Es motivo de mucho gozo saludarle amable oyente. Soy David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Juan. En esta oportunidad vamos a comenzar a estudiar el discurso que pronunció el Señor Jesús después del milagro de alimentar a una multitud de más de cinco mil personas, partiendo de cinco panes y dos peces.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Juan 6:22-40. Lo primero que vamos a notar es el antecedente y el lugar del discurso. Juan 6:22-24 dice: El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos.
Joh 6:23 Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor.
Joh 6:24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús.
Juan retoma su relato de los hechos que acontecieron después del milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Haciendo algo de memoria, recordemos que después de realizar el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, siendo ya de noche, el Señor Jesús se retiró solo a un monte mientras sus discípulos se hicieron a la mar para retornar a Capernaum. El viaje hacia Capernaum por poco termina en naufragio a causa de una feroz tormenta que súbitamente se desató en el mar. En estas difíciles circunstancias el Señor Jesús se acercó a la embarcación caminando sobre las aguas, desafiando al viento y las olas. Solamente los discípulos fueron testigos de este milagro, la multitud no, porque se quedó en el lugar donde ocurrió el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Al amanecer del día siguiente, la multitud buscó al Señor Jesús y obviamente no lo encontró. La conclusión a la que llegaron seguramente fue que de algún modo el Señor Jesús también debe haberse ido también a Capernaúm, así que aprovechando algunas barcas que habían arribado de Tiberias, los que pudieron se embarcaron con rumbo a Capernaum con la esperanza de hallar al Señor Jesús. En segundo lugar tenemos la introducción del discurso del Señor Jesús. Juan 6:25-27 dice: Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
Joh 6:26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
Joh 6:27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.
Cuando la gente llegó a Capernaum se encontró con el Señor Jesús, y su curiosidad les movió a preguntar: Rabí, ¿Cuándo llegaste acá? Rabí es un título honorable para los maestros de la época. El Señor Jesús no estaba para satisfacer curiosidad de la gente, sino que sabiendo lo que había en el corazón de la gente les confrontó con su triste condición espiritual. Sin sombra alguna de duda les dijo que lo que les motivaba a buscarle no era porque reconocían que él es el Cristo, sino por lo que podían obtener de él. De esta manera pasaron por alto que el Señor Jesús es el Cristo, el Mesías, y se contentaron solamente con la comida que el Señor Jesús les dio hasta que se sacien el día anterior. La gente de esa época es idéntica a la gente de cualquier época. No les interesa en absoluto el dador del regalo sino solamente el regalo. Esto motivó al Señor Jesús a exhortar a la gente a trabajar, no por la comida física que satisface temporalmente al cuerpo que algún día va a perecer, sino por la comida espiritual que satisface eternamente al alma y al espíritu que nunca va a perecer. El Señor Jesús, el Hijo del Hombre, es el único que puede dar esta comida espiritual, porque a él señaló el Padre. El verbo que se ha traducido como señalar, denota la acción de sellar algo o garantizar algo. Es el Padre celestial quien sella o garantiza fuera de toda sombra de duda que el Señor Jesús da la comida espiritual que a vida eterna permanece. Esta introducción que hizo el Señor Jesús despertó la curiosidad de la gente y pensando que cuando el Señor Jesús habló de trabajar se estaba refiriendo a ganarse de alguna manera la vida eterna, hicieron una pregunta al Señor Jesús. Juan 6:28 dice: Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?
La vida eterna no se la puede ganar trabajando. La vida eterna es resultado de depositar la fe en la persona y obra del Señor Jesús. A esto justamente apunta la respuesta que dio el Señor Jesús. Se encuentra en Juan 6:29. La Biblia dice: Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.
La vida eterna no resulta de hacer la obra de Dios, sino de creer en la obra que Dios hizo al enviar a su Hijo unigénito al mundo para morir en lugar del pecador. Por eso el Señor Jesús les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. Los que oían el discurso deben haber encontrado muy difícil aceptar lo que el Señor Jesús estaba diciendo y conforme a lo que estaban acostumbrados pidieron al Señor Jesús que les dé una señal para creer en el Señor Jesús. Su forma de pensar era: Ver para creer, tan contrario a la forma de pensar de Dios: Creer para ver. Esto explica lo que la gente dijo al Señor Jesús. Se encuentra en Juan 6:30-31. La Biblia dice: Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?
Joh 6:31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto,(A) como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.
No olvide que la gente que oía al Señor Jesús, había sido testigo del milagro de la multiplicación de los panes y los peces, pero esto no fue suficiente para que crean que el Señor Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Querían alguna señal más espectacular, algo comparable o que supere a lo que sucedió en el desierto cuando Moisés hizo que descienda pan del cielo. Se referían al maná. ¿Cuál fue la respuesta del Señor Jesús? Note lo que dice Juan 6:32-33 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.
Joh 6:33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
El Señor Jesús comenzó su respuesta corrigiendo la errada forma de pensar de la gente. Lo que Dios dio al pueblo de Israel en el desierto, por medio de Moisés, no fue el verdadero pan del cielo, sino solamente maná, alimento para el cuerpo. Luego, el Señor Jesús pasa a anunciar que el verdadero pan del cielo es una persona, es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. El Señor Jesús se estaba refiriendo a sí mismo. Su declaración denota su deidad. El Señor Jesús es de origen celestial. Por eso descendió del cielo. Sin embargo, la gente seguía ciega a la verdad. Pensaban que el Señor Jesús estaba hablando da alguna comida. Por eso dijeron al Señor Jesús lo que tenemos en Juan 6:34. La Biblia dice: Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
Ante esto, el Señor Jesús va a hacer una declaración impactante. Juan 6:35-40 dice: Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Joh 6:36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.
Joh 6:37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
Joh 6:38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
Joh 6:39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Joh 6:40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
Esta es la primera declaración de siete que se encuentran en el evangelio según Juan, en la cual el Señor Jesús comienza diciendo: Yo soy. :Yo soy es lo que en esencia significa el nombre Jehová. Yo soy el que soy. El Señor Jesús está aseverando su deidad. En este caso, el Señor Jesús es el pan de vida. Como tal, tiene poder para otorgar y sostener vida eterna. Para tener esta vida eterna es necesario ir al Señor Jesús y creer en él. Quien lo hace, nunca tendrá hambre y no tendrá sed jamás. El alma y espíritu estarán satisfechos eternamente. Lamentablemente, la gente que oía al Señor Jesús, no lo creía. De esta manera se estaban perdiendo de obtener la vida eterna. Acto seguido, el Señor Jesús revela verdades profundas sobre la salvación. En esencia se nota que los que somos salvos, hemos sido dados por el Padre al Hijo. Pero al mismo tiempo, los que hemos sido dados por el Padre al Hijo tenemos que creer en el Hijo para ser salvos. Para el razonamiento humano, parece una contradicción, pero para Dios no existe contradicción. El Hijo, el Señor Jesús descendió del Padre no para hacer su propia voluntad sino la voluntad de su Padre. Esa voluntad del Padre es que el Hijo no pierda nada de lo que le ha entregado el Padre, sino que lo resucite en el día postrero. El Señor Jesús termina esta parte de su discurso aseverando que la voluntad del Padre quien le envió es que todo aquel que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna, y en consecuencia el Hijo le resucitará en el día postrero. ¿Ha recibido al Señor Jesús como su Salvador, amable oyente? Si no lo ha hecho, todavía no tiene vida eterna, pero el momento que lo haga, tendrá vida eterna y el mismo Señor Jesús le resucitará en el día postrero. No tarde más en tomar esta decisión.
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