Saludos cordiales amigos oyentes. Bienvenidos al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la primera carta del apóstol Pedro. En ella se trata el asunto de la verdadera gracia de Dios. Pedro quería que los creyentes conozcamos lo más posible acerca de la verdadera gracia de Dios. En nuestro estudio bíblico último, Pedro nos habló de un mandato. Consideramos el enunciado del mandato: Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos. También consideramos la explicación del mandato, cuando Pedro dijo: no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar. También consideramos el estímulo del mandato, cuando Pedro dijo: Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente. Pues, ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados y lo soportáis? Más si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Hasta aquí llegamos. Nos faltó considerar el ejemplo del mandato y ese será el tema que David Logacho compartirá con nosotros en esta ocasión
Se dice que la mejor manera de aprender es por medio de un ejemplo. Pedro ha enunciado un mandado, nos ha explicado el mandato, y nos ha estimulado a obedecer el mandato. ¿Será que falta decir algo más sobre el mandato? Por supuesto que sí, falta mostrar el ejemplo del mandato. Eso es lo que Pedro hace justamente en 1ª Pedro 2:21-25. El personaje que sirve como ejemplo es nada más y nada menos que nuestro amado Señor Jesucristo. En este pasaje vemos que en su vida, Jesús es nuestro ejemplo. En su muerte, Jesús es nuestro sustituto. En su glorificación, Jesús es nuestro Pastor. Veamos en detalle de uno en uno. En su vida, Jesús es nuestro ejemplo. 1ª Pedro 2:21-23 dice «Pues para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca, quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente» Para tomar el contexto, debemos saber que Pedro estaba hablando de sufrir molestias padeciendo injustamente. Lo último que dijo fue: «Mas si haciendo lo bueno, sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios» Esto podría sonar algo teórico, pero no es así, porque Jesús, mientras vivió en este mundo lo practicó y nosotros sus redimidos hemos sido llamados para seguir sus pisadas. Esto es interesante amigo oyente. Los hijos de Dios, no debemos vivir como nos venga en gana. Los hijos de Dios debemos vivir siguiendo las pisadas de Jesús. Una buena manera de lograrlo es por medio de hacernos esta pregunta antes de hacer cualquier cosa: Si Jesús estuviera en mi lugar, ¿qué habría hecho? Algo tan sencillo como esto puede revolucionar totalmente nuestras vidas. Yo no sé si Ud. habrá leído un clásico del cristianismo escrito por Charles M. Sheldon. El libro se llama «En Sus Pasos» y trata de un pastor y un pequeño grupo de cristianos que empezaron a actuar como ellos pensaron que Jesús hubiera actuado si hubiera vivido en la época en que ellos vivieron. El resultado es que las vidas de estas personas fueron totalmente transformadas. En verdad que no existe mejor ejemplo de vida que el dejado por nuestro Señor Jesucristo. Pedro por tanto dice: Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo. El ejemplo de Jesús tiene mucho que ver con sufrir molestias padeciendo injustamente. Aunque Jesús no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca, porque el es 100% Dios y 100% hombre, si embargo todos sabemos que sus contemporáneos le trataron de una manera extremadamente cruel. Pedro dice que cuando la gente maldecía a Jesús, Jesús no respondía con maldición. Jesús vivió la verdad que él mismo enseñó cuando dijo: Bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. Además, cuando Jesús padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente. En otras palabras, Jesús nunca tomó la venganza en su propia mano. En lugar de vengarse de los que le injuriaban, en lugar de castigar a los que le escupieron en el rostro, en lugar de maldecir a los que le deformaron el cuerpo a golpes, en lugar de quejarse contra los que clavaron en sus sienes esa corona espinas, en lugar de amenazar a los que traspasaron con clavos sus manos y sus pies, Jesús decía: Padre perdónalos porque no saben lo que hacen. Esto es sufrir molestias padeciendo injustamente. Si Jesús pudo hacerlo, entonces nosotros también, porque Jesús nos ha dado el poder para seguir sus pisadas. Hace muchos siglos, 10 creyentes fueron encerrados en un pequeño cuarto sin techo en medio del ardiente desierto de Egipto. Los verdugos dijeron, el que rehúse su fe, solamente de una señal y nosotros le sacaremos de aquel cuarto y le daremos toda el agua fresca que quiera beber. El sol ardía en todo lo alto. Los creyentes comenzaron a cantar hasta que sus gargantas ya no podían dar más a causa de la deshidratación. Ninguno de ellos Saqueó en su fe. Murieron cantando. Eso es sufrir molestias padeciendo injustamente. ¿Sabía Ud. que es posible que Ud. aun siendo muy fiel al Señor sufra molestias padeciendo injustamente? La Biblia lo dice. No crea el mensaje barato de que cuanto Ud. se entrega al Señor, se acabaron para Ud. los sufrimientos. O que si Ud. es fiel al Señor jamás va a experimentar sufrimiento injusto si Cristo padeció injustamente, ¿qué derecho tenemos sus seguidores de recibir un trato diferente? En su vida Jesús es nuestro ejemplo. Pero también en su muerte, Jesús es nuestro substituto. Eso es lo que Pedro dice en 1ª Pedro 2:24 «quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados» Jesús sufrió molestias padeciendo injustamente. Las molestias llegaron al extremo de significar crucifixión para Jesús. Pero Jesús no murió como uno de esos 10 mártires que hablábamos anteriormente. La muerte de Jesús fue mucho más que la muerte de un mártir. La muerte de Jesús fue en realidad el sacrificio que él mismo presentó a Dios por los pecados del hombre. El texto leído dice que Jesús llevó el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero. El verbo llevar es la acción de un sacerdote conduciendo una víctima inocente al altar del sacrificio. Qué hermoso cuadro de lo que Jesús hizo en su muerte. El mismo fue el sacerdote. El mismo fue la víctima inocente. El mismo se dio a sí mismo por el pecado del hombre como el cordero sin mancha que quita el pecado del mundo. La cruz de vergüenza fue el altar del sacrificio. Jesús murió como el substituto del hombre. Por eso ahora el hombre que confía en Cristo como Salvador está muerto a los pecados. En otras palabras, el hombre que confía en Cristo como Salvador es como si hubiera padecido la muerte que es el castigo por el pecado. Si Ud. ha recibido a Cristo como Salvador amigo oyente. Ud. está muerto a los pecados. Es decir que su deuda con Dios por el pecado está saldada. Qué bendición es saber que en la cruz del Calvario Jesús tomó mi lugar para recibir el castigo que yo merecía para que yo pueda quedar en libertad. Es increíble lo que aconteció en la cruz del calvario amigo oyente. Allí, Jesús tomó lo peor de mí y me dio lo mejor de él. Allí Jesús murió para que yo pueda vivir. Allí Jesús fue herido para yo sea sanado. Esto de ser sanado, no significa que mi cuerpo nunca más va enfermar. Ser sanado significa que mi alma ha sido curada de ese grave mal llamado pecado y por tanto, Dios nunca me va a condenar por todo el pecado que he cometido y que cometeré hasta antes de encontrarme con El en gloria. Aquí se está hablando de sanidad espiritual, no de sanidad física. Por eso es que aún los más consagrados siervos de Dios en algún momento enferman e inclusive mueren a causa de una enfermedad. No es bíblico esto de que la voluntad de Dios es que ninguno de sus hijos padezca enfermedad. El apóstol Pablo padecía de una enfermedad y nadie puede dudar de su integridad espiritual. En su vida Jesús es nuestro ejemplo, en su muerte Jesús es nuestro substituto y en su gloria, Jesús es nuestro Pastor. Eso es lo que tenemos en 1ª Pedro 2:25 donde dice «Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas» Todo pecador es como una oveja descarriada. Pero cuando un pecador recibe a Cristo como Salvador, llega al redil de las ovejas donde Cristo Jesús glorificado es el Pastor y Obispo. Esto significa que Cristo Jesús es el que alimenta, protege y corrige. No hay bendición mayor, amigo oyente. Cristo Jesús es el ejemplo de sufrir molestias padeciendo injustamente. Pero además él es nuestro substituto y también nuestro Pastor y Obispo. Quiera el Señor que estas verdades sean una realidad también en su vida, amigo oyente.
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