Es motivo de gran gozo para La Biblia Dice… saludarle y darle cordial bienvenida al estudio bíblico de hoy con David Logacho. Este estudio bíblico es parte de la serie titulada: Romanos: la salvación por gracia por medio de la fe en Cristo Jesús. Dios dio su ley a su pueblo escogido Israel, para demostrar tanto a ellos como al resto de la humanidad que es imposible que cumplan con las justas demandas de Dios para poder ser declarados justos. Por eso, el veredicto final de Dios es que todo el mundo está bajo el juicio de Dios. Si todo quedara allí no habría ninguna esperanza de salvación para el pecador, pero las buenas noticias son que Dios diseñó la manera para que el pecador pueda ser salvo. De esto justamente trata el estudio bíblico de hoy.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Romanos capítulo 3 versículos 21 a 24. En estos cuatro versículos encontramos lo que viene a ser el corazón mismo del evangelio y ciertamente, el corazón del libro de Romanos. Pero tratemos de ubicarnos en el contexto de lo que vamos a estudiar en esta oportunidad. Pablo ha demostrado que todo ser humano es culpable ante Dios. Peor todavía, Pablo ha demostrado que es imposible que el hombre pueda cumplir con las justas demandas de Dios para ser declarado justo. Estas ciertamente son muy malas noticias, porque significa que el pecador no tendría esperanza alguna de salvación. Es en estas circunstancias que penetra un rayo de luz a las densas tinieblas de la condición espiritual del pecador. Para marcar este contraste, Pablo utiliza la frase: “Pero ahora” con la cual comienza el versículo 21. En esencia, Pablo va a comunicar buenas noticias a todo pecador. Veamos pues de qué se trata. Lo que primero notamos es que estas buenas noticias no tienen nada que ver con cumplir con la ley y además fueron testificadas por la ley y por los profetas. Romanos 3:21 dice: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas” El pecador ya sabe que es imposible ser declarado justo por Dios a través de cumplir con la ley. Es necesario por tanto que Dios provea alguna otra manera para que el pecador pueda ser declarado justo aparte de cumplir con la ley. Esto justamente es lo que se llama la justicia de Dios. El texto dice que se ha manifestado la justicia de Dios. En este caso, la justicia de Dios es todo aquello que Dios ha diseñado con el propósito de que el hombre pecador sea declarado justo sin tener que cumplir con la ley y sin que se atente contra ninguno de sus atributos divinos. Dios no puede pasar por alto el pecado del hombre pecador. Más adelante, Pablo se va a encargar de proporcionar los detalles de su plan para declarar justo a un pecador sin violar sus atributos divinos. Por lo pronto, Pablo dice que la justicia de Dios fue anunciada de antemano en la ley y los profetas. Por ejemplo, la ley establecía un complejo sistema de sacrificios de animales para cubrir temporalmente el pecado del hombre. De esta forma se testificaba que una víctima inocente tenía que morir en lugar de un culpable. Por medio de cosas como esta, la ley testificaba a favor de la justicia de Dios. Veamos como los profetas testificaban a favor de la justicia de Dios. Por ejemplo, Isaías escribió lo siguiente en Isaías 53:5 “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” Alguien tenía que pagar por los pecados de otro. Los profetas testificaron a favor de la justicia de Dios. En segundo lugar, Pablo comunica que la justicia de Dios se recibe únicamente por la fe en Jesucristo. Romanos 3:22 en su primera parte dice: “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él” El plan diseñado por Dios para la salvación del pecador, o lo que Pablo llama la justicia de Dios, es algo que depende exclusivamente de la fe en Jesucristo. La frase fe en Jesucristo significa confianza absoluta en la persona de Jesucristo. La persona que tiene fe en Jesucristo abandonará toda confianza en cualquier cosa que piense que le otorga mérito para ser declarado justo por Dios, bien sea cumplir con la ley de Dios, o hacer buenas obras, o ser miembro de alguna religión, etc. La fe en Jesucristo hace posible que Dios declare justo a cualquier pecador, sin atentar contra ninguno de los atributos de Dios. El texto dice claramente que la justicia de Dios es por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Una vez más se hace evidente que ser declarado justo, o recibir la justicia de Dios, no es para todo pecador, sino para el pecador que cree en Jesucristo. El concepto de creer en Jesucristo es idéntico al concepto de tener fe en Jesucristo. En ambos casos se está hablando de confianza plena y absoluta en la persona de Cristo, no en el cumplimiento de la ley, o en las buenas obras, o en los ritos de determinada religión, cualquiera que sea. En este punto, Pablo muestra la universalidad del pecado y conforme con esto, muestra que la oferta de beneficiarse de la justicia de Dios es también universal. Cualquier pecador que cree en Jesucristo puede obtener la justicia de Dios. Romanos 3: Desde la segunda parte del versículo 22 hasta el versículo 23 muestra la universalidad del pecado. Dice así: “Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” No importa si se trata de judío o no judío, no importa si se trata de un gran pecador o de alguien que no comete mucho pecado, no importa si se trata de un religioso o de un no religioso, no importa si se trata de un rico o de un pobre, no importa si se trata de un culto o un inculto, la triste realidad es que a los ojos de Dios todo ser humano es pecador. Su esencia misma es pecado. El hombre no se hace pecador porque peca sino que peca porque es pecador. Siendo así, por el hecho que todos pecaron, están destituidos de la gloria de Dios. Estar destituido de la gloria de Dios significa quedar totalmente lejos de las normas de Dios o de lo que Dios demanda para declarar a alguien justo. La única manera de que un pecador pueda ser declarado justo por Dios es mediante la fe en Jesucristo. Esta posibilidad está abierta para todo pecador. Lo único que tiene que hacer el pecador es creer en Jesucristo. Así como el pecado es universal, la oferta de salvación también es universal. Cuando un pecador deposita su fe en Jesucristo, es justificado gratuitamente por la gracia de Dios. De esto habla justamente Romanos 3:24 donde dice: “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.” Ser justificado significa ser declarado justo. Es un término legal, por el cual, Dios como Juez declara legalmente justo a un pecador que ha creído en Cristo Jesús. Ser justificado entonces no es lo mismo que ser inocente. El pecador es culpable, pero por el hecho de haber creído en Cristo Jesús, Dios como Juez lo declara justo. Esta obra de Dios en respuesta a la fe del pecador en la persona de Jesucristo, es gratuita. Resulta de la gracia de Dios. Gracia significa favor no merecido. El pecador no merece ser declarado justo por Dios, pero a pesar de eso, Dios le declara justo, por cuanto el pecador a creído en Jesucristo. Pero el declarar justo a un pecador por cuanto el pecador ha creído en Jesucristo, descansa sobre la maravillosa obra de redención de Jesucristo. Permítame explicarlo de esta manera. La palabra redención es la traducción de la palabra griega “apolutrosis” la cual es una forma intensificada de la palabra griega “lutrosis” y significa: Dejar libre a cambio, o contra el pago de un rescate. El asunto funciona así. Por ser pecador, el hombre en su estado natural, o en la condición espiritual en la cual viene al mundo, está bajo condenación. Es en este sentido que el pecador está, por decirlo preso de algo que por sí mismo no puede liberarse. Es allí cuando entra en acción esa extraña y maravillosa obra de Dios. En su gracia, Dios ha permitido que su único y amado Hijo, una vez hecho hombre, pague con su vida el rescate requerido para que el hombre pecador pueda quedar libre de la condenación que pesa sobre él. Por eso es que Cristo Jesús murió en la cruz del calvario. De este modo, el pecador que cree en Cristo Jesús queda libre de tener que pagar lo que merece por ser pecador. Esto es la redención que es en Cristo Jesús. De manera que, amable oyente, ciertamente la salvación, o la justificación, o el ser declarado justo por parte de Dios es absolutamente gratuita para el hombre que cree en Cristo Jesús, pero jamás debemos olvidar que una persona inocente de pecado tuvo que pagar un rescate. El rescate fue su propia vida. La muerte de Cristo Jesús en la cruz del calvario satisfizo todas las demandas de Dios y de esa forma Dios puede declarar justo al pecador que confía en Cristo Jesús como su Salvador. La gran pregunta sería: ¿Ha confiado usted en la persona de Cristo y le ha recibido como su único y suficiente Salvador? Si lo ha hecho, es digno de ser felicitado, porque ya ha sido declarado justo por Dios, o ya ha sido justificado, para utilizar el término bíblico. Pero si todavía no lo ha hecho, este es el momento ideal para hacerlo, amable oyente. No tarde más en tomar esta decisión. Recuerde que Cristo Jesús ya pagó el rescate para que usted pueda quedar libre de tener que pagar lo que debe a Dios por ser pecador. No desperdicie esta maravillosa obra de Cristo Jesús. Hoy mismo, en este mismo momento, reciba a Cristo como su personal Salvador y usted también será declarado justo por Dios, o justificado.
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