupados como para no tener tiempo para estar con nuestros hijos. Otra forma de provocarlos a ira es cuando condicionamos nuestro amor a su conducta, es decir cuando decimos a nuestros hijos: si haces esto te quiero, pero si no lo haces no te quiero. Otra forma de provocar a ira a nuestros hijos es cuando los maltratamos con palabras o físicamente. Son pocos ejemplos de cómo los padres podemos provocar a ira a nuestros hijos. La parte del mandato que se expresa en forma positiva es: Criadlos en disciplina y amonestación del Señor. Cuando Pablo habla de criarlos en disciplina está dando a entender que los hijos deben ser recompensados por obedecer ciertas reglas establecidas por los padres y también deben ser castigados cuando desobedecen las reglas establecidas por los padres. Disciplina significa entrenar por medio de reglas, reforzando con recompensa y castigo, según sea el caso. Todo esto por supuesto dentro de un contexto de amor. Hemos tocado el tema del castigo. El castigo no tiene e propósito de destruir al niño sino de restaurarle. Para que el castigo sea efectivo debe ser administrado en amor, nunca como una venganza. Se debe castigar no más de lo que es debido según la falta cometida. No castigar en presencia de los amigos o hermanos. Esto podría afectar la dignidad del hijo. El castigo siempre debe ocurrir después de haber establecido las reglas. Cuando castigue, siempre explique por qué lo hace. Asegure a su hijo que no está en contra de él sino en contra de lo que hizo y siempre castigue inmediatamente después que se ha cometido la falta. No guarde castigos para la noche o para el fin de semana. Criar a los hijos en amonestación del Señor significa una instrucción verbal con miras a corregir. Es confrontar verbalmente a un hijo con su falta y desafiarlo a corregir la mala conducta. Notemos que la amonestación es del Señor. El libro de Proverbios por ejemplo, está lleno de principios extremadamente útiles para criar a nuestros hijos en amonestación del Señor. Aprovechemos de este recurso tan útil. De modo que, amable oyente los hijos se someten a los padres en obediencia y los padres se someten a los hijos no provocándoles a ira y criándoles en disciplina y amonestación del Señor. Perfecto equilibrio. ¿No le parece? Que triste que muchos padres se han desentendido de criar a sus hijos en disciplina y amonestación del Señor y han delegado esta solemne responsabilidad a las escuelas o colegios, o a los abuelos, o a la televisión, o a los amigos. No es extraño que estemos viviendo en una sociedad en la cual va en aumento la delincuencia juvenil. Si queremos que nuestros hijos no sean una fuente de aflicción sino una fuente de bendición, es necesario que comencemos a pone en práctica lo que Dios nos instruye en Efesios 6:4. Nuestra oración es que tanto padres como hijos, estemos aplicando este importante principio.
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