Con mucho gusto le damos la bienvenida, amiga, amigo oyente. Con la ayuda del Señor vamos a avanzar un poco más en el estudio del libro de Malaquías, en la serie titulada: Malaquías, un llamado a vivir piadosamente en medio de un mundo de impiedad. En esta ocasión, David Logacho nos mostrará que Dios ha planificado la restauración final de su pueblo Israel.
Las cosas en el mundo están muy mal y parece que irán empeorando a medida que avanza el tiempo.
Pero no van a ser así para siempre. En su soberanía Dios ha determinado que llegará un día cuando todo en este mundo vuelva a ser lo que Dios siempre ha querido. Esto no será el resultado del esfuerzo humano sino que será el resultado de la intervención divina.
Sobre esto es justamente que trata el pasaje bíblico que vamos a estudiar el día de hoy. Se encuentra en Malaquías 3:1-5. El tema de este pasaje bíblico es la restauración final de Israel.
Las cosas en Israel no estaban nada bien en el tiempo de Malaquías. El pueblo dudaba del amor de Dios, los sacerdotes estaban deshonrando a Dios al ofrecer en sacrificio animales ciegos, cojos o enfermos.
Además, los sacerdotes estaban lucrando con el servicio a Dios en el templo. No hacían nada de balde, todo tenía su precio. El corazón de los sacerdotes estaba totalmente lejos de Dios. Pensaban que era un fastidio el servir a Dios en el templo. Esta corrupción del sacerdocio contagió al pueblo y fue así como el pueblo comenzó a unirse en matrimonio con mujeres paganas.
Los que estaban casados con mujeres judías comenzaron a divorciarse de ellas para volver a casarse con mujeres paganas. Se había dado cabida a la hechicería, el adulterio, la mentira y la injusticia.
Pero esto no iba a ser así para siempre. Dios ha prometido que va a venir un día cuando todo volverá a ser como Dios lo había diseñado al principio.
Lo primero que notamos es que la restauración va a ser anunciada por un mensajero. La primera parte de Malaquías 3:1 dice: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí”
Cuando un rey de un país de Oriente tenía planes de visitar otro país, primeramente enviaba su mensajero de confianza para hacer todos los arreglos relativos a la visita.
Pues Dios, como Rey está haciendo justamente esto. Dios tiene planes de venir personalmente a este mundo para restaurar todas las cosas y es necesario enviar con anticipación a su mensajero para que se encargue de los arreglos pertinentes.
Sobre esto también habla el profeta Isaías cuando en el capítulo 40 versículo 3 dice: “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.”
Esta profecía se cumplió unos cuatro siglos más tarde, con Juan el Bautista. ¿Por qué decimos esto? Pues porque eso se desprende del testimonio del Nuevo Testamento. Hablando de Juan el Bautista, Mateo 3:3 dice: “Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.”
Pero lo impactante es que Juan el Bautista, la voz que clamó en el desierto, preparó el camino a Jesús. Esto significa varias cosas. Por un lado que Jesús es Dios en persona, el Jehová del Antiguo Testamento, por otro lado que Jesús es el Mesías, el Ungido, el Prometido a Israel, y por otro lado que Jesús es aquel por medio de quien se van a restaurar todas las cosas.
Bueno, todos sabemos que cuando Jesucristo vino por primera vez fue rechazado por la nación de Israel y finalmente crucificado. Eso fue necesario para cumplir con su plan de redención de la humanidad, pero la profecía de que vendrá a restaurar todas las cosas sigue en pie y se cumplirá cuando venga en gloria por segunda vez a la tierra.
Volvamos a Malaquías. Además de ser anunciada por un mensajero, la restauración final de Israel será obra de Jesucristo en persona. Malaquías 3:1 en su segunda parte dice: “y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Este texto está hablando de Jesucristo. Dice varias cosas de él.
Número uno, que él es el Señor, otro nombre para Dios. Significa el Amo, el dueño de todo.
Número dos, Jesucristo vendrá súbitamente a su templo. Él tiene todo el derecho por cuanto es Dios en persona. El hecho que vendrá súbitamente no significa que vendrá inmediatamente después de haber sido profetizado, sino que la venida será de golpe, cuando menos se lo piense, intempestivamente.
Número tres, Jesucristo es quien ha sido esperado y buscado por Israel desde hace siglos atrás.
Número cuatro, Jesucristo es el ángel del pacto. En Mateo 26:28, hablando de su sangre, Jesucristo dice: “porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” Número cinco, Jesucristo es el que viene.
Número cinco, Jesucristo es el deseado del pueblo de Israel. Todo esto está sellado por la inmutable palabra de Jehová.
Volviendo a Malaquías, encontramos también que la restauración final de Israel será precedida de un tiempo de convulsión en todo sentido. Malaquías 3:2 dice: “¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.”
La segunda venida de Jesucristo no será en absoluto tranquila. Toda la creación será sometida a violencia máxima. Solo hace falta echar un vistazo a la profecía de Apocalipsis para darse una clara idea de la magnitud de la convulsión. Por eso justamente dice Dios por medio de Malaquías: ¿quién podrá resistir el día de su venida? ¿Quién podrá entonces permanecer en pie? Pues llegará como un fuego, para purificarnos; será como un jabón que quitará nuestras manchas.
Prosiguiendo con el estudio de este pasaje bíblico encontramos que la restauración final de Israel estará acompañada de purificación del sacerdocio. Malaquías 3:3-4 dice: “Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos.”
Como fuego purificador y jabón de lavadores, Jesucristo se sentará como juez para limpiar el sacerdocio. El fuego de su augusta presencia quemará toda la impureza del sacerdocio levítico. Será como un hábil joyero quien funde con fuego la plata o el oro para sacar a flote la escoria.
Una vez purificado, el sacerdocio levítico estará en capacidad de ofrecer a Jehová sacrificios en justicia. No olvide que el sacerdocio en el tiempo de Malaquías había descendido a su nivel más bajo en el sentido moral. El sacerdocio durante la tribulación será muy semejante en cuanto a lo corrupto de su carácter. Los sacerdotes en el tiempo de la tribulación serán tan corruptos que inclusive ofrecerán sacrificios y ofrendas al Anticristo.
Jesucristo en su segunda venida pondrá fin a la corrupción del sacerdocio levítico durante la tribulación. Luego de esa obra purificadora de Jesucristo, quedarán solamente los sacerdotes de manos limpias y corazón puro. Serán ellos quienes ofrecerán los sacrificios y ofrendas a Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores. Esas ofrendas serán gratas para Dios, como lo eran en otros tiempos, antes que el sacerdocio se corrompa.
Pero no sólo el sacerdocio será purificado, sino también el pueblo de Israel y el pueblo en general. La restauración final de Israel será precedida de una purificación del pueblo. Eso es lo que tenemos en Malaquías 3:5 donde dice: “Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.”
La segunda venida del Señor Jesucristo representará también juicio severo e imparcial para el pueblo de Israel y para el mundo en general. La primera venida de Jesucristo estuvo rodeada de humildad, pero la segunda venida de Jesucristo estará rodeada de gloria. Jesucristo ya no vendrá en son de paz sino en son de guerra.
Hablando de la segunda venida de Jesucristo, Apocalipsis 19:15 dice: “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira de Dios Todopoderoso.”
Será en este plano que Jesucristo se enfrentará con sus enemigos. Ninguno de ellos escapará de lo que merecen sus malas obras. Dice el texto en Malaquías que Jesucristo vendrá para juicio. Con él se enfrentarán los hechiceros, no sólo los brujos sino también todos aquellos que tienen alguna vinculación con el ocultismo en general, llámese adivinos, astrólogos, seguidores de los horóscopos, mediums.
También se enfrentarán con él los adúlteros, los que no guardaron la santidad del matrimonio y pensaron que nadie les va a tomar cuentas. También se enfrentarán con él los que juran mentira, es decir aquellos que tuercen la verdad para lograr sus propios fines.
También se enfrentarán con él los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano. La injusticia social jamás ha sido tolerada por Dios.
Con Jesucristo también se enfrentarán los que hacen injusticia al extranjero y en general todos aquellos que no tienen temor de Dios. Ningún impío escapará del castigo de Dios. Solamente quedarán vivos los que hayan lavado su pecado en la sangre preciosa de Cristo.
Será sobre esta gente, sobre quienes reinará Jesucristo en lo que se llama el reino milenial. Así que, amable oyente, las cosas no permanecerán como están para siempre. Dios se encargará de poner todo en orden. Los que confiamos en él estamos esperando ese día con entusiasmo.
Lo mismo debe hacer Usted, mi amigo, mi amiga. No se desespere por la situación del mundo en general. Dios está en control de todo y él tiene un propósito para no haber restaurado las cosas todavía.
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