Qué grato es compartir este tiempo junto a Usted. Bienvenida o bienvenido al estudio bíblico de hoy con David Logacho. Estamos estudiando la segunda epístola de Pablo a Timoteo, en la serie titulada: Consejos para una iglesia en peligro. Cuando enfrentamos dura prueba, lo menos en lo que pensamos es en alabar al Señor con cánticos e himnos espirituales. Pero eso es lo que Pablo hizo desde su prisión en Roma. Esto será el tema de nuestro estudio bíblico de hoy.
Cuando Pablo y su equipo evangelístico arribaron a Filipos en su segundo viaje misionero, ocurrió un episodio que ha quedado registrado en el Nuevo Testamento para la eternidad. El relato se encuentra en Hechos capítulo 16.
Pablo había echado fuera a un demonio que permitía que una muchacha tenga el poder de adivinación. Toda adivinación está íntimamente relacionada con poder demoníaco.
Pero viendo los amos de la muchacha que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos alborotan nuestra ciudad, y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos.
La turba enfurecida logró que los magistrados ordenen azotar a Pablo y Silas y que después los echen a la cárcel. Como el carcelero había recibido órdenes de guardar a los prisioneros con seguridad, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.
Imagine la situación de Pablo y Silas. Privados de su libertad, heridos por los azotes, y los pies en el cepo. Sin embargo, a medianoche, Pablo y Silas estaban orando y cantando himnos a Dios. Pablo y Silas estaban sufriendo por la causa de Cristo y esto traía gozo a su corazón y lo expresaban en oración y alabanza al Señor.
Lo mismo hizo Pablo cuando estuvo prisionero en Roma. En lugar de quejarse contra Dios o de lamentar su situación, tomó su pluma y escribió lo que a todas luces parece un himno de alabanza al Señor.
Se encuentra en 2ª Timoteo 2:11-13. Lo primero que notamos es la introducción del himno. Se encuentra en la primera parte del versículo 11 donde dice: «Palabra fiel es esta»
Es la forma típica de Pablo para introducir algo que él considera demasiado importante. Esta frase aparece cuatro veces en las Epístolas Pastorales y siempre van seguidas de principios espirituales importantes.
Después de la introducción del himno, tenemos el contenido del himno. Es un himno saturado de verdades espirituales. Esto es un hermoso ejemplo de lo que debe ser un himno espiritual. No sólo la música es importante en los himnos espirituales, sino también la letra o el mensaje que comunica. Con tal de cantar, a veces cantamos cosas sin fundamento bíblico.
Los compositores de los himnos espirituales deben ser profundos conocedores de la Biblia, no sea que las letras de sus canciones vaya en contra de algo que dice Dios en la Biblia. El himno espiritual que Pablo escribió a Timoteo, tiene dos partes claramente definidas.
La primera parte se aplica a los que somos creyentes y la segunda parte se aplica a los que no son creyentes. El primer pensamiento en la primera parte, habla de la vida eterna junto a Jesucristo. 2ª Timoteo 2:11 en su última parte dice: «Si somos muertos con él, también viviremos con él»
Esto es una realidad en todo genuino creyente. En un sentido espiritual, todo verdadero creyente ha muerto con Cristo el momento que recibió a Cristo como Salvador. Ese mismo momento también fue sepultado espiritualmente con Cristo y para completar, ese momento también resucitó de entre los muertos juntamente con Cristo.
La Biblia enseña que Jesucristo murió como nuestro representante y como nuestro sustituto. Por ser pecadores, todos merecíamos morir, pero Cristo tomó nuestro lugar para morir por nosotros. En lo que a Dios respecta, nuestra deuda por el pecado está pagada por cuanto hemos muerto con Cristo. Siendo así, entonces es una realidad que también viviremos con Jesucristo por la eternidad.
Este es un fuerte aliciente para todo creyente sin importar las circunstancias que esté atravesando, pero reviste especial significado para creyentes como Pablo, quienes están padeciendo persecución por la causa de Cristo. Si como resultado de la persecución se llega al martirio, aún así, no es el fin para el creyente, no es derrota para el creyente, porque está intacta la esperanza de vivir eternamente con Jesucristo.
Durante la terrible persecución romana, los creyentes se vieron forzados a buscar refugio en las catacumbas, una intrincada red de túneles subterráneos que totalizan unos 1000 kilómetros de extensión. Durante los aproximadamente 300 años que duró esta brutal persecución, fueron enterrados en esas catacumbas unas diez generaciones de creyentes. Nadie conoce el número exacto de los que murieron, pero los arqueólogos estiman que en las catacumbas fueron sepultados entre 1.750.000 y 4,000.000 de creyentes.
En la mayoría de las lápidas de las tumbas en las cuales se depositaron los cuerpos muertos de los creyentes se podía leer inscripciones de esta naturaleza: «Descansa en paz. Está vivo en Dios». De esto es de lo que está hablando el apóstol Pablo en este himno de alabanza.
Pocos días después de escribir estas palabras, Pablo experimentó en carne propia el morir como mártir, pero no todo se acabó allí, porque Pablo está vivo con Jesucristo.
El segundo pensamiento en la primera parte del himno habla de la gloria junto a Jesucristo. 2ª Timoteo 2:12 en su primera parte dice: «Si sufrimos también reinaremos con él»
El sufrimiento es parte integral de la experiencia de todo creyente en este mundo. Si Jesucristo nuestro Salvador y maestro sufrió tanto, al punto que fue crucificado, es natural que nosotros los creyentes, sus discípulos también tengamos que sufrir por su causa.
Pero ese sufrimiento vale la pena, es un sufrimiento que garantiza gloria futura. Inclusive, a más sufrimiento más gloria futura. La exaltación siempre está precedida de la humillación. Si sufrimos también reinaremos con él. Cuando estemos compartiendo la gloria con nuestro Salvador, reconoceremos que valió la pena soportar cualquier sufrimiento por él mientras estábamos en la tierra. Estos son los dos pensamientos que ocupan la mente de Pablo en relación con los creyentes.
Ahora veamos qué es lo escribió en este himno en relación con los incrédulos. El primer pensamiento en relación con esto es negación por parte de Jesucristo. 2ª Timoteo 2:12 en su última parte dice: «Si le negáremos, él también nos negará.»
Cuando este versículo habla de negar a Cristo, no está refiriéndose a una negación esporádica, al estilo de Pedro cuando negó a Jesucristo por tres ocasiones, sino que se está refiriendo a una permanente negación de Cristo hasta que sobreviene la muerte.
En este caso, la muerte es por decirlo así, el fin de la oportunidad para recibir a Cristo como Salvador. Lo único que queda después de la muerte para aquellos que en vida negaron a Jesucristo, es la condenación eterna. Por eso el texto dice: Él, es decir Jesucristo, también nos negará. Esto es el cumplimiento de lo que el mismo Señor Jesucristo dijo cuando estuvo en persona en la tierra. Mateo 10:33 dice: «Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.»
En otra ocasión, Jesús habló de lo terrible de negar a Jesucristo hasta el final. Note lo que dice Marcos 8:38 dice: «Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.»
Qué peligroso es negar a Jesucristo, porque es posible que sobrevenga la muerte y no quede tiempo para recibirlo. Si Usted jamás ha recibido a Jesucristo como su Salvador, Usted ha está negando a Jesucristo y está en peligro de que Jesucristo también le niegue. No juegue más con el destino eterno de su alma. Hoy mismo reciba a Jesucristo como su personal Salvador.
El segundo pensamiento con respecto a los incrédulos en el himno que Pablo incluyó en su segunda carta a Timoteo, es humillación para los que rechazan a Jesucristo. 2ª Timoteo 2:13 dice: «Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo.»
La idea central que está detrás de la frase: Si fuéremos infieles, no tiene que ver con un creyente que está atravesando por una etapa de debilidad espiritual, ni tampoco con un creyente que ha pecado contra Dios.
Tiene que ver con una persona que no tiene fe en Cristo para la salvación. Tiene que ver con una persona incrédula. Ante personas así, Jesucristo permanece fiel. Esto no significa que Jesucristo va a salvar de todas maneras a los incrédulos. Lo que significa es que Jesucristo va a actuar de acuerdo con la fidelidad o la veracidad de su carácter. Así como él es fiel para salvar a los que creen en él como Salvador, también tiene que ser fiel para condenar a los que rehúsan creer en él como Salvador.
Esta característica de la fidelidad de Jesucristo, se manifiesta en textos como Juan 3:36 donde dice: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.»
Si Jesucristo salvara de todas maneras a los que no creen en él como Salvador, dejaría de ser fiel, porque no estaría actuando conforme a su carácter. Por eso es que Pablo dice: Él no puede negarse a sí mismo. Si Jesucristo salvara a los que se resisten recibirle como Salvador, estaría negándose a sí mismo. Estaría contradiciéndose a sí mismo, porque él mismo ha dicho que él es el único camino al Padre, el único mediador entre el Padre y el pecador.
De esta manera, Pablo termina este maravilloso himno espiritual. Se ha ocupado de exaltar los grandiosos beneficios que tenemos los creyentes gracias a la persona de nuestro amado Salvador y de mostrar lo horrendo que es rechazar a Jesucristo como Salvador personal. Si Usted ya ha recibido a Cristo como su Salvador, agradezca a Dios por lo que ha recibido en Cristo. Pero si Usted todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, hágalo lo antes posible, no sea que el momento menos pensado se acabe su oportunidad para hacerlo.
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