Saludos cordiales amable oyente. Es un gozo recibirle para juntos participar en el estudio bíblico de hoy en el libro de Jonás. La oración y la preocupación, no son buenos compañeros. Se excluyen mutuamente. Donde está el uno no puede estar el otro. Si usted quiere vivir en constante preocupación, es muy sencillo lograrlo. Simplemente no ore nunca. Si usted quiere vivir libre de preocupaciones entonces debe adoptar el hábito de orar o mejorar este hábito. Un sano consejo dice así: Si va a preocuparse, ¿Para qué orar? Si vas a orar, ¿Para qué preocuparse? Filipenses 4:6-7 dice al respecto: Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Php 4:7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Las preocupaciones o el afán son como afilados cuchillos que cortan en pedazos nuestro intelecto, voluntad y emociones. Cuando estamos preocupados, nos sentimos como divididos, pero la oración tiene la facultad de integrarlo todo, de volver las cosas a su lugar para que haya paz. Por eso el texto dice que la paz de Dios guardará nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús. Si alguien debía estar preocupado en la vida, ése debía ser Jonás. Imagínese, ser arrojado de una embarcación a un enfurecido mar y ser tragado vivo por un gran pez. ¿Qué más se necesita para estar preocupado? Pero en medio de la preocupación lacerante, Jonás hizo lo que es correcto. Oró a Jehová su Dios. En nuestro estudio bíblico anterior, hicimos algunas consideraciones sobre la oración de Jonás. Hoy vamos a continuar con el mismo tema.
Le invito a abrir su Biblia en Jonás capítulo 2, versículos del 1 al 9. En este pasaje bíblico encontramos la oración de Jonás. Podemos distinguir en el pasaje bíblico, el momento de la oración, el destinatario de la oración, el lugar de la oración y el contenido de la oración. En cuanto al momento de la oración, ya mencionamos en nuestro último estudio bíblico que Jonás oró cuando de encontró en su más bajo nivel, espiritualmente, emocionalmente y aun físicamente porque estaba bajo el agua en el mar. Cuando todo parecía que llegaba a su fin, Jonás levantó su mirada a su única fuente de auxilio y clamó en oración. Si en este preciso instante está atravesando por aguas turbulentas de prueba o disciplina de parte de Dios, necesita saber que todavía hay esperanza, necesita saber que por medio de la oración puede encontrar todo lo que necesita para volver a experimentar paz en su corazón. En cuanto al destinatario de la oración, también dijimos en nuestro último estudio bíblico que Jonás dirigió su oración directamente a Dios. Nosotros también, al igual que Jonás, podemos ir directamente a la misma presencia de Dios para suplicar, confesar el pecado, alabar y adorar. Con este antecedente consideremos ahora el lugar de la oración. Jonás 2:1 dice: Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez,
¡Qué lugar tan extraño para orar! Todo lugar es buen lugar para orar. 1 Timoteo 2:8 dice: Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.
No importa el lugar en el cual estemos, siempre podemos tener acceso directo a la presencia del Señor. Los que tenemos a Cristo morando por la fe en nuestros corazones, llevamos por doquier un altar en el cual podemos ofrecer sacrificios de alabanza a nuestro eterno Dios. En realidad, nosotros mismos somos no sólo un altar sino el mismo templo del Señor. No necesitamos por tanto buscar afanosamente un santuario hecho por manos humanas para desde allí ponernos en contacto con Dios en oración. En cualquier lugar donde estemos y en cualquier posición en la que nos encontremos podemos levantar nuestro clamor en oración al Señor. Jonás se hallaba prisionero en el vientre de un gran pez, sin embargo tuvo plena libertad para hablar con Dios. Los hombres apresaron a Pablo y a Silas, les guardaron en el calabozo de más adentro y colocaron sus pies en el cepo, sin embargo tuvieron plena libertad para orar y cantar himnos a Dios. Analicemos el contenido de la oración de Jonás. En su oración, podemos distinguir algunos asuntos. Primeramente el fervor o la pasión con la cual oraba. Jonás 2:2 dice: y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó;
Desde el seno del Seol clamé,
Y mi voz oíste.
Las palabras: Invoqué, clamé, nos hablan del fervor con el cual Jonás se dirigió a Dios. No era como muchas de nuestras oraciones, llenas de formalismo y superficialidad, no, de ninguna manera. Era el clamor de alguien que está viviendo en carne propia la angustia de la aflicción. Para Jonás, el vientre del gran pez era como la misma tumba, por eso dice que su clamor provino del seno mismo del Seol. En segundo lugar, Jonás se refiere a las condiciones deplorables en las que se encontraba. Jonás 2:3 dice: Me echaste a lo profundo, en medio de los mares,
Y me rodeó la corriente;
Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.
Para describir su estado de desesperación, Jonás toma las palabras de David en Salmo 42:7. En el versículo 5 de Jonás 2, dice: Las aguas me rodearon hasta el alma,
Rodeóme el abismo;
El alga se enredó a mi cabeza.
Jonás está describiendo los horrores de su tormento. Sufrió emocionalmente cuando vio que aun su alma quedó aprisionada por el agua y el abismo. Sufrió físicamente cuando tuvo que permanecer por tres días en medio de los jugos gástricos del estómago del pez y rodeado de todo aquellos que el pez había comido y lo tenía guardado en su estómago. En tercer lugar Jonás hace referencia a la desesperación que produce su estado deplorable. Jonás 2:6 dice: Descendí a los cimientos de los montes;
La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre;
Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío.
Jonás se sentía como si la tierra hubiera negado para siempre su presencia en ella. Esto por supuesto hizo que Jonás se sintiera desesperado. Por eso en el versículo 7 de Jonás 2 dice que su alma desfallecía dentro de él. En cuarto lugar, Jonás hace referencia al momento en el cual clamó a su Dios. Afirma por dos ocasiones en el versículo 2 que Dios en su gracia le oyó. En el versículo 4 dice lo siguiente: Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos;
Mas aún veré tu santo templo.
Jonás buscó huir de la presencia de Dios, y pronto se dio cuenta cuan absurdo es y cuan severas son las consecuencias, pero en medio de este dolor, reconoció que lo mejor es mirar con los ojos de la fe el santo templo de Dios. Con su mirada puesta en la persona de Dios y no en las circunstancias que le rodeaban, Jonás pudo decir en el versículo 7: Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová,
Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.
En quinto lugar, Jonás hace una exhortación a los que confían en cualquier cosa que no sea Dios. Versículo 8 de Jonás 2 dice: Los que siguen vanidades ilusorias,
Su misericordia abandonan.
Confiar en algo que no sea Dios es una tamaña necedad. Jonás lo llama vanidad ilusoria. Una traducción libre diría: Hueco, vacío, por fuera atractivo, pero por dentro sin ninguna consistencia. Así es amable oyente. Confíe en el dinero, en las posesiones, en el placer, en la fama, en el prestigio, en la suerte y verá que a la larga todo esto es pura vanidad ilusoria. Confiar en cualquiera de estas cosas es despreciar la misericordia de Dios. Tal vez me dirá: Pero yo confío en Dios. Bueno, la palabra de Dios dice: Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón. ¿Dónde está su tesoro? ¿Qué es o más valioso para usted en esta vida? Pues allí está su corazón, mas no en Dios. Finalmente Jonás hace una promesa a Dios. Jonás 2:9 dice: Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios;
Pagaré lo que prometí.
La salvación es de Jehová.
Con una seguridad total de la liberación que iba a venir, Jonás alaba a Jehová por ello. Todavía estaba sufriendo los horrores de estar en el estómago del gran pez, pero adelantándose a los acontecimientos, porque tenía fe en Dios a quien hizo el pedido, agradece y alaba a Dios por ello. Termina diciendo que aprendió bien su lección y que está dispuesto a pagar lo que está prometiendo, porque la salvación es de Jehová. Así termina la oración de Jonás. Lo que sigue nos mostrará cuan saturada de fe fue esta oración de Jonás y cuan misericordioso fue Dios quien respondió a la oración de Jonás. El Dios de Jonás no ha cambiado. Si él obró con poder en el caso de Jonás, para proveer liberación, ¿quien dice que él no puede hacer lo mismo en su caso?
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