Damos gracias a Dios por el privilegio que nos brinda al contar con su sintonía, mi amiga, mi amigo. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Prosiguiendo con el estudio de la primera epístola de Pablo a los Corintios, en la serie titulada: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis, en esta ocasión David Logacho nos mostrará algunos detalles que arrojan luz sobre cómo serán los cuerpos de los muertos resucitados.
Siendo filósofos, los griegos razonaban que la resurrección de un cuerpo humano era algo totalmente imposible. Después de todo, pensaban ellos, cuando una persona muere, el cuerpo de esa persona se hace tierra, de la cual se nutren otros cuerpos. Siendo así, ¿cómo se puede saber qué elementos pertenecen a qué cuerpo para que pueda haber resurrección de muertos? Pablo no rehuye a confrontar este dilema, y observe como introduce el asunto. 1 Corintios 15: 35 dice: «Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? A los que ven en la resurrección de muertos una imposibilidad, Pablo les llama: Necios. Esto no es un insulto de ninguna manera, sino simplemente un llamado de atención a considerar algo que ellos estaban pasando por alto. Lo que estaban pasando por alto, es que resurrección no es lo mismo que reconstrucción. En ningún lugar de la Biblia se enseña que Dios va a reconstruir los cuerpos de los que han muerto para que vuelva a ser tal cual como eran antes de morir. Ciertamente habrá alguna relación con nuestro cuerpo actual, pero definitivamente no será el mismo cuerpo de la actualidad. Luego Pablo guía nuestra atención a tres asuntos que explican lo que está diciendo. El primero tiene que ver con la siembra y la cosecha. 1 Corintios 15:36-38 dice: «Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo.» Cuando se siembra, no se espera cosechar la misma semilla que se deposita en la tierra. La semilla tiene que morir, pero de esa muerte brota la vida. El Señor Jesucristo utilizó la misma ilustración cuando dijo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. Puede ser que se siembre unos pocos granos de trigo, pero se cosechará muchos granos más cuando las plantas estén maduras. ¿Son esos granos que se cosechan, los mismos granos que se sembraron? Por supuesto que no, pero están muy relacionados con lo que se sembró. No se siembra trigo y se cosecha cebada. Más aún, la planta que brota de una semilla es mucho más vistosa que la semilla misma. Si en la resurrección, Dios se limitara a una mera reconstrucción, el cuerpo resucitado sería idéntico a como estaba en el momento de morir, no habría mejor alguna, tal vez viejo, enfermo, feo, etc. pero gracias a Dios que no es así, sino que Dios dará un cuerpo glorificado que sin embargo guardará alguna relación con el cuerpo que fue enterrado. Además, la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios. La única manera para de poder disfrutar de la gloria celestial es teniendo un cuerpo adecuado para ese ambiente. Pablo trata justamente este asunto en 1 Corintios 15:42-49 donde dice: «Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial» El cuerpo que se siembra en la tierra, se siembra en corrupción, porque ya está en proceso de descomposición, pero se levantará con una naturaleza incorruptible. En el cielo no existe muerte ni corrupción. El cuerpo se sepulta en deshonra, un cuerpo muerto es prácticamente un trozo de materia inerte, pero resucitará en gloria. El cuerpo se sepulta en debilidad, el muerto no puede hacer nada por sí mismo, no tiene vida, pero resucitará en poder. El cuerpo resucitado será igual en naturaleza al cuerpo de Cristo resucitado. Hoy en día, mientras estamos en este mundo, tenemos cuerpo animal, esto significa, cuerpo adecuado para vivir en este mundo. Recibimos este cuerpo de nuestro primer padre Adán, quien fue hecho del polvo, pero el cuerpo resucitado es adecuado para vivir en la esfera celestial. Con su cuerpo resucitado, Jesús podía trasladarse instantáneamente de un lugar a otro, podía entrar a lugares sin que se le abra la puerta, sin embargo también podía comer y sus discípulos podían tocarlo. El punto que Pablo está enfatizando es que con la resurrección se termina el trabajo de redención de Dios al otorgar al creyente un cuerpo a la imagen de nuestro Salvador resucitado, un cuerpo incontaminado con el pecado, un cuerpo inmarcesible, un cuerpo inmortal. Somos hechos a la imagen de Dios en lo que tiene que ver con nuestra personalidad, pero somos hechos a la imagen de Adán en lo que tiene que ver con nuestro cuerpo, pero llegará un día cuando nuestro cuerpo también será hecho a la imagen de nuestro Salvador para estar con él en su gloria. Un principio importante es que primero es lo animal, o lo natural, luego lo espiritual, o lo celestial. El nacimiento físico nos dio lo que es natural, pero el nuevo nacimiento nos dio lo que es espiritual. Para estar para siempre con Dios, no es suficiente el primer nacimiento, por eso Jesús dijo a Nicodemo: Os es necesario nacer de nuevo. Es el nuevo nacimiento, lo que garantiza que una persona estará para siempre con Dios en el cielo. Si solamente tenemos el primer nacimiento, seremos condenados para siempre, pero si experimentamos el nuevo nacimiento seremos benditos para siempre. Muy bien, el segundo asunto que utiliza Pablo para explicar cómo resucitarán los muertos es la diferente naturaleza de los seres vivientes. 1 Corintios 15:39 dice: «No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves.» Pablo se está anticipando al posterior descubrimiento científico de que la estructura celular de las diferentes especies de seres vivos es diferente y que por tanto no es posible hacer cruzas indiscriminadamente entre las especies de seres vivos existentes. El cuerpo humano tiene determinada naturaleza, mientras que los animales, los peces y las aves tienen una diferente naturaleza, o son una carne diferente, según palabras de Pablo. La conclusión es muy sencilla: Si Dios es capaz de hacer diferentes clases de cuerpos para los hombres, los animales, los peces y las aves, ¿por qué no puede hacer un cuerpo de clase diferente para nosotros en la resurrección? Ese cuerpo que Dios dará a los creyentes en la resurrección es un cuerpo incorruptible, glorioso y poderoso, ideal o adecuado para morar con Dios en el cielo. La creatividad y el poder de Dios lo garantizan. El tercer asunto que Pablo utiliza para explicar cómo resucitaran los muertos es la diferencia que existe en los cuerpos celestes. 1 Corintios 15:40-41 dice: «Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria.» No sólo hay cuerpos terrenales, sino también cuerpos celestiales. Pablo ya se encargó de señalar que los cuerpos terrenales son diferentes unos de otros. También los cuerpos terrenales son diferentes de los cuerpos celestiales. Cuando Pablo habla de la gloria de determinado cuerpo, se está refiriendo a su apariencia al ojo humano. Hablando de los cuerpos celestiales, el sol tiene determinada apariencia, muy diferente de la luna y muy diferente de las estrellas. Inclusive existe diferencia en apariencia entre las estrellas. A simple vista se parecen entre ellas, pero mirándolas más detenidamente, ninguna estrella es idéntica a otra. Cada una de ellas tiene su propia apariencia. Si Dios ha echado mano de su poder y creatividad para dar a cada cuerpo celeste su propia apariencia a los ojos humanos, de la misma manera, Dios tiene su poder y creatividad para dar a cada creyente resucitado su propia identidad en su cuerpo glorificado. Obviamente, después de la resurrección, todos los creyentes tendremos cuerpos glorificados a la manera del cuerpo resucitado de Cristo, pero no seremos como cortados con tijera siguiendo un mismo modelo. Cada cuerpo glorificado tendrá sus características particulares. Puede ser que estas explicaciones no respondan a todas las inquietudes de la gente sobre la resurrección de los muertos, pero nos proveen de lo fundamental para saber cómo será la resurrección de los muertos. Lo cierto es que Dios nos dará un cuerpo glorificado adaptado para la nueva vida en el cielo. Será un cuerpo diferente en cuanto a carácter en relación con nuestro cuerpo actual. Con cuerpos así estaremos para siempre adorando y sirviendo a nuestro buen Dios.
Antes de concluir nuestra edición de hoy, le invito a visitar nuestra página Web y conocer la respuesta a la PREGUNTA DEL DIA 1 Juan 4:18 dice que en el amor no hay temor y que el perfecto amor echa fuera el temor, en Deuteronomio 6:5 dice que debemos amar a Dios de todo corazón, pero en el mismo capítulo, versículo 13 dice: A Jehová tu Dios temerás. ¿Por qué es que debemos amar a Dios con temor cuando el amor echa fuera el temor? Busque la respuesta en nuestra página en Internet la dirección es: labibliadice.org Hasta la próxima y que Dios le bendiga grandemente.
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