Saludos cordiales hermanos y amigos y bienvenidos a un nuevo estudio bíblico de la serie sobre la oración. Las biografías son siempre una fuente de sana motivación, especialmente si se trata de hombres de Dios que han dejado un rastro imborrable para la humanidad. Uno de estos grandes hombres de Dios se llamó George Muller, llamado el príncipe de la intercesión ante Dios. Más de medio siglo atrás, George Muller comenzó a orar por la salvación de cinco de sus mejores amigos. Cinco años más tarde, uno de ellos aceptó a Jesucristo como su Salvador personal. Diez años después de comenzar a orar dos más de sus amigos encontraron la paz que solo Cristo puede dar. Muller continuó orando y después de orar por 25 años el cuarto de sus amigos vino al Señor. Por el quinto de sus amigos, George Muller continúo orando hasta cuando murió. Este amigo invitó a Cristo a ser su Salvador pocos meses después que Muller murió. Por el último de sus amigos, George Muller había orado por más de 52 años. Cuando vemos casos, como este, nos damos cuenta de cuan pequeña es nuestra perseverancia en oración por nuestros amigos o familiares incrédulos. Este hecho nos trae directamente a nuestro tema de hoy sobre la oración: El papel que juega la oración en la salvación de los incrédulos.
En nuestro último estudio bíblico vimos cuán importante es que oremos según la voluntad de Dios. El orar según la voluntad de Dios es una garantía que Dios responderá a nuestras oraciones. Una de las áreas en las cuales Dios ha hecho conocer muy claramente su voluntad en Su Palabra, es la salvación de los incrédulos. En 2ª·Pedro 3:9 leemos: «El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» Dios ha prometido traer su juicio sobre los hombres impíos. Si existe una aparente demora no es porque Dios falte a su palabra sino porque él es paciente. Su paciencia obedece a su deseo que ninguno perezca. Su deseo expresado en términos positivos es que todo hombre se arrepienta. De propósito extiende Dios su gracia con la finalidad que todos los hombres tengan la oportunidad de salvación. En Isaías 61:2 leemos sobre el año de la buena voluntad de Jehová y el día de la venganza del Dios nuestro. Dios puede extender su paciencia 1000 años y recortar su juicio a un día. Dios esperó 120 años antes de enviar el Diluvio. En la actualidad, ya ha esperado varios miles de años para destruir el mundo con fuego. ¿Qué tiene que ver esto con la oración? Pues simple y llanamente que mientras Dios no derrame su juicio prometido sobre los incrédulos, es perfectamente legal y necesario orar a Dios por la salvación de los incrédulos, porque la voluntad de Dios es la salvación de éstos. La pregunta que surge inmediatamente es: ¿Será acaso entonces que Dios va a salvar a todos los incrédulos? A esto podemos decir que la voluntad de Dios es que todos los seres humanos se salven, pero El no salva a nadie en contra de su voluntad. Dicho en otras palabras, Dios no desea poblar el cielo con personas que no quieren estar allí. Es difícil de entender para nosotros que somos creyentes, pero la triste realidad es que hay no una sino miles de millones de personas que hoy por hoy rehúsan el llamado de salvación que Dios realiza valiéndose de diversos medios. Dios ha hablado sobre él a través de la creación, pero el ser humano rinde culto a la creación y da la espalda a Dios. Dios ha hablado sobre él a través de la conciencia, pero el ser humano acalla la voz de su conciencia para tener libertad de pecar sin ser molestado por su conciencia, y peor aún, Dios ha hablado a través de su propio hijo, su mensaje lo tenemos registrado en la Biblia, su mensaje ha sido proclamado en forma escrita, verbal, etc. pero el hombre no recibe este mensaje y de esta manera camina hacia una segura condenación en el infierno. Aún en los días cuando el mismo Señor Jesucristo estuvo en la tierra no fue aceptado por muchos que digamos, a decir verdad aún sus discípulos lo abandonaron en los momentos más cruciales de su vida aunque posteriormente se tornaron en fieles Apóstoles. Al contemplar la ciudad de Jerusalén entregada a la impiedad, el Señor Jesucristo lo lamentó en el alma con estas palabras según Mateo 23:37 “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces no quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas y no quisiste!” Cuan duro es el corazón del hombre. Jesucristo quiso juntar a los hijos de Jerusalén, pero ellos no quisieron, más aún, pocos días después a una vociferaban ante Pilato: Crucifícale, Crucifícale. Si hermano y amigo. Dios extiende la invitación de salvación a todo el mundo, pero no todo el mundo será salvo porque la mayor parte del mundo rechaza este llamado ele salvación proveniente de Dios y Dios jamás va a salvar a nadie a la fuerza. Tenemos entonces lo siguiente: La voluntad de Dios es que todos los incrédulos se salven, tenemos que orar por la salvación de los incrédulos, pero no todos los incrédulos serán salvos. ¿Qué efecto tiene entonces nuestra oración en la salvación cié un incrédulo? Cuando oramos por los incrédulos, podemos estar seguros que Dios les hablará de alguna manera. A lo mejor alguien les obsequiará un folleto con el evangelio o quizá escucharán las Buenas Nuevas de salvación en un programa de radio o televisión. Quizá algún vecino o compañero de trabajo se preocupe por ellos y comparta el Evangelio. No hay manera de saber con certeza la forma como Dios hablará a un incrédulo, pero lo que sí es seguro es que Dios habla a los incrédulos cada vez que nosotros oramos por ellos. Después de esto, ya es asunto del incrédulo el aceptar o rechazar el mensaje de Dios. Cuando hablamos de orar por la salvación de los incrédulos, no estamos refiriéndonos a una oración vaga como la que hacía una niña de corta edad antes de acostarse. Ella se arrodillaba al pie de su cama y decía: Señor salva a todo el mundo, en el nombre de Jesús, Amén. Quizá para una niña de corta edad está bien esta oración, pero los que somos maduros, tenemos que orar con nombre y apellido. Es aconsejable tener una lista de personas incrédulas por las cuales vamos a orar fielmente. A lo mejor en esa lista podemos incluir nombres de familiares cercanos, vecinos, amigos, compañeros de trabajo, etc. Lo importante es importunar el Trono de la Gracia con pedidos específicos esperando que en el momento oportuno para Dios ellos lleguen a ser salvos. No es por demás insistir sobre el hecho que a la par de orar es necesario actuar. Está bien orar por mi vecino incrédulo, pero es mejor si además de orar hablo con él sobre Jesucristo, en toda oportunidad que se presente. Efesios 5:16 nos instruye a aprovechar bien el tiempo porque los días son malos. La palabra aprovechar en este texto significa literalmente comprar para uno mismo. Lo que la Palabra de Dios nos está diciendo es que debemos comprar para nosotros mismos oportunidades para compartir con otros el Evangelio, si esos otros son personas por quienes hemos estado orando con anterioridad, no sería nada extraño que al oír, entender y aceptar el mensaje de salvación ellos tomen la decisión más importante de la vida: aceptar a Cristo como Salvador personal. De modo que, la voluntad de Dios es que ninguno perezca, pero El no va a salvar a nadie por la fuerza. El hombre tiene que venir a Cristo para hallar en El la salvación. Los que ya somos salvos, podemos orar por aquellos que todavía no han recibido el perdón de sus pecados. Dios responderá a nuestras oraciones por medio de comunicar el mensaje de salvación por diversos medios. Será después responsabilidad del incrédulo el aceptar o rechazar ese mensaje. Comenzamos este estudio bíblico con el relato de la experiencia de George Muller, quien oró por 52 años por la salvación de uno de sus amigos. George Muller partió de este mundo sin ver que su amigo se convierta al Señor, pero poco tiempo después de su muerte, su amigo aceptó a Cristo como Salvador. Hoy George Muller disfruta en el cielo de la compañía de este amigo. Cuan agradecido estará este hombre por la oración de George Muller. Es posible, querido hermano, que Ud. mismo sea el resultado de la intercesión en oración de sus padres o sus amigos o sus familiares, si funcionó con Ud. ¿Qué impide que su oración contribuya con la salvación de un familiar o amigo o vecino, etc.? No se desanime si todavía no ha visto resultados de su oración. Deje él cuando al Señor y Ud. siga siendo fiel en orar.
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