Cordiales saludos amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Es motivo de mucho gozo saber que usted nos está escuchando. Nuestro tema de estudio es la segunda epístola de Pablo a los Tesalonicenses, en la serie titulada: Ánimo para una iglesia en apuros. En nuestro último estudio bíblico vimos el terrible destino de los que obstinadamente rehúsan recibir a Cristo como Salvador. En esta oportunidad vamos a ver lo opuesto a esto, el maravilloso destino de los que voluntariamente hemos recibido a Cristo como Salvador.
Gracias a Dios por su Palabra. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en 2 Tesalonicenses 2:13-14. La iglesia en Tesalónica era una iglesia en apuros. Los apuros fueron el resultado al menos dos factores. El primero, por las persecuciones y tribulaciones por la causa de Cristo. El segundo por la entrada de falsos maestros que estaban enseñando que la iglesia ya está en el día del Señor, y por eso estaban padeciendo tanto. Todo esto hizo que algunos creyentes pierdan el ánimo y lo manifiesten con una conducta nada digna delante del Señor. El apóstol Pablo les escribió la segunda carta para animarlos. Lo último que vimos en nuestro estudio bíblico de 2 Tesalonicenses fue el terrible destino de todos aquellos que a pesar de tener la oportunidad de ser salvos no aprovecharon esta oportunidad por medio de recibir a Cristo como Salvador, y en estas condiciones les sorprendió el arrebatamiento de la iglesia. Pablo dijo que estas personas van a ser hábilmente engañadas por el Anticristo, haciéndoles creer que él es el Cristo y por tanto que deben adorarle como si fuera Dios mismo. Esta conducta de estas personas se explica por el hecho que en aquel tiempo estará en acción un poder engañoso, enviado directamente por Dios, para que crean la mentira. La mentira se refiere a aceptar al Anticristo como si fuera Cristo. El destino final de estas personas no puede ser más trágico. El texto dice que van a ser condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia. Hasta aquí lo que hemos estudiado. Acto seguido, Pablo quita la mirada de los que se condenan y pone la mirada en los que se salvan, en los creyentes, en los que hemos recibido a Cristo como Salvador. Permítame leer el texto en 2 Tesalonicenses 2:13-14. La Biblia dice: Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,
2Th 2:14 a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Antes de entrar a mirar en detalle el maravilloso destino de los creyentes de Tesalónica, Pablo reconoce que todo lo que está por decir es obra de Dios y por tanto todo el crédito y la gloria son, única y exclusivamente para Dios. Incluyendo a los que estaban junto a él cuando escribió la segunda carta a los Tesalonicenses, principalmente, Silvano o Silas y Timoteo, Pablo dice: Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros. La preposición “pero” con la cual comienza esta frase, sirve para marcar la diferencia entre lo que espera a los que se condenan y lo que espera a los que se salvan. Lo que espera a los que se salvan es tan extraordinario, que Pablo y los suyos se sienten en la obligación de dar siempre gracias a Dios respecto a los creyentes. Tanto en 1 a Tesalonicenses como en 2 Tesalonicenses encontramos varias ocasiones en las cuales Pablo agradece a Dios por los Tesalonicenses. Era una costumbre para Pablo. Lo hacía siempre. Veamos entonces las razones por las cuales Pablo y los suyos siempre daban gracias a Dios por los Tesalonicenses y por extensión a todos los creyentes. En primer lugar, Pablo daba gracias a Dios porque los creyentes Tesalonicenses eran amados de Dios. Al referirse a los creyentes de Tesalónica, Pablo dice que son hermanos amados por el Señor. De ninguna manera el gran apóstol Pablo veía por debajo del hombro a los creyentes de Tesalónica. Los veía como a iguales, como a hermanos. Pero además, Pablo dice que los creyentes de Tesalónica son amados por el Señor. Los creyentes de Tesalónica son el objeto del amor del Señor. Esto es grandioso. Imagine, amable oyente, somos el objeto del amor de la persona más excelsa del universo. No existe privilegio más grande. Pero no se trata de un amor barato. Se trata de un amor sacrificial, al punto que el Señor se dio a sí mismo por nosotros. En segundo lugar, Pablo daba gracias a Dios porque los creyentes de Tesalónica fueron escogidos desde el principio para salvación. Esto es hermoso aunque profundo. La Biblia claramente enseña que por amor, Dios escoge a algunas personas para salvación, pero jamás enseña que Dios escoge a algunas personas para condenación. Las personas que terminan en condenación lo hacen por su propia y voluntaria elección. Pero además, Pablo dice que los creyentes de Tesalónica fueron escogidos desde el principio para salvación. Esto se puede entender de dos maneras igualmente legítimas. La primera, en que Dios escogió a los creyentes para salvación antes de la fundación del mundo, como dice Efesios 1:4 La segunda, en que los creyentes de Tesalónica estaban entre los primeros de muchos que a su debido tiempo también son salvos y miembros de la iglesia de Cristo. La tercera razón por la cual Pablo agradece a Dios por los Tesalonicenses es porque ellos fueron santificados por el Espíritu. Se trata de la obra previa a la conversión de los creyentes de Tesalónica. Santificar significa poner aparte algo para algún propósito especial. El Espíritu Santo pone aparte del mundo a algunas personas, les convence del pecado, y les muestra que la única manera para ser salvos es mediante la persona y obra del Señor Jesucristo. 1 Pedro 1:2 dice: elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo
Los que somos salvos sabemos que prácticamente desde que tuvimos uso de razón, fuimos expuestos a la verdad del evangelio, ya sea por gente que nos habló de Cristo o personas que nos entregaron un tratado evangelístico, o circunstancias que nos expusieron a la verdad de Dios. Todo esto fue obra del Espíritu Santo santificándonos para en su momento recibir a Cristo como Salvador. La cuarta razón por la cual Pablo agradece a Dios por los Tesalonicenses es porque los creyentes de Tesalónica tuvieron fe en la verdad. Esto se refiere a la acción libre y voluntaria de cada creyente de recibir por la fe a Cristo como Salvador. Esta es la verdad del Evangelio. Dios hace su parte en la salvación de un creyente, al escogerlo para salvación y al santificarlo por el Espíritu Santo, pero también hace falta la parte del creyente. La parte del creyente es ejercitar su fe recibiendo a Cristo como Salvador. Ambas partes son indispensables para la salvación. La elección divina y la responsabilidad humana son doctrinas bíblicas. No es prudente enfatizar en una de ellas e ignorar la otra. Puede ser que no lo entendamos totalmente, pero para Dios no existe ningún conflicto. La quinta razón por la cual Pablo agradece a Dios por los creyentes Tesalonicenses es porque fueron llamados mediante el Evangelio que predicó Pablo y sus colaboradores. Para que Dios haga efectivo su plan eterno, envió a Pablo, Silvano y Timoteo a Tesalónica con el propósito que prediquen la Palabra de Dios. Lo que Dios determinó en la eternidad pasada tuvo su cumplimiento a su debido tiempo. Dios usó instrumentos humanos para anunciar el Evangelio a los perdidos y cuando éstos confiaron y recibieron a Cristo como Salvador, hicieron una realidad su elección divina. Dios llamó a toda la ciudad de Tesalónica, pero el llamamiento se hizo efectivo solamente en los que creyeron la verdad y en consecuencia recibieron a Cristo como su Salvador. La sexta razón por la cual Pablo agradece a Dios por los creyentes Tesalonicenses es porque algún día van a alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Qué maravilloso. Lo que comenzó en la eternidad pasada llega a su culminación en la eternidad futura. Pablo dice que los creyentes van a alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Esto me trae a la mente lo que dice Romanos 8:29-30. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
Rom 8:30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
Este es el destino final de los creyentes. Mejor no puede ser, más seguro no puede ser. Nuestro destino eterno como creyentes es glorioso. Qué contraste con los que se condenan. El destino eterno de ellos es fatal. Motivos más que suficientes para que Pablo agradezca siempre a Dios por los creyentes de Tesalónica y también por todos los que somos creyentes en cualquier parte del mundo.
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