Saludos cordiales amigo oyente. Es un privilegio compartir este tiempo con Ud. Prosiguiendo con el estudio bíblico sobre los eventos futuros, estamos tratando el tema del tribunal de Cristo. En el estudio bíblico anterior, David Logacho compartió con nosotros el hecho que los únicos que comparecemos ante este tribunal somos los creyentes. También señalo que el tribunal de Cristo no es para condenación sino para recompensa. En el estudio bíblico de hoy, examinaremos el criterio que ha de utilizar el Juez, para evaluar las obras de los creyentes.
Una de las ideas equivocadas que a menudo tenemos los creyentes es pensar que una vez salvos, podemos vivir como queramos. Algunos de los creyentes de primera iglesia de Corinto pensaban así y eso les condujo a una vida de disipación a pesar que eran creyentes. Allí en esa iglesia había divisiones, había inmoralidad, había desorden, había borrachera y quien sabe que más.
Pablo por tanto les escribió una carta, en la cual, entre muchas cosas exhorta a los creyentes a poner mucha atención al tipo de obras que estaban realizando. En su exhortación, Pablo afirma que los creyentes somos edificio de Dios. Un edificio que tiene un fundamento firme, ese fundamento firme es Cristo Jesús. El fundamento fue puesto por el perito arquitecto, Pablo, el apóstol a los gentiles pero hubo otro que edificó encima, probablemente una alusión a la obra de Apolos, pero cada uno, o cada creyente debe dar cuidadosa atención a la manera como sobreedifica.
Es una tarea sumamente delicada, pero cada uno mire como sobreedifica dice Pablo. Lo delicado de la tarea parte del hecho que el edificio es de Dios y es el mas grandioso de los edificios, porque está puesto sobre el fundamento de la persona de Cristo.
Muy bien, la sobre edificación se hace con diversos materiales, 1ª Corintios 3:12 dice: “Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca”.
Observamos seis tipos de materiales que el apóstol clasifica en dos grupos. Por un lado oro, plata y piedras preciosas y por otro lado madera, heno, hojarasca. La calidad de la edificación depende de la calidad de los materiales que se utilizan en la construcción. Algunos constructores de edificios utilizan material de mala calidad en sus construcciones para disminuir costos y lograr mayores márgenes de ganancia, una ganancia mal habida, por supuesto.
Como resultado, tan pronto se termina la construcción empiezan los problemas para el infortunado ciudadano que tiene que vivir en esa edificación.
Durante los cinco primeros años de matrimonio, mi esposa y yo tuvimos que vivir en cinco casas o departamentos diferentes. Muchas de esas casas o departamentos fueron construidos con mal material y tuvimos que soportar las consecuencias de ello. Las paredes se agrietaban, las puertas cerraban, los pisos se levantaban, la luz se cortaba, el agua potable filtraba, etc, etc.
Es realmente molestoso habitar en una casa construida con mal material. La calidad de la construcción depende de la calidad de los materiales. En el caso de la iglesia de Corinto, el dueño de la construcción esta interesado en que se use el mejor material posible.
Es mas dice que lo que no sirva de acuerdo a su evaluación lo quemara, porque el edificio ha de tener una trascendencia eterna. 1ª Corintios 3:13 dice: “la obra de cada uno se hará manifiestan porque el día la declarara, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará”.
Obviamente, lo que se quemara es todo lo que el creyente ha edificado con madera, heno y hojarasca y lo que pasara la prueba de fuego es todo aquello que el creyente ha edificado con oro, plata y piedras preciosas. La madera, el heno y la hojarasca representan la edificación hecha en base a nuestra propia humana sabiduría, la edificación hecha para exaltar nuestro propio ocio, todo lo que hacemos para ser admirados de los demás, todo lo que hacemos para mostrar que somos más espirituales que los demás, todo lo que hacemos para competir con los demás, todo lo que hacemos para sacar provecho personal.
En contraste con esto, el oro, la plata y las piedras preciosas representa la edificación hecha en el poder del Espíritu Santo y con la sabiduría de Dios, basada en la palabra de Dios y para la gloria de Dios. Esto es lo que perdurara, lo que pasará por la prueba de fuego. Todo lo que hacemos edificando el edificio de Dios parte de una motivación del corazón. Los hombres no podemos ver las motivaciones, solamente las acciones, pero Dios no solo ve las acciones sino también las motivaciones del corazón y él sabe a ciencia cierta si algo que hicimos partió o no de una motivación correcta. Este será el criterio que usara el Juez para evaluar nuestras obras en el tribunal de Cristo. Esto debe hacernos reflexionar mucho sobre lo que hacemos a titulo de servir en la obra del Señor.
Una hermana una noche tuvo un sueño. Soñó que había muerto y que estaba entrando al cielo. Un ángel le recibió y luego de darle la bienvenida, le dijo que habla sido enviado para conducirla a la morada que ella habla edificado mientras estuvo en la tierra. La hermana se emocionó porque estaba segura que su morada serla la mejor de todo el cielo porque mientras estuvo en la tierra, tan pronto recibió a Cristo como Salvador se ocupo de lleno en la obra del Señor. Repartió folletos, asistió fielmente a la iglesia, sirvió en el grupo de mujeres, leyó varias veces la Biblia, hospedó a hermanos, y quien sabe que más. Al llegar al barrio del cielo con las mejores construcciones, pensó que allí estaría su lugar, pero oh sorpresa, no estaba allí. Se dijo a si misma: Bueno, a decir verdad, los folletos que repartí no fue porque sinceramente deseaba llevar el mensaje al pecador, sino porque así lograba la admiración de los demás. Al llegar al siguiente barrio, su sorpresa fue aun más grande cuando supo que su morada tampoco estaba allí. Bueno, se dijo a decir verdad mi asistencia a la iglesia no fue porque sinceramente quería ser edificada espiritualmente sino para que la gente piense que soy muy espiritual. Siguió caminando de la mano del ángel, llegó a otro barrio cuyas moradas no eran tan atractivas. Seguro que aquí estaré, lo mío se dijo. Pero con pesar en su corazón supo que no estaba ni aun allí. Ah, dijo, lo que pasa es que mi servicio en el grupo de mujeres no fue por amor a mi Salvador sino para pasar un buen tiempo con las hermanas. El ángel finalmente le condujo a donde estaba su morada. Era muy rustica, apenas tenia lo mínimo indispensable. ¿En eso voy a pasar la eternidad? Increpo al ángel. El ángel respondió: Eso es todo lo que quedo de tus obras después que fueron probadas por el fuego. La hermana despertó asustada, felizmente había sido solo un sueño, pero a partir del siguiente día ella procuró hacer todo por amor a Dios y para la gloria de Dios.
Así es mi querido amigo oyente, viene el dia cuando todo lo que hemos hecho en la obra del Señor será examinado por el Señor de la obra. Todo lo que ha sido hecho partiendo de una mala motivación será quemado, quedaran solo cenizas, y todo lo que ha sido hecho partiendo de la motivación correcta de exaltar a Dios por amor al Salvador permanecerá y servirá de base para la obtención de recompensas.
El texto que leímos dice que la obra de cada uno se hará manifiesta, esto significa que en el tribunal de Cristo se sabrá si lo que hicimos fue para nosotros mismos o para el Señor, también dice que el día la declarara. Cuando es de noche no se ve nada o se ve muy poco, pero cuando amanece se ve todo.
Esta expresión trae la idea de que Dios mismo, en su día descorrerá el velo para que todos sepan todo lo que fue hecho y como fue hecho.
Finalmente dice que por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cual sea, el fuego la probara. El fuego representa la presencia de Dios, el poder de Dios, el juicio de Dios y la mirada de Jesucristo. Este será el fuego que discierna nuestras obras en el tribunal de Cristo.
De modo que, mi amigo oyente, no piense que por ser creyente, Ud. puede hacer lo que quiera. Algún día todo lo que Ud. ha hecho va a ser evaluado por el Señor Jesucristo. Este pensamiento debe motivarnos a hacer todo para la gloria de Dios, dando lo mejor de nosotros, buscando la excelencia en todo lo que hacemos, no para nuestra propia gloria sino para la gloria de El.
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