Damos gracias a Dios por la oportunidad que nos brinda de estar juntos para estudiar su Palabra. La primera epístola de Pablo a los Corintios es un mensaje oportuno para una iglesia en crisis. Parte de la crisis tenía que ver con decisiones precipitadas que los creyentes de Corinto estaban tomando, las cuales estaban afectando el buen testimonio de la iglesia local. Pablo va a confrontar esta situación y sobre esto nos hablará David Logacho en el estudio bíblico de hoy.
Uno de los peligros que enfrenta todo nuevo creyente es la tendencia a acabar con todas sus vinculaciones o relaciones o prácticas que tenía antes de recibir a Cristo como Salvador.
Por supuesto que si esas vinculaciones o relaciones o prácticas son contrarias a lo que enseña la Biblia, el nuevo creyente debe terminar con ellas inmediatamente, pero no necesariamente todas las vinculaciones o relaciones o prácticas de la vida de antes de recibir a Cristo son contrarias a la Biblia.
Por ejemplo: Si antes de ser creyente un hombre estaba casado con una mujer incrédula, ¿Debe divorciarse de la mujer incrédula una vez que es creyente? Otro ejemplo. Si antes de ser creyente, un hombre practicaba un deporte sano y legítimo, ¿Debe dejar de practicar ese deporte una vez que es creyente?
En la iglesia en Corinto había algunos creyentes que estaban convencidos que los creyentes deben acabar con todas sus relaciones y prácticas de antes de ser creyentes, sin importar si esas relaciones o prácticas eran legítimas o ilegítimas.
Es así como algunos creyentes de trasfondo judío, estaban totalmente opuestos a prácticas que eran muy legítimas para todo judío, como la circuncisión. Algunos creyentes de trasfondo gentil estaban totalmente opuestos a prácticas que eran muy legítimas para todo gentil como la no circuncisión.
Pablo por tanto va a corregir esta situación anómala. En 1 Corintios 7:17 encontramos la orden. Dice así: «Pero cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga; esto ordeno en todas las iglesias»
El contexto en el cual aparece este versículo tiene que ver con el matrimonio. Sucede que en la iglesia de Corinto había algunas parejas en las cuales los dos eran incrédulos y en algún momento uno de los dos había recibido a Cristo como Salvador. Algunos estaban pensando y tal vez así estaban aconsejando, que el creyente debe inmediatamente separarse del incrédulo, porque de no hacerlo se estaría contaminando al vivir junto al incrédulo.
Imagine todo el revuelo que esto debe haber estado causando. La gente del mundo habrá tenido suficientes motivos para criticar a la iglesia afirmando que la iglesia está acabando con los matrimonios. La parte incrédula y los hijos de la pareja habrán estado sufriendo lo indecible al ver que el padre o la madre se estaba marchando del hogar para unirse a la iglesia. Algo totalmente inconcebible, pero así es como se estaban dando las cosas.
Ante esto, Pablo con toda su autoridad dice: En cualquier caso, cada uno debe vivir conforme a la condición en la cual el Señor le puso o le asignó y a la cual Dios le ha llamado. Es decir que no porque acabo de ser creyente voy a dejar a mi esposa o a mi esposo o a mis hijos o mi profesión o mis pasatiempos, o mis amigos, etc.
Por supuesto que si mis pasatiempos o mis amigos o cualquier otra cosa estén en contra de algo que dice la Biblia, debería dejarlos, pero de lo contrario, no. Algunos creyentes, bien intencionados pero mal informados, piensan que al llegar a ser creyentes deben abandonar todo y recluirse en algún lugar solitario para dedicarse a la meditación contemplativa de Dios.
¿De dónde acá? Si todos nos recluimos en un paraje solitario aislados del mundo, ¿cómo vamos a ser sal y luz para este mundo? Aunque no somos del mundo, los creyentes tenemos que estar en el mundo, para mostrar a Cristo al mundo. Las únicas vinculaciones, relaciones, o prácticas que un creyente debe abandonar tan pronto recibe a Cristo como Salvador, son aquellas que están en contra de lo que enseña la Biblia.
El que estaba viviendo en adulterio debe terminar la relación con su amante. El que estaba robando debe dejar de robar. Pero todas las otras relaciones o prácticas no cuestionables deben mantenerse. Pablo dice que esta es la norma que enseña en todas las iglesias.
En el resto del pasaje bíblico, Pablo da ejemplos de cómo funciona todo esto en la práctica.
Primero, en cuanto a la circuncisión. 1 Corintios 7:18-19 dice: «¿Fue llamado alguno siendo circunciso? Quédese circunciso. ¿Fue llamado alguno siendo incircunciso? No se circuncide. La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios.»
Si un hombre era judío en el momento de su conversión, y por tanto llevaba en su cuerpo la señal de la circuncisión, no debía esforzarse por borrar todo vestigio de su realidad racial. Por otro lado, si un hombre era gentil en el momento de su conversión, y por tanto no llevaba en su cuerpo la señal de la circuncisión, no debía esforzarse por adoptar las costumbres propias del judaísmo, como esto de la circuncisión.
Estas diferencias son meramente externas y lo que a Dios realmente le interesa es lo interno, lo que hay en el corazón. La fe genuina que se manifiesta en obediencia a los principios establecidos por Dios en su Palabra. Así que, el judío creyente no debe hacerse gentil y el gentil creyente no debe hacerse judío. Eso es en esencia lo que Pablo está diciendo.
El segundo ejemplo tiene que ver con la esclavitud. 1 Corintios 7:20-22 dice: «Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede. ¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te dé cuidado; pero también, si puedes hacerte libre, procúralo más. Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo.»
La esclavitud era una institución humana saturada de abusos e injusticias, que estaba vigente en el primer siglo y duró por muchos siglos más. En el imperio romano había millones de esclavos, no tantos libertos, un liberto era un esclavo a quien se le había dado la libertad por parte de su amo, y menos amos. El evangelio de Cristo llegó a todas las capas de la sociedad. De modo que había creyentes que eran esclavos, creyentes que eran libertos y creyentes que eran amos.
El consejo de Pablo en este caso es: Que cada uno permanezca en la condición en que estaba cuando Dios lo llamó. Si alguien era esclavo cuando Dios le llamó, no debe rebelarse contra su amo y exigir libertad, sino quedarse como esclavo, aunque si había la oportunidad de ser libre, debería aprovechar la oportunidad y obtener su libertad.
La razón para este consejo de Pablo es porque en el Señor, el que fue llamado por el Señor siendo esclavo, en un sentido espiritual es liberto, o como alguien a quien el amo le ha dado la libertad. Efectivamente es así.
En el sentido espiritual, el pecador es esclavo de Satanás, esclavo de la propia naturaleza pecaminosa y esclavo del mundo controlado por Satanás, pero cuando el pecador confía en Cristo Jesús como su Salvador, entre otros cuantiosos beneficios espirituales, recibe la libertad del dominio de Satanás, de la carne y del mundo.
Por eso Pablo dice: Porque el que era esclavo cuando el Señor lo llamó, es un liberto del Señor. De la misma manera, en el Señor, el que fue llamado por el Señor siendo libre, en un sentido espiritual es un esclavo de Cristo, porque su voluntad debe estar sometida a la dirección de Cristo Jesús. De modo que, las diferencias que hacen los hombres entre los hombres, no tienen ningún efecto en la manera como Dios nos ve.
Finalmente Pablo esboza su conclusión en los versículos 23-24 del capítulo 7. Dice así: «Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres. Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezcan para con Dios.»
No importa lo que éramos a los ojos de los hombres antes de ser creyentes, esclavos o libres, el hecho real es que en un sentido espiritual todos éramos esclavos de Satanás, de nuestra propia naturaleza pecaminosa, y del mundo.
Pero Dios nos amó tanto que nos compró para otorgarnos libertad. El precio que pagó fue la vida de su unigénito y amado Hijo, el Señor Jesucristo. Efectuada esta transacción, todo pecador que recibe a Cristo como Salvador es libre de lo que antes le tenía dominado.
Siendo así, es inconsecuente volver a esclavizarnos a los hombres que quieren someternos a su voluntad para que hagamos cosas que no están específicamente ordenadas en la palabra del Señor. Por tanto, hermanos, dice Pablo, cada uno permanezca ante Dios en la condición en que estaba cuando Dios lo llamó.
Hace algún tiempo atrás, recibió a Cristo como Salvador una pareja en la cual tanto él como ella habían sido divorciados antes de casarse entre ellos. Para entonces tenían ya varios años de casados y tenían hijos entre ellos. Algunos creyentes estaban aconsejando a esta pareja que se divorcie y vuelva a unirse en matrimonio con sus parejas originales. Imagine todo el drama que esto implica. ¿Se puede aconsejar con limpia conciencia que una pareja se divorcie, cuando no ha habido fornicación en ninguno de los dos? ¿Y los hijos que tienen entre los dos? ¿Qué pasará con ellos si los padres se divorcian? ¿Y si sus parejas originales ya se han unido en nuevas nupcias con otras personas?
Por cualquier lado que se lo mire, el remedio sería peor que la enfermedad. En casos así, se aplica lo que dice Pablo en 1 Corintios 7:24: «Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios.»
LA BIBLIA DICE… es un ministerio sin fines de lucro, que se mantiene gracias a las oraciones y ofrendas de los hermanos que comprometidos con la gran comisión han decidido apoyarnos, si Usted desea tener parte en esto, contáctese con nosotros para indicarle la forma de hacerlo y… antes de finalizar el programa de hoy quiero invitarle a visitar nuestra página Web y conocer la respuesta a la PREGUNTA DEL DIA. Según el texto en Lucas 3:27, Salatiel fue hijo de Neri, pero según el texto en Mateo 1:12, Salatiel fue hijo de Jeconías. ¿Por qué la discrepancia? Nuestra dirección es: labibliadice.org Bendiciones y le esperamos en nuestra próxima edición.
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