Es grato estar con ustedes. La Biblia Dice… les da la bienvenida a su espacio de estudio bíblico. Estamos estudiando el libro de Nehemías. Luego de la pausa musical estará con nosotros David Logacho para guiarnos en el estudio bíblico de hoy.
Según cuenta una leyenda, el diablo puso en pública subasta algunas herramientas que poseía para hacer su trabajo. Cuando los interesados visitaron su taller, encontraron que entre las herramientas que habían allí, había una en especial que era de lo más extraña por su forma, pero lo que más les llamó la atención fue un aviso que colgaba de esta herramienta. Decía textualmente: No está en venta. Cuando preguntaron al diablo por qué esa herramienta no estaba de venta, el diablo contestó: Puedo darme el lujo de deshacerme de cualquiera de mis herramientas, pero de ésta no, porque es la herramienta más útil que poseo. Se llama desánimo, y con ella puedo hacer lo que yo quiera en el corazón de cualquier persona. Cuando logro que esta herramienta penetre en el corazón de alguien, se me abre el camino para plantar lo que yo quiera. Interesante historia. Fue ante el desánimo cuando Nehemías mostró su verdadera dimensión de líder. Veamos pues que causó el desánimo y cual fue el remedio.
Abramos nuestra Biblia en el capítulo 4 del Libro de Nehemías. Haciendo un poco de historia, recordemos que Nehemías inició la obra de reedificar los muros caídos de la ciudad de Jerusalén. Desde el inicio mismo de la obra no dejó de estar presente la oposición. Inicialmente fue como un simple desacuerdo, luego se tornó en una calumnia, Nehemías fue acusado de encabezar una rebelión contra el rey, después fue en forma de un desprecio hiriente cuando Tobias dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará. Finalmente fue como una amenaza vedada. Los enemigos de la obra conspiraron entre sí para caer por sorpresa sobre Jerusalén y hacerle daño. A todo esto, Nehemías no detuvo la obra. Cuando fue del caso, solamente oró y respondió con energía al adversario. Cuando fue necesario, oró y puso una guardia armada. A toda la oposición exterior, Nehemías respondió de una manera adecuada y algo importante, jamás pensó en detener la obra. Desistir de continuar con la obra hubiera sido equivalente a conceder una gran victoria al enemigo y esto estaba lejos de ser aceptado por Nehemías. Pero a veces la oposición a la obra del Señor, no se origina en el exterior sino en el interior. Cuando la oposición viene de afuera, en cierta medida podemos sortearla, porque en fin de cuentas no se espera otra cosa del mundo. El mundo ha aborrecido la obra del Señor y lo seguirá aborreciendo, por tanto es natural que se oponga a la obra del Señor. Lo triste es cuando la oposición se origina dentro de la obra del Señor. Es allí cuando verdaderamente duelen las heridas. El desánimo con todo su poder destructor se había hecho presente en Jerusalén. En los versículos 10-12 de Nehemías 4 tenemos la causa del desánimo y en los versículos 13 a 23 vemos la cura contra el desánimo. Nehemías 4:10-12 dice «Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro. Y nuestros enemigos dijeron: no sepan, ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra. Pero sucedió que cuando venían los judíos que habitaban entre ellos, nos decían hasta diez veces: De todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán sobre vosotros» Recordemos que la obra había avanzado hasta mas o menos la mitad. A medio camino es donde la situación se puso cuesta arriba. Los judíos fueron presa del desánimo. La causa del desánimo fue la debilidad. Probablemente el continuo trabajo causó cansancio, lo cual a su vez trajo como consecuencia la debilidad. El cansancio es caldo de cultivo para el desánimo. Como creyentes que somos debemos buscar un equilibrio entre el trabajo y el descanso y cuando haya síntomas de un debilitamiento, lo más recomendable es desconectarse del trabajo y descansar. Otra causa para el desánimo fue la pérdida de motivación adecuada. Los judíos dejaron de fijar su mirada en una Jerusalén con sus muros reedificados y colocaron su mirada en los escombros. Cada vez que nos fijamos en el problema, estamos en peligro de caer en el desánimo. Llegamos a ser como Pedro cuando caminó sobre las aguas. Mientras miraba a Jesús todo iba bien, pero tan pronto retiró su mirada de él y se fijó en las olas del mar embravecido, empezó a hundirse. Otra causa para el desánimo fueron las amenazas de los enemigos de la obra. Sí, por un tiempo fueron capaces de vivir bajo la presión de la oposición, pero a la larga esta oposición empezó a hacer su efecto negativo en la moral de los judíos. Es interesante ver el papel que jugaron algunos judíos para que las amenazas terminen por desanimar al pueblo. Dice el texto que estos judíos vinieron hasta 10 veces con sus noticias alarmistas sobre un inminente desastre. Qué triste es ver que a veces los propios miembros de la familia se prestan para aliarse al enemigo y así desanimar la obra del Señor. ¿Cuáles fueron las causas del desánimo? La debilidad o cansancio, la desmotivación al mirar los escombros y no el fin de la obra y las amenazas de los enemigos. Consideremos ahora la cura para el desánimo. Lo primero que hizo Nehemías fue detener la obra. Que interesante, ninguna oposición externa logró que la obra se parara, pero cuando surgió el desánimo al interior de Judá, Nehemías se vio forzado a detener la obra. Lo que pasa es que el desánimo es mortífero. Cuando se presenta es necesario combatirlo con toda la energía posible. Nehemías tomó cinco pasos para combatir el desánimo. Primero unió a las familias con un propósito común, la defensa de la ciudad. Nehemías 4:13 dice: «Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos» Una buena cura para el desánimo es buscar un propósito común, así todos tienen una misma mentalidad, aparte de la meta principal. Para Nehemías fue la defensa de la ciudad. Segundo: Hizo que se fijaran en el Señor de la Obra no tanto en la obra del Señor. Nehemías 4:14 dice: «Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas» Mirar a los escombros siempre desanima, pero mirar al Señor grande y temible disipa el desánimo así como la luz disipa las tinieblas. Tercero, introdujo cambios creativos. Nehemías 4:15-18 dice: «Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios, había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea. Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá. Los que edificaban en el muro, los que acarreaban y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada. Porque los que edificaban, cada uno tenia su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí» Los cambios que introdujo Nehemías fueron tan creativos que lograron el objetivo deseado: que el desánimo desaparezca y todos vuelvan a trabajar. Muchas veces cuando nos encontramos desanimados, un cambio creativo puede devolvernos el ánimo para trabajar. Cuarto, diseñó un plan de defensa. Nehemías 4:19-20 dice: «Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos unos de otros. En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reunios allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros» Notemos que Nehemías confiaba plenamente en Dios, pero no se quedó cruzado de brazos sino que diseñó un plan para defensa, esto contribuyó para eliminar el desánimo en la población, cuando todos podían palpar que había seguridad para trabajar. Quinto, buscó maneras para servir a los demás. Nehemías 4:21-23 dice: «Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que salía las estrellas. También dije entonces al pueblo: cada uno con su criado permanezca dentro de Jerusalén y de noche sirvan de centinela y de día en la obra. Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes, ni la gente de guardia que me seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para bañarse» Una de las terapias más efectivas para combatir el desánimo es enfocar la atención en el servicio a los demás. Así se logra evitar el lamentarse por la situación de uno mismo o la auto conmiseración. ¿Cómo combatió Nehemías el desánimo? Buscó un propósito común, fijó su mirada en el Señor, introdujo cambios creativos, diseñó un plan de defensa y buscó maneras de servir a los demás. Que Dios nos ayude a luchar de esta manera contra el desánimo.
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