Reciban cordiales saludos hermanos y amigos. La Biblia Dice les da la bienvenida a su estudio bíblico del día de hoy. En nuestro programa anterior comenzamos a tratar el tema de la obediencia a Dios. Dijimos que obedecer es hacer lo que se nos pide hacer, el momento que se nos pide hacer y con una actitud correcta en el corazón. En otras palabras, la obediencia es hacer exactamente lo que se nos pide hacer, sin variaciones, sin demoras y sin reclamos. Por esto, en la obediencia a Dios podemos hablar de una acción acertada, una agilidad apropiada y una actitud adecuada. En cuanto a la acción acertada, esto tiene que ver con hacer precisamente lo que se nos pide hacer. Hacer lo que se nos pide hacer con algo de variación no es obediencia. Obediencia a medias es desobediencia completa. Abraham es un buen ejemplo de alguien que hizo con precisión lo que se le pidió hacer. Dios le pidió tomar a su hijo Isaac, y llevarlo a un monte para allí ser sacrificado. Abraham obedeció al pie de la letra y Dios honró su obediencia preservando la vida de Isaac. En cambio Jonás, es un buen ejemplo de alguien que desobedeció. El también recibió una orden de Dios, pero en lugar de hacer exactamente lo que Dios le pidió, Jonás hizo algo diferente. No importa cuán diferente fue, el hecho es que desobedeció. El momento que hay diferencia entre lo que Dios ha pedido y lo que el hombre ha hecho, ese momento ya ha habido desobediencia. Para el hombre, lo más natural es desobedecer. La desobediencia está ligada a la naturaleza calda del hombre. Obedecer no es natural en el hombre. Necesita esforzarse para conseguirlo. ¿Para qué esforzarse? ¿Por qué obedecer? Bueno, porque al obedecer a Dios estamos demostrando que confiamos en él. Porque al obedecer a Dios estamos confiando que habrá buenos resultados. Dios jamás nos va a pedir que hagamos algo que resulte en algo contrario a nosotros. Porque al obedecer a Dios estamos respetando su autoridad sobre nosotros y porque al obedecer a Dios estamos evitando las consecuencias de la desobediencia. En el estudio bíblico de hoy, proseguiremos con el tema de la obediencia. Tocaremos el asunto de la demora en la obediencia.
Obediencia es hacer lo que se nos pide hacer, sin variación, sin tardanza y sin reclamo. Obediencia con algo de variación es desobediencia. Además de la variación, existe otro elemento que arruina nuestra obediencia. Es la tardanza en obedecer. Por eso hablamos que necesitamos de una agilidad apropiada para obedecer. La gente está tan acostumbrada a atrasarse, que la tardanza en la obediencia parece que fuera algo normal. Con bastante frecuencia obedecemos a Dios, pero nos tomamos bastante tiempo en hacerlo. Sabemos lo que Dios nos ha pedido, entendemos exactamente lo que él quiere, aún estamos dispuestos a hacer lo que él pide, pero somos nosotros quienes decidimos el momento de obedecer. No nos damos cuenta que el retraso en la obediencia es equivalente a la desobediencia. Volvamos al caso de Abraham. Abraham recibió una orden de parte de Dios de tomar a su hijo amado y único Isaac, a quien había esperado por largos años, para llevarlo a un monte a ser ofrecido como holocausto. ¿Qué hizo Abraham ante este pedido de Dios? Bueno en nuestro estudio bíblico anterior, vimos ya que hizo al pie de la letra lo que Dios pidió. Pero hay un elemento importante también que dio más brillo aun a la obediencia de Abraham. Génesis 22:3 dice: «Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo» Qué interesante. A la noche Dios dio una orden a Abraham y el día siguiente Abraham se levantó muy de mañana para cumplir esa orden. Y conste, que la orden no era nada fácil de cumplir. Dudo que Abraham haya estado ansioso por sacrificar a su propio hijo. Pero lo hizo y aprisa. Lo que pasa es que Abraham confiaba en aquel que le estaba dando órdenes, Abraham confiaba en los buenos resultados de obedecer. Abraham tenía respeto a la autoridad de Dios y Abraham sabia que es algo muy serio desobedecer un mandato de Dios. Convencido de todo esto, ni bien despuntó el alba, estuvo ya de pie, enalbardando su asno, instruyendo a sus siervos, cortando la leña para el holocausto y tomando a su hijo Isaac. Una vez que todo estuvo listo, dice el texto que se levantó y se fue al lugar que Dios le dijo. Esto es agilidad apropiada para obedecer. En cambio nosotros, muchas veces sabemos lo que tenemos que hacer, pero tardamos mucho en hacerlo. La tardanza en la obediencia, en realidad refleja una amplia gama de motivos incorrectos. Demoramos en obedecer porque no queremos hacer lo que Dios nos pide hacer y tardando en obedecer esperamos que Dios cambie de opinión al respecto. A veces demoramos en obedecer porque no sabemos qué vendrá más adelante después que hayamos obedecido. Muchas veces Dios no nos da todos los detalles de lo que va a suceder si obedecemos y nosotros tardamos en obedecer en la confianza que mientras tanto él nos dará información que necesitamos para estar tranquilos. Finalmente tardamos en obedecer porque simplemente amamos hacer nuestra propia voluntad y alargamos el tiempo de hacerlo lo más que podemos. Así que hermanos y amigos, cuando Dios nos da una orden, él espera que obedezcamos inmediatamente, no que contendamos con él pidiendo explicaciones y tampoco que tardemos especulando con los resultados. Con Jonás sucedió algo interesante. Como vimos en nuestro estudio bíblico pasado, Jonás desobedeció a Dios cuando Dios le pidió ir a Nínive. Esta desobediencia trajo una severa disciplina para Jonás, y después de un viaje submarino de tres días en el vientre de un gran pez, Jonás recibió un segundo mandato de parte de Dios. Jonás 3:1-3 dice: «Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré. Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino” Jonás aprendió muy bien su lección sobre la obediencia. Ahora lo vemos recibiendo una orden, haciendo exactamente lo que Dios pide y más aun sin ninguna demora en absoluto. Dice el texto: Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Desafortunadamente, el daño de su desobediencia la primera vez que fue ordenado ya se produjo. Jonás se arrepintió, confesó su pecado y Dios le perdonó, pero nadie pudo evitar que su obediencia estuviera retrasada. La primera oportunidad de obedecer es única, mis queridos hermanos y amigos. No seamos como Jonás quien la desperdició. Mientras esperamos para obedecer estamos en desobediencia. Una ocasión, estaba un pastor testificando a un narcotraficante. Parece que el narcotraficante estaba consciente de lo terrible de su situación delante de Dios y. delante de las autoridades y estaba decidido a cambiar. Dijo al pastor, tengo una última entrega que hacer. Después de eso, me entregaré al Señor y enderezare mi vida. El pastor hizo todo lo que pudo para disuadirle de tan loca idea, pero el narcotraficante no dio su brazo a torcer. Semanas después, el pastor se enteró por las noticias de prensa, que el narcotraficante había muerto en un tiroteo con la policía antidrogas. Qué triste. Este narcotraficante sabía lo que tenía que hacer, sabía que Dios le estaba llamando a ser salvo, pero retrasó su obediencia. Mientras esperaba obedecer terminó su oportunidad y hoy estará en la condenación eterna lamentando por la eternidad el haber demorado su obediencia. Ojalá que no suceda algo parecido con ninguno de nosotros. No vivamos en desobediencia a Dios mientras esperamos obedecer. Imitemos a Abraham, quien se levantó muy de mañana para cumplir con lo que Dios le habla pedido la noche anterior.
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