Cordiales saludos amable oyente. Soy David Logacho, dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el evangelio según Lucas. En esta oportunidad vamos a analizar un efecto colateral que resultó de la venida del Señor Jesús al mundo.
Estoy seguro que para muchos de nosotros es conocido que algunas medicinas tienen sus efectos colaterales. Por ejemplo, se conoce que la famosa aspirina es muy efectiva para tratar algunas dolencias, pero tiene efectos colaterales. A las dosis habituales, los efectos colaterales más comunes son la irritación gástrica, náuseas, vómitos, y úlcera gástrica o duodenal. No soy médico pero esto es lo que dicen los médicos. Trasladando este concepto al campo espiritual, diríamos que la venida del Señor Jesús a este mundo fue la medicina de Dios, por decirlo así, para curar el problema del pecado del mundo, pero así como algunas medicinas tienen efectos colaterales, la venida del Señor Jesús al mundo también causó efectos colaterales. Esto es el tema de la primera parte del pasaje bíblico que tenemos para nuestro estudio de hoy. Se encuentra en Lucas 12: 49-53. La Biblia dice: Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?
Luk 12:50 De un bautismo tengo que ser bautizado;(I) y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!
Luk 12:51 ¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión.
Luk 12:52 Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra tres.
Luk 12:53 Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra
No olvide que esto que dijo el Señor Jesús aconteció poco antes de su crucifixión. Para entonces, la oposición de los principales sacerdotes, los escribas, los fariseos, los doctores de la ley, en contra del Señor Jesús estaba llegando a su clímax. A esto se refiere el Señor Jesús cuando dijo: Fuego vine a echar en la tierra, ¿Y qué quiero, si ya se ha encendido? El fuego estaba en crecimiento. Llegaría al máximo cuando el Señor Jesús sea clavado a la cruz, para recibir el castigo de Dios por el pecado del hombre. El fuego simboliza el juicio de Dios por el pecado. En la cruz del calvario, el Hijo del Hombre, fue sacrificado como ofrenda por el pecado, como la víctima inocente tomando el lugar del pecador, para recibir el castigo que todo pecador merece. El Señor Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Desde antes de la fundación del mundo, el Señor Jesús sabía que iba a ser ofrecido como sacrificio por el pecado del mundo. A esto se refirió el Señor Jesús cuando dijo: De un bautismo tengo que ser bautizado. Se estaba refiriendo a su inminente muerte en la cruz del Calvario. Sin embargo, la cercanía de ese trascendental momento, traía un sentir de angustia a su alma. Por eso el Señor Jesús dijo: ¡Cómo me angustio hasta que se cumpla! No es que el Señor Jesús estaba arrepintiéndose a último momento, o acobardándose a último momento. Nada de esto. Lo que pasa es que previendo que dentro de poco, al ser ofrecido como ofrenda por el pecado del hombre, iba a ser hecho pecado, todo su ser se angustiaba. No podría ser de otra manera. Imagine. Aquel que no conoció pecado, iba a ser hecho pecado. Guardando las proporciones, sería como si un hierro calentado al rojo vivo, estuviera siendo colocado sobre un bloque de hielo. ¿Imagina la reacción? La mente humana no es suficiente para captar todo lo que está involucrado en lo que sucedió en la cruz del Calvario. Aquel que es santo se hizo pecado para perdonar nuestro pecado. Aquel que es la vida, tuvo que morir para que nosotros podamos tener vida. Aquel que siempre estuvo en comunión con su Padre tuvo que ser desamparado por su Padre para que su Padre pueda ampararnos a nosotros. Increíble, pero cierto. Pero no olvide que algunas medicinas tienen efectos colaterales. El efecto colateral de todo lo que estaba por hacer el Señor Jesús, sería la disensión. El Señor Jesús hizo por tanto la pregunta: ¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? El mismo Señor Jesús respondió a su pregunta, diciendo: No, sino disensión. La palabra que se ha traducido como disensión literalmente significa división, discordia, rompimiento de lazos familiares. No se trata de divisiones o discordias o rompimientos entre creyentes, sino entre incrédulos y creyentes, aún dentro de la misma familia. El Señor Jesús dijo: Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres. Los incrédulos en total oposición contra los creyentes. La división no reconoce relación de parentesco. Podría ser el padre contra el hijo, el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera, y la nuera contra su suegra. Una vez más, no se trata de que los discípulos de Cristo se ponen en plan de pelea contra los que no son discípulos de Cristo, sino que los que no son discípulos de Cristo, manifiestan su enojo o su desacuerdo, con los que somos discípulos de Cristo, aún dentro del seno familiar. Esta es la razón por la cual, cuando una persona recibe a Cristo como Salvador en una familia, casi inmediatamente los miembros incrédulos de la familia, se ponen en contra de él. Es el efecto colateral de seguir al Señor Jesús con fidelidad. Inmediatamente después, el Señor Jesús deja de hablar a sus discípulos y se dirige a la multitud en general. Note lo que dice Lucas 12:54-56 Decía también a la multitud: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y así sucede.
Luk 12:55 Y cuando sopla el viento del sur, decís: Hará calor; y lo hace.
Luk 12:56 ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo?
Hoy en día, se usa sofisticados sistemas satelitales para el pronóstico del tiempo. En los días del Nuevo Testamento, los que pronosticaban el tiempo miraban hacia el poniente y si estaba cubierto de nubes, llegaban a la conclusión que iba a llover. Si mirando hacia el sur percibían un fuerte viento, llegaban a la conclusión que iba a hacer calor. Casi siempre acertaban en su pronóstico. Eran expertos en discernir el aspecto del cielo y de la tierra. Sin embargo, se hicieron los ciegos al aspecto del tiempo en el cual el Señor Jesús estaba entre ellos. La multitud tenía a su disposición el Antiguo Testamento para saber que había llegado el tiempo para que venga el Cristo, el Mesías, el Rey de Israel en la persona del Señor Jesús, pero voluntariamente ignoraron toda esta carga de información. Por eso el Señor Jesús les dijo: ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra. ¿Y cómo no distinguís este tiempo? Es algo muy serio ignorar las señales que Dios ha dado en su palabra en cuanto a las cosas que están por venir. Cuidado, amable oyente. El tiempo del fin está cerca. Todo lo que está sucediendo este instante en el mundo está hablando a gritos que es inminente el cumplimiento de todo lo que la Biblia ha anunciado de antemano. Si al igual como hizo la multitud del tiempo del Señor Jesús, usted ignora esas señales, va a ser sorprendido por el juicio de Dios en el momento menos pensado, y de esa manera se acabará su oportunidad para obtener perdón de pecados y tendrá que pasar la eternidad en el infierno. Finalmente, el Señor Jesús hace énfasis a arreglar el problema de pecado mientras es posible hacerlo. Note lo que dice Lucas 12:57-59 ¿Y por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?
Luk 12:58 Cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.
Luk 12:59 Te digo que no saldrás de allí, hasta que hayas pagado aun la última blanca.
Es un fuerte llamado de atención a la multitud. El Señor Jesús les está diciendo: no sigan ignorando las señales que tienen en la palabra de Dios, dentro de poco ya no habrá más tiempo para arreglar el problema de pecado. ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Luego les propuso una parábola. Si has ofendido a alguien y te atrapa y te lleva ante un juez, procura arreglar con la persona que has ofendido lo antes posible, porque si llegas al juez sin haber arreglado el problema, es muy posible que el juez te condene y termines en la cárcel, de la cual no podrás salir hasta que pagues el último centavo de la multa. La aplicación de la parábola es clara y directa. Este momento es el momento ideal para reconocer el pecado y recibir a Cristo como Salvador. Si sigues esperando, es posible que sea demasiado tarde. Saldrás de este mundo sin haber recibido perdón de pecado y el Juez te condenará a recibir castigo eterno en el infierno. Si todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, no espere más, hágalo este instante. Si sigue esperando corre el riesgo de nunca llegar a ser salvo.
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