Doy gracias a Dios por el privilegio que me brinda al compartir este tiempo con usted amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Efesios en la serie titulada: Las Maravillas de la Gracia de Dios. En nuestro último estudio bíblico, vimos que el Cristo resucitado y glorificado, en su poder y soberanía, entregó dones, en este caso, personas dotadas, como un regalo de gracia, a Su Iglesia, formada por todos aquellos que hemos recibido a Cristo como Salvador. Estas personas dotadas son los Apóstoles y Profetas, quienes tuvieron un rol decisivo en la fundación de la iglesia de Cristo en el primer siglo. También fueron dados como dones, los evangelistas y pastores-maestros, quienes continúan edificando la iglesia de Cristo sobre el fundamento que fue puesto por los Apóstoles y Profetas. ¿Cuál fue el propósito específico de los Apóstoles, Profetas, Evangelistas y Pastores-maestros? Dejemos que la palabra de Dios responda esta pregunta.
Es un gozo abrir la palabra de Dios, porque en ella tenemos todo lo que necesitamos saber para conocer la voluntad de Dios, no sólo para nuestras vidas, sino también para la iglesia. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala usted también en Efesios 4:12. En este texto bíblico encontramos el triple propósito de los hombres dotados que fueron dados por Cristo a Su iglesia como un regalo. En este solo versículo tenemos ante nosotros una rica veta de profunda verdad espiritual y práctica. El primer propósito es equipar a los santos. Efesios 4:12 en su primera parte dice: A fin de perfeccionar a los santos. El propósito primario de los hombres dotados dados por Cristo resucitado a Su iglesia es perfeccionar a los santos. Cuando el texto habla de santos se está refiriendo a todos los creyentes, o a todos los que hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador personal, algunos de los cuales ya han muerto y están con el Señor, mientras otros todavía estamos vivos, mientras el Señor Jesucristo tarde en venir a recogernos en lo que se llama el Arrebatamiento, o hasta que nos lleve a estar con él cuando muramos físicamente. La palabra griega que se ha traducido como “perfeccionar” en la frase leída de Efesios 4:12 es una palabra rica en significado y si la comprendemos bien estaremos en posibilidad de entender a cabalidad el significado de perfeccionar a los santos. Perfeccionar se utilizaba en el mundo de la medicina, con la idea de juntar las partes de un hueso roto para que se suelden entre ellas, o también de poner en su lugar a un hueso que se ha descoyuntado. Perfeccionar también se usaba en el mundo de la pesca, con la idea de remendar una red que se utilizaba para pescar. Perfeccionar se utilizaba también en el mundo militar con la idea de equipar a un ejército para la batalla, es decir, proveer todo lo que sea necesario para enfrentar con éxito una batalla. Vemos entonces que perfeccionar conlleva ideas de restaurar, remendar y equipar y estas ideas describen bien el propósito de los hombres dotados, dados por Cristo Jesús como regalo de gracia, o dones, a Su iglesia. Estos hombres deben restaurar a los creyentes en el sentido de ponerlos en el lugar donde van a cumplir mejor su trabajo, según los dones espirituales que han recibido. Deben también remendar vidas para que ganen almas para Cristo, así como las redes en buen estado pueden atrapar peces. Por último, deben equipar a los creyentes para prepararlos para la dura batalla contra el enemigo. Notamos que el campo de acción de los hombres dotados dados por Cristo a Su iglesia es la iglesia, o lo santos, o nosotros los creyentes. Así como Dios se ocupa de cada uno de nosotros en forma individual, los hombres dotados dados por Cristo a Su iglesia deben ocuparse de cada creyente en forma individual. El segundo propósito de los hombres dotados dados por Cristo a Su iglesia como un don o un regalo es emplear a los santos. Efesios 4:12 continua diciendo: Para la obra del ministerio. Este propósito se sustenta en el anterior. Una vez que los santos han sido equipados, están en posibilidad de emplearse en la obra del ministerio. Este es un pensamiento impactante por cuando muchos creyentes piensan que el trabajo o la obra del ministerio en una iglesia local tienen que hacerlo los pastores solamente. Muy a menudo se escucha comentarios de creyentes que razonan y dicen: Yo no tengo por qué trabajar en la iglesia local, porque para eso se les paga a los pastores. Que hagan ellos todo el trabajo. Se piensa que el pastor es como un pulpo, quien con sus muchos tentáculos debe realizar toda la obra del ministerio en la iglesia local. Él es quien tiene que evangelizar, tiene que aconsejar, tiene que visitar, tiene que administrar, tiene que predicar y pobre de él si al predicar demuestra que no tuvo mucho tiempo para prepararse bien, y por último hasta tiene que limpiar el templo. No. Esto es antibíblico. El trabajo en la obra del ministerio no es solamente responsabilidad del pastor, sino de cada uno de nosotros los creyentes. En el Nuevo Testamento no existe el concepto del creyente que va sólo los domingos a la mañana a la iglesia a escuchar un buen mensaje y el resto del tiempo de la semana se dedica exclusivamente a sus cosas. Esta manera de pensar es una trampa de Satanás para privar a la iglesia local de la ayuda que cada creyente debe estar prestando a la obra del ministerio en la iglesia local. Los pastores equipan, preparan a los creyentes para que los creyentes trabajen en la obra del ministerio. Al hablar de la obra del ministerio, nos estamos refiriendo a todo el conjunto de cosas que se necesitan hacer en una iglesia local. El pastor en una iglesia local es comparable a un entrenador en un equipo de fútbol. Los creyentes en una iglesia local son comparables a los jugadores en un equipo de fútbol. El entrenador no juega en la cancha, sino los jugadores. El entrenador se limita a enseñar a jugar, a definir una estrategia, a hacer los cambios cuando las cosas no salen bien. Algo parecido debería estar pasando en la iglesia. Los pastores deberían limitarse a enseñar, a capacitar, a proponer estrategias, a ubicar a los creyentes en los puestos donde van a ser más efectivos y deberían ser los creyentes quienes hagan el trabajo, la obra del ministerio. Así es como debería funcionar toda iglesia local. El creyente equipado por los pastores debe trabajar en la obra del ministerio, esto es evangelizando, visitando, enseñando, y tantas otras cosas más, según el don que cada uno ha recibido del Señor. El tercer y último propósito de los hombres dotados, dados por Cristo a Su iglesia, es edificar a los santos. Efesios 4:12 termina diciendo: Para edificación del cuerpo de Cristo. Este tercer propósito es el resultado de los dos anteriores. El creyente equipado por los hombres dotados dados por Cristo a la iglesia, se ocupa en la obra del ministerio, lo cual resulta en la edificación del cuerpo de Cristo que es la iglesia. Cuando se habla del cuerpo de Cristo, se da a entender el conjunto de creyentes redimidos por la sangre de Cristo. Es este cuerpo que tiene vida que es edificado. Es interesante notar que el cuerpo de Cristo no se edifica solamente por la obra de los hombres dotados, sino por la obra de cada uno de los creyentes. Notamos también la manera como se edifica el cuerpo de Cristo. No es por medio de construir edificios o templos, o dando dinero a las obras de beneficencia. El cuerpo de Cristo se edifica por medio del trabajo de todos los creyentes según las capacidades individuales que cada uno ha recibido del Señor. Cuando compartimos las buenas nuevas de salvación con un incrédulo estamos edificando el cuerpo de Cristo. Cuando enseñamos la palabra de Dios o predicamos, estamos edificando el cuerpo de Cristo, cuando visitamos a un enfermo, estamos edificando el cuerpo de Cristo, y aunque usted no lo crea, cuando limpiamos el local donde se reúne la iglesia, estamos también edificando el cuerpo de Cristo, porque la edificación del cuerpo de Cristo se produce mediante el trabajo en la obra del ministerio, llevado a cabo por creyentes equipados por los Apóstoles, profetas, evangelistas y pastores-maestros. Hemos visto el triple propósito de los hombres dotados dados por Cristo a Su iglesia. Este propósito es equipar, emplear y edificar. ¿Está usted siendo equipado o capacitado por los pastores en su iglesia local? ¿Está usted siendo empleado en el servicio al Señor en su iglesia local? ¿Está usted edificando con su servicio el cuerpo de Cristo? Si no, hoy mismo comience a trabajar en su iglesia local.
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